Relato: EL CONSULTORIO DEL PLACER Lleg� el d�a de mi cita con el neur�logo; d�as antes le hab�a comentado a mi esposo que me gustar�a tener una fantas�a er�tica con mi m�dico, para lo cual Jaime me dijo que estaba de acuerdo en permitirla pero que �l quer�a estar presente cuando ocurriera mi encuentro.
Debo decir que mi neur�logo es un hombre muy atractivo, de unos 40 a�os de edad, alto, de ojos claros, trigue�o y con una hermosa sonrisa.
En horas de la tarde llegamos al consultorio. Creo que era la �ltima cita del d�a ya que iban a ser las 6:30 p.m. Para la ocasi�n me fui vestida de una forma muy atractiva y sugerente; el clima lo permit�a, pues est�bamos padeciendo un verano muy intenso. Me decid� por vestirme de minifalda color blanco, que me llegaba hasta cuatro dedos por encima de mis rodillas, no llevaba pantie ni brassier, luc�a una blusa amarilla, pegada al cuerpo, que dejaba la espalda al descubierto, con un escote que permit�a observar el principio de mis grandes tetas ; adem�s, calzaba unos tacones altos que me hac�an ver muy sexy.
Cuando entramos a la consulta, mi m�dico se qued� como sorprendido al verme porque realmente luc�a muy bella. �l nos mand� a sentar y luego de una corta introducci�n en la que aprovech� para presentarle a mi esposo le manifest� que ya me hab�a practicado las pruebas m�dicas que �l me hab�a mandado y le entregu� los ex�menes y la resonancia que pidi� que me realizara; en forma sol�cita, �l me pregunt� por mi salud y revis� mi historia cl�nica; yo le coment� que estaba un poco ansiosa por saber los resultados. �l, como siempre, se mostraba atento y cordial, y sus ojos no pod�an dejar de observar como mis tetas dibujaban sus contornos a trav�s del encaje de la blusa que llevaba puesta para la ocasi�n. Me dijo, con una voz muy profesional, que antes de analizar los resultados de los ex�menes practicados era necesario evaluar mi estado de salud por lo que me pidi� que pasara a la camilla para examinarme; al levantarme, yo mir� a mi esposo y con una sonrisa le dije todo, pues advert� que mi plan comenzaba a funcionar y que hab�a llegado el momento indicado para seducir a mi m�dico y para gozar con la reacci�n de mi esposo.
Me encamin� al lugar donde se hallaba la camilla con un andar muy insinuante y not� que el m�dico estaba un poco nervioso. Me acost� en la camilla, boca arriba, dejando que mi minifalda subiera sobre mis muslos por lo que m�s de la mitad de ellos pod�an ser vistos por el galeno; �l comenz� a examinarme los ojos, los o�dos, luego procedi� a palpar, con sus manos, ambos lados de mi cuello y luego examin� mis senos para lo cual tuvo que pasar sus manos sobre ellos; al hacerlo, mir� hacia la pretina de su pantal�n y pude observar como comenzaba a crecer su bulto por debajo de la bata m�dica; con seguridad mi galeno estaba gozando al tocar mis tetas ya que sus dedos rozaban mis pezones que, al sentir la caricia, se ergu�an desafiantes; al parecer, met�dicamente recorr�a mis tetas con sus dos manos, palpando por encima, amas�ndolas, jugando con mis pezones con el pretexto de buscar masas extra�as que pod�an ser detectadas al tacto; sus caricias comenzaron a excitarme y luego de un rato �l pas� a examinar mi abdomen, recorriendo mi piel hasta llegar a mi vientre. Para hacerlo tuvo que levantar mi blusa amarilla, pero yo opt� por desabotonarla completamente por lo que al abrirla mis tetas quedaron expuestas a su lujuriosa mirada. Al