Relato: Incesto forzado... pero deseado (07)



Relato: Incesto forzado... pero deseado (07)

INCESTO FORZADO....PERO DESEADO (7)



Autor: Incestuosa




POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO



CAPITULO VII



Esa noche la pas� en vela y sin dormir casi nada, pues me
mantuve en ansiosa espera con los ojos pegados en la puerta de mi dormitorio
anhelando escuchar alg�n ruido que me indicara la deseada presencia de mi papi.
Pero para mi total y absoluta sorpresa nada sucedi�. Yo me preguntaba: �Ser�a
acaso que mi padre no ir�a la noche anterior al estudio? �Qu� por esa raz�n no
habr�a tal vez le�do los mensajes que le dej� puestos sobre la mesita del
ordenador? �No estar�a enterado a�n del telegrama que hab�a enviado mam�? �No
comprend�a que yo ard�a ya en deseos de ser penetrada por primera vez por su
largo y grueso pito? Toda esa serie de preguntas me causaban una desesperaci�n
tan grande que no sab�a realmente c�mo actuar. Finalmente y ya de madrugada me
qued� por fin dormida, y me tuve que ir a la escuela con unas ojeras de b�ho que
hasta mis amigas se burlaron de m�. Pero yo no les hac�a ning�n caso, pues me
hallaba tan ensimismada en mis pensamientos y deseos que parec�a no encontrarme
en este mundo.



Llegada la tarde y habiendo retornado a casa me fui
directamente hasta el estudio y pude comprobar que no hab�a ning�n papel sobre
la mesa. Revis� r�pidamente en el explorador los archivos utilizados el d�a
anterior, d�ndome cuenta que efectivamente mi papi s� hab�a le�do mi cuentito
corto que le dej� en la computadora la noche anterior. Constatar todo eso hizo
que volviera mi alma al cuerpo, pues ahora estaba totalmente segura de que mi
padre ya lo sab�a todo, y que tal vez era s�lo cuesti�n de esperar con paciencia
el momento en que �l se decidiera a ir hasta mi cuarto. Por esa raz�n me dediqu�
esa tarde a prepararme una suculenta comida para renovar mis fuerzas,
retir�ndome luego a dormir unas horas con el fin de estar lista para cualquier
novedad que se presentara durante la noche. Quiz�s dorm� unas tres o cuatro
horas, pues al despertar comprob� que mi reloj marcaba las 9 de la noche. Sal�
de mi habitaci�n con el prop�sito de hacer notar mi presencia; puse algo de
m�sica suave y me estuve un buen rato navegando en Internet hasta que dieron las
11. Considerando con prudencia que era ya momento de retirarme a mi dormitorio,
sub� las escaleras y entr� en mi cuarto dejando, al igual que la noche anterior,
mi puerta sin seguro.



Sinceramente me encontraba tan ansiosa que no sab�a c�mo
proceder; as� que me dispuse a desvestirme quit�ndome la falda, la blusa y el
sujetador, para quedarme �nicamente con las bragas puestas. Al contactar con mis
dedos la telita de la entrepierna de mi pantaleta pude darme cuenta de que me
hallaba toda mojada de all�, lo cual me indicaba el grado de excitaci�n que toda
aquella interminable espera me estaba produciendo. Yo no quise meterme a la
ducha queriendo precisamente mantener mi cuerpo con mis olores naturales,
sabedora de que a mi papi le encantaba eso de manera muy especial. Quer�a que
�l, si por fin se animaba, me encontrara sudorosa y con los aromas propios que
el ajetreo del d�a hab�a causado en mi cuerpo. Apagu� la luz de la l�mpara y me
recost� finalmente en la cama sin ponerme nada encima, con los brazos levantados
y eso s�, muy atenta a la blanca y alta puerta de mi dormitorio.



No pude saber con exactitud qu� hora era cuando escuch�
ciertos ruiditos de pasos tenues sobre la alfombra del pasillo. De inmediato y
en la misma posici�n que me encontraba entrecerr� los ojos para dar la impresi�n
de que dorm�a, pero dejando cierto resquicio entre mis p�rpados que me
permitiera observar todo lo que suced�a dentro de mi habitaci�n, pues mi vista
se hab�a acostumbrado ya a la penumbra. Casi enseguida o� que la puerta se abr�a
suavemente perfil�ndose en el umbral la figura de mi papi. Yo sent� una tremenda
sacudida de deseo y de brama que se manifest� en un incierto temblor a lo largo
de todo mi cuerpo, al pensar que al fin mis m�s caros anhelos ser�an pronto
gratificados con el m�s suculento de los bocado que una virgencita como yo
pudiese anhelar. En medio de todos aquellos sentimientos inconfesables que
hac�an latir mi coraz�n con una rapidez incre�ble, me mantuve quieta y en la
misma posici�n intentando dar la impresi�n de que me hallaba profundamente
dormida. Mi padre cerr� tras �l la puerta silenciosamente qued�ndose parado por
un par de minutos viendo hacia mi cama, como tratando de que sus ojos pudiesen
distinguir con mayor claridad mi figura recostada sobre el amplio colch�n.
Pasados esos instantes de incomparable suspenso lo vi por fin avanzar con
lentitud hacia mi cama, mientras yo sent�a que mis miembros ard�an, estremecidos
en una suerte de pasi�n que mi pobre lenguaje no podr�a transcribir aqu� con la
fidelidad debida.



