Desde que nos casamos, Willy, mi marido, tuvo ideas muy
claras sobre nuestra relaci�n de pareja y las posibilidades que ten�amos de
desarrollar nuestra sexualidad a trav�s de otros contactos.
Durante muchos a�os
rechac� de plano cualquier insinuaci�n al respecto, considerando a Willy casi un
Extra Terrestre pues me parec�a incre�ble que mi propio marido me alentara a
"sacar los pies del plato" , al fin y al cabo yo ven�a de un hogar muy
tradicional donde la mujer era educada para "servir" al marido y serle fiel en
toda circunstancia.
Definitivamente no comprend�a a mi esposo y debido a su
forma de pensar, muchas veces llegu� a pensar que no me amaba.
He tardado muchos
a�os en comprenderlo y es que realmente me cost� asimilar la idea de que pod�a
hacer el amor con otro hombre que no fuera mi marido (en este aspecto debo
reconocer la gran paciencia y constancia de Willy), hasta que un d�a conoc� a un
hombre que trastoc� todos mis esquemas y precipit� mi despertar sexual.
A bordo
de mi autom�vil, un peque�o Fiat Berlina, me dirig�a a la casa de mis padres,
cuando al hacer una maniobra brusca, el motor del auto se par� y por mas
intentos que hice no logr� encenderlo .
Estaba muy preocupada pues de mec�nica
se tanto como de astronom�a y no lograba que arranque el bendito autom�vil, no
sab�a que hacer y me sent�a desolada, pero en el momento de mayor angustia lleg�
una persona que a la postre solucionar�a mi problema mec�nico y me ayudar�a a
reencontrar mi sexualidad .
Era un hombre de unos 35 a�os, ligeramente moreno,
alto y atl�tico, no era guapo pero ten�a algo que lo hac�a muy atractivo ;
siempre me pregunt� cual era "ese" atractivo que encontraba en Roberto, pues ese
era su nombre, sin obtener una respuesta clara y definitiva, tal vez la energ�a
que transmit�a o lo atrevido de su mirada, hoy a lo lejos pienso que emanaba una
sexualidad casi animal, lo olfatee desde el primer momento y eso era algo a lo
que, por lo menos en ese momento, no estaba acostumbrada.
Despu�s de repasarme
todo el cuerpo con una atrevida mirada, gentilmente se ofreci� a ayudarme y acto
seguido se sumergi� en el motor y el mar de cables que sobresal�an.
Parada
detr�s suyo, observaba sus brazos fibrosos y morenos por el sol veraniego y su
arqueada columna que terminaba en unas provocativas nalgas, me detuve en su
culito tratando de imagin�rmelo sin ropa, lo cual me caus� gracia pues no soy de
las personas que dan rienda suelta a su imaginaci�n.
Roberto se enderez�, y
apoy�ndose en la ventana de la puerta del conductor dijo con voz suave pero
en�rgica ......
"sube al volante", yo me apresur� a cumplir con su petici�n y
tomando con una mano el tim�n, sent� mis nalgas para luego levantar una pierna y
posteriormente la otra, sin embargo esa simple acci�n se volvi� confusa y
bochornosa pues al subir una pierna, la mini que llevaba puesta se "trep�"
dejando ver la contundente belleza de mis bien torneadas piernas, las que, seg�n
mi marido, eran una verdadera tentaci�n para los ojos de cualquier mortal y la
ubicaci�n estrat�gica de mi ocasional salvador le permit�a recrearse con un
panorama seguramente delicioso para el pues dominaba visualmente mi falda negra
remangada, en contraste con mis ligeramente bronceadas piernas, el suave
contorno de mi rosada entrepierna y unas diminutas bragas blancas que mostraban
una notoria elevaci�n denotando un mullido y acolchado monte venusino .
Mi
"socorrista" no apartaba los ojos de tan voluptuoso paisaje llen�ndome de rubor
y desconcierto; hice desesperados esfuerzos por bajarme la falda, mas mis
nerviosos movimientos solo le causaron gracia y despertaron una c�nica sonrisa
en el, lo cual aument� mi confusi�n, sin embargo, parad�jicamente comenc� a
sentir gusto por esa extra�a situaci�n que tanto me turbaba pero al mismo tiempo
me produc�a una excitaci�n que iba "in crescendo" al comprobar la insolencia de
su mirada.
