Relato: UNA LOCA NOCHE DE VERANO UNA LOCA NOCHE DE VERANO
Aquel verano me ocurri� la cosa m�s apasionante que me ha sucedido hasta el momento.
Resulta que mi hermano mayor y yo nos adelantamos al resto de la familia y nos fuimos a pasar las vacaciones al pueblo con los abuelos.
No llev�bamos all� muchos d�as cuando pas� lo que os voy a contar.
La vida hasta el momento no era muy divertida al menos para m�, porque sal�a poco.
No as� para mi hermano, �l sal�a m�s.
Ese aburrimiento quiz�s provoc�, que una noche me despertara tras haber tenido un sue�o er�tico bastante subido de tono.
Mir� el reloj, faltaba poco para las cuatro de la madrugada.
No recordaba mucho los detalles del sue�o que me hab�a perturbado, pero me sent�a superexcitada, as� que imposible volver a dormirme. Deslic� instintivamente una mano bajo mis braguitas y me acarici�. Estaba h�meda. Lentamente introduje un dedo en la cuevecita y luego dos, pero pronto me di cuenta que eso no me calmaba, sino que me hac�a desear m�s lo que me hac�a falta: un miembro masculino dentro de m�.
Imagin� bajar a la calle y provocar al primer joven que encontrara, pero no me atrev�a, no era ni la hora ni el lugar adecuado. As� que me resign� a seguir imaginando y ver como el deseo y el cosquilleo aumentaban en mi bajo vientre.
Entonces tuve la idea: a escasos metros de m�, estaba la habitaci�n de mi hermano.
Nuestras habitaciones estaban en el piso de arriba, mientras que abajo, dorm�an los abuelos. Ellos nunca sub�an arriba estando nosotros, pero por si acaso, pas� la llave a la puerta que comunicaba ambas estancias y me dirig� a la habitaci�n de mi hermano,
para entonces, yo ya estaba completamente desnuda.
Empuj� despacio la puerta y lo distingu� pl�cidamente dormido. Lo estuve contemplando un momento, un suave ronroneo inundaba la estancia. Dud� entre volver atr�s o seguir, pero el deseo me empujaba.
Me llevaba muy bien con mi hermano a pesar de que era casi seis a�os mayor que yo. Me trataba como una ni�a mucho m�s peque�a de lo que en realidad soy y siempre estaba protegi�ndome y d�ndome consejos. En fin, s� que me quer�a mucho.
Decidida di dos pasos al frente, levante la s�bana que lo cubr�a y me met� en su cama completamente desnuda como estaba.
Enseguida se despert� sobresaltado murmurando:
--�Qu� pasa?
Yo no contest� nada, solo me arrime a �l. Y entonces se dio cuenta de que no llevaba nada puesto. Entonces dijo algo alterado:
--�Qu� haces as� aqu�?
Le cont� toda la verdad.
--Pues mast�rbate, como hago yo cuando me pasa, --fue su respuesta.
--Ya lo intent�, pero no me vale �le dije con sentimiento. --�Por qu� no me lo haces t�?
--�Estas loca?�fue su respuesta.
Me recost� un poco sobre �l y le di un corto besito en los labios, mientras le dec�a mimosa:
--Necesito calmarme �por fa�.
Mis pechos rozaban su fuerte torso y el vello de mi concha cosquilleaba su abdomen.
Entonces me hizo un poco hacia un lado y desliz� una de sus manos a buscar mi tesoro. Abr� mucho las piernas, para que la sintiera bien y con su mano plana me la cubri� suavemente, acariciando mi abundante vello y haciendo rizos con los pelos. Me estremec� porque parec�a quemarme. �l debi� notarlo, porque enseguida musit�:
--S�lo un poco y luego te vas.
--Lo que quieras cielo le contest� agradecida.
No tard� en subir hacia mis pechos, palparlos los dos y acariciarlos en suaves c�rculos desde fuera hacia dentro y al rev�s con infinita suavidad.
Temiendo que el rato tan maravilloso que estaba proporcion�ndome se acabara pronto como dijo, me acord� de que hab�a le�do que el pene de los hombres es su punto d�bil y que no desean otra cosa m�s que se lo acaricien, as� que baj� mi mano derecha y la introduje bajo su calzoncillo. Para entonces su miembro estaba a punto de salirse por si solo, as� que en cuanto sinti� que mi mano lo acariciaba se sali� todo �l. Le pas� suavemente la mano por todo su miembro y zona baja, como �l me hab�a hecho a m�.
