Relato: Lo que mi hermano nunca supo ni va a saber La madrugada del primero de enero comet� la peor perversi�n de mi vida. Esa vez nos hab�amos organizado mi novio Giancarlo (20) y yo (19), para ir a la playa con mi hermano Cristian (22) y Dayana (22), su esposa, aprovechando que los pap�s de ella hab�an conseguido dos casitas equipadas y ubicadas justo en la playa. Cada casita cuenta con dos habitaciones independientes y una la usar�an los padres de Dayana y sus dos hermanitos menores. Una semana antes, Giancarlo fue convocado al trabajo para esos d�as, as� que nos resignamos en que no ir�amos. Sin embargo, dado que �l ni siquiera estar�a conmigo la noche del treinta y uno por su horario, me convenci� de ir con ellos de todas maneras.
Estando yo con mi hermano y su esposa, a eso de la una de la madrugada se levant� �l para ir al ba�o y Dayana le revis� sus mensajes. Ambos estaban borrachos, yo en cambio hab�a bebido solo dos vodkas. Se pusieron a discutir, ella se enoj� mucho y sali� hacia la playa. Cristian se qued� conmigo y le dije que no fuera tonto y corriera tras ella. Me hizo caso y pude verlos discutiendo a unos cincuenta metros de las casitas. Cansada, me fui a mi habitaci�n y como una hora despu�s, regres� �l solo, se meti� a mi habitaci�n, se acost� junto a m� y se puso a restregar mis piernas con las suyas y mi trasero con su pene endurecido. De un salto me volte�, le di un pu�etazo en la cara y le grit� que se quitara. Agarr� fuertemente mi mano y tom�ndome del cuello, se puso encima de m� y pude oler el licor cuando me advert�a que me callara para que la otra familia no escuchara. Me arranc� el bikini y me viol� durante veinte minutos, sin soltar nunca mi cuello o mis brazos.
Lo que mi hermanito nunca supo es que yo le llevaba ganas desde que �l ten�a quince y yo doce. Me masturb� a su nombre much�simas veces, hasta que se cas� en 2010. Cristian es deportista y practica el ciclismo, por lo que su trasero y piernas han sido siempre mi tormento. Esa noche, cuando salieron a discutir a la playa, me fui a su habitaci�n, le rob� el b�xer que hab�a usado y me lo chup� todo mientras me met�a los dedos imaginando a mi hermanito penetr�ndome como los grandes, cosa que ocurrir�a una hora despu�s. Deliberadamente, me puse una blusita corta y delgadita, me cambi� el bikini para ponerme el m�s peque�o, un hilo dental negro de encaje que me hab�a regalado mi novio, dej� abierta la puerta y me acost� boca abajo, fingiendo que dorm�a. Cuando lo sent� restregando mis piernas y trasero, lo que hizo fue excitarme y el resto fue pura actuaci�n. Bueno: confieso que le di muy duro en la cara pero creo que eso lo que hizo fue ponerlo m�s caliente. En todo momento simul� que opon�a resistencia. Estaba tan rico mi hermanito: sin camisa y �nicamente en pantaloneta de ba�o. Cuando me introdujo su pene sent� riqu�simo y a partir de ah�, mi misi�n fue no apretar para que durara bastante en venirse. Yo sacud�a mis manos y me contorsionaba pidi�ndole que parara y rezando por que no lo hiciera nunca (lo sent�a tan rico entrando y saliendo como un animal). Lo �nico que me disgustaba era su olor a licor. En un momento dado en que �l trataba de venirse y me daba con much�sima rapidez cerrando sus ojos, me fij� en su vientre c�mo se mov�a deliciosamente, ara�� su espalda y abr� mis piernas a m�s no poder, cosa que ni not� por su desesperaci�n y su borrachera. Nunca cerr� pero debo confesarlo: tuve mi primer orgasmo y lo que mi hermanito crey� que eran gemidos de angustia, fueron m�s bien de placer, el placer m�s intenso que hab�a sentido hasta entonces (una semana despu�s sent� otro m�s intenso cuando mi novio me cog�a por el culo pero adivinen en qui�n pensaba). Me sent� comprometida a corresponderle, as� que apret� y volv� a golpearlo en brazos y pecho (me sostuvo fuertemente ambos brazos) y me sacud�, aprovechando para moverme rico de vez en cuando, hasta que llegu� a un punto en que no pude evitarlo y empec� a culear descaradamente. Mi hermano estaba tan fuera de s�, que ni siquiera entonces se dio cuenta y sigui� d�ndome con todo, hasta que ambos �s�: ambos- nos vinimos simult�neamente. Me encant� su gesto, cerrando los ojos y prolongando el placer. Cay� rendido encima de m� y por dicha el olor a licor me hizo reaccionar: le di un codazo y le exig� que se retirara a su habitaci�n, cosa que efectivamente hizo en medio de un sinn�mero de disculpas de borracho. A la ma�ana siguiente, haciendo mi mejor cara de enojada, lo despert� y le dije que no le dir�a a nadie pero que lo condicionaba a que se contentara con Dayana y la tratara con respeto. Quedamos en que nunca m�s estar�amos a solas. Un d�a de estos romp� ese trato. Pero esa es otra historia.
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Relato: Lo que mi hermano nunca supo ni va a saber
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