Se acerc� a m� y con una voz muy c�lida me dijo que yo le gustaba
mucho y que quer�a hacer el amor conmigo.
Ante tan brutal como inesperada
declaraci�n, sent�a fuego en mis mejillas y un extra�o calor cubr�a poco a poco
todo mi cuerpo, por un momento todo desapareci� y solamente era consciente de su
insolente mirada repasando todo mi cuerpo, deteni�ndose y hurgando en mi cuello,
la forma de mis senos y lo abultado que ten�a mis pezones, penetr�ndome la
entrepierna.
En ese momento m�gico me sobresalt� al sentir sus dedos transitando
suavemente por mis muslos y comenc� a aterrorizarme pues sent�a que me hab�a
mojado brutalmente y tem�a que se diera cuenta de ello.
No se en qu� momento
obtuvo mi nombre y tel�fono, lo �nico que recuerdo es que apresuradamente le di
las gracias, cerr� la puerta y arranqu� el carro mirando fijamente hacia la
pista con direcci�n a la casa de mis padres.
Quer�a alejarme lo mas r�pido
posible del lugar y la persona que me hab�a desflorado con la mirada, nunca
antes hab�a sentido ese rubor asfixiante, ese no saber que hacer, esa p�rdida de
la realidad, esa derrota total.
Toda la tarde estuve d�ndole vueltas al asunto,
no pod�a despejar de mi mente el abrasador recuerdo del acontecimiento vivido ni
olvidar su descarada , insolente y licenciosa mirada.
Sus palabras retumbaban en
mi cerebro y sent�a una excitaci�n tal que cerrando los ojos presion� con fuerza
mis piernas y termin� en un orgasmo prolongado que inund� por completo mis
bragas, mientras ahogados gemidos se escapaban guturalmente de mi garganta.
Esa noche le cont� a Willy lo acontecido, fui lo mas
expl�cita posible pues me encontraba algo asustada, encontrando en mi marido a
un confidente absolutamente dispuesto a escuchar.
Cuando termin� mi relato, me
pidi� honestidad en la respuesta, preguntando si deseaba volver a verlo y si
estaba dispuesta a salir con el, en caso se produjera una llamada suya; le
respond� que no lo sab�a, que era muy dif�cil para m� digerir esa experiencia y
que tal vez no estaba preparada para ello.
Willy me tom� suavemente de los
hombros y me dijo que si esa era mi respuesta, quer�a decir que en el fondo me
gustar�a hacerlo pues de lo contrario habr�a sido tajante en el no, y por
supuesto la decisi�n ten�a que ser absolutamente personal as� que solo depend�a
de mi.
En cuanto a �l, pod�a despreocuparme pues yo ya conoc�a su forma de
pensar.
Pasaron los d�as y las aguas volvieron a su nivel, el trabajo, las
actividades de la casa y mis hijos me hicieron pr�cticamente olvidar lo
sucedido, hasta que despu�s de una semana timbr� el tel�fono de mi oficina,
descolgu� el auricular y escuch� una voz preguntando por mi nombre.
Al principio
no reconoc� su voz y tampoco pens� de que podr�a tratarse de el, pero luego de
algunos minutos de conversaci�n lo ubiqu� completamente, volviendo a sentir esa
extra�a sensaci�n de calor avanzando por todo mi cuerpo.
Conversamos largamente
y volvi� a decirme que hab�a sentido una gran atracci�n hacia mi persona y que
adem�s de gustarle, yo le produc�a infinitos deseos de hacer el amor.
Trat� de
evadir el tema pero no encontraba argumentos valederos, no sab�a como encarar la
situaci�n creada, no pod�a o tal vez no quer�a resolver el dilema, mientras
Roberto se mostraba muy directo y lograba penetrar mi mente estremeci�ndome al
comprobar que una intensa humedad invad�a mis genitales.
Me temblaba todo el
cuerpo, sent�a que la temperatura se hab�a concentrado en mi palpitante vulva,
sent�a claramente como mis labios se despegaban dejando correr entre ellos un
l�quido caliente que comenzaba a deslizarse por mis piernas llegando hasta mis
zapatos.
