POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO

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Cuando mi madre me dijo que tendr�a que quedarme sola por
varias semanas en casa a causa de un largo viaje que ella emprender�a con motivo
de su trabajo de ejecutiva de una importante empresa, a mi no me gust� la idea
en lo absoluto. Y no es que fuera especial en esas cosas; lo que ocurr�a en el
fondo es que mi padre, a espaldas de mam�, me hab�a perturbado y molestado en
diversas ocasiones siendo una ni�a de entre diez y doce a�os, y ahora que
recordaba aquellas experiencias nada gratas para m�, �stas me produc�an
interiormente un rechazo total hacia �l, que era un hombre demasiado libidinoso
y caliente que siempre hab�a intentado, siendo ni�a, tocarme mis partes �ntimas,
subirme a sus piernas, o hacerme cosas de ese tipo que a mi no me gustaban para
nada. Incluso en varias ocasiones, sin que �l se diera cuenta, yo lo hab�a
encontrado revisando mi ropa sucia buscando mis pantaletitas usadas; y m�s de
una vez le sorprend� en mi rec�mara oliendo prendas �ntimas m�as como braguitas
o sostenes, y otras revisando vestiditos m�os que me acababa de quitar, prendas
que �l ol�a de manera especial en esa parte que quedaba debajo de mis brazos;
esa regi�n de tela sudada y olorosa que yo me daba cuenta que le atra�a mucho,
todo lo cual me causaba molestia, aunque jam�s me atrev� a confi�rselo a mam�
por alg�n temor que hasta ahora ignoro. Y ahora, dos a�os despu�s, cuando estaba
a punto de cumplir los catorce a�os y creyendo que todo eso ya hab�a quedado en
el olvido, y todo porque mi madre no quer�a (ni yo tampoco) que dejara de
asistir a la escuela, me ve�a obligada de manera indirecta a quedarme con pap�,
que era el �nico familiar que ten�a, lo cual no pod�a impedir por ning�n medio.

Yo lamentaba muy dentro de m� el no haber revelado antes a mi
madre todas esas cosas que yo sab�a, que yo hab�a visto e incluso sentido con mi
padre; las perturbaciones de que era yo objeto por parte de �l y, en fin, que
por el momento no ten�a otra opci�n m�s que aceptar quedarme solita con �l.
Llegado el d�a mi madre se despidi� de nosotros y enseguida parti� para Europa
en compa��a de un grupo de compa�eros de trabajo. Esa misma tarde decid� que
tratar�a de evitar a toda costa y lo m�s posible el contacto con pap�, por lo
cual procuraba regresar de la escuela m�s tarde que de costumbre; y aunque �l
tambi�n trabajaba largas jornadas, casi siempre estaba en casa a eso de las ocho
de la noche y los fines de semana.

Los primeros d�as fueron muy dif�ciles para m� pues me sent�a
sola y desprotegida, y tambi�n comenc� a experimentar un extra�o malestar como
de sentirme amenazada; ya que ten�a temor de que en cualquier momento pudiera mi
padre irrumpir en mi habitaci�n mientras dorm�a y violarme despiadadamente sin
que yo ni nadie pudiera evitarlo. Todo ello empez� a producirme una desmejora en
mi �nimo y mi aspecto que mis amigas comenzaron a notar de inmediato. Yo les
dec�a que �ltimamente no me hab�a sentido bien, que extra�aba la presencia de
mam� y en fin, de que no com�a bien a causa de sentirme sola.

