Relato: Los Obreros





Relato: Los Obreros

Yo ten�a 20 a�os. Me acababa de cambiar a una casa que se
hab�an comprado mis padres en una zona en la que todav�a estaban construyendo
muchas casas. Era verano y me hab�an dado vacaciones en la universidad, as� que
ten�a todo el tiempo libre. Lo empleaba, entre otras cosas, empezando a montar
el jard�n. Sembramos el c�sped y hab�a que regarlo constantemente, unas 5 veces
al d�a, para que no se secara. Justo enfrente estaban empezando a construir
otros chales, y hab�a algunos obreros por all�, de un lado a otro.


Todos eran de 50 para arriba, y estaban gorditos y blancos,
as� que no les prestaba mucha atenci�n. A los pocos d�as comenzaron a echar los
cimientos, y vinieron m�s obreros. Eran el padre y dos hijos, y ven�an en una
furgoneta enorme llena de mierda. El hijo m�s peque�o, Borja, deb�a de ser de mi
edad. Su cara me era familiar, probablemente me sonaba del colegio, y de verlo
por el pueblo. Lo recordaba porque era un chico muy precoz, con 14 a�os ya ten�a
una barba muy cerrada, se afeitaba todos los d�as y se dejaba patillas.


Tambi�n ten�a una melena muy espesa y desgre�ada e iba por
ah� con su moto de cross. Muy macho. Mira por d�nde, ahora iba a saber qu� hab�a
sido de �l. No me hab�a fijado en su cuerpo antes: llevaba una camiseta del
ej�rcito, verde gastado, que dejaba ver d�bilmente sus pectorales y b�ceps. Eran
normales, no muy desarrollados, solamente se notaba que estaba en buena forma.
Sus antebrazos ten�an una ligera capa de vello moreno, y ten�a las piernas muy
peludas, por lo menos hasta la mitad de la pantorrilla, que era hasta donde sus
gastados shorts de deporte me dejaban ver. Yo intu�a un paquete de lo m�s peludo
que me excitaba mogoll�n.


A quien no conoc�a de antes era a su hermano mayor. Lo
descubr� despu�s que a �l; se llamaba Antonio, creo recordar. �l s� que era un
t�o bueno, un semental, dir�a yo. No era m�s alto que Borja, pero s� mucho m�s
corpulento. Llevaba una camiseta de tirantes que marcaba su torso musculado, y
dejaba ver una mata de vello muy tupido y oscuro. Los pantalones eran unos
vaqueros blancos recortados por encima de la rodilla que le quedaban justos,
marcando su culo redondo y un paquete que no pod�a disimular su tama�o. Ten�a el
pelo muy corto, por lo que se le ve�an perfectamente el cuello y los hombros,
morenos y musculosos, que me hac�an desear besarlos y morderlos.


Desde la ventana de la habitaci�n observaba lo que hac�an:
Antonio siempre estaba en la parte de atr�s de la casa de enfrente, y s�lo lo
ve�a de vez en cuando con la carretilla. Borja trabajaba en la parte de delante,
cortando baldosas. Sobre las 12.00 o as� se quitaban la camiseta, porque el
calor arreciaba.


Casi me pon�a malo: el pecho de Borja estaba cubierto de un
vello liso y moreno, que me provocaba un deseo irrefrenable de acariciarlo; pero
mi verdadero deleite era admirar los pectorales de Antonio: su vello rizado lo
cubr�a todo, excepto unos pezones grandes y morenos, duros y ovalados. Sus
abdominales estaban divididos por una fina franja vertical de vello m�s espeso,
como indicando el camino hacia su ombligo y, m�s abajo, a su rabo.


Desde mi cuarto lo ve�a llevar la carretilla de ac� para
all�, con los m�sculos en tensi�n y cubierto de sudor bajo el sol, y la polla se
me pon�a s�per tiesa, y me la machacaba hasta que me corr�a encima de mi abdomen
y esparc�a mi propio semen por todo mi pecho, imaginando que era el de Antonio.
Luego me iba a la ducha para lavarme, pero acababa corri�ndome otra vez, porque
desde la ventana del ba�o los ve�a trabajar y se me empalmaba al contacto con el
agua.


D�a tras d�a iba imagin�ndome m�s cosas, a medida que conoc�a
mejor los cuerpos de mis dos compa�eros de fantas�as a fuerza de observarlos. Un
buen d�a, por la ma�ana, estaba yo en el jard�n de delante, mirando furtivamente
la obra y arreglando el c�sped, cuando v� que Borja paraba de trabajar y se
levantaba. �Ven�a en direcci�n a mi casa! Pero no me ve�a. Yo disfrutaba viendo
acercarse su cara cada vez m�s, con esa barba de tres d�as y esas patillas que
desde adolescente me volv�an loco. Llam� a la puerta del jard�n y me dirig�
hacia �l.