sentir como sus manos recorr�an mi vientre le manifest� que en los �ltimos d�as hab�a sentido una peque�a molestia, un dolor indeterminado, �all� abajo�; �l me pregunt� que en cual punto y comenz� con sus manos a recorrer mi vientre de manera horizontal haciendo presi�n para ver si era all� donde me dol�a, pero yo le dije que el dolor estaba focalizado m�s abajo y fui guiando sus manos hasta que las mismas quedaron encima de mi vulva. El m�dico se dio cuenta enseguida de mi juego, pero no sab�a que hacer; de manera que, muy profesional, comenz� a palpar mi vulva por encima de la tela de mi minifalda pregunt�ndome si era en ese lugar en donde me dol�a; yo le dije que s� y que procediera a tocar y recorrer esa parte de mi cuerpo pues era all� en donde sent�a no s�lo dolor sino un ardor muy grande. El comenz� despacio a deslizar su mano sobre mi vulvita que se estremec�a de gozo al sentir la caricia; mi excitaci�n crec�a con sus toqueteos por lo que, con movimientos estudiados, elev� un poco mi cuerpo y con ambas manos enroll� mi corta falda en mi cintura a la vez que fui abriendo lentamente mis muslos para que una de las manos del m�dico pudiera deslizarse y llegar a palpar, de manera directa, mi expectante pubis; el m�dico no sal�a de su asombro al mirar mi vulva peluda y mis labios vaginales, que se abr�an como p�talos florales, invit�ndolo a seguir en su exploraci�n. Comprendiendo mi situaci�n, no se atrev�a a continuar adelante y volte� a mirar a mi esposo, pero Jaime se hizo el desentendido y pretendi� estar absorto observando las p�ginas de una revista que hab�a tomado del consultorio; yo aprovech� la ocasi�n, y ante las dudas del m�dico extend� mi mano y agarr� su protuberante bulto; para mi sorpresa, advert� que el facultativo ten�a una verga grande en estado de erecci�n; incorpor�ndome un poco le susurr� sensualmente que quer�a tener sexo con �l. Me mir� y me dijo: �Y su esposo qu� piensa de esto?�. Yo le contest� que no se preocupara, que mi esposo estaba de acuerdo. Al o�r esto, mi m�dico agreg� que �l tambi�n me deseaba desde tiempo atr�s, desde la primera vez que fui a su consultorio.
Entonces sent� como su mano comenzaba a masajear y tocar mi encharcada vulva. Uno de sus dedos se introdujo, resuelto, en mi vagina y comenz� a entrar y salir aceleradamente, arranc�ndome aullidos de placer; luego, comenz� a masajear mi cl�toris con su mano izquierda, mientras su derecha se apoderaba de una de mis tetas y la masajeaba furiosamente. Despu�s, vi como mi m�dico se agach� y comenz�, como un pose�do, a lamer y chupar mi cl�toris. Cre� morir de placer y a tientas, como una fiera, le abr� su bata m�dica y comenc� a pasar mis manos por su pecho hasta llegar a la pretina del pantal�n con la intenci�n de apoderarme de su verga, mientras �l me besaba, con pasi�n, en los labios y luego acariciaba mis tetas y jugaba con mis pezones; mis senos son grandes y los pezones estaban oscuritos y yo le ped� que los mordiera pues estaba muy excitada. �l obedeci� mi s�plica y oleadas de placer comenzaron a consumirme. Abr� mis ojos, lade� mi cabeza y pude ver que mi esposo nos estaba observando detalladamente, mientras se masturbaba de una manera fren�tica.
Yo me enloquec� y le ped� al m�dico que se desnudara. �l se separ� de m� y fue a echar el seguro de la puerta del consultorio; luego, procedi� a quitarse la ropa; mi esposo y yo tambi�n hicimos lo mismo y pronto todos quedamos desnudos.