Busc� una posici�n m�s c�moda para los dos y as� estuvimos un gran rato d�ndonos un suave placer y masaje�ndonos el uno al otro. Not� al pasar la mano por su capullo que algo suave me la humedec�a y entonces pens� que ya no iba a dejarme tirada.
De pronto, se incorpor� un poco y vino hacia mis tetas, me las cogi� una y otra y me las chup� suavemente cogiendo mis pezones primero con sus labios y luego con los dientes.
--Las tienes divinas�pudo decir solt�ndolas de los labios y volviendo a cogerlas con las manos. Jugueteaba con las dos, junt�ndolas, separ�ndolas, ech�ndolas hacia atr�s, metiendo su cara entre ellas, etc. Yo le dejaba hacer sin decir nada porque tem�a romper aquel momento.
Volv� a jugar con ambas manos con su miembro que lo hab�a abandonado un poco para disfrutar de sus caricias en mis pechos. Baj� del todo sus calzoncillos para liberarlo completamente y d�ndome la vuelta llev� la cabeza hacia aquel tesoro suyo y lo met� un poco entre mis labios. Ahora el que estremeci� fue �l y acab� por tumbarse hacia atr�s para dejarme hacer lo que quise con su �arma� .Se lo chup� como pude, se lo acarici� con labios y dientes, le toqu� la puntita con la lengua movi�ndola muy deprisa para darle all� donde yo sent�a que recib�a m�s placer.
As� estuve un buen rato, iba a dejarlo porque ya me dol�a la boca, cuando se incorpor� de improviso y ech�ndome bruscamente hacia atr�s abri� mis piernas con las suyas y sent� junto a mi cuerpo, aquel pedazo de carne que tanto necesitaba. No hubo necesidad de guiarlo con la mano, tras un breve forcejeo en la entrada, que por cierto estaba chorreando jugos, lo sent� penetrarme con suavidad, pero con decisi�n.
No pude por menos de apretarme contra �l, levantar el culo para recibirlo todo y abrazarlo lo m�s fuerte que pod�a.
�l busc� mi boca y bes� mis labios con pasi�n y fuerza, me meti� su lengua, busc� la m�a y me la apret� con sus labios tanto que casi me hac�a da�o. Al comp�s que su polla me follaba abajo, con su lengua me penetraba igualmente en la boca. Sent� entonces estallar un enorme cosquilleo en mi sexo y lo apret� con fuerza. Fue una sacudida tremenda que �l not� perfectamente. Sin sac�rmela, me gir� sobre �l hasta ponerme a mi encima de el. Cogi� mis tetas que ahora colgaban como las de una vaca y me las acarici� y me las mordi� con cuidado mamando como un beb�. Luego bajo sus manos a mi culo y me apret� con fuerza. Yo tom� el mando de la situaci�n y cabalgu� sobre �l con el ritmo que marcaba mi placer al sentirlo ahora todo dentro de m�. Unas veces muy deprisa como loca, luego despacito, levant�ndome hasta casi sacarlo para luego bajar lentamente sintiendo como entraba en m� de nuevo cada vez.
Por �ltimo me inclin� sobre su cara para besarlo en la boca mientras mi culo en esa posici�n le hac�a una especie de frotamiento en su capullo. Lo que ser�a una paja con el conejo. Ahora ya no pudo resistir mucho. Lo sac� de m� y lo hizo �vomitar� en su vientre. Las sacudidas de su miembro eran tremendas. Yo lo ve�a disparar el l�quido viscoso una y otra vez mientras �l lo sujetaba para no mancharme.
Hab�a sido algo maravilloso. Mi hermano qued� como extenuado un momento.
Yo me levant� para asearme un poco. Cuando volv� del ba�o �l hizo lo mismo y luego regres� a mi lado. Ambos permanec�amos completamente desnudos. Se tumb� en la cama y yo me abrac� a �l. Satisfecha como estaba, no tard� en quedarme dormida igual que �l.