No pude mas y acept� la cita que con tanta insistencia y acierto
solicitaba, nos encontrar�amos a las 20:00 horas.
Colgu� el tel�fono, notando
que me temblaba la mano, definitivamente estaba por conocer la parte mas oculta
de mi sexualidad.
Aun temblorosa llam� a Willy para contarle lo sucedido y como
�nica respuesta me dijo que acelerara mi retorno a casa.
Cuando llegu�, Willy me
recibi� con un gran beso y con delicada firmeza me condujo a la tina que ya
estaba preparada con sales y burbujas.
Me pidi� que liberara mi mente sacudiendo
cualquier tipo de preocupaci�n, el paso que iba a dar era muy importante y
probablemente me conducir�a a un mundo todav�a lejano e ignorado pero
extraordinario en sus posibilidades.
Me sumerg� en el agua cerrando los ojos a
fin de concentrarme en la deliciosa temperatura ambiental, sintiendo las manos
de Willy deslizarse suavemente, jabonando y masajeando con delicadeza mi cuerpo.
Me sent�a relajada, en verdad hab�a conseguido aquietar mis temores y la
seguridad habitual retornaba a mi ser.
Despu�s de un buen per�odo de
adormecimiento me levant�, cubri�ndome Willy con una toalla, presion�ndola
suavemente contra mi cuerpo, me entreg� un frasco con una loci�n corporal de
delicada fragancia y tom�ndome de las manos me condujo a nuestra habitaci�n.
Al
ingresar al dormitorio, vi la cama y sobre ella encontr� extendidas un par de
medias negras, un fino portaligas y una lencer�a bell�sima compuesta de un
brassier negro y transparente y unas bragas que formaban juego, del mismo color
y con la misma transparencia.
Sugiri� ponerme una blusa de gasa negra
ligeramente transparente y una mini de color rojo intenso logrando un magn�fico
contraste.
Observ� el espejo y me vi obligada a reconocer el formidable gusto de
mi marido.
Me ve�a linda y subyugante, femenina y sensual, la mini de elevaba
unos 15 cms.
de la rodilla dejando ver en toda su maravillosa contundencia mis
piernas que luc�an mas bellas y sugerentes prisioneras de suaves medias negras.
Pens� en lo extra�o y loco de la situaci�n con un marido que me "ayudaba" y me
"empujaba" a tener una relaci�n extramatrimonial y llegu� a la conclusi�n de que
el amor que deb�a sentir por mi era en verdad inmenso, ya que solo as� se
explicaba el disfrute que sent�a a trav�s del esperado disfrute m�o.
En verdad
no me extra�aba lo que estaba viviendo pues Willy estaba siendo consecuente con
su peculiar forma de pensar, con su fascinante forma de concebir el amor.
Cuando
estuve lista, Willy me acompa�� al autom�vil y al notar que me encontraba
ligeramente nerviosa me tom� entre sus brazos y al tiempo que besaba ligeramente
mi rostro me pidi� que liberara mi mente, "no pienses en nada mas que en el
momento que estas viviendo y disfruta totalmente de tu noche".
La noche estaba fresca y sent�a que me hac�a bien el recibir
la frescura del ambiente en mi rostro.
Llegu� al lugar convenido y me pas� a su
autom�vil, un sed�n americano amplio y c�modo en el cual nos dirigimos a la
"costa verde", que es un circuito vial que bordea las playas aqu� en Lima.
Estacion� al lado de un quiosco y pidi� dos tragos.
Yo me encontraba sentada a
su costado, ligeramente arrimada a la puerta pues me sent�a un tanto cohibida,
sent� su golosa mirada recorriendo mi figura, deleit�ndose con mi blusa que
dejaba ver las formas delicadas de mis senos as� como la tonalidad oscura y la
turgencia de mis pezones apenas disimulados por la transparencia del brassier,
descendi� hacia mis piernas que hab�a cruzado momentos antes, descubriendo la
redondez y suavidad de mis muslos enmarcados entre la parte superior de las
medias a duras penas sujetadas por el fino portaligas y la falda arremangada, me
habl� de lo linda y excitante que se me ve�a y comenzamos a tomar un "cuba
libre" trago a base de ron y coca cola.
