Relato: EL DESPERTAR DE NATALIA (1ra. parte)



Relato: EL DESPERTAR DE NATALIA (1ra. parte)

EL DESPERTAR DE NATALIA (1ra. Parte) Natalia

Despu�s de meditarlo largas horas sin poder decidirme a escribirles, hice frente al temor de que mi experiencia no interesara, y aqu� estoy tratando de mostrar una etapa de mi vida que enriqueci�, lo que hasta ah� era mi solitario mundo sexual.

Esto transcurri� hace varios a�os, en ese momento acababa de cumplir mis florecientes 17. Mi nombre es Natalia y soy hija �nica de una familia muy chapada a la antigua, muy puritanos especialmente en todo lo relativo al sexo.

Mi mundo sexual era un secreto que s�lo compart�a con mis s�banas; Desde peque�a se despert� en m� una verdadera lucha entre mis deseos y los principios que me inculcaban mis padres y los preceptos religiosos. Parte de mis estudios primarios los curs� en un internado religioso y fue all� cuando teniendo 7 u 8 a�os comenc� a acariciarme mis incipientes tetitas y mi suave y a�n sin vellos co�ito.

Muchas cosas se han dicho de esos internados de se�oritas, pero en lo que a m� respecta nunca hubo m�s intimidad que alg�n piquito robado por alguna compa�erita. Se tej�an mil historias de relaciones l�sbicas entre las chicas mayores que cursaban el secundario, pero a m� no me consta que fuera real.

Una vez completados mis estudios primarios, mis padres me retiraron del internado para que pudiera dedicarme exclusivamente a mis estudios de piano.

Esa fue una �poca de mi vida en que se fueron incrementando mis deseos sexuales y la �nica oportunidad que ten�a de satisfacerlos era masturb�ndome. Cada vez que mi entrepierna reclamaba atenci�n sub�a a mi cuarto con cualquier pretexto y me hac�a una pajita, primero fue solo con mis deditos y a medida que me iba animando buscaba algo que conformara a mi ardiente conchita, sin que me hiciera doler demasiado. Mis objetos preferidos fueron alguna hortaliza, o alguna fruta o alg�n envase de desodorante. So�aba con que alguno de ellos era el pene de alg�n gal�n amante al que yo le pon�a el rostro preferido en ese momento. Luego pasaba la lengua por mi �amante de turno� y saboreaba el rastro de mis jugos.

Mis calenturas eran cada vez m�s frecuentes y me sent�a totalmente desconcertada porque en cuestiones de sexo era una ignorante, nunca hab�a tenido alguien que me orientara en ese sentido. Para mis padres todo lo que tuviera que ver con relaciones sexuales era tab� y las chicas decentes no pod�an ni siquiera hablar de ello. Con mis amigas no pod�a contar porque estaban m�s o menos en la misma situaci�n.

Formamos con un grupo de amigos, una barra con quienes nos junt�bamos a charlar y a veces a bailar en la casa de alguno de ellos, eso s�, siempre bajo la supervisi�n de nuestras madres que nos vigilaban y que cuando ve�an que nos exced�amos en el abrazo del baile, inmediatamente nos llamaban al orden.

Fue en una de esas reuniones donde se festejaba el cumplea�os de 15 de una de mis amigas unos meses mayor que yo. El cumplea�os se realiz� en una residencia con gran cantidad de invitados y yo me encontraba sumamente avergonzada por la forma en que iba vestida, para mis padres yo era �la nena� y como a tal me vest�an. Eso por un lado, el humo del cigarrillo por otro y el estruendo de la m�sica, me llevaron a refugiarme en la soledad del hermoso parque que rodeaba la lujosa casa. Estaba ensimismada en mis pensamientos disfrutando el fresco de la noche, cuando me sobresalt� el contacto de unas manos en mis hombros y una voz varonil que me pregunta:

-�Qu� est�s haciendo escondida en la oscuridad?
Gir� la cabeza y reconoc� a Gabriel, el hijo de unos amigos de mi padre al que s�lo conoc�a de vista y que por su edad, tendr�a unos 18 a�os, ni se dignaba a dirigirme la palabra.
-No me escond�a, simplemente descansaba por unos minutos del ruido.
-Yo te conozco, me dijo, eres Natalia la hija de Marcelo, el amigo de pap�
-As� es, le dije y t� eres Gabriel, te he visto en algunas reuniones
Durante el corto di�logo �l mantuvo sus manos en mis hombros y luego las baj� y me tom� por la cintura.
-Veo muchachita que ya no eres la beb� que acostumbraba ver, algunas zonas de tu cuerpo me dicen que te est�s transformando en se�orita.
Sent� que sus manos sub�an a mis senos y comenzaban a acariciarlos mientras me apoyaba su cuerpo desde atr�s trasmiti�ndome su calentura e impidi�ndome balbucear ni una palabra. Mis tetitas, a mis catorce a�os no se hab�an desarrollado demasiado, pero mis pezoncitos despertaron con las caricias y quer�an atravesar la tela del corpi�o. Sent�a deseos de que me besara y que yo pudiera acariciarlo y decirle c�mo me gustaba lo que me estaba haciendo. Sin embargo no dije ni hice nada, me sent�a paralizada, todo hab�a sido tan sorpresivo. Y para colmo de penurias cuando Gabriel comenz� a levantar mi vestido para tocarme debajo sentimos voces, me arregl� apresuradamente la ropa y entr� otra vez donde se realizaba la fiesta.

La verdad es que no pod�a creer en mi mala suerte, me sent�a totalmente decepcionada y con mi conchita a mil de la calentura, sab�a aunque no la tocara que mi bombachita era un enchastre por los jugos que me provocaron las caricias de Gabriel.

Pero parece que San Valent�n se apiad� de m�. Alrededor de las dos de la madrugada, una de mis amigas que hab�a concurrido a la fiesta en nuestro autom�vil, expres� el deseo de volver a su casa. Mis padres estaban entretenidos platicando con sus amigos, y Gabriel se ofreci� para llevarla �l. Mi madre me llam� aparte y me pidi� que los acompa�ara, pues no quer�a que los padres de mi amiga pensaran que la hab�an dejado sola con el chico. No se daba cuenta que hab�a puesto el lobo a cuidar las ovejas.

Gabriel se sent� con mi amiga en el asiento delantero y yo en el de atr�s. El viaje de ida transcurri� sin mayores alternativas y muy pronto dejamos a mi amiga en su domicilio. Al volver le pregunt� a Gabriel si me pasaba al asiento delantero a la espera de algo m�s de lo del parque, pero me dijo que me quedara atr�s. Estaba tristemente desilusionada cuando a unas pocas cuadras de la casa de mi amiga detiene el coche en la oscuridad.

Se baja, abre la puerta donde yo estaba sentada, y me pide que saque mis piernas hacia afuera. Lo vi manipulando el cintur�n de su pantal�n y al instante estaba debajo de sus rodillas. Me hizo bajarme la bombacha y abrir las piernas y ya acostumbrada a la oscuridad alcanc� a ver su pija en total erecci�n. De esa forma, sin un beso, sin una caricia, me penetr�. No sent� absolutamente nada, apenas un leve escozor y luego de sacudirse durante algunos minutos eyacul� entre el ya tupido vello de mi pubis. Ese fue mi gran debut sexual. Sent� m�s placer cuando con mi bombacha me limpi� la lechita de su acabada que cuando lo ten�a adentro de mi vagina. A pesar de su torpeza como amante, le estoy agradecida por tener la sensatez de sacarla para eyacular.

Esa noche me hice una paja fenomenal y goc� como una perra mientras ol�a y besaba la bombachita con rastros de semen y de mis jugos vaginales. Me estaba convenciendo que mis consoladores ocasionales eran mis mejores amantes. Esa bombacha permaneci� meses secretamente guardada y me era placentero lamerla todas las noches mientras me masturbaba y con ella recog�a los jugos de mis orgasmos.

Ahora llego al inicio de mi relato, a mis reci�n cumplidos 17 a�os. En verdad me hab�a convertido en un bomboncito, con un rostro muy agradable de grandes ojos marrones y una boca pulposa que parec�a tallada para dar placer. Mis lolas sin ser exageradamente grandes estaban coronadas con dos pezones grandes de color del carmes� y de la textura del diamante cuando estaba excitada. Mi cola despertaba la admiraci�n de muchos y en m�s de una oportunidad en los medios de transporte en los que se viajaba apretujados, me la apoyaban desde atr�s al extremo de haber descubierto alguna mancha sospechosa sobre el vestido en mis nalgas. Mis piernas son largas con muslos gruesos y fuertes que terminan en mi verdadero orgullo: una conchita rosadita y siempre h�meda, rematada por una pelambre tupida y de color azabache, que me dan ganas de com�rmela. Nunca me rasur� ni me depil� el pubis, me excito al saber que tengo un abundante vello que corona mi rajita. Mi delicada chucha era reina en ese espeso bosque negro.

