Relato: Amor de Madre a Hija



Relato: Amor de Madre a Hija

Escribo la presente historia de vida, con la convicci�n de
poner a los lectores, una historia de vida, s� de mi vida, Y poder conocer en
sus comentarios o respuesta, para saber si lo m�o es �nico, por lo que debo
considerarme una enferma o viciosa o tal vez a otras personas les ocurren cosas
parecidas a las que yo vivo desde hace mas de veinte a�os


Resulta que me case joven, a los 20 a�os, viv�a en un pueblo
del interior, me case con un hombre mayor de 32 a�os, viudo con una hija de su
anterior matrimonio, por esas cosas de familia, su hija, Marina, viv�a con la
madre de mi esposo, ella cuando nos casamos tenia 5 o 6 a�itos y era una nena
muy bonita y muy dulce, desde nuestro noviazgo cre�a que cuando nos cas�ramos
ella vivir�a con nosotros; no fue as�, ella sigui� con la abuela. Al poco tiempo
de casados quede embarazada y naci� Elizabeth nuestra hija.


Nuestro matrimonio funcionaba bien, yo era una esposa creo
que normal, aunque me hab�a casado muy ilusionada, enamorada, viv�a el
matrimonio dedicado a mi peque�a hija Elizabeth y a mi esposo. Me sent�a bien ya
que mi esposo era una persona trabajadora, honesta, educado y nunca me exig�a ni
me molestaba, nuestro sexo era normal. Dos o tres veces en la semana, nunca mas
de uno en cada oportunidad. Para m� estaba bien, aunque a veces me queda con
gusto a poco y deb�a recurrir a mis manos, como antes de casarme.


Yo venia de una familia sencilla, pero muy estricta, muy
r�gida en la educaci�n que me hab�an dado de peque�a. Castigo mediante mi madre
y mi padre se hab�an encargado de convertirme en una mujer sumisa, conformista,
educada y respetuosa, por ello creo que viv�a feliz junto a mi esposo, ya que
estaba y me hacia sentir bien, aunque en el tema sexual, me sent�a con mayor
deseo y a veces me lo recriminaba a mi misma.


Resulta que a los ocho a�os de casada, falleci� mi suegra,
por ello Marina vino a vivir a nuestra casa, ella ya tenia casi 13 a�os, ya era
una ni�a adolescente, era muy linda, su cuerpito empezaba a tomar forma de
mujer.


Era una hermosa ni�a, educada, respetuosa, una ni�a muy bien
educada. Fue muy bien recibida, Elizabeth la quer�a, ella nos quer�a a todos y
parec�a que todo seria perfecto, una familia feliz.


Marina, como todo adolescente comet�a errores propios de la
edad, Mientras que Ely, era mucho mas traviesa, por lo que yo desde peque�a me
hab�a encargado castigar con algunos chirlos o con alguna varilla en su cola y
cuando lo consideraba, la pon�a en mi falda, levantaba su vestidito o bajaba sus
bombachitas y le daba su merecido. Creo que mi esposo solo una dos veces le
hab�a dado unas palmadas en la cola a la peque�a Ely. Mientras que Marina, jam�s
hab�a recibido un castigo as�, por ello cuando alguna vez que castigamos a Ely,
ella miraba, se sonrojaba y alguna vez comento algo as� como pobrecita Ely,
cuanto le debe doler.


Pero un d�a, ambas asist�an al mismo colegio, iban y ven�an
juntas, Marina a 1� de la secundaria y Ely a 4� grado, mi esposo estaba ya en la
mesa, llego Ely y Marina, no llegaba, Ely dijo que se hab�a quedado en la
esquina, pasaban los minutos y nos fuimos poniendo nerviosos, intente servir su
comida, pero prefer� esperar, dije bueno Ya vendr�, pasaron los minutos, mi
marido se puso muy nervioso, se levanto miro por la ventana, pudo ver que ella y
algunos amigos jugaban en la esquina, comento algo as�, como


Ahora me va a conocer, yo le voy dar que nos tenga esperando
mientras ella se entretiene por ah�.


Sali� a la calle, por la puerta del jard�n, me pare y fui a
la ventana, que me permit�a ver a Marina y sus amigos y a Mi marido, que ya en
ese momento llevaba en sus manos una varilla, ella no lo hab�a visto. Solo
cuando estuvo a su lado, Marina se dio cuenta de la presencia de su padre y
corri� a su lado, el la tomo de un brazo y con la varilla le dio un formidable
varillazo en sus piernas, ella dio un brinco y quiso despegarse de su padre. �l
la sostuvo con fuerza y la obligo a caminar a su lado, cuando pisaron la vereda
de casa, volvi� a darle un varillazo sobre su trasero y sus piernas. Ella quiso
como saltar y se despego de su padre, busco corriendo ingresar por la puerta del
frente de casa, intente salir a abrir esa puerta, pero ya su padre la hab�a
vuelto a tomar con rudeza y casi en el aire la condujo hacia la puerta del
jard�n.