Camin� luego hasta quedar justamente junto al borde de mi
cama, donde yo segu�a tendida boca arriba con la respiraci�n entrecortada viendo
su figura de pi� completamente desnuda que me observaba con escrutadora mirada
por largos minutos, como repasando sin denotar prisa alguna las curvas de mi
cuerpo desnudo, oculto solamente por la peque�a y rosada pantaleta en la
pudorosa regi�n de mi pubis inviolado. Ciertamente mi papi era un genio para
despertar en m� los mas ansiosos pensamientos de deseo y anhelo, pues en verdad
yo habr�a esperado una reacci�n muy diferente de su parte al entrar en mi
habitaci�n. Me supon�a por ejemplo una irrupci�n violenta y un accionar
desesperado, volc�ndose de inmediato encima de m� para atacar mi virginal
humanidad sin contemplaciones de ninguna especie, hasta lograr penetrarme y
desvirgarme all� mismo, con todo el deseo que su coraz�n y su sangre albergaban.
M�s por el contrario, de nueva cuenta comprobaba su perspicaz astucia y su
actuar controlado, seguramente tratando de propiciar en m�, en primer lugar, una
total confianza en �l, y por otro lado intensificar sin duda con su forma de
proceder mis m�s calientes e �ntimos deseos para explotarlos despu�s a su
completo antojo.



Pasados largos e interminables minutos en aquella actitud
contemplativa, por fin mi papi se anim� a arrodillarse sobre la alfombra con su
cuerpo pegado al borde de mi cama, para observarme ahora de cerca. Yo pod�a
sentir su agitada respiraci�n sobre mi piel desnuda, que por supuesto �l trataba
de controlar lo mejor que pod�a; aunque la que no pod�a controlarse era yo, que
no sab�a c�mo evitar que mi pecho no se agitara con fuerza ante la deseada
presencia de mi padre junto a m�. All� se mantuvo en la misma posici�n por largo
rato contemplando mis morbideces con exquisita calma, pero sin intentar tocarme
para nada, lo cual me llenaba a�n m�s de desesperaci�n, deseando con locura que
al menos tocase mi cuerpo para poder sentir sus manos calientes sobre mi
delirante piel. �Cu�nto tiempo pas� mi papi en esa deliciosa actitud de
observaci�n suspensiva? No lo s�, pero la verdad es que a m� me parecieron
siglos. Hubo un momento en que estuve inclusive tentada a abrir de repente mis
ojos y abrazarlo y subirlo a la cama para que me hiciera todo lo que yo
anhelaba, pero mejor me contuve, aunque con mucha dificultad, deseando que
realmente fuese �l quien llevase la iniciativa y actuara como quisiera.


Es probable que haya pasado por lo menos media hora para que
al fin diera muestras de querer iniciar algo. Pero lo que hizo me calent�
todav�a m�s de lo que ya estaba, pues acercando su cara a una de mis axilas
comenz� a inhalar el intenso perfume sudoroso que desped�a mi sobaco m�s cercano
a su nariz, sin tocar ni siquiera un mil�metro de mi piel. Yo sent�a que me iba
a morir de placer all� mismo, tratando de contener mis instintos de agarrar con
mis manos su tremendo pene, que aunque se hallaba fuera de mi vista, me
imaginaba ya enhiesto y parado en todo su esplendor. M�s sin embargo sab�a que
ten�a que mantenerme en ese supuesto estado de sue�o para que �l continuara con
toda calma y sin prisa alguna en su primer intento exploratorio de mi cuerpo.
Despu�s de intensos minutos de inhalaci�n axilar sent� cuando �l se puso
nuevamente de pie para luego subirse con suavidad a la cama, jugando con
inteligencia aquel delicioso jueguito que ya hab�amos pactado a trav�s de
nuestros escritos: yo haci�ndome la dormida y �l dando por sentado de que en
efecto lo estaba. En una actitud como de quien no quiere hacerse notar, mi papi
comenz� a deslizarse lentamente con sus rodillas sobre el colch�n hasta el otro
extremo de mi cuerpo, con la clara intenci�n de saborear esta vez los olores de
mi axila contigua, pero con el evidente deseo de no ser percibido, actuando como
si en verdad yo estuviese profundamente dormida.