Pasaron los d�as sin que en realidad mi padre diera muestras
de interesarse lo m�s m�nimo en m�. Cuando coincid�amos en casa algunas noches o
bien los fines de semana, inclusive me daba cuenta de que �l evitaba encontrarse
conmigo, ya que me evad�a o bien se sal�a con sus amigos a distraerse. Hab�a en
nuestra casa una se�ora de edad mayor que se encargaba de los quehaceres, pero
ella se retiraba por las tardes, y entonces yo me quedaba sola y triste, sin
ninguna compa��a. Trataba de ocuparme en mis trabajos escolares y en algunas
ocasiones invitaba a amigas a ver televisi�n o a hacer las tareas en equipo.
Hab�an transcurrido unos diez d�as desde la partida de mam�, cuando cierta tarde
que regres� de la escuela, algo cansada, me retir� a mi habitaci�n y me qued�
profundamente dormida. Cuando despert� me dieron ganas de ducharme y bajar a
comer algo a la cocina. Pero al estar desnud�ndome en el cuarto de ba�o, sent�
de pronto mis pantaletas como h�medas de un l�quido extra�o, lo cual hizo que me
las quitara y me pusiera a revisarlas, observarlas y tocarlas cuidadosamente
encontrando una gran cantidad de esperma a�n fresco, desparramado en esa parte
frontal que cubre el pubis femenino. Un acto reflejo hizo que me revisara mi
entrepierna, encontrando tambi�n ciertos restos de l�quido espeso en aquel
sitio, sobre esa parte escondida de mi piel. Aquello me produjo una sensaci�n de
extra�eza, pues yo sab�a que no hab�a tenido la menor intenci�n de masturbarme
esa tarde, y por lo menos no recordaba haber tenido tampoco sue�os er�ticos
durante mi siesta. No le di demasiada importancia a aquello, aunque en el fondo
s� me dej� algunas dudas en mi cabeza, y proced� a meterme bajo la lluvia de
agua fr�a, lo que me confort�, bajando despu�s a cenar.

Habi�ndo quedado satisfecha despu�s de una abundante y rica
cena, me dirig� al estudio donde se encuentra la computadora. Quer�a entrar a
leer mis correos y distraerme un rato navegando por Internet. Al estar
encendiendo el ordenador mis ojos descubrieron de pronto un librito que se
hallaba sobre la mesa. Llena de curiosidad por saber de qu� se trataba, lo tom�
y le� el t�tulo: "El Kamasutra ejemplificado". Aquel nombre no me dec�a nada,
as� que decid� hojearlo y cual no ser�a mi sorpresa cuando comenc� a ver en sus
p�ginas a parejas en diversas posiciones sexuales practicando el amor
abiertamente, mientras en la parte baja de la fotograf�a hab�a una serie de
explicaciones gr�ficas sobre la forma en que un hombre y una mujer pod�an tener
sexo en diferentes y variadas posiciones, lo cual me produjo una serie de
sensaciones en medio de mis piernas que no pude evitar.

No es que yo sea pudenda, pues a mis casi catorce a�os ya
sab�a lo que era el sexo aunque no hab�a tenido relaciones �ntimas, pero
aquellas visiones me causaron temblores en mis piernas y sobre todo, humedad
dentro de mi rajita, as� que decid� llevarme el libro a mi cuarto para verlo
bien y aprender m�s sobre el sexo. Apagu� el computador y sub� a encerrarme en
mi cuarto, d�ndome a la tarea de beberme todo el libro en dos horas, y por
supuesto, desde antes de terminarlo ya estaba yo tan excitada y caliente que me
masturb� varias veces a la salud del contenido tem�tico de aquel singular
librito. Una vez que termin�, volv� a dejarlo en el mismo lugar en que lo hab�a
encontrado.

Despu�s de aquel afortunado hallazgo empezaron a suceder
cosas raras en casa que al principio no alcanzaba a comprender del todo. La
siguiente tarde en que regres� de la escuela y movida por la curiosidad de lo
sucedido el d�a anterior, en vez de subir a mi cuarto me dirig� al estudio para
entrar a Internet. Pero en realidad lo que deseaba en el fondo era cerciorarme
si el libro aquel a�n se encontraba all�. Cuando llegu� cerr� la puerta y dirig�
una mirada hacia el lugar en que lo hab�a puesto, pero me di cuenta de que esta
vez no estaba el mismo libro, sino otro. Su t�tulo era "El incesto", y al
comenzar a hojearlo observ� que en realidad se trataba de una novela de esas
cachondas de sexo que te calientan con s�lo leer las primeras p�ginas. De
inmediato cog� el libro y me sub� a mi cuarto comenzando a leerlo r�pidamente,
pues quer�a saber el tema que abordaba. Esta vez no fueron dos horas las que
pas� leyendo aquella extraordinaria novela caliente que me excit� hasta la
locura, sino que me pas� casi toda la tarde y gran parte de la noche en vela
disfrutando de su contenido que desde el principio me cautiv�, pues trataba del
sexo entre un padre y su hija menor de doce a�os que hab�an tenido relaciones
sexuales incestuosas y ocultas a espaldas de su madre y hermanos.

