Relato: Mi vecina y sus hijos
No hace tanto que me mud� a un departamento peque�o del barrio de Palermo, luego de mi separaci�n. Eleg� el lugar porque me queda cerca de mis lugares de trabajo y de la casa de mi ex-mujer con quien viven mis hijos y me pasan a visitar con bastante periodicidad.
El edificio es tranquilo y en el piso s�lo hay tres departamentos, uno que est� ocupado los algunos d�as al mes por una pareja que vive en Uruguay y vienen para Buenos Aires s�lo a cerrar negocios.
En el otro departamento vive una Sandra, una mujer esbelta y distinguida que tendr� un poco m�s de cuarenta a�os, divorciada y con hijos adolescentes, Javier y Mara. Javier tiene veintid�s a�os y es un poco afeminado. Mara, de diecinueve, es un bomboncito por donde la mires; muy femenina, y sensual, un culito perfecto y unas tetas m�s bien chicas, pero que ostenta casi siempre sin sost�n. Se intuye que ella sabe perfectamente lo sexy que es y que es motivo de grandes fantas�as provocadas en los hombres.
Al principio no lo percib�, pero era m�s que habitual que me cruzara con Sandra en el palier cuando sal�a para tomar el ascensor o sacar la basura.
Ella es una mujer locuaz, sumamente simp�tica y sin verg�enza del contacto f�sico. Creo que para la segunda vez que nos vinos no dud� en saludarme con un beso y apoyar sus manos en mis hombros. Lo recuerdo bien, porque me hizo sentir deseado y, por supuesto despert� mi inter�s sexual desde el principio. Aprovech� cada pregunta suya para comentarle de mis actividades, mis estado civil y mis intereses. Ella tambi�n aprovecha las ocasiones para hacerme saber cu�nto deseaba tener salida nocturna o de cu�nto le gustaba ir al cine.
Tambi�n eran habituales, aunque todav�a me cost� m�s darme cuenta de ello, los encuentros con Javier en similares circunstancias.
El muchacho me ca�a bien, casi que me despertaba ternura. Me divert�a verlo sonre�r nervioso y bajar la vista cada vez que nos encontr�bamos en el ascensor. Yo siempre le hablaba de cosas banales, como de f�tbol o de cuestiones del edificio y �l respond�a congraciada.
Nunca me di cuenta hasta que un d�a nos quedamos unos minutos hablando de m�s en el palier, justo en la puerta de mi departamento, luego de una charla de ocasi�n en el ascensor. Le hab�a preguntado acerca de sus estudios, por su trabajo pero �l siempre respond�a vagamente. No me di cuenta, pero casi que estaba indagando por sus intereses personales y sus horarios.
�l se puso casi tenso y me respondi� vagamente; lo cual me dej� en evidencia. Di por terminada la charla de manera y me encerr� en el departamento. Me qued� un instante detr�s de la puerta y no me pude contener de espiar a trav�s del testigo. El muchacho se dirig�a hacia su puerta, pero ech� una mirada a mi puerta, como si supiera que yo lo observaba. Me volv� a esconder y ese gesto me llen� de verg�enza, pero tambi�n evidenci� que me hab�a excitado.
Me dirig� al ba�o, abr� la ducha, me desnud� y, sin pensarlo (no quer�a pensar) comenc� a masturbarme mec�nicamente.
Cuando sal� del ba�o me di cuenta de situaci�n y me asust�. Nunca me hab�a sentido excitado por un muchacho. Nunca me hab�a tenido esta sensaci�n. Estaba un poco aturdido porque me sent�a atra�do tan atra�do por Sandra como por Javier.
Toda la tarde estuve errante e insoportable. Decid� salir a correr. Me fui al lago de Palermo y me di un par de vueltas en casi una hora. Luego volv� al departamento. Cuando estaba esperando el ascensor, Sandra llegaba del mercado con cuatro bolsas. Me pidi� desde la puerta que la esperara. Apoy� las bolsas en el piso y me salud� con un beso. Con su mano me tom� del hombro y recorri� mi brazo hasta la mu�eca.
