Relato: LORENA 6: ESTRENO ANAL
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ESTRENO ANAL
Llegados al sal�n, nos sentamos ante la enorme pantalla panor�mica mientras El�sabeth escog�a dos pel�culas de su filmoteca y colocaba los discos en el doble cd. Tomando a continuaci�n el mando a distancia, conect� la televisi�n y seleccion� el canal. Con los controles pertinentes, seleccion� la escena deseada en una de ellas.
-Mira, f�jate�
Una preciosa chica negra mamaba un gran rabo. Sus carnosos labios de deslizaban con facilidad por �l hasta el vello rubio de su pubis, para luego ascender de nuevo por la dotada extensi�n de su tronco. En un momento dado, aceler� los movimientos de su cabeza, a la vez que el chico aumentaba la intensidad de sus jadeos.
-Ahora�
El orgulloso miembro sali� de la femenina boca, viniendo la mano de su due�o a sustituir a esta �ltima para agitarla convulsivamente. Varios lechazos se estamparon con fuerza en el hermoso rostro de la hermosa. �Plaf, plaf� plaf�
-�Te has quedado?
-S� se ha corrido en su cara �contest� confusa, ignorante de donde estaba el truco.
-S�, se ha corrido� pero su semen no es lo que est� lamiendo ahora.
-�No?- pregunt� sin perderme detalle de la escena en que la chica saboreaba con deleite lo que para ella parec�a ser un delicioso manjar.
-No. Antes del cambio de toma para pasar al primer plano, han limpiado la cara de ella y han sustituido el semen por una mezcla de leche condensada, clara de huevo y agua. F�jate en las manchas de la aut�ntica corrida.
Marcha atr�s y de nuevo adelante, en c�mara lenta.
-Ahora, mira las que aparecen en el primer plano.
-�Oye�! �Es verdad! �No est�n en los mismos sitios, ni son iguales!
-�Ja, ja, ja! Claro que no, cari�o. F�jate ahora en esto.
Puls� el control adecuado, y otra escena apareci� en pantalla. Ahora era la misma El�sabeth la que aparec�a mamando una enorme polla negra. Y cuando digo enorme, quiero decir enorme de verdad. Si la de Bj�rm era ya muy grande, esta era de aut�ntico superdotado. Repitiese la escena. Aceleraci�n del ritmo en la mamada, bufidos cada vez m�s intensos de ella y, �zas!... �la corrida! Pero esta vez, analizando detalladamente las tomas, se ve�a claramente que lo que El�sabeth inger�a s� era la leche del negro.
-Te has dado cuenta, �verdad?
-S�. Pero� adem�s es como s� fuera m�s real la escena.
-�Muy bien! �Esa es mi chica!
Era verdad. El vicio que hab�a intentado reflejar la negra en su expresi�n y mirada, resultaba sumamente forzado y exagerado. Sin embargo el El�sabeth quedaba mucho m�s natural y real.
-Yo disfruto realmente: ella act�a.
Qued� maravillada ante aquella revelaci�n. Jam�s se me hab�a ocurrido pensar que pudiera establecerse aquella diferencia entre los actores y actrices porno. Ahora comenzaba a explicarme porque hab�a chicos guap�simos, con cuerpos de dioses griegos y pollas de caballo y chicas con rostros de maniqu� y cuerpos esculturales que no pasaban de la mediocridad en el mundo del porno, y qu� era lo que hac�a especiales a los Nacho Vidal, Rocco Siffredi, Jenna Jameson o Tera Patrick al margen de su evidente atractivo f�sico. Absorta, contempl� las evoluciones posteriores de El�sabeth en el v�deo. �Se la ve�a bell�sima! Si ya de por s� era toda una preciosidad, con los adecuados toques de maquillaje corporal y los efectos de luces y focos, semejaba una verdadera Afrodita entregada a los placeres del amor. �Y no digamos �l! Embadurnada aquella escultura griega que ten�a su cuerpo en aceite, su oscura piel brillaba de forma superer�tica y cada m�sculo de su fibrada y perfecta humanidad se marcaba como en un mu�eco de aquellos de las clases de anatom�a en la escuela. �Qu� maravilla!
En un momento dado, el gigante de �bano tom� a la bella El�sabeth como una pluma, para darle la vuelta y colocarla a cuatro patas sobre la cama. Melosa como una gatita, arque� ella su espalda para ofrecer sol�cita su agujero posterior. Cambio de plano y el c�clope africano coloca su realmente enorme glande contra el anillo de su orto. �Cuan peque�o y delicado se ve�a ante semejante monstruosidad! Realmente sent� impresi�n al verlo presionar contra �l, y no pude por menos que apretar los dientes y congestionar mi expresi�n al verlo vencer su resistencia y hundirse en la profunda cueva que custodiaba. �Qu� barbaridad! Cent�metro tras cent�metro se fue deslizando en su interior sin parecer tener fin. Aunque lo tuvo. Y cuando este lleg� y comenz� el mete y saca, qued� realmente alucinada.
-�T�a, qu� pasada! �No te duele?
-Eso no duele, cari�o. �Eso da gusto!
-�Ja, ja, ja! �ri� Bj�rm-. A las chicas os da mucho miedo antes de probarlo, pero luego os encanta.
Lo mir� no muy convencida. Luego a El�sabeth, que me devuelve la mirada sonriendo sin despegar los labios.
-No a todas les gusta, pero a la que lo hace, el sexo anal la vuelve loca. Al principio duele un poco y da miedo, pero una vez vences la resistencia del ano por primera vez, se transforma en un placer de dioses.
-�De� verdad?
-Para la que le gusta s�, ya te digo, pero hay mujeres que nunca consiguen disfrutarlo y solo experimentan dolor.
-Y� �c�mo s� si soy una de las que les gusta o no?
Sonri�.
-Solo hay una manera.
Mucha picard�a y complicidad en su voz.
-�Quieres probar?