Se escucho


No papito, por favor, no me pegues, no, no


Ahiii, ahii, no,


Corri� adentro de la casa y cuando intento llegar a m�, su
padre la saco de mis brazo, tiro con tanta fuerza de su ropa, que la falda
escocesa de su uniforme, se desprendi� y la dejo en bombachas, sus libros
rodaron al piso y su falda tambien, su padre la enfrento con la varilla en mano,
ella bajo sus manos, queria cubrirse de su desnudez y de los varillazos que su
padre se aprestaba a brindarle, intente salir en su defensa, tambi�n pens� que
quiz�s no era lo correcto, y que sus travesuras deb�an ser sancionadas por su
padre.


All� estaban ella indefensa. Frente a un monstruo, su padre
que varilla en mano, se aprestaba a castigarla, sus lagrimas y ruegos casi a
grito, no lograban calmarlo, por el contrario, lo enfurec�an. Mov�a sus manitos,
bajaba sus brazos, rogaba, lloraba, pero nada logro frenar a su padre, que se
abalanzo sobre ella, y casi d�ndola vuelta, dejo su cola hacia su derecha y le
aplico una seguidilla de varillazos en su cola y sus piernas, nada pod�a cubrir
esa bombacha blanca, por ello sus gritos se convert�an en aullidos, pobre
saltaba, pero igual su padre segu�a aplicando latigazos a su cola, as� la
condujo a su dormitorio. �l estaba enfurecido y ella desesperada, quedo tendida
sobre su cama y all� sobre su cama, flexionando sus piernas recibi� los �ltimos
varillazos entre ruegos y gritos de dolor. Entre en la habitaci�n y le ped� a mi
esposo que la dejara ya, basta ya, �l con una mirada muy furiosa, solo me dijo,
yo s� lo que debo hacer y se retiro de la habitaci�n.


Estaba como petrificada, mi cuerpo hab�a vivido eso momentos
de una manera especial, mis pechos estaban duros, los pezones se hab�an
endurecido y presionaban en mi soutien provoc�ndome dolor, mi cola, parec�a
arder de solo ver las huellas de los varillazos que ella recib�a, mi vagina
punzaba y parec�a humedecerse, me ocurr�a algo que nunca hab�a sentido, creo que
mi cabeza, me llevaba a�os atr�s cuando mis padres me castigaban de igual forma,
en esa situaci�n, de nervios y dolor, yo me hab�a excitado, ard�a en mi
interior.


Ante su dolor, en mi hab�a aflorado un deseo no conocido,
quer�a ser sometida, dominada, tal como ocurr�a cuando mama y papa me
disciplinaban o tal vez una vena de sadismo, me hab�a aflorado y deseaba ser yo
quien aplicara los castigos.


Algo hab�a cambiado en mi, ver esa imagen de la hermosa
Marina, sumida sobre esa cama, retorci�ndose de dolor por el castigo recibido,
fue algo muy impactante para m�, fue como un descubrimiento de algo que hoy
puedo decir era mi lado oscuro, mi lado oculto, mis bajos instintos, que hasta
ese momento, no conoc�a en mi. Creo que no hab�an pasado un mes desde que Marina
se instalara en casa y hab�a provocado en mi semejante shock, por ese tiempo
ella me llamaba Marite, y yo aun no hab�a asumido la condici�n de ser su madre o
su madrastra


A los 28 a�os, no-tenia en claro que sent�a, solo una
confusi�n que me excitaba, al pensarlo, al recordarlo me mojaba. Algo que no
pod�a compartir, ni hablar con nadie. En algunos noches que mi marido me buscaba
para tener sexo, mi cabeza se llenaba de fantas�a y era la imagen de Marina la
que se fusionaba en mi cuerpo y me ve�a como una nena castigada, pero recuerdo
que los encuentros sexuales con mi conyuge en ese estado de excitaci�n, eran
llenos de gozo, aunque mi esposo no se percatara de mi deseo y pasi�n
intensificada por aquellas situaciones.-