Est� por dem�s decir que todo aquello me ten�a ya tan
enardecida que apenas si pod�a contenerme. M�s yo actuaba tambi�n de la misma
manera, siguiendo y llevando aquel exquisito momento hasta su m�s intenso
cl�max, esperando con ansias las primicias de los tocamientos de mi padre, quien
no parec�a tener ninguna prisa por iniciarlos. �l se mantuvo por largos minutos
casi con su nariz pegada a mi otro sobaco, sorbiendo y admirando la suave
pelusilla rubia que bordaba m�nimamente la blanca regi�n axilar que tanto le
agradaba oler, d�ndose el mejor banquete de su vida. Mientras tanto yo
permanec�a en la misma posici�n, tumbada boca arriba con los brazos en alto
sobre el colch�n y sin moverme para nada, dando realmente la impresi�n de
hallarme en el quinto sue�o. M�s por dentro estaba disfrutando hasta el delirio
de aquel ritual oloroso que mi padre ejerc�a sobre aquellas regiones escondidas,
sabedora de que en cualquier momento iniciar�a por fin la ansiada frotaci�n de
sus manos sobre mi vibrante piel. Cuando por fin se decidi� mi papi a abandonar
su oliente posici�n, advert� que ahora se iba colocando con lentitud justamente
frente a mis piernas; s�lo que esta vez pude sentir cuando coloc� la punta de
sus dedos sobre la parte superior del el�stico de mi pantaleta para despu�s
proceder a bajarlas suavemente, como si no quisiera perturbar mi "profundo
sue�o". Mientras me iba bajando lentamente la �nica prenda que ten�a puesta, yo
cooper� lo m�s que pude tratando de no hacer notar mi movimiento, pero eso s�,
levantando muy suavemente mis nalgas para que �l pudiese maniobrar con soltura
en aquel divino despojamiento que preced�a a la realizaci�n de mi m�s ardiente
sue�o.



Una vez que me la hubo quitado por completo, se dio a la
tarea de observar mi tri�ngulo prohibido con la mayor ansiedad, pero sin llegar
a�n a tocarlo. All� permaneci� por interminables minutos viendo aquella
deliciosa flor de primavera que brotaba entre mis piernas y que mostraba una
matita imberbe de vellitos rubio casta�o que tan preciosamente adornaban mi
exquisita regi�n p�bica. Acercando su nariz a mi rajita, se puso a practicar
ahora la consabida sesi�n de oler mis intimidades, absorbiendo con delectaci�n
el t�pico aroma que desped�a mi rec�ndita zona genital, en tanto ve�a c�mo
aspiraba con los ojos cerrados las delicias que expel�a mi hendidura del placer.
Yo aprovech� aquellos momentos para dirigir mi vista hacia su entrepierna,
descubriendo que tal como lo hab�a supuesto y justamente debajo de su vientre se
alzaba aquel feroz animal de enormes dimensiones que se destacaba imp�dico y
retador con la roja e hinchada cabeza hacia arriba, de donde ya flu�a el rico
licorcillo blancuzco que hab�a visto anteriormente cuando se masturbaba en el
service room. Pens� que mi papi se me acomodar�a all� mismo entre mis piernas y
comenzar�a el desarrollo del acoplamiento tan deseado por ambos; m�s estaba yo
muy lejos de imaginar sus planes. Teni�ndome totalmente desnuda y por completo a
su merced, era lo menos que pod�a yo pensar. No obstante, mi padre sigui�
oliendo mis intimidades sin siquiera tocarme, lo que me pon�a tan caliente que
comenc� a sentir c�mo me escurr�a el viscoso l�quido por las comisuras de mis
labios vaginales.



Despu�s de largos minutos de mantenerse en esa posici�n, vi
cuando �l se irgui� alejando su cabeza de mi entrepierna, para empezar a tocarse
�l mismo su gordo y largo pedazo de carne, iniciando una furiosa sesi�n
masturbatoria frente a m�, que desconcertada con su forma de actuar, s�lo me
quedaba observar fijamente sus calientes maniobras. �l frotaba su pito parado
con sus manos de arriba hacia abajo con una fuerza y velocidad brutales,
prodig�ndole a aquella vara del delirio los m�s fuertes jaloneos y apretones que
me hubiese imaginado. Permaneci� largos minutos manipulando aquel tremendo falo
endurecido mientras yo hac�a enormes esfuerzos por no agarrarlo con mis manos
all� mismo para al menos met�rmelo en la boca, ansiosa como me encontraba en
esos momentos tan sublimes por materializar mis tremendos deseos. Pero sab�a
tambi�n que ten�a que mantener la ecuanimidad para no entorpecer de ninguna
manera los �ntimos planes de mi padre, a quien observaba en esos momentos
completamente fuera de s�, punteando frente a mi desnudo cuerpecito aquel p�jaro
sin alas que ve�a crecer cada vez m�s como consecuencia de la brama que �l
estaba experimentando. No sabr�a decir con certeza cu�nto tiempo dur� todo eso,
pero lo que s� puedo asegurar es que mi papi estaba llegando al supremo momento
del cl�max, pues ve�a su cara totalmente extasiada escuch�ndole pronunciar
quedamente mi nombre repetidas veces, en tanto arreciaba sus acometidas manuales
con violencia sobre su pene enardecido, hasta que por fin comenzaron de repente
a brotarle los chorros de aquella blanqu�sima y espesa leche, la cual sent� muy
caliente cuando golpe� el centro de mis verijas y la imberbe vellosidad de mi
hendidura una y otra vez, como golpea el roc�o de la lluvia la tierra seca,
primero suavemente, para despu�s inundarla hasta dejarla mojada por completo.



