Voy a empezar present�ndome, me llamo Gladys, soy viuda hace mas de 10 a�os, tengo 65 a�os, vivo en Barcelona, y soy colombiana. En una pagina de conocer gente, empec� a hablar con un se�or argentino residente en Madrid, muy agradable, tiene 54 a�os y vive con su hija, es un hombre muy simp�tico y educado, sabe muy bien como tratar a una mujer. Con mi sobrina quisimos ir a ver una obra de teatro que por no se que raz�n no la trajeron a Barcelona y decidimos ir a verla a Madrid, y as� tambi�n conoc�a a Eduardo, que as� se llama ese hombre. Cuando nos fuimos a Madrid, quedamos de encontrarnos los tres, los saludos de rigor, pero nunca pens� que Eduardo fuera as�, no es un hombre alto, mide un metro setenta, y yo uno cincuenta y cinco, pero es muy musculoso, con un cuerpo muy bien mantenido a pesar de su edad, no es el cl�sico cincuent�n de barriga abultada y dej�ndose llevar sin remedio a la vejez, �l no, el tenia una espalda recta muy ancha, sin barriga, por el contrario, un estomago como de piedra, unos brazos que daban escalofr�os por los m�sculos que tiene, realmente tanto a mi sobrina como a mi nos hab�a gustado much�simo, aparte de ser un caballero. Vimos la funci�n, Eduardo sentado a mi lado, jamas hizo nada fuera de lugar, yo estaba encantada con ese hombre, cuando salimos nos invito a cenar y despu�s nos dijo que fu�ramos a dormir a su casa, nosotras nos miramos y dijimos que si. Cuando llegamos su hija no estaba, hab�a ido a casa de una amiga a pasar el fin de semana. Entramos, el abri� una botella de vino y estuvimos bebiendo y conversando muy a gusto, hasta que Eduardo dijo que �l dormir�a en la habitaci�n de su hija y mi sobrina y yo en su cama, ya que en la otra habitaci�n, el tiene su gimnasio particular, con mi sobrina dijimos que no, que �l no pod�a dormir incomodo y bajo promesa solemne de que se iba a portar como un caballero, yo dormir�a con �l. Eduardo nos dio unos pijamas de su hija que es una ni�a grande, a mi sobrina le qued� muy bien, pero a mi me quedo enorme, nos re�mos de mi apariencia y nos fuimos adormir. Yo estaba muy nerviosa porque desde la muerte de mi marido nunca mas hab�a dormido con ning�n hombre ni hab�a vuelto a tener relaciones con nadie, "vas a estar c�modo as�?", le pregunte viendo que �l no estaba acostumbrado a dormir de pijama, pero no me atrev� a decirle como dorm�a, "si, no te preocupes, solo te voy a pedir una cosa, que te quites los calcetines, es que me da cosa si me tocas con tus pies y los calcetines puestos", me pidi�, yo me quit� los calcetines y nos metimos en la cama, "sabes una cosa Eduardo?, que desde que muri� mi marido eres con el primer hombre que voy a dormir", le dije sin saber porque lo hab�a dicho, "me podr�as abrazar?", le dije t�midamente, "va a ser un placer, Gladys", me dijo d�ndose vuelta y pasando uno de sus formidables brazos por encima mio y yo sin darme cuenta pegu� mi cuerpo al suyo, metiendo mis pies entre sus piernas, "estas c�modo Eduardo?", le pregunte, y �l pegando su cuerpo mas contra el mio, me dijo que si, yo estaba muy nerviosas, notaba la verga de Eduardo contra mi culo, no le ten�a dura, pero se notaba de buen tama�o, su brazo descansaba sobre una de mis tetas, pero era con tanta inocencia que no dije nada, me gustaba sentir eso, remov� mi culo contra su verga y el la aplast� mas contra mis nalgas, ah� sent� como se le estaba poniendo dura, su mano acarici� t�midamente mi teta, haciendo que suspire de placer, los nervios hac�an que mi cuca se empiece a mojar, �l mov�a muy suave su verga contra mi culo, haciendo que note como se estaba poniendo, "Eduardo, yo te gusto?", le pregunte sintiendo que su verga estaba bien dura contra mis nalgas, el me tom� de mi hombro d�ndome la vuelta hacia �l y me dio un beso en la boca metiendo su lengua, yo lo abrac� y respond� el beso, hac�a mas de diez a�os que no estaba con un hombre y notaba que su verga era como la de mi marido, grande, gruesa, esa verga que me hab�a echo delirar de placer entrando en todo los agujeros de mi cuerpo, cuando nos besamos, sus manos empezaron a meterse dentro del pijama agarrando mis tetas, las tengo grandes y ca�das por la edad, que placer sentir esas manos fuertes acariciando mis tetas, el medio que se subi� sobre