MALA ELECCION


Esta es solo mi historia, que sonar� excitante pero aconsejo no repetir.
Soy una mujer normal, como todas, con una vida sencilla, sin grandes lujos, ama de casa, alejada de los vicios y la mala vida, me gusta ir al cine y a pasear por locales comerciales.
Madre de cuatro hijos, cercana a la cuarta d�cada, con un matrimonio de varios a�os, que hasta esa noche era m�s que feliz.

Voy a comenzar por mi ex esposo, un tipo trabajador, de amplia caja tor�cica, entrecano de bigotes, con brazos de acero, unos b�ceps enormes con profundos tatuajes, todo fruto de su trabajo, no es ese t�pico musculoso de gimnasio que se pasa el d�a mir�ndose en el espejo, no se�or, su f�sico es producto de su d�a a d�a, tiene una gr�a para remolcar veh�culos averiados y adem�s suele repararlos. Puede decirse que Abraham es ese macho recio, �spero, de pocos modales, de esos que intimidan con la mirada.
En la cama es un animal, con una resistencia terrible, siempre est� dispuesto, siempre tiene ganas, es una monta�a de testosterona.
A pesar de todo, de ser ese t�pico macho autoritario, en la cama era un dulce que sab�a muy bien c�mo tratar a una dama y hacerla gozar al l�mite.

La otra persona de las que les hablar� es de Teresa, Teresita, como yo la llamo era mi mejor amiga, la conoc�a desde la infancia, ella hac�a a�os que trabajaba como secretaria de un abogaducho de cuarta que le pagaba unos m�seros pesos y la hac�a trabajar m�s de la cuenta.
Si hab�a algo que resaltaba a simple vista de mi amiga, era el desproporcionado tama�o de sus enormes pechos, algo en lo que Abraham siempre focalizaba su atenci�n y hac�a comparaciones odiosas con el tama�o de los m�os, �l sol�a bromear con el hecho de que alg�n d�a iba a cog�rsela, pero eran cosas a las que estaba acostumbrada.
Por su lado Teresita hac�a tres a�os que se hab�a divorciado y mi bocaza de mujer sol�a contarle cosas que deb�a callar, sobre la intimidad que llevaba con mi marido, ella siempre escuchaba con atenci�n y sin propon�rmelo fui despertando sus m�s bajos instintos hacia la figura de Abraham.

Tal vez pequ� de ingenua, pero las cosas se dieron naturalmente. Teresita estaba un poco necesitada, buscando nuevos amor�os, Abraham estaba al tanto ya que yo le contaba todo lo que suced�a, as� que planificamos una cena en nuestro domicilio, Teresita, Abraham, Luis y yo. Luis era un solter�n amigo de mi esposo al cual yo conoc�a y la idea era presentarlos para ver que suced�a.
Los cuatro sab�amos de la situaci�n, no hab�a enga�os as� que esa noche de verano mi amiga fue la primera en llegar, luc�a un vestido holgado, floreado con una solerita cubriendo su espalda, ten�a a mi gusto un exagerado escote que hac�an saltar sus tetas y m�s que er�tico parec�a grotesco, al punto que la vista de mi marido al verla se dirigi� como un misil a ese lugar, ella reaccion� inconscientemente encorv�ndose un poco, como hundiendo sus tetas entre sus hombros visiblemente incomodada por la mirada masculina que la amenazaba.

Pero la cita no fue como esper�bamos que fuera, se hac�a tarde, el celular de Abraham son� sobre la mesa, era Luis, su coche se hab�a descompuesto y necesitaba de su ayuda, as� que mi esposo de muy malas ganas sac� la gr�a del garaje y parti� raudamente.
Mi amiga y yo quedamos solas, con las ideas truncas, encend� el televisor buscando cualquier cosa para ver, dando vueltas y de casualidad quedamos viendo una pel�cula que reci�n empezaba al tiempo que empezamos a cenar puesto que la comida se estaba enfriando.
El tema es que esta pel�cula ten�a un alto contenido er�tico, cercano al porno, trataba la historia la historia de dos mujeres que se disputaban el amor de un hombre y este al no decidirse por ninguna optaba por compartir su vida con ambas.