Mi papi continu� apretando su hinchado y colorado pito con
las dos manos, movi�ndolo de un lado a otro sin cesar, hasta agotar la �ltima
gota de efluvios seminales que le sal�a de la punta inflada. Habiendo terminado
de venirse, �l acerc� sus manos hacia mis �ntimas regiones totalmente llenas de
gruesas gotas del precioso el�xir del deseo, y con la punta de uno de sus dedos
me lo fue embarrando en una suave y lenta aplicaci�n precisamente en toda mi
zona prohibida, quiz�s con la intenci�n de que yo sintiera por primera vez el
exquisito, tibio y pegajoso l�quido en la parte externa de mis intimidades.
Despu�s de acabar aquel ritual incre�ble �l se baj� de la cama sin preocuparse
de mi desnudez, dej�ndome sin pantaletas, y se alej� rumbo a la puerta. Vi y
escuch� cuando mi papi la abri� y sali� hacia el pasillo, cerr�ndola despu�s. Yo
me qued� por completo perpleja, pues en verdad me hubiese imaginado que podr�a
ocurrir cualquier cosa aquella noche, menos lo que acababa de suceder. Pero me
puse a pensar que tal vez todo aquello era tambi�n parte del plan de juegos de
mi papi, y aunque no estaba muy de acuerdo con la manera en que �l estaba
manejando las cosas, no ten�a m�s remedio que aceptarlas, so pena de echarlo
todo a perder. Quiero confesar aqu� que despu�s de varios minutos de permanecer
pensativa por lo que acababa de suceder y sinti�ndome un poco frustrada,
sinceramente tuve deseos de levantarme, salir de mi cuarto e irrumpir yo misma
en la habitaci�n de mi padre, con el fin de que me cogiera y me hiciera lo que
tanto anhelaba all� mismo en la soledad de su propio cuarto. M�s insegura como
me hallaba despu�s de todos los hechos, la verdad no tuve el valor de hacerlo,
aunque no fue precisamente por falta de calentura.



As� que no me qued� m�s remedio que comenzar a explorar con
ansiedad mi anegada regi�n p�bica, la cual se hallaba totalmente inundada del
tibio semen que mi papi me hab�a tallado con sus dedos, el cual fui tomando como
pude con mis dedos y me lo llev� a la boca una y otra vez con la placentera
intenci�n de saborear por primera vez la leche de un hombre. Sinceramente me
deleit� al m�ximo con aquel n�ctar blancuzco y salino que brot� de las
profundidades de los huevos de mi amado papito, no dejando absolutamente nada de
leche sobre mi humedecida pelvis, m�s que una pegajosa capita sobre las
intimidades de mi piel, muy parecidas por cierto a la forma como queda el
pegamento cuando se pegan las piezas de madera. Todo aquello me caus� una brama
tan intensa que tuve que masturbarme posteriormente con una furia tan fren�tica
y salvaje, que permanec� casi durante toda la noche en esa suerte de acto
propiciatorio del auto placer, intentando desde luego compensar y a�n paliar la
falta del pene de mi papi dentro de mi ardiente bollito, que ansioso se abr�a
imp�dico ante las serpenteantes acometidas de mis dedos, que lo atacaban
meti�ndose con brutalidad pasmosa, hasta que me vine una y otra vez tan
intensamente que no s� cuantos orgasmos tuve ni a qu� horas me qued� dormida,
ahora s� de verdad.