-Perdona que te moleste- dijo -�tienes un nivel?


Mi padre ten�a todas las herramientas en el garaje, as� que
le abr� la puerta y le indiqu� que me siguiera. Menos mal que iba delante de �l,
as� no pod�a notar que mi polla se estaba poniendo dur�sima bajo mi pantal�n
corto. El garaje estaba lleno de trastos de la mudanza. Pasamos entre un sof�
viejo y la pared, primero yo y luego �l. Justo detr�s estaban las herramientas
en una caja, en el suelo. Me inclin� para rebuscar. De repente not� que una mano
me tocaba el hombro y se me eriz� todo el vello del cuerpo, de pura excitaci�n.
O� que Borja dec�a: "D�jame a m�", mientras tiraba de mis hombros hacia arriba.
Al enderezarme y dejarle pasar a �l, not� que un bulto rozaba mi culo, a�n
virgen.


Yo estaba a punto de estallar, y ahora lo ten�a a �l de
espaldas a m� y pod�a admirar su espalda, a trav�s de la camiseta empapada en
sudor. Cuando cogi� el nivel se levant� y no pudo evitar rozar mi polla. Me
qued� helado, pero pareci� que no not� nada, o que no le importaba. Justo cuando
se iba a ir se dio la vuelta y me pregunt�: "�Me puedes dar un vaso de agua?".
Yo le contest�: "Sube conmigo a la cocina, que no hay nadie". Al decir esto cre�
notar una ligera sonrisa en su cara, pero probablemente eran imaginaciones m�as,
ya que Borja pod�a ser de todo menos gay. Subimos a la cocina y saqu� una
botella de agua de la nevera.


-�No te importa que no te d� vaso? Es que acabamos de
mudarnos y no s� d�nde est�n- le dije, mintiendo, ya que sab�a perfectamente
d�nde estaban, pero quer�a verle bebiendo directamente de la botella.


-No- me contest� -�te importa a ti que me quite la camiseta?
Es que me estoy asando.


�C�mo iba a importarme! �Era lo que estaba deseando! Al
quit�rsela, un olor a t�o invadi� todo. Comenz� a secarse debajo de las axilas
con la camiseta. Yo estaba que no pod�a m�s.


-�Joder!- exclam�.


-�Qu�? Apesto, �no?- dijo Borja, sonriendo.


-Hombre, un poco...


-�Te molesta?


-No, no, qu� va...


-�Te pone cachondo?


Me puse p�lido. Pens� "Ya est�, me ha cazado y ahora me
llamar� maric�n", pero casi no tuve tiempo de reaccionar, porque me lanz� la
camiseta a la cara, diciendo: "Pues huele esto, y d�jame olerte a ti". Acto
seguido me levant� la camiseta y meti� la cabeza dentro; empez� a chuparme el
ombligo y a resoplar por todo mi torso. A m� se me aceleraba la respiraci�n, y
el olor de su camiseta me pon�a m�s y m�s cachondo. Me acariciaba la espalda a
la vez que su lengua recorr�a mis pezones. Yo no me cort� un pelo y baj� mis
manos poco a poco desde su cabeza por su cuello hasta acariciarle la espalda.
Nunca hab�a acariciado a un chico, y estaba un poco nervioso. Borja me quit� la
camiseta y por un momento se qued� mir�ndome fijamente mientras yo me quedaba
inm�vil.


Entonces se abalanz� sobre mi boca y empez� a com�rmela. Era
la primera vez que me besaba con un t�o, y fue de lo m�s excitante; notaba su
ment�n rozando el m�o, le cog� la cabeza y le manoseaba la nuca y las gre�as.
Notaba que su bulto se hac�a cada vez m�s grande y presionaba contra mi polla,
que ya llevaba en tensi�n desde hac�a un buen rato. Baj� mis manos por su
espalda hasta llegar a su culo macizo. Lo apret� fuerte contra m� y empec� a
menear las caderas, frot�ndonos las pollas por encima de la ropa. Borja me dijo:
"Ahora d�jame olerte el rabo", y me apoy� en la mesa de la cocina y Borja se fue
agachando hasta llegar con su cara a la altura de mi nabo. Empez� a olisquear y
a soplar con la boca a trav�s de la tela, lo cual me produc�a un calor y un
cosquilleo que provocaban que mi polla rezumara l�quido preseminal. Yo tambi�n
quer�a probar su polla, as� que le dije que nos fu�ramos al sal�n e hici�ramos
un 69. Me dijo que ten�a que volver para dejarle el nivel a su hermano, pero que
volver�a dentro de diez minutos y seguir�amos haciendo guarradas.