Otra novedad en mi vida joven, es que estoy de novia con Jorge el hijo de un amigo de pap�. Cuando comenzamos a salir me sent� realmente bien, no porque estuviera locamente enamorada, sino porque hab�a logrado cierto grado de independencia, pod�a salir m�s sin el control estricto de mi madre. De Jorge les digo que era un ejemplar �nico, en nuestras primeras incursiones se comport� demasiado formalmente para mi gusto. Cuando �bamos al cine nos acarici�bamos tanto como pod�amos, yo le met�a la mano en su bragueta y lo masturbaba suavemente, ten�a que envolverle la verga en un pa�uelo para que no manchara su ropa cuando eyaculaba. El tambi�n me acariciaba mi co�ito y me hac�a gozar. Hasta ah� las cosas me parec�an normales, yo por fin pod�a tener una pija en la mano y gozar acarici�ndola y ten�a quien me masturbara en las pocas oportunidades de intimidad que se nos presentaban.

Los problemas comenzaron al hacerse m�s �ntima la relaci�n, �l no quer�a que traspusi�ramos la barrera de las caricias, porque dec�a que eso s�lo lo hac�an las mujeres decentes despu�s de casarse. Cuando en casa se iban a dormir mis padres, estando �l de visita, pon�a unos almohadones en el suelo, y me hac�a colocar en posici�n de perrito y �l desde atr�s, sin sacarme la bombacha, me pon�a la pija entre las piernas y me �cog�a� hasta que acababa entre ellas. Eso me excitaba y mi volc�n desped�a fuego pero ansiaba tener adentro un buen pedazo de carne que calmara su sed. Pueden imaginar la frustraci�n que eso me produc�a. Para que la relaci�n no naufragara le propuse practicarle sexo oral, le confes� que me encantar�a chup�rsela, pero se puso furioso, que eso lo hacen s�lo las putas y que deber�a avergonzarme de querer hacerlo. Era obsesivo con las precauciones para evitar el embarazo, aunque estaba convencida que era s�lo el pretexto para no cogerme. Lo confirm� cuando le propuse, para no correr riesgos, que me culeara, que penetr�ndome por el culito gozar�amos ambos sin peligro de pre�arme, eso lo sac� de quicio, se ofendi� y estuvo dos semanas sin dar se�ales de vida. Me dec�a que �l me ve�a como la madre de sus futuros hijos, y que mis actitudes eran las mismas que las de las prostitutas a las que contrataba peri�dicamente para desahogarse.

Como se habr�n dado cuenta yo continuaba masturb�ndome como loca sin conseguir otra satisfacci�n que la que yo me provocaba con mis pajas peri�dicas.

Para ese entonces yo ya hab�a obtenido mi t�tulo de profesora de piano y lo ejerc�a en el domicilio de mis padres dando clases a un n�mero nada despreciable de alumnos, chicos de entre 8 y 12 a�os. Fue en unas vacaciones para el verano en que comienza la experiencia con la que comenc� este relato. Los chicos no concurr�an a clases durante enero y febrero pero s� abonaban las cuotas. Por eso era frecuente que los alumnos, o sus padres vinieran a casa, con alg�n obsequio adquirido durante sus vacaciones, y con el monto de la cuota.

En una hermosa tarde c�lida de enero recibo una llamada telef�nica de Gustavo, padre de Cristian uno de mis alumnos preferido por su f�cil aprendizaje, que me ped�a que pasara por su oficina que me ten�a preparado el cheque de la mensualidad y que por razones de trabajo le era imposible llev�rmelo a casa. Por supuesto acept�, los padres de Cristian eran un matrimonio de unos 35 a�os ambos, muy amables a los que visit� en su casa en una oportunidad con motivo de una ligera indisposici�n de Cristian. Gustavo era un tipazo, no demasiado alto quiz�s pero atl�tico y que siempre estaba impecablemente vestido, era de esas personas que parecen reci�n salidos de la ducha en todo momento. Era hijo de alemanes pero no era rubio, todo lo contrario era un moreno de cabellos casta�os. Su mujer, Zulma, era una rubia explosiva con un cuerpo escultural, el rubio era su color natural. Al igual que su marido luc�a siempre muy elegante. Estaba encargada de una tienda de lencer�a propiedad de sus padres. Justamente para mi �ltimo cumplea�os me hab�a regalado un conjunto de color rojo que me hac�a sentir una verdadera diva.