Tuve que hacer un gran esfuerzo para levantarme de la cama e
ir a la escuela al d�a siguiente, pues me sent�a tan desvelada y con el cuerpo
tan adolorido por la intensiva sesi�n masturbatoria de la noche anterior que
francamente no ten�a ganas de nada. Las clases se me hicieron eternas esa ma�ana
y s�lo deseaba que llegara la hora de regresar a casa para dormir una siesta.
Cuando por fin sal� de clases me apresur� a irme a casa, subiendo r�pidamente
hasta mi dormitorio sin haber comido nada, y tir�ndome en la cama as� vestida
como hab�a llegado, me qued� dormida de inmediato. Yo no s� si estar�a so�ando o
no (tan profundo era mi estado), pero inconscientemente sent�a como que mov�an y
remov�an insistentemente mi cuerpo de la cama. Tambi�n alcanzaba a registrar en
mi inconsciencia lo que parec�an ser ciertos tocamientos suaves en mis regiones
prohibidas, algo parecido a ciertas manipulaciones sobre mi piel �ntima; era
como si alguien estuviese tratando de abrirme las piernas, intentando a la vez
mover y acomodar mi cuerpo de alguna forma sin conseguirlo del todo. En el
estado de sue�o y el sopor tan profundo en que me hallaba yo quer�a como
despertar, pero el cansancio tan intenso me lo imped�a. En cierto sentido no di
importancia a todo aquello y me volv� a sumir en el estado de �xtasis que se da
cuando una no puede despertar a la vigilia.



Creo que deb� haber dormido unas cinco o seis horas,
sinti�ndome realmente mejor cuando abr� los ojos. Ech� un vistazo a mi reloj de
pulsera y vi que ya casi era la media noche, por lo cual pens� en bajar hasta la
cocina a prepararme algo de comer, pues me sent�a m�s hambrienta que nunca. Pero
al estar desperez�ndome para abandonar la cama not� que me hallaba sin la falda
ni la blusa ni el sujetador, y que solamente ten�a puesta la braguita, aunque
�sta se hallaba desacomodada, como si me la hubiesen puesto despu�s de hab�rmela
quitado. Record� que yo me hab�a echado en la cama con todo y uniforme, tal y
como hab�a llegado de la escuela. En esos instantes comprend� que mi papi hab�a
vuelto a hacer de las suyas con mi cuerpo, s�lo que en esta ocasi�n yo no hab�a
participado de sus calientes maniobras, pues realmente me hallaba profundamente
dormida. Sonre� al pensar que despu�s de todo las cosas no caminaban nada mal;
pero al mismo tiempo me sent� de nuevo frustrada por no haber estado en mis
cinco sentidos durante todos esos instantes deliciosos en que mi padre se hab�a
dado vuelo y revuelo con mis intimidades, disfrut�ndome como quiso, sin que yo
pudiese ser part�cipe del jueguito. As� que de inmediato me despoj� de mis
pantaletas y me di a grata tarea de comenzar a revisar mi tri�ngulo p�bico y las
regiones escondidas entre mis piernas, con el fin de descubrir las huellas que
debi� haber dejado mi papi despu�s de haberse saciado a su antojo con mi cuerpo
dormido pero desnudo. Descubr� que en efecto hab�a abundantes restos de esperma
seco sobre mi piel, sobre mis suaves vellitos y sobre gran parte de mis piernas.
M�s a�n, ten�a leche regada hasta la altura de mi ombligo, lo cual me dec�a que
mi papito hab�a vuelto a embarrarme con sus dedos su lechita, desliz�ndola a lo
largo de mis zonas secretas mientras dorm�a. Un pensamiento asalt� de pronto mi
mente, oblig�ndome a ir m�s all� en mi escrupuloso escrutinio corporal: �Y si mi
papi me hab�a cogido sin que yo me diera cuenta de nada? Me dec�a para mis
adentros que eso s� ser�a para m� una total decepci�n, ya que yo quer�a sentir
la desfloraci�n tal y como era. As� que r�pidamente me puse a revisarme el
interior de mi hendidura, sin hallar en realidad rastro alguno de semen, y sin
sentir escozor alguno. Comprob� con alivio que mis partes m�s �ntimas se
hallaban completamente secas, sin rozaduras ni se�al alguna de haber sido
violadas. Todo eso me tranquiliz�, siendo para m� tambi�n un indicador de que mi
papi supo manejar el asunto aguant�ndose, pues de seguro �l se dio cuenta de que
yo en realidad dorm�a, no queriendo desvirgarme en ese estado.