-S� -respond� indecisa. Realmente ten�a ganas, pero me daba much�simo miedo. Sonri� de nuevo.
-Ven aqu�, putita. Ch�pasela a Bj�rm para calentarte. Esto hay que hacerlo yendo como un horno.
No tuvo que ped�rmelo dos veces. �Estaba m�s caliente que un microondas!
-Vale, vamos mejor a la cama. �Os parece?
�Nos parece!
Ya tumbado �l sobre el colch�n de agua, me coloqu� a cuatro patas sobre el mismo, colocando mi culito en pompa para ella y retomando la mamada con pasi�n, olvid�ndome del mundo. En un momento dado, not� uno de sus deditos en mi entrada posterior, y con �l el cremoso tacto de la vaselina. Con mucho cari�o, deliciosamente, se hundi� en �l. �Delicioso! Entra, sale, entra, sale� al cabo de unos momentos, uno de sus compa�eros vino a unirse a �l en su labor. Noto m�s presi�n, pero me produce mucho placer. Pronto, otro dedito m�s. Mi agujerito comenzaba a tener dificultades para aceptar tal per�metro, pero segu�a gust�ndome lo que me estaban haciendo. Ronrone� como una gatita.
-Vale, tu culito ya est� preparado, cielo.
Bj�rm y yo nos desacoplamos y, siguiendo las indicaciones de �l, me coloqu� de nuevo a cuatro patas, apoyando mi cara sobre la almohada y exponiendo totalmente mi culito.
-OK, ahora rel�jate. Cuanto m�s relajada est�s, m�s f�cil entrar� y m�s lo disfrutar�s.
Bj�rm apoy� su enorme glande en mi agujerito. Sent� casi un espasmo e, involuntariamente, me contraje.
-Rel�jate, cielo- me tranquiliza ella acarici�ndome el pelo.
Lo hice. Bj�rm comenz� a aumentar la presi�n. Mi esf�nter se dilata y se dilata hasta llegar un momento en que parece llegar al l�mite de su resistencia. Todav�a no hab�a entrado toda la cabeza de su polla. A�n no hab�a pasado el delicado anillo su secci�n de m�ximo di�metro, y estaba convencida de que, cuando lo hiciera, este se desgarrar�a. No obstante, apret� los dientes y no dije nada. Realmente deseaba sentir el placer tan extraordinario que El�sabeth tan v�vidamente me hab�a descrito, y nada me iba a impedir experimentarlo. Soy una chica valiente, y el dolor no consigue amedrentarme. Un poco m�s de presi�n y todo cambi�. Su glande hab�a conseguido entrar entero por fin. Vi las estrellas y sent� que no pod�a resistirlo.
-�S�cala, s�cala�!- supliqu�.
Al instante, pero con suavidad y gradualmente, Bj�rm obedeci�. Acto seguido, El�sabeth inspeccion� mi agujerito.
-Esta bien, zorrita. No se ha desgarrado.
Sent� su leng�ita en �l, consol�ndolo, aplicando su deliciosa caricia que me hizo olvidar el terrible dolor reci�n experimentado. No obstante, no deseaba volver a intentarlo. No hoy.
-Tranquila, putita - me tranquiliz� ella con una sonrisa, pareciendo intuir mis pensamientos-. Zamora no se conquist� en una hora. Dale tiempo a tu culito, �l solito sabr� cuando es el momento.
Su lengua volvi� a mi agujerito. La boca de Bj�rm se aplic� a mis pezones y sus deditos a mi co�ito. Me sent� ascender en una nube de placer y, de momento, ya no supe si me encontraba en la tierra o el cielo.
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El�sabet sali� del envuelta en una toalla y secando sus rojos cabellos con otra. La mir� a los ojos apartando la atenci�n de la escena en la pantalla panor�mica. Me sonri�.
-�Qu� tal tu culito?
-Me duele un poco- acepto remolona. El brazo de Bj�rm sobre mis hombros me atrae hacia �l, d�ndome sensaci�n de cobijo y seguridad.
-Es normal que no lo consigas al primer intento.
-Y m�s con un poll�n como el de mi vikingo- a�ade ella haci�ndome sonre�r. Sus hermosos ojos verdes me miran divertidos. �Qu� guapa es!
-Bj�rm, El�sabeth� �qu� hay que hacer para ser artista porno?
De momento, ella me mira graciosamente sorprendida. La mirada de �l no puedo verla desde mi posici�n, recostada sobre su amplio pecho y mirando a su mujer.
-�Pero bueno!� bromea ella-. �Se�orita, es usted muy jovencita todav�a para esas cosas!
Re�mos los tres.
-Lo digo en serio. Me he quedado boba vi�ndote en la pel�cula. �Estabas guap�sima!
Era cierto. Me hab�a impactado sobremanera la forma en que su orificio posterior, tan peque�ito y diminuto, se hab�a tragado aquella monstruosidad de polla, no pod�a negarlo. Me hab�a puesto a mil y hecho desear que taladraran el m�o tambi�n, pero eso hab�a sido algo puramente pornogr�fico. Una vez pasado el impulso sexual y relajadas mis hormonas, lo �nico que quedaba, en cambio, era un sentimiento m�s espiritual, por llamarlo de alguna manera. Algo que apelaba al sexo en su aspecto m�s profundo y no en el meramente superficial. El�sabeth era una diosa. Sus ojos verdes, infinitamente m�s bellos que la m�s hermosa esmeralda. Sus labios de rub�. Las perlas que eran sus dientes� su escultural anatom�a, sus prietas carnes plet�ricas y soberbias� Era una aut�ntica belleza, una aut�ntica diosa. Una diosa, s�, porque los dioses nunca mueren. El sexo, para m�, es mucho m�s que una mera satisfacci�n carnal. Es el motivo de mi existencia. Me s� hembra hermosa y conozco perfectamente mi poder sobre los hombres. El placer que les regalo con los favores de mi cuerpo y el que ellos producen en el m�o. Es una experiencia total, casi dir�ase religiosa. Una experiencia localizada en unas coordenadas espaciotemporales. Veinte minutos, una hora� dos, cuatro� el tiempo que dure y luego� nada. Tras la explosi�n del orgasmo y el final del acto sexual, el �nico lugar donde esta experiencia maravillosa sobrevive, pasa a ser nuestra memoria, como los recuerdos de un anciano de su plet�rica juventud. Pero los dioses no envejecen ni mueren. Paul Newman, Brad Pitt, Leo DiCaprio� Marilyn, Kim Basinger, Bo Derek� su belleza siempre permanecer� intacta en sus pel�culas. Vi�ndolas, siempre ser�n para el espectador igual de j�venes y bellos. Del mismo modo, las escenas protagonizadas por Bj�rm, El�sabeth y dem�s artistas porno, siempre conservar�an intacta la explosi�n sexual del momento. Su magia e intensidad no desaparecer�a en el aire tras el orgasmo, y podr�a ser recreada una y mil veces hoy o dentro de 100 a�os. Yo quer�a plasmar mi experiencia sexual de la misma manera. Quer�a cristalizarla y tornarla eterna e imperecedera.