As� fueron transcurriendo los d�as, y nuestras vidas segu�an
siendo normal, hasta que un d�a las chicas jugando rompieron un Jarr�n de pie,
yo les dije en dos o tres oportunidades que no jugaran all�, pero ambas no me
hicieron casos y rompieron un antiqu�simo jarr�n, recuerdo de la familia de mi
marido, yo como siempre me encargue de Ely y le propine una paliza que aun se
debe acordar, ante la presencia de Marina, tome a la peque�a, y llev�ndola de un
brazo me sent�, Ely sabia la que le esperaba, por eso lloraba, tiritaba,
gritaba, acusaba a Marina, luego baje sus bombachitas y sin nada que le cubra le
di una cantidad de palmadas hasta que mis manos me ard�an, sin dejar de pegarle,
miraba a Marina, Quien estaba petrificada all� cuando deje a Ely, la mire y le
dije creo que vos tambi�n te merecer�as una paliza, pero me contuve.


Al llegar mi esposo, Ely sali� a su encuentro y le cont� que
yo le hab�a pegado una paliza, pero que el jarr�n lo hab�a roto Marina, all� mi
marido enfureci� y me reprendi� a m�, por no haber castigado a ambas y luego se
encargo de la pobre Marina, de nuevo la escena de la paliza anterior, sali� al
jard�n y busco una varilla, creo que Marina como yo tembl�bamos, ella me miraba,
su dulce carita se transformaba, el miedo la hacia palidecer, estaba blanca, sus
ojitos, estaban vidriosos, ya las lagrimas humedec�an su rostro, apareci� su
padre y blandiendo la varilla en su mano, la arrincono all�, en el comedor de la
casa, ella con un vestidito pegado al cuerpo que le cubr�a hasta una cuarta
arriba de sus rodillas, sus medias cubr�an solo arriba de su tobillo, por ello
el padre, se encargo de golpear con sa�a la zona descubierta, de sus piernas,
arrancando de ella en cada varillazo un desgarrador grito de dolor, tend�a a
cubrirse, no lo lograba, la varilla silbaba en el ambiente y sus ruegos y
sollozos, provocaban en mi una mezcla de dolor, miedo y excitaci�n que me
inmovilizaba, en la desesperaci�n de la pobre Marina, quiso salir del lugar en
que su padre la arrinconaba y golpeaba con la varilla, la pobre en su
desesperaci�n tropez� y cayo al piso, quedando mas expuesta, su vestidito se
hab�a subido y recostada en el piso, se hacia f�cil presa de los golpes, ver
semejantes im�genes, provocaron en mi un ataque de coraje y me abalance sobre mi
marido e interponi�ndome entre ambos, abrace a mi marido y le grite en la cara
basta, basta, por favor, basta, fue tan intempestiva mi interrupci�n que la
varilla me golpeo y marco el brazo, parte de la espalda y si....tambi�n un
gl�teo, lo sent� como una lengua de fuego que ard�a por donde pasaba, mi esposo
se mostraba muy furioso, no dijo nada, se alejo a nuestro dormitorio, me
arrodille junto a Marina y la abras� en el piso con fuerza, la ayude a
levantarse y cuando ya estaba parada, nuevamente la atraje a mi, la apret�
contra mi cuerpo y acariciando su pelo, su cabeza, la dejaba que llorar� sobre
mis pechos. Ella se abrazaba con fuerza a m�, aunque yo hab�a tenido alg�n
gesto, alguna caricia con ella en el corto periodo de convivencia, creo que en
este momento se produc�a nuestro primer acercamiento fuerte, su cara se
refregaba en mis pechos, la tela de la blusa y el corpi�o no lograban disminuir
la presi�n y mi sentir en ese momento en que ella mi pobre ni�a buscaba sentir
el cari�o humano de alguien, casi como avergonzada, sent� un impulso el�ctrico
muy fuerte, muy especial, cuando mis manos que acariciaban su cuerpo, tocaron
sus peque�os pechos mediante las caricias que le brindaba, era una ni�a, pero ya
manifestaba su cuerpo de mujer.


Le acompa�e y ayude acostarse, mientras sacaba su ropita,
traje una crema y le pase por la zona castigada, sent�a en mis manos el calor
que su piel irradiaba en cada una de las marcas que su cuerpo tenia, surcos
rojos que cruzaban su nalgas, algunos se perd�an en su entrepierna, otros
recorr�an desde arriba hasta debajo de las pantorrilla, una mara�a de marcas,
surcos de color Rosado y rojo que se cruzaban sobre una piel blanca. cuya
suavidad se hab�a perdido por las magulladuras que la varilla le hab�a
provocado.


Yo no me pod�a contener, ard�a, quer�a seguir acariciando y
brindarle masajes, pero tambi�n sent�a el deseo de ser ella, y que alguien me
hiciera lo que yo le hacia en este momento, quer�a ocupar su lugar y que alguien
me brindara igual atenci�n, en fin algo muy confuso, pero verdadero.