Habiendo acabado la revisi�n de mi cuerpo me baj�
apresuradamente hacia la cocina, me prepar� algo de comer y una vez saciada el
hambre, de nuevo retorn� a mi habitaci�n, no sin antes meterme en la ducha para
limpiar los restos de leche sobre mi cuerpo, y de paso, reconfortarme con el
agua fr�a. Como no ten�a sue�o, me mantuve recostada sobre mi cama con la idea
fija de que quiz�s mi padre pudiese regresar esa misma noche a mi dormitorio
para hacerme lo que tanto anhelaba. Pero una vez m�s la noche transcurri� sin
novedades, hasta que por fin, habiendo perdido las esperanzas, volv� a dormirme
de nuevo. Al d�a siguiente me levant� y como siempre me fui a la escuela. Cuando
regres� a casa mi curiosidad me llev� hasta el estudio para ver si encontraba
alguna pista que me permitiera saber, no sab�a c�mo, qu� era lo que pap� estaba
pensando hacer conmigo, pues sinceramente estaba tan deseosa de ser penetrada ya
por �l que apenas si pod�a contener mis ansias de ped�rselo personalmente. Me
sent� frente al ordenador y me puse a revisar todo, sin hallar realmente nada
que me indicara en lo m�s m�nimo lo que tramaba mi padre. Despu�s de estar
durante un par de horas navegando por Internet me gan� el aburrimiento y decid�
ir a comer algo hasta la cocina. Mientras com�a pensaba que toda la situaci�n,
tal como se estaba presentando, ya se estaba convirtiendo como en una locura
para m�, pues deseaba con tanto ardor la penetraci�n y mi desfloraci�n que
sent�a c�mo esa urgencia se manifestaba en lo m�s rec�ndito de mis entra�as,
d�ndome cuenta que constantemente me hallaba humedecida de all� abajo por la
tortura que significaba para m� el pensar solamente en el momento anhelado, pero
sin encontrar hasta ahora el paliativo definitivo que calmara mis ansias.
Resignada pero finalmente animada con el pensamiento de que en cualquier momento
aquello podr�a ocurrir, me fui hacia mi dormitorio con la idea de recostarme un
momento para seguir pensando en todas aquellas delicias que yo sab�a que el
destino me ten�a reservadas, y que seguramente pronto habr�an de hacerse
realidad.



Ser�an aproximadamente las once de la noche cuando escuch�
los suaves pasos sobre la alfombra del pasillo que se dirig�an hacia la puerta
de mi dormitorio. Inmediatamente hice a un lado la revista que estaba hojeando y
cerr� los ojos para dar la impresi�n de que dorm�a, pero atenta a todo lo que
ocurriera, lo cual me pon�a en un estado de dulce tensi�n. Advert� que a�n me
hallaba con el uniforme de la escuela puesto, pero de inmediato descart� que
aquella circunstancia pudiese ser un impedimento para mi papi, pues record� que
la noche anterior me hab�a despojado por completo de mis ropas, incluso hasta de
mis pantaletas. As� que haciendo a un lado todo tipo de barrera mental me
dispuse a disfrutar intensamente del momento sublime que se avecinaba,
permaneciendo quietecita, as� como estaba boca arriba sobre el colch�n de mi
cama. Como las luces se hallaban encendidas pude ver la figura de mi padre
atravesar el umbral cerrando la puerta tras �l. Observ� que se qued� parado
mir�ndome fijamente, como tratando de darse cuenta si realmente dorm�a o no,
(aunque poco despu�s supe que eso en realidad no le importaba), procediendo
luego a apagar el bot�n de la luz dejando mi cuarto en penumbras. Como yo hab�a
visto que �l se hallaba solamente en trusas, pude observar de reojo aquel
tremendo bultote que ya formaba su verga debajo de la tela de su calz�n y que se
revelaba como se vislumbra una monta�a en el horizonte, el cual apenas si pod�a
contener el revoltijo de carne endurecida que ocultaba. Los estremecimientos de
intenso placer y deseo no se hicieron esperar a lo largo de todo mi cuerpo,
sintiendo c�mo una especie de cosquilleo me recorr�a desde la cabeza hasta los
pies avanzando por tuda mi espina dorsal, de tan s�lo pensar en que esa pod�a
ser la noche de mis sue�os.



Despu�s de algunos minutos de espera pude sentir la cercan�a
del cuerpo de mi papi y su inocultable aliento, al arrodillarse sobre la
alfombra junto a mi cama, comenzando a despojarme poco a poco y sin ning�n
miramiento de mi faldita corta. Luego de que me la hubo quitado, con gran
cuidado empez� a desabotonar mi blusa blanca, la que con escrupulosos
movimientos me fue sacando con una maestr�a indescriptible, para despu�s
centrarse justamente en el brochecito frontal de mi sujetador, que de inmediato
cedi� ante el fino movimiento de sus dedos. Yo apreciaba en gran manera la forma
en c�mo �l conoc�a a la perfecci�n d�nde maniobrar sobre la tela para quitar
cada una de mis prendas interiores, pues luego de haberme quitado el sost�n, se
centr� por fin en mis calzones, los cuales comenz� a retirar de mi cuerpo hasta
que qued� total y absolutamente desnuda ante su enfebrecida vista. Para esos
momentos ahora s� ya no ten�a ninguna duda de que �sta ser�a mi gran noche, ya
que eso lo pude comprobar enseguida al sentir c�mo mi papi se sub�a r�pidamente
a la cama y comenzaba a abrir mis piernas como si �stas fuesen una tijera,
dejando al fin mi hoyito virgen a su total disposici�n. Yo trataba de relajarme
lo m�s que pod�a con el coraz�n latiendo a mil por segundo pero con la firme
intenci�n de no dejarlo escapar esta vez, pues estaba segura de que si no me
cog�a esta noche, quiz�s morir�a al d�a siguiente de deseo insatisfecho. Y tal
como lo pensaba, la hora de la verdad, de mi verdad, hab�a llegado por fin, pues
pude apreciar cuando mi padre, en un acto esplendorosamente ardiente para m�, se
quit� con rapidez sus propios calzones dejando al descubierto el largo y grueso
pene de mis ansiedades, el cual blandi� como una bayoneta endurecida con sus
manos para dirigirlo con presteza hacia la entrada de mi chochito ya totalmente
h�medo de savia.