-Lorena� yo no te voy a decir que no sigas mi camino, como tampoco se lo dir�a a mi hermana o a mi hija si alg�n d�a la tengo. No lo har�, porque no pienso que sea nada malo. Pero cada cosa en la vida tiene su tiempo. T� tienes 14 a�os ahora. Te faltan 4 para cumplir la mayor�a de edad, y no tienes experiencia alguna en la vida. El mundo del porno puede ser muy gratificante y reportarte satisfacciones que no podr�a ning�n otro si est� en tu naturaleza el disfrutar con ello. Pero es un mundo en el que nadie deber�a entrar sin la suficiente experiencia vital.
-�Qu� quieres decir?
-M�ralo as�. Esto es como el mar. Maravilloso, lleno de bancos de peces de colores y arrecifes de coral� pero tambi�n de tiburones y barracudas. Date tiempo. Conoce sus orillas y disfruta de ellas, ya legar� el momento de adentrarte en altamar.
-�Ah, vale! O sea que, para determinadas cosas, s� soy una ni�a.
-�Oh, cari�o! No te enfades.
-El�sabeth tiene raz�n- intervino Bj�rm.
-�T� tambi�n? �Pens�is que una chica menor de edad es una in�til sexual? �Puedo follar igual que El�sabeth! Puedo mamar pollas como ella, provocar placer en los hombres y recibirlo de ellos. El cuerpo de una adolescente no es el de una ni�a. La naturaleza ha dictaminado que ya estoy lista para ello. �Qui�n sois vosotros para decir lo contrario?
-Nadie. No somos nadie. Ni tampoco lo decimos.
Lo mir� confundida.
-Nosotros no te decimos que est� mal que folles y disfrutes de tu cuerpo. Como dices, ya tienes todo lo que debes tener para ello. El momento en que comienzas a menstruar, es la forma que tiene la naturaleza de decirte que ya eres mujer. Pero eso no tiene nada que ver con el mundi del porno. No es un mundo para ni�as menores de edad. Una preciosidad como t� en �l, ser�a como porro en el patio de la c�rcel. �Imaginas que ocurrir�a con �l?
Le inquir� por la respuesta con la mirada, sin palabras.
-Los presos m�s �vidos se lanzar�an sobre �l, disput�ndoselo y despedaz�ndolo en el forcejeo. Lo m�s importante no es que sea ilegal que entres en �l� es que no es aconsejable y puede ser muy perjudicial para una chica joven bella e inexperta.
No supe qu� contestar. Si ellos lo dec�an, ciertamente deb�a ser as�, pero, desde luego, no estaba nada conforme con ello.
-Venga, alegra esa cara. �Sabes? Bj�rm no lo hace nada mal como fot�grafo aficionado. Ya que tanto te gusta esto y parece que tienes madera de putita �consigui� hacerme re�r con la expresi�n-, �qu� te parece si te vamos ense�ando a posar y te hacemos unas cuantas fotos para que vayas solt�ndote?
Mi cara debi� iluminarse a juzgar por la sonrisa de El�sabeth.
-Pero nada de porno duro, �eh?
-Vale, vale� pero al menos me sacar�is algunas desnuda. �S�?
Bj�rm y El�sabeth se miraron.
-�Pero qu� putita nos has salido, bicho!
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Aquella negativa fue motivo de distanciamiento entre mis amigos y yo. No es que cesara el cari�o que les profesaba, ni mucho menos el que ellos me profesaran a m�, que una ni�a dulce, hermosa e ingenua es f�cil de querer, pero s� se enrareci� bastante el clima en lo que a m� respecta. Ellos intentaron que no fuera as�, me consta que por un aprecio real y preocupados por m�, y no por ning�n tipo de inter�s. Pero a una edad en que se es tonta e ingenua por naturaleza, en la que el mundo se ve de color de rosa y una se cree ya suficientemente madura y sabedora de lo que quiere, las frustraciones se aceptan mal y a menudo somos ingratos con la gente que nos quiere bien.