Muy pronto terminamos el trago y Roberto
solicit� una rueda igual, lo que me pareci� perfecto pues aun no alcanzaba a
liberarme por completo.
Mientras preparaban el segundo trago, me atrajo hacia el
y comenz� a besarme acarici�ndome las piernas.
Besaba rico y se notaba que ten�a
oficio pues sus labios algo carnosos estaban bastante h�medos y presionaban con
la justeza del conocedor, su lengua buscaba por toda mi boca, entrelaz�ndose con
la m�a, sus manos eran delgadas pero muy firmes y las mov�a con destreza
dibujando el contorno de mis senos recre�ndose con la dureza y arrogancia de mis
pezones; la otra mano recorr�a a lo largo de mis piernas desde la punta de los
pies subiendo sabiamente por mis muslos, disfrutando de la redondez de mis
piernas y sumergi�ndose en la calidez y suavidad de mi entrepierna, llegando a
tocar mis bragas abultadas por la espesura de mi monte y humedecidas por el
extraordinario trabajo que estaba realizando.
Vino un muchacho con la raci�n de
trago solicitada y nos vimos obligados a separarnos.
Yo necesitaba tomar mas
trago pues aun no alcanzaba a vencer esa cierta rigidez que entorpec�a mis
movimientos.
Poco a poco sent�a que el trago ingerido estaba cumpliendo su
objetivo y not� en m� una mayor disposici�n as� como un relajamiento
generalizado.
Roberto volvi� a la carga y al notar la falta de resistencia
comenz� un acoso cada vez mas audaz atacando mi blusa que prontamente fue
desabotonada dejando a la vista mis senos prisioneros de un brassiere sensual y
muy femenino.
En la cierta penumbra existente alcanzaba a verse la transparencia
de la ropa y la redondez de mis pezones totalmente erguidos y anhelantes.
Roberto me solt� el brassiere liberando mis peque�os pero bellos senos, los tom�
con delicadeza bes�ndolos uno a uno, disfrutando al m�ximo el placer que le
daban y haci�ndome sentir un cosquilleo desesperante en todo el cuerpo
terminando de humedecer la totalidad de mi sexo que ped�a a gritos una
penetraci�n inmediata.
Nos acomodamos en el asiento trasero que era grande y
mullido y me arremang� la falda dejando ver el contraste de mis muslos y la
negrura de las medias sujetadas por el bello y sexi portaligas.
Avanz� con
decisi�n besando lujuriosamente mis muslos, introduciendo su rostro en la
calidez de mi entrepierna, mordisqueando con mucha habilidad mis bragas y
algunos pelitos rizados, saboreando con avidez los deliciosos n�ctares que
flu�an de mi vagina impregnando de un aroma especial mis bragas y entrepierna.
Yo no pod�a mas y sent� una sacudida violenta dentro de m� que expuls� un
borbot�n tibio y viscoso que ba�� literalmente el asiento, era un orgasmo
extraordinariamente intenso que hizo que sujetara con fuerza la cabeza de
Roberto y lo presionara contra mi pubis, el me tom� por las nalgas
presion�ndolas, estruj�ndolas con fuerza, volviendo infinita la turbidez que
nublaba mi cerebro; apret� con fuerza su rostro con mis ardientes muslos
sintiendo el roce de su barba a medio crecer, acrecentando mi ansiedad de ser
totalmente penetrada..
En ese momento en que descaradamente y conscientemente
abr�a mis piernas y aplastaba l�bricamente su rostro en mi vulba, no pensaba en
otra cosa que en acelerar el contacto con su pene, en sentir el glorioso
contacto de un objeto duro y nervioso ingresando con fuerza y gallard�a en mi
h�meda cavidad, estir� mis brazos y trat� desesperadamente de liberar el
preciado instrumento, tom� el cierre de su pantal�n y lo deslic� hacia abajo, a
ciegas introduje mi mano, palpando el bulto que aprisionaba su apretado
calzoncillo, era un bulto de regulares dimensiones, dir�a tal vez de grandes
dimensiones, en verdad qued� impresionada por el descubrimiento que me hac�a
prometer una jornada gloriosa; con la otra mano ayud� a bajar la que en ese
momento ya era una inc�moda prenda y salt�, como empujado por un resorte y
estuviera esperando su liberaci�n, un magn�fico falo, duro y c�lido, mas delgado
que el de mi marido pero mas alargado y puntiagudo, lo tom� con las manos
sintiendo su calidez y dureza, apreciando las ramificaciones venosas totalmente
colmadas que permit�an tan airoso despliegue de virilidad.