No negar� que al principio me sent� como media asustada por
el contenido, el cual en el fondo yo rechazaba totalmente, pero a medida que me
adentraba en la trama �sta me fue llevando y llevando poco a poco a crear
im�genes y sensaciones tan profundas y excitantes que tuve que masturbarme no
menos de cinco o seis veces, ya que la situaci�n que relataba el autor era tan
sutil y deliciosa que no recordaba nada que me hubiera calentado antes como
aquel sensacional librito. Al terminarlo de leer y sobrecogida a�n por todas las
emociones palpitantes que acababa de vivir, me deslic� en la madrugada por las
escaleras hasta el estudio para dejarlo de nuevo en su lugar.

Al d�a siguiente y estando en la escuela yo no pod�a dejar de
pensar en aquellos casuales hallazgos en el estudio y las experiencias
masturbatorias que me provocaba la lectura prohibida de aquellos libros, pues
jam�s hab�a le�do literatura como aquella; por eso me preguntaba en el fondo de
qu� manera llegaban esos libritos hasta la mesa de la computadora. Ese fin de
semana me puse a acomodar mi ropa �ntima en la gaveta de mi ropero, cuando de
pronto descubr� que casi todas mis pantaletas estaban pegajosas de la parte que
da al tri�ngulo p�bico. Aquello me extra�� de momento, pero me hizo recordar las
escenas que hab�a visto que hac�a pap� con mis prendas a�os atr�s. Estas prendas
de las que hablo estaban limpias y disponibles para usarlas, as� que yo estaba
segura de que no ten�an por qu� estar manchadas de all�, aunque en los �ltimos
d�as yo hab�a estado masturb�ndome hasta el delirio con aquellos libros que
casualmente encontraba.

Claro que llegu� a la conclusi�n de que mi padre hab�a vuelto
a las andadas jugando con mi ropa interior, por lo cual decid� asegurarme de la
verdad. Me dirig� al cuarto de lavado donde se acomodaba la ropa sucia que
estaba lista para asearse, cerr� la puerta por dentro y me dispuse a revisar
escrupulosamente toda mi ropa, mis bragas, mis sostenes y mis vestiditos y
blusitas de manga corta, para ver si hallaba alg�n rastro de leche o bien si
estaban manchadas. Mi sorpresa fue mayor al descubrir que casi todas mis
pantaletas estaban llenas de semen precisamente en esa parte interior en que la
tela toca la piel �ntima vaginal; que mis corpi�os estaban empapados y manchados
de leche semi seca en la parte interior de las copas donde quedan las tetas; y
que mis vestidos y blusas de manga corta ten�an tambien manchas en ambos bordes,
precisamente en la parte axilar. Todo ello me produjo una sensaci�n de miedo al
descubrir que mi padre estaba volviendo a hacer de las suyas con mi ropa.

Por esa raz�n hab�a varias preguntas que yo me planteaba:
�C�mo y a qu� horas pap� hac�a todo eso, si casi nunca lo ve�a en casa...? �Con
qu� prop�sito estar�a haciendo todo aquello con mis prendas �ntimas...? �Ser�a
que en el fondo yo le gustaba como mujer, sin importarle que fuese su propia
hija...? Todas esas preguntas sin respuesta moment�nea llenaban de inquietud mi
mente. �Y los libros que yo hab�a encontrado en la mesa del estudio...? �Qui�n
los le�a y luego los dejaba olvidados all�...? �Ser�a acaso tambi�n pap�...?
�Qu� a �l le gustaba leer esa clase de literatura...? �Y si le gustaba leer todo
eso, por qu� no lo hac�a en privado...? �C�mo es que olvidaba algo tan obvio en
ese lugar donde �l sab�a que yo iba tan a menudo....?

Toda aquella serie de cuestionamientos me hicieron tomar una
decisi�n. A estas alturas me encontraba absolutamente dispuesta a descubrir la
verdad; estaba resuelta a hacer lo necesario para saber qu� era lo que en
realidad suced�a y cu�l era el prop�sito, ya no tan oculto, de mi padre para
conmigo.

CONTINUAR�......

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