Ya bien entrada la ma�ana la luz que entraba por los resquicios de la antigua ventana me despert�, �l estaba detr�s de m�, ten�a mi culo pegado a su bajo vientre y uno de sus muslos entre mis piernas pegado a mi sexo. Con su mano derecha sujetaba uno de mis pechos a modo de sost�n. As� permanec� largo rato sintiendo todo su cuerpo, pero tuve ganas de mirarlo, y al darme la vuelta, se despert�.
Pens� que me echar�a una bronca, pero no, ni siquiera hizo un comentario a lo ocurrido por la noche.
Lo �nico que dijo fue:
--Pens� que todav�a eras virgen.
--Oye, que ya no soy una cr�a, --le contest� yo orgullosa, -- aunque para ti seguro que a�n no he pasado de los diez o doce a�os.
--Es verdad, --me confes�, --creo que hasta ahora te he considerado una ni�ita y veo que ciertamente estaba muy equivocado--.
Al decir esto contemplaba mi cuerpo sin disimulo. Yo no me ocult� lo m�s m�nimo. Me gustaba que un hombre me mirase de esa manera, aunque ese hombre fuera mi hermano.
-- Tampoco creas, --le dije � que me voy tirando por ah� a todo el que me gusta. Mis aventuras sexuales se pueden contar perfectamente con los dedos de una mano.
Nosotros nunca hab�amos hablado del tema del sexo, apenas de chicos o chicas. Nuestras conversaciones siempre hab�an rondado los gustos musicales o pel�culas, algo de estudio, cosas sin importancia. Por eso me extra�� a�n m�s cuando dirigi�ndose a mi almejita me pregunt� si pod�a mirarla con m�s detenimiento.
Creo que a otro cualquiera no se lo habr�a permitido, ni quiz�s a un marido si lo tuviera, pero con mi hermano me sent�a de una manera tan � no se c�mo explicar, como si flotase en una nube y mi respuesta fue inmediata:
--Claro, es toda tuya.
Entonces se acerc�, apart� suavemente, como si los estuviera peinando con la mano los pelitos que cubr�an mi rajita y la toc� con mucha delicadeza como si temiera romperla. Abri� un poquito los labios y los volvi� a dejar que recobraran su posici�n, luego los abri� un poco m�s y observ� con atenci�n. Yo lo ve�a hacer por entre mis piernas.
Luego musit�:
--�Por d�nde es el pis?
-- Por aqu� arriba --le indiqu� con mi dedo. --Y por aqu� abajo lo otro.
--Ya, ya � asinti� como si fuese la primera vez que ve�a una. --Es que nunca me hab�a parado a observarlas tan de cerca, me hab�a limitado a hacer lo otro y se acab�.
-- Pues ya ves que cercana ten�as una muestra para poder revisarla cada vez que quisieras, pero parec�a que para ti no exist�a, -- le dije aprovechando el momento de sinceridad que hab�a entre nosotros y que quiz�s nunca se volviera a dar.
�l no dijo nada, se limit� a asentir con la cabeza mientras segu�a con su observaci�n de la almeja.
�Desde que me hice mujer, imagin� fantas�as sexuales contigo �continu�
dici�ndole entre t�mida y valiente, pero sobre todo con sinceridad. -Incluso hubo mucho tiempo que estuve deseando que t� fueras el primero que me hiciera el amor, pero luego las cosas fueron de otro modo, ve�a a las chicas pelearse por ti, y comprend� que yo no ten�a derecho ni a pensar en ello. Eso quiz�s motiv� que no guarde buen recuerdo de esa primera vez.
-Qu� complicadas sois las chicas -fue lo �nico que se le ocurri� decir.
Poco despu�s nos levantamos, no volvimos a mencionar nada de nuestra aventura, pero a m� me quedar� siempre en el recuerdo, pues las otras experiencias que tuve no llegaban ni de lejos a la mitad de placer que experiment� aquella noche. Espero que si alguna vez �l necesita desahogarse y no encuentra con qui�n, me busque, pues seguro que me tendr� a su entera disposici�n.
�Ah! Y el resto del verano pas� sin pena ni gloria.
Gloria
Por favor vota el relato. Su autor estara encantado de recibir tu voto .
Número de votos: 3
Media de votos: 7.67
Si te gusta la web pulsa +1 y me gusta
Relato: UNA LOCA NOCHE DE VERANO
Leida: 2596veces
Tiempo de lectura: 20minuto/s
|