No tuve m�s remedio que conformarme con eso, pero en cuanto
se fue me tumb� en el sill�n y empec� a pajearme a lo bestia, porque no
aguantaba m�s. Ya estaba a punto de correrme cuando, de repente, vi que entraba
alguien. Pero no era Borja, sino Antonio, su hermano macizorro, que tra�a el
nivel en la mano. Yo me qued� cortad�simo, porque ten�a una erecci�n de caballo
y adem�s estaba tirado sobre el sof� todo despatarrado y desnudo. En esto,
despu�s de un silencio, me dijo: "�Joder, c�mo te lo montas!". Yo no pod�a
articular palabra, pero daba igual, porque el t�o se arrodill� y se meti� mi
polla en la boca y empez� a mam�rmela como si fuera un polo.


Lo hac�a muy suavemente; hab�a un silencio casi sepulcral. Yo
lo romp� al rogarle que se quitara la camiseta y que me dejara acariciar su
torso.


Solt� el metro y, sin dejar de comerme el rabo, se quit� la
camisetilla de tirantes y se baj� los shorts. No lo hizo sensualmente, como un
stripper, sino con violencia y mucha virilidad, como cab�a esperar de semejante
esp�cimen de hombre. Su enorme verga sali� disparada enseguida hacia arriba,
pero casi instant�neamente volvi� a colgar, pendulona. "Vaya", pens� "la tiene
enorme y todav�a no est� tiesa del todo". Dej� de chup�rmela y empez� a besarme
los abdominales, subiendo poco a poco por mis pezones, mi cuello y finalmente,
jadeando, acerc� su cara a la m�a y empezamos a morrearnos mientras nuestras
pollas se frotaban y su barba, recia y morena, me raspaba, con lo que me sent�a
en brazos de un verdadero macho.


Todav�a no sal�a de mi asombro cuando o� pasos: era Borja,
que apareci� en el marco de la puerta del sal�n, sin la camiseta y con un bulto
en el pantal�n que no se le hab�a bajado todav�a. "�Ya veo c�mo esperamos!",
dijo mientras se bajaba el pantal�n y se acercaba al sof�, con la polla en la
mano.


Antonio se levant� de encima de m� y se puso de pie, junto a
su hermano. Yo me arrodill� en el suelo y le agarr� la polla a cada uno con una
mano, y empec� a chup�rselas alternativamente: primero a uno y luego a otro.
Ellos se morreaban y se pellizcaban los pezones, jadeando cada vez m�s fuerte.
Menos mal que por aquel entonces todav�a no ten�a vecinos, porque probablemente
lo habr�an o�do todo. Quer�a meterme las dos pollas a la vez en la boca, pero
era evidentemente imposible.


La de Borja era preciosa: larga y gruesa en su justa medida,
con un capullo perfecto y se curvaba hacia arriba con fuerza, algo que siempre
envidiar� de otras pollas; cuando se la com�a a �l, era capaz de met�rmela hasta
el fondo de la garganta. La de Antonio, en cambio, era bastante descomunal, m�s
gruesa que la de su hermano, en proporci�n, y mucho m�s grande en todos los
sentidos. Me costaba meterme su capullo, y no pod�a pasar de la mitad sin que me
entraran arcadas. Pero a pesar de eso, no pod�a evitar sentir una excitaci�n
tremenda cada vez que intentaba trag�rmela.


Borja, percat�ndose de mi preferencia por la verga de su
hermano, me dej� chupando aquel enorme trabuco y magre�ndole los huevos.


Despu�s cambiamos de posici�n. Yo volv� al sof�, boca arriba,
Antonio se puso encima de m� y empezamos a hacer un 69. Parec�a mentira que un
t�o con una apariencia tan bruta pudiera hacer una mamada tan suave y dulce como
la que me estaba haciendo. Borja me cogi� de las piernas y empez� a chuparme los
huevos mientras su hermano me com�a el rabo. Yo disfrutaba viendo la enorme
verga de Antonio colgar encima de mi cara. La cog�a con mis labios, la chupaba
un poco y la volv�a a sacar, lami�ndola desde la punta hasta la base, que era
muy peluda, y pasando al escroto. Me llegu� a meter uno de sus huevos en la
boca, y Antonio mug�a de placer sobre mi polla.


Luego Borja se vino a mi lado y empez� a comerle el ojete a
su hermano, que no dejaba de chup�rmela cada vez m�s r�pido. Yo cre�a que me iba
a correr, pero no s� c�mo, era capaz de aguantar. Borja me dijo, entre jadeos:
"Te estoy preparando el culo de mi hermano, para que te lo folles. �A que lo
est�s deseando?" Yo no contest�, pero no hizo falta: el que calla, otorga.