Sent� con claridad cuando �l me acomod� la punta de la roja
cabeza de su tremendo falo en la mera puerta de mi cuevita inexplorada. En ese
momento experiment� por fin la regia vitalidad y el sutil encanto de aquel
ansiado regalo que tantas promesas mentales me hab�a prodigado, pero que ahora,
habiendo llegado el supremo y esperado instante, por fin tocaba a mi puerta por
primera vez, la cual se abri� enseguida de par en par ante aquel visitante tan
esperado y tan anhelantemente deseado, para que entrara primero al recibidor y
despu�s se metiera hasta la cocina, como entra una persona a su propia casa, con
tanto gusto, despu�s de haber permanecido mucho tiempo fuera de ella. La
anchurosa cabeza de su verga por fin se abri� paso entre mis virginales labios
provoc�ndome un estremecimiento de placer que est� por dem�s describir, pues eso
no puede decirse con palabras humanas. El esperado visitante se qued� quietecito
en la entradita, como oteando hacia el interior y como intentando descubrir el
principio del laberinto �ntimo del pasadizo secreto que ahora explorar�a sin
impedimentos. Instantes despu�s acometi� de nuevo con fenomenal sa�a ingresando
un tercio de carne entre los plieguecillos remojosos de mi vulva ansiosa, que me
hicieron emitir un espeluznante grito de dolor. Pero el primario grito fue
acallado de inmediato por otro grito a�n m�s fuerte y desgarrador al sentir c�mo
mi papi me empujaba su fenomenal miembro hasta la mitad de un s�lo golpe. Yo
arque� de enseguida mi cuerpo hacia arriba en un reflejo impulsivo que intentaba
ayudar en algo su acometida definitiva. Y ciertamente que ese movimiento ayud�
en mucho la brutal penetraci�n, pues casi de inmediato y sin tomar respiro mi
papi volvi� a empujarme aquella enorme verga hinchada hacia adentro de mi
cuevita, metiendo de un jal�n tres cuartas partes de su incomparable pito, el
cual sent�a c�mo me iba destrozando las sonrosadas paredes de mi chochito
intacto, que ahora se abr�a m�s y m�s ante la intrusi�n devastadora de aquel
animal enfurecido que no quer�a detenerse ni por un instante en su labor
perforatoria.



Cuando mi papi dio el �ltimo empuj�n meti�ndome por completo
su daga inflamada hasta los huevos, ah� s� que no pude contener m�s mis gritos y
lloriqueos, pues sent�a c�mo me iba partiendo en dos, en tanto que de lo m�s
profundo de mis caderas se manifestaba un dolor tan intenso e insoportable que
creo que perd� el sentido por algunos minutos. Cuando recuper� por fin la
conciencia mi papi me ten�a ya completamente atravesada con aquel largo y negro
ca��n del deseo que por tantas y tan largas noches de insomnio hab�a anhelado,
movi�ndose como un loco de adentro hacia fuera y de adelante hacia atr�s,
metiendo y sacando su enorme instrumento de mis entra�as una y otra vez, todo
sudoroso, en tanto profer�a gemidos de placer que no pod�a ocultar, pronunciando
sin cesar y en diminutivo mi nombre; mientras yo, con los ojos completamente
abiertos, disfrutaba de aquel empalamiento de carne que tanto dolor me causaba.
Fue por ello que le dije, sin poder evitarlo:


-Ayyy, noooo.... papito...me duele....me duele
mucho...s�camela...por favor...ayyyy....


-No...Dianita...aguanta...aguanta...aguanta lo m�s que
puedas...porque no te la voy a sacar....y menos ahora....


-Ayy...nooo....s�camelaaaa....es que siento que.... me voy a
morir.....


-No te morir�s, Dianita....t� ya la puedes aguantar...la
tienes perfecta para eso....s�lo si�ntela...siente el
dolor...si�ntelo.....porque eso es parte de la desfloraci�n....


-Ay pero es que....la tienes demasiado grande y gruesa,
papi....siento que no la aguanto m�s....ayyyy.....s�camela por favor...


-No....no te la sacar�...esto es lo que quer�as, no?....pues
ahora agu�ntate...disfruta la verga....disfr�tala toda adentro....que yo s� que
esto te gusta....


-Ayyy...noooo...papito,,,,me vas a matar...s�camelaaa...