Deje su habitaci�n y me dirig� a mi dormitorio, en mi cabeza
giraban figuras, mi pecho reviv�a sensaciones, una cosquilla sub�a de m�
estomago hasta alcanzar mi cuello y mis pezones erizados me provocaban un
agradable dolor, me desvest� en la penumbra de mi dormitorio, trataba de no
hacer ruido, cuando me sent� en la cama, cubierta solo por un liviano camis�n de
dormir, note la humedad de mi vagina, aquellos jugos, productos de las
sensaciones vividas hab�an mojado mi bombacha.


Ni bien me introduje en la cama, pude ver que mi marido, a
quien cre�a dormido no lo estaba,


Le dije me parece que sos muy duro con Marina, pobre le haz
dado una terrible paliza


Me dijo que bueno si yo no pod�a controlarla, a el solo le
quedaba castigarla, pero no era posible que yo educara solo a Ely a y a ella no.


Le dije que no sabia como lo tomar�a �l y ella misma, si yo
le castigo y que tampoco cre�a necesario, ya que es una ni�a grande o se�orita
ya. �l me dijo que deb�amos criar a las dos de igual manera y si las dos
merec�an una paliza, yo como la madre deb�a d�rsela, aunque tuvieran 18 a�os


Bueno, pero no debes ser tan duro con ella, mira lo que me
hiciste a mi y tome su mano para llevarla a mis gl�teos que guardaban aun el
fuego del golpe que me dio en el brazo, la espalda y el cachete, que yo me
imaginaba rojo por lo que me ard�a. Bueno as� empez� y minutos despu�s me hacia
suya, logrando arrancarme un sublime orgasmos al mismo momento de penetrarme, y
minutos despu�s cuando el se corr�a dentro de m�, explote en mi segundo orgasmo,
como no recordarlo, si era la primera vez en 8 a�os de casados que en una misma
penetraci�n yo hab�a gozado dos veces.


Algo hab�a cambiado, en mi interior y en mi familia, los d�as
subsiguientes le dedique un seguimiento especial a Marinita, le hablaba mas, le
brindaba caricias de madre, y tambi�n le ayudaba pasando cremas para ayudar a
desaparecer los rastros de la paliza que le hab�a propinado su papa, me hice
c�mplice para que fuera a la escuela con pantalones uno o dos d�as, otro d�a, la
justifique con su padre y con la escuela para que faltara, en fin, mi figura de
Madre c�mplice hab�a crecido para ella.


Como en era de suponer, ni las palizas, ni los consejos,
hacen que los ni�os no vuelvan a cometer nuevas faltas, pero los padres estamos
para tratar de corregir esos errores, as� fue que transcurrido algunos d�as, una
nueva travesura, rencillas o peleas con su hermana, me llevo a castigar a la
peque�a Elizabeth, la ceremonia del castigo fue igual, la tome de un brazo, la
pare frente a mi, ya sus gritos y pedidos de perd�n, lagrimas, y ruegos se
repet�an tratando de convencerme, me sent� all� en el comedor, la obligue a que
se bajara su pantaloncito y su bombachita, y as� a cola limpia me encargue de
propinarle varias palmadas, a pesar de sus ruegos y suplica. En la puerta que da
a la cocina, estaba parada Marina, �nica testigo presencial de aquel castigo,
cuando termine, Ely corri� presurosa a su habitaci�n, mientras alzaba su ropita
y ante mi se presento Marina.


Temblaba, blanca de miedo, con lagrimas en los ojos. Y por
primera vez me dijo Mama, (nunca me hab�a llamado Mama) ahora me vas a pegar a
mi, me quede sorprendida y sin palabras, solo atine a decirle que si, sin saber
como proceder, ella solita me dijo, entre sollozos y lagrimas me saco la ropa, y
fue as� que se quito una jardinera que llevaba puesto, abajo tenia solo una
diminuta remerita y una rosada bombacha. La mire nuevamente y temerosa me dice.