Aquellos encuentros en los que cre�a tocar el cielo, fueron espaci�ndose cada vez m�s, a la par que yo comenzaba a buscar nuevos alicientes por mi cuenta y sin la tutela de mis experimentados maestros. Comenc� a navegar por Internet, a entrar en chats y foros sexuales. Buscaba emociones fuertes y a menudo las encontr�. Fue as� como finalmente consegu� desvirgar mi culito. Desde que s eme metiera en la cabeza probar las mieles del sexo anal, no hab�a podido sacarme la idea de all�. Una y otra vez lo intent� con igual nulo �xito que la primera, hasta que un d�a, como bien hab�a predicho El�sabeth, lleg� el momento en que estuvo maduro para ello y cay� por su propio peso. Fue con un guap�simo negro, un gigante musculoso y fibrado que formaba parte de la tripulaci�n de un destructor norteamericano atracado en el puerto de Alicante. Durante los d�as que permaneci� all�, se permiti� las visitas al p�blico, naturalmente guiadas por alg�n oficial y varios marines. Acud� all� con mis amigas, con las cuales hab�a llegado a establecerse una relaci�n normal. Isabel, Ana, F�tima, Jennyfer y otras compa�eras del instituto y el barrio decidimos acercarnos a conocer aquello desde dentro. Unas, como F�tima, aceptaban aunque no compartieran mi naturaleza pr�cticamente ninfoman�aca; otras, l�ase Isabel y Ana, incluso la agradec�an dados los placeres l�sbicos que les dispensaba; finalmente, Jennyfer y alguna m�s incluso se aproximaban a ella, aunque sin llegar nunca a los niveles de vicio y lascivia que me caracterizaban. *
El caso es que estando all�, un guapo oficial, brigada seg�n nos coment�, procedi� a guiar al grupo de visita en que nos integramos auxiliado por algunos marines rasos. Entre ellos, el mencionado adonis negro. Me qued� con la boca abierta nada m�s verlo, y �l debi� darse perfecta cuenta desde el primer momento.
-�Eeeyy!- brome� Ana colocando la palma de su mano bajo mi barbilla-. Contr�late, que vas a llenar la cubierta de babas.
Las chicas rieron y yo misma las imit�, aunque ya mi atenci�n captada por aquel soberbio ejemplar de macho. El t�o era una verdadera escultura griega. Deb�a medir m�s de metro noventa de altura y no sabr�a calcular los kilos de puro m�sculo que armonizaban esta. Por su calidad, tono y masa muscular, que en sus cicl�peos y poderosos brazos luc�a desnuda para deleite de las f�minas que all� nos encontr�bamos y humedecimiento de nuestras cavernosas intimidades, deb�a ser culturista de competici�n o al menos avanzado. Su piel no era color chocolate, sino del m�s intenso negro de los nativos de algunas razas africanas, lo cual contribu�a a resaltar a�n m�s su espectacular morfolog�a.
Mis miradas carec�an de todo disimulo. Nunca he sido demasiado discreta o recatada cuando un chico me gusta, y aquella vez no fue la excepci�n. Por su parte, las suyas me dejaban claro que tampoco le era indiferente. Debi� resultarle violento y alg�n duelo interno debi� librarse entre sus deseos y su prudencia, ya que, a pesar del extraordinario desarrollo de mi bella y voluptuosa anatom�a, mi rostro de ni�a me delataba claramente como menor. Muy menor, tanto como para faltarme todav�a cuatro a�os hasta los 18. Ni �l hablaba una palabra de castellano ni, por aquel entonces, yo demasiadas de ingl�s tampoco, debido a la poca atenci�n que prestaba en el colegio. Muchas fueron las variantes que se aliaron pues en contra de la satisfacci�n de nuestros deseos, pero, cuando estos tiran con todo el poder de las hormonas, no hay fuerza en el mundo capaz de vencer esa atracci�n, y en un momento del trayecto, Thomas, que as� se llamaba el chico, consigui� que nos qued�ramos a solas en el habit�culo donde guardaban los cubos, fregonas y dem�s utensilios de limpieza de los pasillos y habitaciones �lo siento, no recuerdo el nombre de estos cuartitos donde duermen-. Un espacio estrecho e inc�modo, pero que a nuestra pasi�n supon�a en ese momento m�s que la mejor suitte del Ritz.
Pr�cticamente al asalto, se lanz� sobre mis tetas para amasarlas, sobarlas y morderlas con avaricia. Supongo que Thomas debi� prever alguna reacci�n de resistencia por mi parte en una primera instancia. Trat�ndose de una chica tan joven como a todas luces era yo, por fuerza debi� pensar que, a pesar del evidente deseo que irradiaba mi mirada, deb�a tener poca experiencia con los chicos y que, llegado el momento, tendr�a m�s de ni�a calientapollas e indecisa que de verdadera hembra sexual. En cualquier caso y fuera como fuere, su sorpresa debi� ser may�scula al ver que aquella mocosa descarada no solo no se resist�a en modo alguno a sus ansiosas manos y bocas, sino que melosa como una consumada ramera se dejaba hacer, restregaba su cuerpo contra su poderoso torso demandando m�s y m�s intensas �todav�a- caricias. Se me hizo evidente ese asombro suyo cuando, por un momento, qued� inm�vil y sac� su cara de mis tetas para mirarme a los ojos. Momento que yo aprovech� para, tomando su hermoso rostro en mis delicadas manos, atraerlo hacia el m�o con una fuerza inaudita en una chica de mi edad y complexi�n, dotada de la hipervitalidad que la adrenalina desatada por la pasi�n en la sangre proporciona. Estamp�ndole un morreo con unas ganas que pod�an haber ensangrentado nuestros labios al chocar, introduje mi lengua ansiosa en su boca, buscando desesperadamente la suya para enroscar ambas cual serpientes enzarzadas en lucha a muerte.
El muy bestia, fuera de s� por el deseo, hizo saltar los botones de mi blusa con un poderoso tir�n, dejando al aire mis soberbias tetas, mis erect�simos pezones que hipersensibles y anhelantes recibieron su boca cuando a ellos se aplic� a mamar. Delirando de puro placer, comenc� a gemir de forma incontenible.