El m�dico me reclin� nuevamente en la camilla, pero esta vez yo quer�a que los tres disfrut�ramos. Llam� a mi esposo quien en el acto se ubic� a mi lado, bes�ndome en la boca y dici�ndome lo mucho que me amaba. El m�dico me levant� las piernas, separ�ndolas, y comenz� a lamer mi rajita, que estaba muy mojada; su lengua recorr�a toda mi ranura y luego sub�a a mi cl�toris, envi�ndome corrientazos de placer. Mientras �l me lam�a, mi esposo acariciaba mis tetas, amasaba las grandes bolas de carne y las sobaba, pellizcaba mis pezones y yo, aprovechando la posici�n en la que me encontraba agarr� con una de mis manos su hermoso falo, el cual estaba muy hinchado por la excitaci�n, y comenc� a masturbarlo. Mi calentura subi� al m�ximo al sentir las caricias que ambos machos me proporcionaban. Luego, sent� que ellos se hablaban y cambiaron de posici�n. No pude contenerme al ver, a mi alcance, la larga verga del m�dico y como una pose�da la atraje hacia m�, la introduje en mi boca y comenc� a mamarla. Era delicioso escuchar los quejidos del m�dico mientras mi lengua recorr�a su tallo hasta llegar a sus bolas que chupaba e introduc�a en mi golosa boca, para luego subir, lamiendo, hasta su glande, apoderarme de �l y comenzar a succionarlo y morderlo suavemente con mis dientes. Mientras tanto, mi esposo pasaba y repasaba su lengua sobre mi enrojecido cl�toris e introduc�a varios dedos en mi caliente vagina; el gran placer que sent�a estaba haciendo que mis mamadas a la verga del m�dico se incrementaran por la calentura que comenzaba a erizarme la piel.
De pronto, los dos hombres cesaron sus caricias y me solicitaron que me levantara de la camilla, a lo que acced�. Mi esposo se acost� sobre ella y yo me arrodill� encima de �l, junto a su cara, para que as� pudiera besar mi vagina h�meda y expectante. Uno de los dedos del m�dico se introduc�a suavemente por mi agujero anal, lubricado previamente en alguna pomada o untura. La situaci�n me deleitaba, sintiendo la lengua de mi esposo trabajar sobre mi cl�toris y a la expectativa de ser clavada por el m�dico. De pronto, sent� que el facultativo empujaba mi cuerpo hacia adelante y mis manos tuvieron que apoyarse en la pared que ten�a enfrente. El m�dico se coloc� en posici�n detr�s de m� y lentamente meti� su verga por mi culo. Sent�a la lengua de mi esposo que chupaba mi cl�toris sin cesar, para luego introducirse en mi h�meda vagina, taladrarla con r�pidos movimientos y luego volver a lamer mi hinchado �rgano de la pasi�n; el m�dico, por su parte, hab�a cogido un ritmo fren�tico y met�a y sacaba su larga verga por mi esf�nter anal, enloqueci�ndome de placer. Sent�a que su verga me traspasaba y como sus manos se hab�an apoderado de mis grandes tetas colgantes y comenzaban a masajearlas y exprimirlas. Luego de sentir como una verga entraba y sal�a multitud de veces de mi agujerito anal, haci�ndome gritar de dolor y de placer, mientras una lengua machacaba sin cesar mi erecto cl�toris, me sent� como la diosa Venus, con dos esclavos que se prodigaban para darme el mayor placer. Mi cuerpo comenz� a estremecerse y no pude aguantar m�s; tuve un orgasmo fenomenal, entre gritos, sacudidas y estertores entrecortados.
En medio de mi delirio, pasados unos instantes, de pronto sent� que el m�dico se desensartaba de mi agujero anal y que mi marido cesaba en sus caricias sobre mi enloquecido cl�toris. Ambos me pidieron que bajara de la camilla y que me arrodillara sobre el suelo y ellos acercaron sus vergas a mi boca. La experiencia fue incre�ble al mamar un asta viril para despu�s hacer lo mismo con la otra; me parec�a que morir�a de placer al tener estos dos sementales para mi solita; succion�, chup�, mord� y fue tanta la excitaci�n de los dos machos que ambos se vinieron r�pidamente y, en medio de su paroxismo, dejaron caer su esperma sobre mi cara. No se alcanzan a imaginar qu� cantidad de leche derramaron sobre m�.
Luego, ya reposados, nos vestimos y abandonamos el consultorio de mi neur�logo no sin antes convenir una nueva cita para dentro de ocho d�as con el fin de saber el resultado de los ex�menes que me practicaron
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Relato: EL CONSULTORIO DEL PLACER
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