mi y su manos dejando mis tetas se meti� dentro del pantal�n buscando mi cuca, que yo me sent�a muy avergonzada ya que no me la hab�a depilado, la ten�a muy peluda ya que nadie la visitaba, mientras mi mano buscaba su verga, nos desnudamos casi arranc�ndonos la ropa, cuando le vi la verga a Eduardo, me hizo acordar a la de mi marido, y sin pensarlo me lleve a la boca empezando a mam�rla, que delicia de verga, poder lam�rla, chuparla, mientras el met�a sus dedos en muy mojada cuca, el con su mano libre me cogi� de la cabeza y empez� a meter y sacar su verga de mi boca, la llevaba hasta mi garganta haciendo que tenga arcadas, me sac� la verga de la boca y me hizo acostar boca arriba, el acomodo su verga en la entrada de mi cuca y me la empez� a meter, despacio, muy despacio, yo sent�a como mi cuca se abr�a para comerse esa hermosa verga, estaba en la gloria con semejante verga metida hasta el fondo de mi cuca, me empez� a follar, despacio, muy despacio hacia entrar y salir su verga de mi cuca arrancando gemidos de placer de mi boca, Eduardo me follaba como lo hac�a mi marido, despacio, disfrutando cada cent�metro que hac�a entrar y salir de mi, yo estaba en la gloria disfrutando esa verga, hasta que me saca la verga y se mete en mi peluda cuca y empieza con su lengua a darme placer, yo no quer�a gritar sabiendo que mi sobrina estaba en la otra habitaci�n, pero estoy segura que se dio cuenta que Eduardo me estaba follando, ya que no pod�a dejar de gemir de placer, siento su dedo dentro de mi cuca y despu�s entrando en mi ano, yo levant� mas la piernas y �l meti� todo el dedo en mi ojete haciendo que suspire de placer de nuevo, "por mi culo, m�tela por mi culo como me la met�a mi marido", le dec�a yo levantando bien mis piernas y ofreci�ndole mi ojete para que meta toda su verga en mi culo, el me cogi� de una pierna levantando mas mi espalda y con la otra mano apoyo la cabeza de su verga en mi ojete haciendo fuerza y que me empiece a entrar, ah� si que no pude aguantar el grito de placer y dolor al sentir la verga de Eduardo abriendo mi culo como lo hac�a mi marido cuando me follaba el tambi�n el por atr�s, yo con mi manos abr� mis nalgas todo lo mas que pude sintiendo como la verga de Eduardo me abr�a de nuevo mi ojete hasta tenerla toda dentro de mi culo, yo ten�a los ojos cerrados disfrutando de semejante verga, sintiendo como entraba y salia de mi ojete, despacio, con cuidado de no hacerme da�o, como lo hac�a mi marido, parec�a que estaba follando con mi difunto esposo, Eduardo me empez� a lamer los dedos de mis pies y a meter sus dedos en mi cuca, eso jamas me lo hizo mi marido, pero me dio tanto placer que volv� a gemir con mucha fuerza, ya no me importaba que mi sobrina me escuche que estaba follando, el entraba y sal�a de mi ojete haciendo que disfrute lo indecible, yo estaba tan mojada que sent�a mis propios jugos deslizarse de mi cuca entre los dedos de Eduardo, el la met�a y la sacaba mas r�pido, mas fuerte, yo sent�a que me corr�a con su verga follando mi culo y sus dedos dentro de mi cuca, hasta que Eduardo empieza a llenarme los intestinos de leche, sent�a sus chorros fuertes, potentes golpeando contra las paredes internas de mi ojete, esa leche caliente que hac�a muchos a�os que no sent�a y cuando me empiezo a correr doy tal grito de placer, que no me importo nada, me estaba corriendo con una buena verga en mi ojete como hacia mas de diez a�os que no lo hac�a, Eduardo y yo temblamos de placer, �l con su verga metida hasta el fondo de mi culo y yo con los ojos cerrados sintiendo como palpitaba esa hermosa verga dentro, metida hasta sus huevos en mi ojete, hasta que sentimos golpes en la puerta, "t�a, estas bien, por que gritas?", me dijo mi sobrina, "estoy mejor que nunca", le respond� riendo, y as� nos dormimos con Eduardo, abrazados, desnudos, con mi culo lleno de su leche, y a la ma�ana cuando nos despertamos volvimos a hacer el amor con ese hombre maravilloso, que me dijo que lo visitara mas seguido, cuando quiera y por el tiempo que quiera que me quede en su casa. Cuando nos levantamos mi sobrina nos miro y bajando la cabeza se sonre�a d�ndome su aprobaci�n por lo que hab�a echo con Eduardo.

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