La bombacha tambi�n ? ; si le dije,


Al momento que atray�ndola a mi, tire hacia abajo su bombacha
y con mi otra mano, le di mi primer palmada en su cola. La ubique sobre mis
rodillas, coloque una de mis manos en su vientre y con mi mano libre, descargaba
con furia mis palmadas sobre sus nalgas. No era la peque�a Ely, Marina tenia un
cuerpo m�s grande su cola era m�s grande, sus piernas eran mas gruesas, mas
largas, su figura era hermosa, lo que yo sent� en ese momento fue
indescriptible, trate de acostarla sobre mis piernas, ella debi� apoyarse sobre
unos de los brazos del sill�n y as� haciendo equilibrio la pobre Marina no pod�a
escapar de mis manos y yo abandonando muchos de mis prejuicios y con una cuota
de sadismo y de amor frente a ella, me aboque a mi tarea le aplique cuatro o
cinco palmadas en esa cola gordita, pulposa, blanca que la fui transformando en
rosada, y escuchando mamita, no me pegues, por favor mamita, por favor, aiiiii.,
ay, mamita, no, mamita no, perd�name, los chirlos o palmadas que daba sobre sus
gl�teos, me provocaban ardor en mi mano, luego dejaba de golpearla y con mi mano
castigadora recorr�a sus piernas desde su pantorrilla, sus muslos y alcanzaba su
zona intima, recorr�a su entrepierna y con fuerza pasaba mi mano por all� y pude
ver lo rozado de sus labios vaginales que se asomaban a mis ojos, yo ve�a su
cuerpo desde atr�s y en la parte alta de su entrepierna aparec�an dos carnosos
labios, suaves, sin ning�n vello, tal puro y suave que invitaban a una caricia,
la suavidad de estos, pude palpar al pasar mis dedos sobre ellos, dedos que
continuaban su recorrido hacia arriba y se perd�an entre sus nalgas, rozando su
ano y apretando con fuerza las carnes de su nalga que mi mano pod�a tomar y que
al igual que el resto de su trasero, ya hab�an enrojecido, repetia nuevamente
acariciaba y volv�a a darle una seguidilla de palmada, sus pedidos de clemencia
y escuchar de ella decirme ay, mamita, no, mamita no, perd�name, me hacia
sentirme su mama y plena dominadora de la situaci�n.


Mi vestido se hab�a subido, por lo que mis piernas estaban
desnudas, ello hacia que su pubis y la parte delantera de sus piernas. Rozaban
con las m�as, ese contacto f�sico, la sensaci�n de poder, de someterla, de
dominio de la situaci�n y tambi�n de gozo y felicidad por haber logrado que ella
me reconociera como su mama, me hab�an encendido de forma tal, que no pude mas y
en el ultimo minuto de sensatez que me restaba, dije basta y me contuve. La
deje, le dije, camina a tu pieza y levant�ndose la bombacha corri� presurosa a
su habitaci�n. Yo me pare como pude, y fui al ba�o, cerr� la puerta, me afirme
tras ella, levante mi vestido, deslice mi mano bajo mi bombacha, note la
transpiraci�n, humedad y calor que all� tenia y con solo tocar mis labios, sent�
un orgasmo que arranco de lo mas profundo de mi, casi sin tocarme, cerr� mis
ojos y espere unos minutos para poder recuperarme, estaba muerta, mi bombacha
mojada y mi entrepierna pegajosa por los jugos que derrame.


No les puedo contar las cosas que pasaban por mi cabeza, como
me sent�a y mis dudas de c�mo segu�a aquello, me sent�a plena y feliz. Pero
tambi�n con un problema de conciencia y un sentimiento de culpa que ni les
cuento,


Minutos mas tarde y cuando la casa recuperaba la normalidad
posterior al castigo, Marina, me dice con su suave voz, : Mama, vas a tener que
pasarme crema por las piernas, como el otro d�a, mira que rojo tengo mi cola,
fui busque la crema, le ayude y me esforc� por mantenerme imp�vida ante su
cuerpo. Cuando terminamos de pasar la crema por sus piernas y cola, me abrazo,
me beso y me dijo gracias mama, por ser tan buena conmigo.


Le digo, �como tan buena? si te di una paliza, ella me abrazo
y me dijo porque ahora si se que eres mi mama y que me quieres igual que a
Elizabeth. La abrace con fuerza, mientras le dec�a si mi amor, si y una lagrima
que escapo de mis ojos surcaba mi p�mulo..



En un pr�ximo relato, contare como sigue esta historia, los
20 a�os siguiente hasta hoy, me gustar�a que los lectores emitan sus comentarios
sobre lo relatado. Pero fundamental y sinceramente aquellos de quienes sienten
la necesidad y deseo frente al castigo y dominio domestico, real, ver�dico,
vivido, sufri�ndolo o aplic�ndolo. Sin llegar a un sadismo extralimitado y
muchas veces poco cre�ble o aquellos casos de profesionalismo que se convierten
en fantas�as s�dicas, puesto que los cuerpos tienen un limite de sufrimiento y
el placer tambi�n.


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Relato: Amor de Madre a Hija
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