El se acomod�
apoyando su rodilla en el asiento a fin de facilitar mis movimientos y me
ofreci� en toda su grandiosidad la enorme arma que apuntaba mi rostro, observ�
detenidamente tan magn�fico aparato y acerqu� mi rostro apreciando su palpitar,
por un momento qued� estupefacta pues ten�a la impresi�n de tratarse de un ser
con vida propia que me ped�a de manera en�rgica me someta , lo acaricie, lo
idolatre, lo devore.
Acerqu� mi boca y comenc� a besarlo suavemente, alargando
el placer de cada contacto de mis labios con su palpitante piel, ten�a los
labios totalmente humedecidos por la pasi�n y los deslizaba con gran facilidad a
trav�s de su excitante cuerpo, lo bes� a fruici�n, paladeando golosamente tan
exquisito manjar, lo introduje en mi boca y comenc� a succionar como si fuera un
sabroso helado o dulce de paleta, mi lengua se deslizaba cual nerviosa serpiente
alrededor y a lo largo de tan hermoso aparato paladeando con lujuria sus
especiales sabores y ex�ticos aromas Debo confesar a esta altura del relato, que
uno de mis mayores placeres es disfrutar golosamente del sexo oral, al extremo
que Willy siempre repite que las mejores mamadas en su vida se las he
proporcionado yo, por lo que , como comprender�n, el trabajo que estaba
realizando pronto har�a que mi amante saliera disparado hacia la estratosfera.
Yo sent�a una excitaci�n tan grande en la parte vaginal que le ped� casi a
gritos que me lo metiera , me quit� las bragas ayudado por Roberto, quien una
vez en su poder, se las llev� al rostro sintiendo y apreciando con toda nitidez
su extrema humedad y excitante aroma, me acomod� en el amplio asiento apoyando
mi espalda en el y abr� las piernas permitiendo que mi hombre quede prisionero
de ellas.
Roberto me sujet� con firmeza los tobillos haciendo que las piernas se
mantengan abiertas y a la vez le ofrezcan la deliciosa sensaci�n del roce y la
suavidad del nylon y enfil� su imponente verga hacia la palpitante humedad de mi
sexo.
Yo estaba desesperada, loca, ten�a la terrible necesidad de ser follada,
atravesada, perforada, de sentir mis entra�as invadidas y ocupadas por ese
extra�o pero a la vez perfecto ser, quer�a sentirlo totalmente dentro de m� ,
pero Roberto prefer�a jugar con el, disfrutaba maquiav�licamente haci�ndome
sentir el roce de su verga con mis labios y mi cl�toris, lo restregaba contra mi
vulva prolongando mi agon�a, logrando elevar a niveles insospechados mi ansia y
desesperaci�n, yo le imploraba, rogaba que me lo metiera de una vez, que
cabalgue sobre m�, que ocupe victorioso mi excitada trinchera, quer�a saciar mi
hambre , quer�a disfrutar con gula tan apetitoso alimento, quer�a morir en el
intento, entonces, con una fuerza y furia jam�s pensada tom� en mis manos a tan
esperado visitante y lo dirig� con firmeza a mi desesperada cavidad.
Cerr� los
ojos y apret� los dientes mientras sent�a deslizarse sabia y familiarmente esa
verga maravillosa a trav�s de mis labios, hundi�ndose en mi vagina,
estrell�ndose en la pared uterina, colmando de gozo a todo mi ser, ocupando con
lascivia su h�meda morada.
En verdad hab�a valido la pena ese s�dico juego
previo, comenc� a mover las caderas tratando de coincidir r�tmicamente con los
embates de mi experto amante, yo golpeando furiosamente con el movimiento de mi
pelvis y el empujando con mucha decisi�n su blandiente arma.