La verdad es que las im�genes y sonidos recibidos nos estaban bombardeando nuestros cerebros y el erotismo corr�a por nuestra sangre, me not� raramente excitada imaginando un encuentro con mi esposo y mi amiga y le�a en los ojos de Teresita que ella tambi�n estaba encendida.
Pero nunca supimos como termin� la pel�cula ya que casi dos horas despu�s lleg� mi marido, molesto, enfadado, transpirado y engrasado, maldiciendo su suerte, la noche se hab�a arruinado por lo que Luis hab�a decidido suspender la cita mandando las excusas del caso.
Abraham pas� por el ba�o mientras nosotras mir�bamos la escena en silencio, sin cerrar la puerta desnud� su t�rax dejando la camisa a un lado para refrescarse con agua, para enjuagar su rostro y sacar la grasa de sus brazos, luego volvi� con nosotras con su pecho musculoso al desnudo para sentarse al medio de donde est�bamos, un amplio y mullido sill�n, aun masticando bronca, maldiciendo, molesto.
A decir verdad en estas ocasiones era cuando m�s atractivo se pon�a, sus m�sculos se marcaban y su masculinidad rebalsaba por sus poros, transpiraba hombre, respiraba hombre�

Los dej� solos unos segundos, me estaba orinando y necesitaba ir hasta el ba�o, pero me sorprender�a el cuadro al salir, si bien fantaseaba con ello, casi nadie pasa de la fantas�a a la pr�ctica.
El estaba en el centro del sill�n, con sus brazos abiertos sobre el espaldar, a un lado mi amiga acurrucada junto a �l, intercambiando profundos besos de lengua, m�s abajo la pija dura de mi marido emerg�a por la cremallera del pantal�n y ella se la acariciaba totalmente entregada, no sab�a como hab�amos llegado a este punto, la imagen fue chocante pero no sent� ni enojo, ni celos, ni nada, es m�s, me sent� excitada por lo que ve�a�
Solo me arrodill� y me mov� en cuatro patas hacia ellos, sigilosamente sin hacer ruido hasta llegar al medio de las piernas de mi esposo para besarle le pija�

Me concentr� sobre su verga, como me gustaba chuparle la verga, sentirla dura en mi boca, su virilidad, su dominio, saborear su glande con mi lengua, llenar mis labios con su piel, atorarme con ella en lo profundo de mi garganta, succionarla como una aspiradora, acariciar con mis manos sus test�culos, sentirlo gemir por el placer que le daba, llenarme con su sexo, tenerlo en mi paladar, en mis cachetes, llenarlo con mi saliva�
De reojo observaba como ellos se besaban y solo lograba que se mojara mi argolla, y me sintiera enfermizamente caliente, as� que fui sobre el otro costado, por el que quedaba libre para robarme el rostro que me pertenec�a, ahora yo lo besaba profundamente mientras ella bajaba al lugar que yo hab�a dejado.
El me abrazaba con ternura mientras que con la otra mano apretaba el cr�neo de Teresita hacia abajo, me encantaba verlo gozar�
Cambiamos varias veces besos y pija, pija y besos, ambas amigas nos miramos sonrientes�

Teresita se par� junto a nosotros y mientras dejaba caer su vestido pregunt�:

- Tu se�ora esposa me dice que siempre te gustaron mis pechos, quieres probarlos?

La mirada de Abraham se hab�a perdido como un ser que pierde la cordura, las tetas de mi amiga eran exageradamente enormes, y realmente desee que �l se las comiera, se abalanz� sobre ella dej�ndome a un lado, entre sus dos manazas trataba de tomarle un pecho y a�n as� no pod�a, se los mordisqueaba, enterraba su cara entre ellos, se lo ve�a muy caliente y eso me calentaba a m�, sentir a mi amiga gozar y gemir por lo que le hacia mi esposo, una experiencia nueva para mi, ver como el ya apretaba sus gl�teos, como refregaban sus cuerpos uno contra el otro, no pod�a resistirlo, yo tambi�n me desnudaba y casi sin darme cuenta estimulaba mi cl�toris que parec�a explotar.
Me masturbaba con fuerza, apretando mis pezones, metiendo mis dedos en mi h�meda concha, todo por placer�

- Son unos bastardos degenerados!

Protest� al sentir que hab�a quedado al margen, Abraham, notando la situaci�n dej� las tetas de mi amiga y mir�ndome dulcemente con una sonrisa en los labios murmur�:

- Ven� tontita, ven� con pap�

Entonces se recost� en el sill�n e hizo que me sentara sobre su cara, mi vagina empez� a recibir las caricias de su lengua, por mis labios, por mi cl�toris, por mi hueco mojado, sus manos apretaban la carne de mi culo, apenas pod�a ver parte de su rostro que se perd�a bajo mi sexo.
Teresita se sentaba sobre su verga a mis espaldas, tom�ndome de los hombros me usaba de apoyo para balancearse sobre la verga de mi marido, comi�ndosela toda, me encantaba sentirlo disfrutar con dos mujeres, mientras ambas gem�amos alcanzaba a preguntar:

- Te gusta? te gusta cogerte a mi amiga?