-�Ssshhhhhh�!- intent� silenciarme, pero, viendo que no hab�a forma, obtur� mi pecadora boca con su manaza, presionando mi cabeza contra la pared. Sent� derramarse los femeninos fluidos en mi m�s profunda intimidad ante aquel despliegue de fuerza, que s eme represent� irresistible, adorable alarde de virilidad y potencia masculina. Apoyado su corpach�n contra mi cuerpecito para ayudarse a bloquearme contra la pared, not� su dureza presionar en mi vientre, que, dada la diferencia de altura, era a la que quedaba su pubis. Fue m�s de lo que pod�a aguantar mi condici�n femenina. Ni toda la fuerza de aquel coloso negro le pudo servir entonces para evitar que, debati�ndome desesperadamente, me escurriera de su abrazo para, cayendo de rodillas ante �l, liberar su polla de la prisi�n de tela en que la manten�a recluida. �Y qu� polla! Cual mu�eco de muelle de esos de las cajas de broma, salt� inmediatamente para estrellarse en mi cara. Re� casi hist�rica, perdida definitivamente toda compostura, vencida esta totalmente por el animal sexual que habita en m�. Las proporciones de aquella monstruosidad deb�an ser parecidas a las del negro que se follaba a El�sabeth en el v�deo. La comparaci�n entre ambos se hac�a inevitable, y con ella el recuerdo de la tremenda enculada a que fue sometida mi amiga por aquel. Evidentemente, invadi� de nuevo mi cuerpo el deseo, la fiebre por ser destrozada analmente por semejante monstruo.
Como una posesa, me lanc� a mamar con unas ganas e intensidad que, en alg�n momento, hicieron que mi conquistador negro hubiera de separar mi cabecita de su polla con sus manazas, temeroso de que llegase a erosionar su glande con mis incisivos en los retrocesos. Mam�, y mam� con pasi�n y deleite, hasta que de nuevo vino a apartarme de �l. Percib� esta vez que lo hac�a por la proximidad de su orgasmo, y quise empe�arme en seguir mamando para recibir toda su leche en mi boca e ingerirla golosa. No obstante, la fuerza del negro era realmente descomunal, y sus ganas de follarme a�n m�s. Separ�ndome ya concierta y necesaria brutalidad, que no consigui� sino encenderme todav�a m�s, me coloc� contra la pared. Me inclin� para ofrecerle mis cuartos traseros y �l levant� mi faldita. Sin m�s pre�mbulos, apoy� su glande en la entrada de mi co�ito y, de un solo golpe, dej� que se deslizara hasta el fondo de este. Cual ariete contra port�n de muralla medieval, lo sent� chocar contra mi �tero.
-�Ah�!- exclam�.
-I�m sorry, milady.
Con m�s cuidado pero sin remitir su intensidad, procedi� a follarme apasionadamente, mientras sus manos buscaban mis tetas que, en mi posici�n semiinclinada, colgaban para �l. Entre las caricias y la soberbia cabalgada, consigui� hacerme correr de forma que mis flujos resbalaran por mis muslos abundantes e incontenibles.
-�Ah, ha�!- comenz� gemir en un momento dado.
-�In my mouth! �Please, in my mouth! (�En mi boca! �Por favor, en mi boca!)- Al fin y al cabo, algo de ingl�s s� hab�a aprendido en las pel�culas en casa de Bj�rm y El�sabeth.
Apart�ndose ligeramente, me dej� libre para que, derrotada por el placer que me hab�a proporcionado, cayera rendida a sus pies. Abriendo la boca, saqu� la lengua todo lo que pude y el se derram� incontenible en su interior. �Dioses! �M�s que un hombre, aquel bruto parec�a un caballo! �Qu� cantidad de leche y de qu� espesor! Aquello parec�a no tener fin, y yo tampoco deseaba que lo tuviese. Golosa y lasciva, fui ingiriendo aquel manjar que tibio se deslizaba por mi garganta hacia mi est�mago. �Qu� barbaridad! Pocas veces me he sentido tan satisfecha tragando yeta como aquella vez.
Me dej� caer sentada entonces, mi espalda contra la pared, mientras, jadeantes, recuper�bamos el ritmo de la respiraci�n. Poni�ndome en pie depuse, anud� la camisa a mi cintura. Dado lo abierta que suelo llevarlas para mostrar bien mi provocativo canalillo, los botones a partir de la altura superior a los pezones, que hab�an permanecido desabrochados, quedaron intactos cuando me la abri� arrancando los que quedaban abrochados por delante. As� pues, at�ndola justo por debajo del pecho y abrochando el primero de ellos por arriba, consegu� que, al menos, mis tetas quedasen �ocultas�. Y pongo eso de ocultas entre comillas, porque se podr� imaginar lo precario del recurso, que dejaba un espacio considerable e indiscreto entre bot�n y anudamiento, por el cual se mostraban claramente mis redondeces incluso cierta porci�n de sus aureolas. Por fortuna, est�bamos en el compartimiento de los camarotes y, saliendo al pasillo, me llev� a donde ten�a su litera y taquilla, de la cual sac� una chapa-pin de la marina norteamericana que me regal�. �Qu� encanto de chico! Abriendo su imperdible, pas� la aguja por la tela de mi camisa a la altura del centro de la abertura, asegur�ndola a continuaci�n y cerrando con ello la abertura. Sin apartar sus manos entonces, las pos� sobre mis tetas. No para sobarlas con desesperaci�n y avaricia como antes, sino para acariciarlas suavemente. Nos miramos con dulzura a los ojos y nos besamos tiernamente. Le indiqu� despu�s por se�as que me prestara algo para escribir y papel, lo cual hizo inmediatamente, y proced� a anotarle mi tel�fono.
-Me llamas�- le ped� a la vez que imitaba el acto de telefonear con la mano.
-�Oh, yes!
-Si no me llamas�- le advert� c�micamente seria- yo a ti�- coloqu� entonces la palma de mi mano en su entrepierna para tomar en ella sus cojones y apretarlos ligeramente. Ri� divertido captando la advertencia.
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Cuando volvimos con el grupo, ya el recorrido hab�a terminado y solo mis amigas y pocas personas m�s quedaban por bajar de barco, charlando con algunos marineros. Cuando me vieron llegar con Thomas, mi camisa anudada y la chapa de la marina cerrando mi camisa, sonrieron, unas con complicidad, otras como con resignaci�n.
-�Pero qu� puta eres!- brome� Ana.