Estaba desatado y
con licencioso y calculado disfrute tomaba con fuerza mis caderas y las atra�a
hacia su feroz utensilio, incansable mientras me besaba y mord�a mis labios, yo
sent�a oleadas continuas de l�quido caliente que sal�a de mi sexo, ba�ando todo
el asiento y haciendo sonar de manera acompasada cada roce de su verga, cada
embate de su libertino corcel contra el l�quido que inundaba mi cueva profunda,
hab�a perdido la noci�n del tiempo, sent�a que mi espacio vital se hab�a
reducido a una m�nima expresi�n, solo quer�a sentirme copada y regalarle a mi
amado amante mis mejores orgasmos, llenarlo con toda mi lujuriosa excitaci�n,
besar su rostro, mordisquear sus carnes, lamer su sudoroso pecho, asfixiarme con
su aroma de macho salvaje, hacerle comprender que en ese momento era
absolutamente suya, que era mi hombre, que yo le pertenec�a , quer�a fundirme
con el, ser una sola masa corporal, introducirlo dentro de m�, totalmente,
cobijarlo y protegerlo.
Me alocaba su fuerte aroma, la mezcla de perfume y sudor
me produc�a una excitaci�n rayana en la locura y me aplastaba a su cuerpo para
oler su aroma de macho cabr�o, ten�a ganas de probarlo todo, en ese momento de
sublime locura no reparaba en nada, era como si los diques que durante largo
tiempo hab�an significado trabas culturales y obst�culos personales se hab�an
hecho trizas, dejando al descubierto lo mas profundo de mi ser, los sentimientos
mas ocultos afloraban libremente gritando mi sexualidad y yo estaba dispuesta,
estaba decidida a disfrutar hasta el delirio, por primera vez comprend�a en su
exacta magnitud el pensamiento gu�a de mi marido, lo que tantas veces de manera
infructuosa trataba de decir y que yo me negaba a comprender .
Roberto besaba
delicioso, me introduc�a su experta y obscena lengua , haci�ndome sentir sus
fluidos salivales que yo tragaba con lascivia; al tiempo que segu�a el brutal
embate de su hermosa verga contra mi desflorado y palpitante orificio, baj� a
recorrer mi cuello con su lengua y h�medos labios mordisqueando a placer hasta
llegar a mis senos, devor�ndolos con golosa ansiedad.
No me importaba lo que
pudiera suceder ni las marcas que seguramente dejar�a su vicioso trabajo, yo era
suya y quer�a regalarlo con la noche mas maravillosa de su vida, quer�a
marcarlo, quer�a asegurarme que nunca jam�s pudiera recibir tanto placer, porque
al fin hab�a comprendido mi papel como amante, quer�a tener la certeza que
nuestro encuentro ser�a inolvidable, que siempre recordara a la que por una
noche fue su mujer, a quien se entreg� de la manera mas completa y absoluta
regal�ndole una jornada inolvidable que culminaba con una explosi�n de continuos
y prolongados orgasmos.
Quer�a que esa noche mi hombre disfrutara de m�, que
probara todo, que sepa el sabor de mi sudor, que lamiera mi cuerpo y mis
orificios, que me conociera como jam�s alguien me hubiera conocido, regalarle lo
que ni a mi marido le hab�a brindado, que me sienta totalmente suya.
Roberto
apret� el ritmo , sus embestidas se hicieron mas salvajes y de pronto lanz� un
ahogado estertor y se vino en convulsiones descargando chorros calientes de
leche que golpeaban contra las paredes extraordinariamente sensibles de mi
vagina, yo sent�a el sabor de su semen en mi boca y un maravilloso olor a sexo y
almendras brotaba de cada uno de los poros de mi embriagado cuerpo y me desat�
en una secuencia impresionante de orgasmos que ba�aron por completo a mi amado y
dejaron una huella imborrable en el tapiz.
Lo tom� por las nalgas y lo atraje
con fuerza hacia m�, no quer�a que se pierda ese fant�stico momento, no quer�a
separarme de el, no quer�a que acabara el hechizo de una noche maravillosa donde
la lujuria y la carne estuvieron al tope.
Nos abrazamos fuertemente y nos
quedamos en silencio escuchando nuestra agitada respiraci�n, sintiendo el
alocado palpitar de nuestros corazones, sintiendo como la flacidez invad�a
nuestros cuerpos, sintiendo como poco a poco una dulce modorra invad�a nuestras
almas.