Me empec� a calentar de manera muy extra�a. Poco a poco
nuestros movimientos se hicieron m�s r�pidos, m�s fren�ticos y entonces pens�
que pod�a tocar sus pechos, los cuales siempre me hab�an fascinado de alguna
manera, con esa cierta envidia con la que quienes no los tenemos tan abundantes,
miramos a las que s�. No me abalanc� a ellos directamente, sino que toqu�
primero su cintura y su vientre, a�n temiendo su reacci�n. Me encant� comprobar
que ella tambi�n estaba calient�sima... Por fin me anim� a tocar sus mont�culos
suaves y acolchados. Sus pezones duros me invitaron a dejar mis dedos
recorrerlos con curiosidad. La sensaci�n era tan distinta a cualquier otra que
hubiera experimentado antes.

Ella se volte� hacia m� y empez� a besarme. Sus labios
peque�os y armoniosos se hundieron en mi boca en un beso femenino inolvidable.
Nuestras lenguas se encontraron t�midamente, pero pronto empezaron a explorarse,
mientras las manos hac�an lo mismo con nuestros cuerpos. Sus dedos largos se
detuvieron tambi�n largo rato en mis pezones grandes y erectos, ella los
manipul� de manera deliciosa, con la habilidad de quien se conoce perfectamente
a s� misma. Por fin le quit� la blusa y me encontr� de cara con sus apetitosas
redondeces. Casi con incredulidad deposit� mi lengua sobre sus senos, ella se
estremeci� con un suspiro y comenz� a moverse suavemente debajo de mi boca
curiosa y �vida. Recorr� sus pechos con mis manos y jugu� con sus pezones entre
mis dientes. Ella hund�a sus manos en mi cabello ensortijado, mientras
balanceaba el cuerpo para disfrutar y hacer m�s intensa las caricias de mi boca.
Luego ella hizo lo mismo, se meti� uno de mis pezones a su boca y comenz� a
tocarlo con la lengua. Qu� sensaci�n aquella tan extra�a: era como sentir una
caricia tan extraordinariamente suave, que no existiera, y sin embargo su legua
segu�a all�, peque�a y golosa, chupando, succionando, lamiendo, exprimiendo.
"Est�s riqu�sima", "Tienes unos pezones deliciosos" me dec�a entre jadeos,
mientras se montaba encima m�o y pon�a a la disposici�n de mi boca _ la �nica
v�a de exploraci�n que nos permit�a nuestra nula experiencia en las artes de
Lesbos_ nuevamente la textura de sus pechos. "No te vas a sacar de onda,
�verdad?" me pregunt� p�caramente... "no, no" le contest� apresurada, excitada,
muy caliente...



Reanudamos los besos y mis manos se bajaron a sus nalgas, las que se empezaron a
mover a un ritmo sensual, delicioso... "Est�s deliciosa" le dije, "buen�sima"...
y era cierto. Su figura voluptuosa se mov�a encima m�o enloqueci�ndome de
pasi�n, sus pechos se bamboleaban felices en mi cara, mientras yo turnaba mi
boca en cada uno, o los sosten�a con ambas manos mientras me hund�a entre sus
labios.



En un movimiento apasionado quedamos de costado, frente a frente. As�, con
timidez deslic� mi mano hasta su sexo, peque�o y de vello escaso. Sus gemidos me
hicieron saber que mi caricia era bienvenida, as� que con delicadeza empec� a
introducir mis manos en su rajita h�meda. Estaba tan mojada que la baba se
escurr�a entre sus piernas.

Casi al mismo tiempo ella hizo lo mismo conmigo. Sus dedos
largos, hermosos, exploraron el interior de mi sexo con tanta familiaridad como
si me tocara yo misma. Pronto empezamos a hundirlos una y otra vez mientras nos
fund�amos en besos apasionados y h�medos. Ella localiz� mi cl�toris y comenz� a
jugar con �l, las dos nos tocamos mientras apret�bamos nuestros cuerpos y los
lam�amos con avidez. Ella volvi� a montarse encima m�o y sus labios recorrieron
mi cuello, bajaron por mis senos, se detuvieron en mi vientre y bajaron poco a
poco a mi sexo abierto y h�medo. Me sorprendi� su voracidad y al mismo tiempo la
delicadeza con la que empez� a comerme, su lengua penetr� con curiosidad casi
infantil en mi vulva. Mientras tanto, yo la miraba desde arriba, semi recostada
en los almohadones de la cama, su abundante cabellera lacia le ca�a de lado
mientras se afanaba en darme placer con su lengua, para entonces �vida
exploradora de las profundidades de mi sexo que se extend�a a lo largo de mi
raja y por momentos se deten�a nerviosamente en mi cl�toris hinchado.