Thomas me llam� esa misma tarde. No perdimos el tiempo saliendo a tomar algo ni a pasear, sino que directamente fuimos a casa de Roxana y Carlos, a cuya casa ya por entonces y desde que la relaci�n con Bj�rm y El�sabeth se hab�a distanciado un tanto ten�a acceso, y all� pasamos el tiempo de que dispon�a hasta la hora de volver al barco. Horas de aut�ntica pasi�n y desenfreno, en el transcurso de la cuales, mi culito fue por fin desvirgado. Fue como El�sabeth hab�a predicho. En un momento en que estaba gozando como una zorra, lo dese� m�s que nada en el mundo, y as� se lo hice saber a Thomas. �l por su parte, me mostr� su temor claramente a trav�s de su expresi�n. Como pudo, me cuestion� acerca de si lo hab�a hecho antes. Obviamente, era consciente del monstruo que ten�a entre las piernas, y tem�a hacerme da�o. Su preocupaci�n me conmovi�. Enternecida y casi dir�a enamorada, tome su rostro en mis manos y bes� tiernamente sus labios. Mir�ndole a los ojos, le sonre�.
-Never. T� primero �a�ad� representando un uno con mi dedo �ndice.
Le vi dudar y volv� a sonreir.
-Tu no miedo. Yo mucho quiero.
Aunque no pod�a comprender las palabras, s� que me entendi�. Coloc�ndome entonces a cuatro patas en la cama, apoy� mi cabecita en la almohada para ofrecerle totalmente mi culito. Meti�ndose un dedo en la boca, lo chup� para ensalivarlo e introducirlo a continuaci�n en mi agujerito. De nuevo, delicioso. Por lo mucho que disfrutaba cuando me hac�an o me hac�a �yo misma- aquello, sab�a que la penetraci�n anal me encantar�a el d�a que finalmente la probara. Es decir, ya la hab�a probado a solas en casa, con el mango de una sierra de marqueter�a y de distintos destornilladores, y hab�a encontrado sublime el pacer que me proporcionaban, pero el di�metro de estos en modo alguno pod�a compararse con el de una polla normal, ni qu� decir con una como la de Bj�rm o un monstruo como la de Thomas. Nunca algo as�, y me refiero a los penes de tama�o normal, hab�a conseguido penetrarme hasta entonces, por m�s que anhelaba el d�a en que as� fuera.
Despu�s de un dedo, mi negro pas� a introducirme dos. Los dedos de Thomas no eran los de Bj�rm. Si bien los del bell�simo vikingo -�qu� bueno estaba el t�o!, no puede dejar de repetirse la chica que lo ha conocido�no eran precisamente peque�os, pues sus manos eran cual las de un guerrero n�rdico paradigm�tico, grandes y varoniles, las den afroamericano eran realmente enormes, las manos de un verdadero coloso. Estoy convencida de que sus dedos deb�an ser m�s gruesos que bastantes pollas de tama�o m�s reducido del habitual, y casi tan largos. Mi esf�nter se dilat� hasta un nivel que desafiaba su elasticidad con ello.
-No, Thomas- le dije cuando intent� introducir el tercero en su deseo de prepararlo progresivamente para la penetraci�n-. Mete tu polla ya.
De nuevo me entendi� pese a no comprender mis palabras, pero mostr� cierto reparo.
-Si seguimos as�, me va a resultar m�s molesto que placentero y al final no me voy a atrever. Vamos, m�temela ya.
Se lo ped� con dulzura y �l, pese a no comprender el mi idioma en que le hablaba, si percibi� la emoci�n en mi voz y, con ella, el sentimiento que pretend�a transmitir. Por se�as, me pidi� �l a su vez alguna crema o vaselina con que lubricar mi cuevecita.
-No, Thomas. Un poco de saliva y ya � le indiquen yo con palabras acompa�adas de gestos tambi�n.
La vaselina y las cremas son de gran ayuda a la mayor�a de personas a la hora de practicar el sexo anal, pero habemos otras a las cuales nos irrita. Es posible que, las primeras veces, suponga una seria contrariedad, pues, probablemente o con toda seguridad, su uso facilitar�a la penetraci�n y redujera considerablemente el sufrimiento, pero, por otra parte, estoy convencida de que tambi�n tiene sus compensaciones el no recurrir a �l. Quiz� solo est� en mi cabeza, pero pienso que, al reducir el dolor, tambi�n se reduce la sensaci�n de plenitud y una no se siente tan llena. Soy de la opini�n de que el dolor es compa�ero del placer, y hay que combinar ambos en la medida en que la tolerancia de cada mujer as� se lo indique para obtener la m�xima satisfacci�n sexual. Adoro el sexo anal, pero, personalmente, opino que perder�a una parte important�sima de su aliciente sin ese ingrediente tan morboso y er�tico que le proporciona el dolor. No tengo reparo en reconocerme masoquista: me gusta que me duela.
Sin mostrarse convencido del todo, Thomas escupi� en mi agujerito, apoyando a continuaci�n su monstruoso glande en �l. Presion� ligeramente. Me inclin� algo m�s para elevar un poquito m�s, valga la redundancia, mi culito, haci�ndole ver que todo estaba bien y yo dispuesta. Volvi� a presionar. La punta de su prepucio comenzaba a entrar. Un poco m�s, y la mitad de esta ya hab�a asomado al interior de mi ano. Apenas nada todav�a, y mi esf�nter ya parec�a pr�ximo al l�mite de su elasticidad. Un poco m�s, y alcanz� aquel mismo al que ya llegu� con Bj�rm, el que marca el inminente desgarro de proseguir.
-�Ay!
Thomas se retir� inmediatamente, como si hubiera recibido repentinamente una descarga el�ctrica.
-�No, no! Cari�o�
Me incorpor� y gir� para tomar su rostro en mis manos y besarlo con cari�o.
-Todo est� bien. It�s OK.
Me mir� a los ojos y yo me derret� al mirarle a los suyos, tan negros y misteriosos como las selvas del �frica natal de sus antepasados.