En vez de atender mis angustiosas peticiones y mis intensos
lloriqueos de ni�a, mi papi sigui� efectuando sobre mi abierta y rota rajita
aquellas brutales embestidas como si fuese un gara��n que se est� cogiendo a su
yegua favorita, pues sin piedad ni consideraci�n alguna hacia mis urgentes
reclamos, arremet�a ahora con mucho m�s fuerza y violencia sobre el hueco de mi
entrepierna, atraves�ndome una y otra vez con su tremenda vara de la muerte que
a cada instante sent�a crecer m�s dentro de mis entra�as ensangrentadas,
reclamando con sus penetrantes punzadas de carne caliente aquel territorio
inviolado como suyo mediante los tremendos movimientos de vaiv�n que realizaba
sobre mi fr�gil cuerpo.



Al comprender que �l no cejar�a de ninguna manera en su
empe�oso accionar adentro de mi ahora desflorado bollito y en un gesto de
abandono y resignaci�n, me acomod� lo mejor que pude debajo de su cuerpo con el
fin de compensar de alguna manera el dolor tan tremendo que estaba sintiendo. Y
esta medida dio resultado, ya que al paso de los minutos aquellos intensos
estertores de dolor se fueron transformando poco a poco, en la medida en que su
verga entraba y sal�a con m�s fuerza y violencia de mi abierta hendidura, en
sensaciones por dem�s placenteras que se fueron acrecentando lentamente hasta
convertirse en urgentes ansias de placer y de deseo que me hicieron repegar con
fuerza mi culo sobre sus huevos, en un intento por lograr una penetraci�n m�s
profunda y feroz, que se fue haciendo poco a poco m�s intensiva y gratificante,
hasta que al cabo de algunos minutos nos hall�bamos los dos sumidos en un
fren�tico baile sexual tan caliente que hizo que nos vini�ramos al mismo tiempo
varias veces explotando como dos bombas autom�ticas encendidas, profiriendo al
un�sono una sarta de gritos de brama y de placer que debieron escucharse hasta
las casas vecinas.



Pero mi padre no estaba dispuesto, ni yo tampoco por
supuesto, a acabar nuestro deseado acoplamiento con los primeros orgasmos de la
noche, as� que sin sacarme el inflamado y duro palo de adentro de mi desvirgado
conducto, que ahora se hallaba totalmente invadido de una mezcolanza de semen
revuelto con sangre que invitaba a la repetici�n de aquel singular ayuntamiento
entre padre e hija, y sin sacarme la verga de adentro, me fue acomodando de tal
forma hasta que logr� levantar mis dos piernas hacia arriba para que fuesen a
descansar sobre sus anchos hombros. Una vez teni�ndome dispuesta y como �l
quer�a, comenz� de nuevo a empujar de adentro hacia fuera aquella tranca del
delirio que de nuevo empez� a hincharse a�n m�s de lo que ya estaba, acometiendo
con incomparable frenes� mi tierna papayita ansiosa de m�s carne, mientras
entraba y sal�a de mi adolorido laberinto color de rosa ahora manchado de rojo
por la brutal rotura de que hab�a sido objeto, todo lo cual me enardeci� de
nueva cuenta iniciando calientes movimientos de mi grupa hacia los lados y sobre
su pubis para incrementar el gozo de aquella pasi�n incestuosa.



Cuando nos encontr�bamos totalmente extasiados en medio de
delirantes empujones de su verga adentro de mi rajadita, �l vini�ndose con
abundancia dentro de mi ah�ta conchita y yo desfog�ndome en un apasionado y
m�ltiple orgasmo que me hac�an ver el cielo, escuchamos de pronto el ruido
violento de la puerta de mi cuarto, que se abri� de un solo golpe, como si
alguien la hubiese pateado con fuerza. Aquel ruido ensordecedor hizo que de
inmediato y en una reacci�n l�gica los dos volte�ramos con sorpresa hacia la
puerta de la habitaci�n, cuya luz se encendi� de pronto dejando ver en todo su
esplendor el espect�culo de nuestros cuerpos trenzados y completamente desnudos
en el centro de mi cama: Mi padre encima de m�, con mis piernas sobre sus
hombros y con su verga metida en mi chochito hasta las cachas; y yo abrazando
con fuerza con mis piernas entrelazadas la parte trasera de su cuello, repegada
a aquel falo desgarrador que me ten�a atravesada de cabo a rabo.



Un grito de espanto escap� al mismo tiempo de nuestras
gargantas al ver la figura de mi madre que se perfilaba en la puerta con dos
maletas en la mano, mientras nos miraba con ojos de incredulidad y gruesas
l�grimas de decepci�n resbalaban por sus mejillas.



No hubo m�s palabras qu� decir....ni tampoco qu� contar.



FIN DEL RELATO.



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Relato: Incesto forzado... pero deseado (07)
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