No pude m�s y le dije: "ven, ven aqu�, dame la tuya"... Ella
obedeci� al instante y puso su sexo a merced de mi lengua �vida, vol�til. Sus
gemidos se hicieron intensos, mientras mis manos apretaban sus nalgas hermosas y
firmes y se deslizaban por sus muslos fr�os y redondos. "Qu� sabor el tuyo" le
dije a media voz... "y el tuyo, rica, es de lo mejor" me contest�
cachond�sima... Despu�s de disfrutar las mieles de nuestros cuerpos en ese
estupendo sesenta y nueve, ella se incorpor� y se sent� en mis piernas, poniendo
nuevamente sus pechos a mi disposici�n, yo mord�a con ansias locas, chupaba,
lam�a, tocaba, masajeaba sus tetas grandiosas, mientras le clavaba mis dedos una
y otra vez, disfrutando del calor de sus jugos. Cuando m�s excitadas est�bamos,
comenc� a mover mis dedos con m�s prisa, mientras ella se babomboleaba de
adelante hacia atr�s, a�n sentada sobre mis piernas. Se corri� dos veces en
medio de suspiros y gemidos sensuales y cay� exhausta encima m�o.

Yo le acarici� su cabellera y lam� cari�osamente sus pezones.
Se recuper� r�pidamente y me dijo "ahora te toca a ti, querida". Se mont� encima
m�o y comenz� a morderme los pezones... "est�n duritos y hermosos" me dec�a
coqueta, "eres de lo m�s bonita, est�s cachond�sima" susurraba a mi o�do. Jug�
con mis senos y mi sexo a la par, met�a y sacaba sus dedos, jugueteaba con mi
cl�toris, besaba mi cuello y se fund�a con mi boca... "muerde m�s" le suplicaba
y ella obediente lo hac�a... Pronto encontr� el ritmo apropiado con el que
frotar mi chocho, lo hizo maravillosamente bien, mientras con la otra mano
oprim�a con cierta fuerza mi pez�n derecho. Yo apretaba las piernas para
conseguir un orgasmo intenso y cuando �ste empez� a llegar, ella comenz� a jalar
mi pez�n con fuerza a uno y a otro lado, de manera que el est�mulo que me
produc�a mi seno bamboleante, se juntara con la sensaci�n que me produjo ese
orgasmo inolvidable. Cuando exhal� el �ltimo gemido de placer, ella se incrust�
en mi boca y nos besamos largamente, moviendo suavemente nuestras lenguas,
toc�ndonos el cabello, acariciando nuestros rostros, bes�ndonos las mejillas y
el cuello. Nos arropamos un poco, pues ya era de madrugada y la brisa entraba
por la ventana.

Comentamos qu� rica estaba la noche y qu� rico lo que hab�a
pasado entre nosotras. Acordamos que �ste ser�a un secreto entre las dos. Hasta
hoy nadie, s�lo ella y yo, sabemos lo que pasa entre nostras. Nuestras vidas
contin�an normales, y somos amigas m�s all� del sexo. Ella me cuenta sus
aventuras y desventuras amorosas con los hombres, los problemas con sus hijas,
hablamos del trabajo, a veces de otras personas (ya saben al fin mujeres),
viajamos juntas en plan de madres de familia, organizamos fiestas familiares,
hacemos proyectos juntas y si... algunas veces, tambi�n nos damos un tiempo
entre nuestras actividades, para tocarnos, besarnos y jugar maravillosamente con
nuestros cuerpos, encontrando aquello que s�lo nosotras podemos darnos.