-Todo est� bien, cari�o. Va a doler, pero est� bien. Tiene que ser as�, todas pasamos por nuestra primera vez, pero yo quiero entregarte mi culito.
Cuando hay pasi�n, las barreras del idioma quedan atr�s cual vaya superada por saltador ol�mpico. No hay muro que pueda interponerse entre dos amantes que, rebasado el primer nivel, alcanzan un grado de empat�a en el que las palabras pasan a ser algo secundario y lo que comunica son los sentimientos y las pasiones. No hay Torre de Babel de imposible construcci�n, para los amantes que conectan en su m�s sincera naturaleza sexual. Thomas entendi� perfectamente lo que pretend�a transmitirle. Volv� a mi posici�n a cuatro patas, mi cabeza apoyada sobre la almohada, mi culito levantado en pompa, totalmente ofrecido.
-Vamos Thomas� dame por el culo.
Volvi� a escupir en mi ojete y, con m�s seguridad esta vez, coloc� de nuevo su glande en entrada y presion�. Ahora entr� hasta algo m�s en este primer intento. Un par de presiones m�s, y mi esf�nter se encontraba de nuevo al borde del desgarro.
-M�temela, Thomas.
-�What?
-Si vamos con tanta precauci�n, nunca lo conseguir�. Hay que lanzarse en alg�n momento. Vamos, r�mpeme el culo.
Dudo.
-Come on. Break my pump. Let�s go.
Es incre�ble lo que se estira el ingenio y como afloran a la memoria cosas que no sab�amos estaban ah� en momentos de suma intensidad. Despu�s de todo, parec�a que las clases de ingl�s del instituto no hab�an sido tan en balde. Pronto conocer�a que la palabra exacta para el agujerito del culo es �ass�, no �puma�, que se refiere al culo en su totalidad. La misma diferencia que es castellano �culo� y �ojete�, vamos. Pero el caso es que hasta ah� lleg� el protagonismo del idioma. Un empuj�n m�s, y el monstruoso capullo de Thomas entr� entero en mi culito. Casi me pareci� escuchar mi esf�nter desgarrarse y solt� un alarido de puro dolor que debi� retumbar en todo el edificio. Hizo amago Thomas autom�ticamente de retirarse de nuevo, pero, como pude, bloque� con mis pies, que quedaban bajo �l entre sus piernas, sus muslos.
-No� no- le ped� como pude, sin apenas poder articular las palabras a causa del sufrimiento que ten�a mi cuerpo encogido y tensado en su totalidad.-
-Lorena, cari�o- lleg� la voz de Roxana preocupada desde el otro lado de la puerta-. �Qu� ha pasado?
-Nada�- pude responder a duras penas-. Me acaban de romper el culo� nada m�s. Est� todo bien.
Escuch� ahora la risa de la hermana de mi amiga.
-Vale, zorrita. Si necesitas algo avisa.
-Ya est� dentro- continu� para Thomas. Si la sacaba ahora, tem�a que se consolidara en m� la invencibilidad del temor natural al sexo anal en las principiantes. Deseaba probarlo con todas mis fuerzas y no iba a desistir ahora que hab�a pasado lo peor. �Lo peor he dicho? Probablemente s�, pero, desde luego, no hab�a contado con lo que faltaba. Seg�n El�sabeth, la vagina tolera mejor los grandes di�metros que el ano, pero este, dada su longitud, puede acoger sin problemas mayores longitudes. �Sin problemas! Cule� un poco hacia atr�s para insinuarle a Thomas que comenzara a introducir poco a poco el resto de su miembro, y encontr� que la cosa no era tan f�cil. Aquel enorme poll�n negro parec�a no tener fin. Cent�metro tras cent�metro, se iba enterrando en mi gruta posterior y llegu� a dudar de que mi culito pudiera realmente llegar a acogerlo en su totalidad. Lentamente y tom�ndose sus pausas, se fue deslizando hasta llegar a su mitad m�s o menos, alcanzada la cual, sent� que no pod�a aceptar m�s. Era como si estuviera llegando a alg�n l�mite org�nico impuesto por mi cuerpo. Como si estuviera accediendo ya a mi vientre y este no pudiera aceptarlo
-Para� para, Thomas. No puedo m�s.
-�Oh! No problem, baby- me tranquiliz� con much�simo cari�o. Entend� que no hab�a motivo para preocuparse. Aquel chico deb�a tener 27 o 28 a�os m�s o menos y, deduciendo a partir de su f�sico, era evidente que deb�a tener una dilatada experiencia sexual. Vencidos mis temores pues, me relaj� confiando en �l completamente para que pudiera acabar lo que hab�a empezado. Y, ciertamente, fue como si abriera la compuerta del placer para ser invadida definitivamente por tan glorioso miembro. Sin remitir a�n el dolor de mi esf�nter, traspasado ese l�mite org�nico que cre�a haber encontrado, su polla continu� desliz�ndose en mis entra�as de una forma ya deliciosa hasta que sus gordos cojones quedaron aplastados contra mis gl�teos. �Qu� maravilla! Resultar�a imposible tratar de describir con palabras la sensaci�n plenitud y satisfacci�n que experiment� en ese momento. �C�mo lo expondr�a? Es como si las mujeres, en nuestro cuerpo, tuvi�ramos un d�ficit carnal. Como si de su interior hubiera sido extra�da una cierta cantidad de carne y el hueco producido quedase en permanente espera de que aquello que le falta venga a llenarlo de nuevo. Ese algo es el miembro masculino y es como una pieza que ha de encajar en un puzzle con otra que tiene exactamente el hueco para ella. As� de plena y satisfecha te sientes cuando una buena polla te llena completamente.