-�Ven�s del gimnasio? �me pregunt� apoyando su mano en el centro de mi pecho. No le dio ninguna impresi�n tocar mi remera toda transpirada, al contrario. Y solt� un impresiso ��Qu� bueno, me encanta!�
Lleg� el ascensor, abr� la puerta y tom� dos bolsas; ella otras dos. Al entrar yo toqu� el piso y ella se par� de espalda delante de m�. Esper� que subiera un piso y se agach�, como haciendo flexiones de brazos para apoyar las bolsas en el piso, tal como lo hab�a hecho en el vest�bulo, pero esta vez su culo se apoy� en mi bulto.
No dijo nada, se qued� como buscando la reacci�n de mi miembro entre sus nalgas. Me excit� de repente y no pude contener la erecci�n. Ella apoy� la cola un poco m�s y se ergui� lentamente. El coraz�n me explotaba y la verga se me sal� del pantal�n. El ascensor par� de golpe y sin demora, ella se volvi� a agachar para encontrar mi pija con su culo. Le levant� la pollera, la agarr� de la cintura y ella gimi�.
No pude se me ocurri� nada m�s que proferir:
-Ay, Sandra, mir� como me pusiste la pija.
Ella se levant�, se dio vuelta mientras abr�a la primera puerta del ascensor y volvi� a dejar las bolsas, esta vez sin agacharse.
-Ya veo, ��c�mo te pusiste?!, beb�. �Qu� linda pija, me la quiero comer toda�
Le agarr� fuertemente la mano e hice que me rozara la verga con mucha fuerza. Con la otra mano la tom� del brazo hasta acercarla a mi boca y le com� los labios. Ella lanz� un gemido y me pidi� que la cogiera ah� mismo, pero inmediatamente se detuvo.
Salimos del ascensor, se acomod� las tetas y se pas� la mano por la vagina. �Ahora no puedo.- me dijo e inmediatamente se corrigi�. �S�, s� puedo. Cogeme r�pido en tu departamento. Quiero tu leche, ahora.
Entramos al departamento, me pidi� permiso para guardar los v�veres en la heladera. Mientras los acomodaba en mi heladera, la volv� a agarrar por atr�s y de pas� me llev� lo �nico que encontr�, un pote de mostaza.
La empuj� contra el sill�n y se saqu� la pollera y la tanga. Intent� sacarse las botas, pero le ped� que no lo hiciera. Tampoco el top turquesa. Me agach� y busqu� la su concha. Estaba muy h�meda y bien depilada. Pas� mi lengua lentamente mientras ella se retorc�a y gem�a tom�ndome de la cabeza. Sorb� su cl�toris y le tir� un chorro de mostaza.
-�Ay, qu� caliente que estoy!, cogeme r�pido que no tengo tiempo. �me exigi�.
Me levant� y saqu� la pija bien dura en su cara. Ella la acarici�, la bes� y la chup� como para estar a mano con la lamida que yo le profer�, pero es seguida me volvi� a suplicar.
-Por favor, pon�mela ya. �y se dio vuelta. Apoy� las manos en el sof� y me ofreci� la concha h�meda. Ah� nom�s la penetr� de una y comenc� a bombear suavemente.
Ella hac�a movimientos bruscos y volvi� a insistir.
-cogeme fuerte, llename de leche r�pido. No tengo tiempo. Me quiero llevar toda tu leche en mi concha.
Le di fuerte, unos cinco minutos hasta que no aguant� m�s.
Se dio cuenta de que iba a acabar y la situaci�n la excit� tanto que tuvo un orgasmo.
-te voy a acabar, putita, te voy a tirar toda la leche.
Intent� sacarla para acabarle en el culo o en la espalda, pero ella me grit�:
-adentro, adentro, quiero tu leche en mi concha. Quiero tu leche adentro de m�.
Le acab� con toda la fuerza, sent�a como mi semen llenaba hasta el �ltimo espacio de la su cavidad. Casi me desmayo sobre ella despu�s de esa acabada, pero ella amag� a erguirse e hizo que quedara de pie. Ella se dio vuelta y tom� mi verga llena de leche y me la lami� hasta dejarla limpia de gusca. Se la trag� y me prometi� que volver�a a la noche.
(Continuar�)