Pero el parec�a asfixiarse con mi concha, entonces girando la cabeza pregunt�
- Y a vos puta? Te gusta cogerte a mi marido?

Pero ella tampoco me respondi�, perdida en un mar de placer�

Tom� la iniciativa y la hice poner a mi amiga en posici�n de sesenta y nueve como mi esposo, de manera que ellos se laman sus sexos rec�procamente, yo fui otra vez entre las piernas de mi esposo y entre ambas compartimos su verga dura, solo su carne separaba el rostro de Teresita con el m�o, yo llevaba el mando, se la mamaba un buen rato y luego segu�a ella, pero le costaba concentrarse por la lamida de concha que �l le pegaba, por lo que yo tom�ndole la cabeza hac�a que se la chupara, y otra vez yo, y otra vez ella, ve�a en sus ojos el placer, la lujuria, nuestras salivas se mezclaban sobre la verga de Abraham�

Abraham nos puso a ambas en cuatro patas sobre el mullido sill�n, una al lado de la otra, primero vino sobre m� para cogerme bien profundo, tan profundo hasta sentir sus bolas golpear en la puerta de mi raja, gritaba, me masturbaba, le regalaba peque�os orgasmos, lo ve�a de c�mo con su mano izquierda enterraba los dedos en la concha de mi amiga, luego fue su turno, ahora la cog�a a ella quien se ve�a en la misma situaci�n, mientras el enterraba los dedos de su mano derecha en mi concha, yo no pod�a quedarme callada y preguntaba a ambos si disfrutaban con lo que hac�amos, pero ellos no parec�an querer dialogar, Abraham con su habitual aguante nos cogi� por largos minutos, al punto que mi concha estaba saciada de carne�

Y nos cogi� a ambas un buen rato, a una, a la otra, me cogi� como nunca me hab�a cogido, hasta secarme la concha, hasta que ya no quisiera m�s, hasta arrancarme todos los orgasmos que pudiera darle, hasta hacerme transpirar, hasta hacerme tener taquicardia, hasta quitarme la respiraci�n�
Prob� todas las posiciones imaginables paseando su miembro imponente como un estandarte de guerra, por su boca, por mi concha, por mi boca, por su concha�

Yo ya estaba fuera de juego, me manten�a dentro del ring pero como una espectadora de lujo, Teresita otra vez en cuatro patas, ahora con las rodillas en el piso y sus cuerpo sobre el asiento del sill�n, el a sus espaldeas, incansable, y quien escribe sentada a un lado, tom� las nalgas de mi amiga separ�ndolas a m�s no poder, su culito se abri� entonces ante nuestros ojos, mi esposo y yo nos miramos, era evidente que a ambos se nos hab�a pasado la misma idea por la cabeza, algo que yo no hac�a, pero evidentemente ella s�, haciendo punter�a dej� caer saliva en su esf�nter, una y otra vez hasta asegurarse que estuviera preparado, luego sac� la verga de su concha y con mi mano lo gui� hacia ese fruto prohibido, lejos de sentirse perturbada, mi amiga al sentir al intruso tratando de invadir su trasero, solo se relaj� para entregarse por completo, en un abrir y cerrar de ojos la pija de mi esposo se perd�a en el culo de Teresita, quien gem�a como perra por el placer recibido.

Se la dio por el culo un buen rato, luego la gir� sobre el sill�n levantando sus piernas, ella misma se trab� con sus brazos para abrirse todo lo que pudiera, fui espectadora de lujo, el met�a su pija en el culo, luego en la concha, uno y uno, alternando de un agujero a otro, en cada embate ella gritaba, sus enormes pechos se elevaban majestuosos y se mov�an como r�plicas s�smicas hacia atr�s y hacia adelante, as� lleg� al final, Abraham dispar� con furia sobre el cuerpo de mi amiga, los potentes disparos rociaron todo a su paso, desde el pubis, el vientre y hasta los mismos pechos, lo �nico que hice fue llenarme las manos con el l�quido viscoso para acariciar tiernamente las tetas de mi amiga, ella me dejo hacer, hasta secar el semen en la punta de sus pezones.

Sin saberlo, esa noche hab�a sembrado la semilla del mal, nunca repetimos la experiencia pero ellos siguieron vi�ndose a mis espaldas, fui tan ingenua que nunca lo vi venir, jam�s sospech�.
Un a�o despu�s Abraham se sentaba conmigo para tratar de explicarme algo que jam�s entender�a, el hab�a decidido abandonarme, me cambiaba por ella, no tiene sentido que narre los problemas que aqu� comenzaron sucederme uno tras otro, ahora solo soy una mujer sola y despechada, tirada a su suerte, una mujer a la que le robaron su mejor amiga, una mujer a la que le robaron su marido.


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