Relato: Mi hermano, mi marido y yo: lo que solo nosotras podemos hacer Hace dos noches tuve una experiencia de sexo a dos tiempos, la mayor delicia que he vivido. Cuando nos acostamos mi esposo (Rolando) y yo, me encontraba muy cansada porque hab�a tenido que viajar por toda la ciudad haciendo entrevistas para mi maestr�a. Lo que ocurri� me hizo recordar algo de hace ocho a�os, cuando yo ten�a catorce y mi hermano (Andr�s) diecis�is. Esa noche hubo unas inundaciones muy fuertes y nuestros padres, mi hermanita de cuatro y nosotros, tuvimos que trasladarnos de emergencia donde un compa�ero de trabajo de mi pap�, quien dispon�a de dos habitaciones desocupadas. Poco antes de acostarnos, pude notar las deliciosas nalgas de mi hermano mientras se cambiaba. Ya se las hab�a visto anteriormente pero siempre me parec�a que estaban cada vez mejores. Cuando Rolando se vino a acostar junto a m�, se puso a acariciarme y estaba en verdad caliente pero yo muy cansada.
-Lo siento, cari�o. Estoy molida y no aguanto los pies.
Le di un beso peque�o en los labios y le sonre�. Luego me volte�, exactamente como ocho a�os atr�s con mi hermano. Antenoche yo andaba una tanga negra; en aquella ocasi�n era un cachetero rosado. Al recibir el roce ocasional de la piel de mi hermano, yo sent�a cosquillitas; en un momento dado me eric� y creo que no se dio cuenta. No paraba de pensar en qu� rico ser�a agarrarlo de las nalgas mientras me penetraba, hasta que finalmente me dorm�. Al poco rato, me despert� un roce h�medo entre las nalgas. Fing� que segu�a dormida pero era evidente que se estaba pajeando. Andr�s. Rolando. Ambos. Sent� satisfacci�n (por distintas razones) cuando acabaron y me volv� a dormir. Calculo que habr�n transcurrido un par de horas y so�� que Andr�s me cog�a deliciosamente. Despert� muy excitada y no pude evitarlo; acarici� suavemente el pecho de mi esposo, tal como hace ocho a�os con Andr�s. Empec� a besarles los labios de modo que apenas sintieran pero en un momento dado los tom� de la cabeza y los bes� apasionadamente; me encontraba fuera de m� y antenoche no hab�a problema pero con mi hermano, ni idea de cu�l ser�a su reacci�n. Inmediatamente se me aclar� la duda. Me correspondi� y acto seguido meti� su lengua en mi boca y se puso a tocar todo mi cuerpo. En cambio Rolando se fue directo a mis nalgas descubiertas por la tanguita. Eso mismo hice con Andr�s; por fin pude pellizcar esas nalgas como siempre hab�a querido. Ambos me quitaron el blus�n y me chuparon las tetas con una ansiedad que no tuve duda: iba a haber penetraci�n. Los besos m�s jugosos en ambos casos; ni siquiera sabr�a decir cu�les fueron mejores. El caso es que me puse muy caliente; con ansia de tragar polla me coloqu� debajo, abr� mis piernas y a ambos los hice cumplir su deber, darme todo lo que ten�an. Andr�s no dud� a pesar de que soy su hermana, me la meti� a un toque y me agarr� de los hombros para darme como evidentemente hab�a querido. Llov�a copiosamente y nadie oy� la alharaca que est�bamos armando. Levant� mis piernas y las abr� cuanto pude para recibir un placer que yo cre�a nunca m�s sentir�a pero antenoche lo volv� a vivir. Rolando no esper� que yo las alzara, me tom� de los tobillos y me las abri� completamente para darme con el mismo frenes� que mi hermano, ocho a�os atr�s. Yo jadeaba con cierta asfixia y casi lo sent�a llegar; claro, durante mi sue�o ya hab�a adelantado excitaci�n y estaba por llegar al �xtasis. Con mis ojos entreabiertos me prepar� para el orgasmo.
-�En qu� est�s pensando?
Agitado, me miraba con cierta actitud de celos.
-�Imb�cil! �Sigue!
Entonces subi� mis piernas hasta sus hombros y si lo que quer�a era castigarme, lo que logr� fue que mi orgasmo se acelerara. Pero nosotras tenemos esa capacidad para seguir hasta alcanzar otro orgasmo o lograr que ellos lo tengan, la rara vez que nos adelantamos. Obviamente Andr�s ni se dio cuenta y sigui� tratando de llenarme, algo que yo no iba a permitir. Cuando not� que estaba por venirse, me la saqu�.
-�Qu� est�s haciendo?
Me la puse en la boca y me tragu� toda la evidencia, calientita y deliciosa. �Qu� hermanito me tengo! �Dichosas las que lo gozar�n m�s veces que yo! Hice bajar el ritmo para que me esperara, busqu� mi punto y me encargu� de que Rolando y yo tuvi�ramos simultaneidad org�smica. Fue un �xito rotundo. En ambas ocasiones. Son cosas que solo nosotras podemos hacer. �Verdad?
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Relato: Mi hermano, mi marido y yo: lo que solo nosotras podemos hacer
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