El ver a dos t�os tan machos en acci�n me pon�a fuera de m�:
quer�a estar entre ellos dos, aprisionado en su virilidad. Por fin Antonio se
levant� de encima de m� y yo me incorpor�; Borja se puso detr�s de m�. Antonio
se tumb� en el sof�, pero lo hizo boca arriba; Alz� las piernas y me mostr� su
culo, ya lubricado y dilatado por la lengua de Borja. Era todo un espect�culo:
ah� estaba ese t�o, musculoso y velludo, abierto de patas pidi�ndome a gritos
que me lo follara vivo. Yo nunca hab�a penetrado a nadie, ni a m� tampoco me lo
hab�an hecho. Borja me puso una mano en el cuello y la otra en la cintura, y me
empuj� suavemente hacia su hermano, cuya polla apuntaba hacia el techo. Con una
mano agarr� mi polla y la dirig� hacia su culo, mientras con la otra le cog�a la
suya y se la magreaba lentamente. No me cost� mucho esfuerzo empezar a meterla.
La cara de Antonio era de puro �xtasis.


Cuando ya ten�a la mitad de mi rabo, que mide unos 19 cm.,
dentro de su culazo, le solt� la polla y me tumb� encima de �l, notando su pecho
peludo frotarse contra el m�o, y su polla de al menos 23 cm. contra mis
abdominales. Empec� a embestirlo primero muy lentamente. Notaba un calor
alrededor de mi polla y una presi�n tales que cre�a que me iba a correr de un
momento a otro. Pero todav�a no era todo. Borja se puso detr�s de m� y empez� a
morderme el cuello y a bes�rmelo, a la vez que apoyaba su rabo en la raja de mi
culo y se frotaba lentamente, abri�ndose paso hasta mi ano y lubric�ndomelo con
la polla.


Tambi�n me masajeaba con el dedo, y me fue metiendo uno,
dos... luego se agarr� la polla y fue empujando lentamente, pero sin parar. Not�
un dolor agudo, pero sent�a tanto placer al estar poseyendo al semental de
Antonio que no me import� que me acabaran de desgarrar el esf�nter.


Ahora Borja me agarraba por la cintura y, con su polla dentro
de mi culo, me balanceaba de adelante a atr�s en un mete-saca sincronizado:
cuando �l me la met�a, yo se la sacaba a Antonio, y viceversa. Yo dije que me
iba a correr, y Antonio, que es un vicioso, dijo que quer�a chup�rmela para
tragarse mi semen.


Como yo tambi�n quer�a volver a probar su polla, cambiamos de
posici�n: me sal� de �l (con Borja todav�a dentro de m�) y se puso tumbado boca
arriba con la cabeza debajo de mi polla, y yo a cuatro patas encima de la suya,
y con Borja meti�ndome cada vez m�s ca�a. Yo intu�a que se acercaba el momento
culminante, y que probablemente ser�a a la vez. Ahora Antonio estaba convertido
en un verdadero animal; me chupaba la polla con todas sus fuerzas, rasc�ndome
con su ment�n cuando se la sacaba de la boca, y agarr�ndole el culo a su
hermano, ayud�ndole a embestirme m�s fuerte y profundo. Yo estaba loco con la
enorme polla de Antonio, sujet�ndola por la base y subiendo y bajando la cabeza
para met�rmela y sac�rmela de la boca hasta donde pod�a, mene�ndosela y d�ndome
golpecitos con ella en la cara y en la boca, lami�ndole el capullo y sorbiendo
todo el l�quido preseminal, que estaba salado.


El primero en correrse fue Borja, que empez� dentro de mi
culo pero se sali� y me la puso debajo de los huevos, para que Antonio se
tragara su polla y la m�a a la vez. Antonio empez� a jadear y a gemir
profundamente, con mi polla y la de su hermano metidas en la boca. El notar las
vibraciones que produc�a su voz tan viril alrededor de mi capullo y sentir a la
vez la polla de Borja contra la m�a y mis huevos, llenos de su semen, me hizo
correrme. En cuanto Antonio not� toda mi leche saliendo de mi capullo, comenz� a
gemir m�s y a tragar como un desesperado: no quer�a dejar escapar nada. Por fin
se corri�: yo todav�a estaba soltando mi lefa en su garganta cuando me salpic�
de lleno en la cara.


Un segundo espasmo lleg� justo despu�s de retirarme un poco
m�s, y me salpic� el pecho. Antonio dej� de tragar y se sac� nuestras pollas de
la boca, mientras de su enorme rabo no paraba de fluir un r�o de semen que
bajaba por mi mano hasta su pubis y sus huevos.


Nos levantamos y nos abrazamos los tres, morre�ndonos y
mezclando nuestros jugos corporales por todo nuestro cuerpo. Nos metimos en la
ducha, nos lavamos, y nos dijimos que la cosa se repetir�a cuando quisi�ramos.
Todos est�bamos encantados. Aunque no dejaban de darme envidia, porque ellos
eran hermanos y pod�an tenerse en cuanto quisieran...


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Relato: Los Obreros
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