Cuando Thomas comenz� a retroceder, yo a sentir su rabo deslizarse en el interior de mi ano hacia atr�s, instintivamente me tens� y encog� mi esf�nter. Fue una reacci�n refleja, que no obstante remiti� para relajarme cuando comprob� que no ven�a a incrementar el dolor. Despu�s, cuando volvi� a hundirse, s� experiment� algo de este, ero combinado con una sensaci�n sumamente placentera. Algo que, al cabo de unos cuantos bombeos, comenz� a tornarse delicioso. Con cuidado, con mucho cuidado y mimo, Thomas fue acelerando progresivamente la cadencia y potencia de sus movimientos hasta, al cabo de unos minutos, haber alcanzado estos el nivel ya de embestidas. Desaforado y arremetiendo como un bisonte enfurecido, taladrada sin compasi�n mi culito, virgen hasta momentos antes, con su monstruosa polla, lanz�ndome adelante y arranc�ndome gritos satisfacci�n. Mi agujerito, que tantas dificultades hab�a tenido para acoger semejante soberbia carnal en su interior, estaba ahora totalmente dilatado y vencido, y por �l se deslizaba el cicl�peo miembro con toda facilidad, llev�ndome a un delirio de placer, trascendiendo el Nirvana y el S�ptimo Cielo para alcanzar una esfera de la realidad que no conoce quien no ha traspasado los l�mites del dolor para conocer el �xtasis total.
Berreando como una loca, como un s�cubo de lascivia y furor sexual desatados e incontenibles, ped� m�s y m�s, empapando las s�banas con los flujos que por la cara interna de mis muslos deslizaban cual torrente oto�al arrasando con todo a su paso. Ya no me acord� de pedirle a Thomas que se corriera en mi boca esta vez. Como me hab�a explicado El�sabeth, pr�cticas como esa te hacen sentir terriblemente sexual y provocadora, due�a de la situaci�n, pero en momentos como ese, en orgasmos como aquel, todo queda relegado a un segundo plano por el placer que te embarga, que es lo �nico en que puedes pensar en esos momentos. Tu mente y sentidos se encuentran en esos momentos saturados por la completa satisfacci�n y ya no necesitas nada que te ponga m�s cachonda, porque ya has traspasado todos los niveles racionales de calentura.
Thomas se corri� como una bestia dentro de mi culito. Bufando como un b�falo y arremetiendo como tal, llen� mis entra�as con su leche, lo cual casi consigui� comenzar a hacerme orgasmar de nuevo. �O m�s bien contribuy� a alargar mi orgasmo? Tampoco sabr�a decirlo. Como ya coment� alguna vez, nunca he sabido diferencia muy bien donde acaba uno y donde comienza otro, y pienso m�s bien que soy hembra de orgasmo �nico pero que se prolonga a lo largo de todo el coito. Es decir, el coito satisfactorio y pleno. Derrotados, rendidos por la fatiga y nuestra propia pasi�n, quedamos tumbados en la cama abrazados, pugnando por recuperar el ritmo normal en nuestra respiraci�n.
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Nada m�s sacar su polla de mi culito, pudimos comprobar que, efectivamente, hab�a acontecido el temido desgarro. No pod�a haber sido de otra forma dadas las dimensiones de aquel miembro monstruoso y la furia y pasi�n de las embestidas de su due�o. Mi agujerito hab�a dado de s� todo lo que pod�a, pero finalmente se hab�a visto vencido y derrotado. El pene de Thomas aparec�a manchado con mi sangre, la misma que recog�a en mis dedos ahora al tocarme all�. Toda esa tarde y noche, me estuvo doliendo horrores. Sent�a que me ard�a el culito y lo pas� francamente mal cuando hube de hacer mis necesidades, momento en el cual, l�gicamente, el desgarro tend�a a aumentar al tensar mi esf�nter de nuevo. Durante d�as, continu� doli�ndome. Al principio ni siquiera pod�a sentarme, y continu� teniendo dificultades al ir al WC. Poco a poco, muy poco a poco, el dolor comenz� a remitir. Muy lentamente. Fueron d�as de sufrimiento, durante los cuales, no obstante, en ning�n momento llegu� a arrepentirme de haber entregado mi entrada posterior. Al contrario. El placer hab�a compensado con mucho, con much�simo al dolor y solo aguardaba el momento de encontrarme lo suficientemente recuperada para hacerlo de nuevo. Thomas permaneci� todav�a 3 d�as m�s en Alicante, durante los cuales follamos como locos y no nos dimos tregua. No obstante y por m�s que lo dese�, no pude volver a entregarle mi culito, que tan despacio se recuperaba el pobre del castigo a que fue sometido. Llor� cuando finalmente se fue. Fui al puerto a despedirlo y nos prometimos mantener el contacto por email y mensajes. Durante un tiempo, fuimos fieles a nuestra promesa, pero, finalmente, aquella incendiaria pasi�n nacida de nuestro encuentro, fue remitiendo y languideciendo en la distancia, hasta que finalmente las �ltimas brasas de aquel incontenible incendio, acabaron por extinguirse.
Me reafirm� en mi convicci�n. Pasiones como aquellas, no debieran desaparecer. Algo tan pleno y m�gico como aquello, tan desbordante de pura energ�a sexual, merec�a quedar inmortalizado. Puede que la mayor�a de mortales no pudieran entender aquello, como el que no entiende de arte no puede comprender lo que siente el alma sensible al contemplar una obra maestra, o el paladar corriente la delicia del mejor vino, pero s� aquel que como yo sienta el sexo en su m�s pura expresi�n en sus venas y su sangre.
Con m�s convicci�n que nunca, supe que nunca me conformar�a con asumir el sexo como mera afici�n. �Necesitaba convertirlo en el propio eje de mi existencia! El diminuto agujerito de mi culito hab�a conseguido tragarse un rabo tan enorme como el del negro del v�deo de El�sabeth, y lo hab�a hecho en mi primera penetraci�n anal, demostrando que pod�a ser tan hembra, convencida de que tan excitante, como ella.. La suerte estaba echada: a mis 14 a�os, costase lo que costase, iba a comenzar mi vida como actriz porno. Porque yo, se�ores, no soy simplemente una adolescente: soy puro fuego.
CONTINUAR