Retomando con mi relato, al atardecer pas� por las oficinas de Gustavo, �l muy gentilmente me hizo pasar y tomar asiento.
-Natalia hace tiempo que con mi mujer, quer�amos mantener una conversaci�n contigo, para definir el futuro musical de Cristian. Zulma y el nene se encuentran veraneando en la costa, yo estuve acompa��ndolos, pero tuve que regresar para retomar mis obligaciones.
En ese momento llam� el tel�fono y escuch� que daba instrucciones en cuestiones aparentemente de trabajo. Cuando se dispuso a retomar el di�logo nuevamente fue interrumpido por un empleado para consultarlo sobre c�mo solucionar otro problema. Le dijo que esperara un momento y me propuso.
-Profesora, aqu� en la oficina no me van a dejar tratar el tema Cristian con tranquilidad, Quiero proponerte lo siguiente:
�Por qu� no nos reunimos en un par de horas, vamos a cenar y ah� s� podemos explayarnos sobre el tema?
-Yo creo que no tendr� ning�n inconveniente pero te lo confirmo telef�nicamente. Voy a consultar con mis padres, porque no s� si mi novio llam� para convenir alg�n plan de salida.
-Bueno, espero tu llamado.
Nos despedimos en forma cordial y me acompa�� hasta la puerta del ascensor.

Cuando llegu� a casa llam� a Jorge y le dije que me hab�an invitado a cenar los padres de un alumno. Ahora pienso que ment� pero en una forma absolutamente inocente, esta no era una cita con un pretendiente, Gustavo me trat� siempre en forma respetuosa y jam�s dej� entrever otras intenciones.
A mis padres tambi�n les dije lo mismo, estoy seguro que si hubiese sido sincera me habr�an puesto objeciones para que desistiera de la salida.
Llam� a Gustavo y le confirm� que lo acompa�ar�a. Me ba�� y me vest� en forma sobria y elegante, eso s�, no pude resistir a la tentaci�n de ponerme el conjunto que me regalara Zulma que constaba de un diminuto corpi�o y una peque�a tanguita.

Fuimos puntuales ambos, me llev� a un peque�o restaurant donde seg�n Gustavo serv�an un excelente men� con una esmerada atenci�n. Pude comprobarlo, comimos op�paramente y mantuvimos una distendida conversaci�n versada en diferentes temas, no s�lo en el futuro de Cristian. Yo me encontraba exultante, quiz� tuviera que ver la copa de buen vino con que acompa�amos la cena. Todo se suced�a con total normalidad, era una reuni�n de dos amigos departiendo amigablemente. Como en el lugar no serv�an caf�, convinimos ir a otro lugar para acompa�arlo con una copa, y luego me llevar�a a casa.

En el trayecto hacia los suburbios, Gustavo me advirti� que �bamos a un lugar exclusivamente para parejas y que su particularidad era la oscuridad para preservar la intimidad de los asistentes. Me consult� si eso me molestaba, pero lo tranquilic� y le confes� que con Jorge mi novio concurr�amos asiduamente.

Efectivamente el local era los denominados �nigth club� en donde las parejas concurr�an para beber algo, bailar y pasar un grato momento. Cuando ingresamos al local nos acompa�� hasta la mesa un mozo con una peque�a linterna, la oscuridad era total pero con la luz del artefacto se divisaban algunas parejas bailando en una estrecha pista y otras ocupando lugares en los alrededores. Gustavo le pidi� al camarero caf� a la italiana y whisky a la rocas.
-�C�mo est�s? Me pregunt�
Bien, respond� el vino me dio un poco de sue�o pero ahora con el fresco de la noche me despej� totalmente.
�Te gusta el baile?
S�, me encanta aunque no soy buena danzarina, pero en ritmos que no exijan demasiada destreza, me animo.
Como en esos locales se sobreentiende que la m�sica es para enamorados, todos los temas eran lentos y suaves. Despu�s de terminar los caf�s, Gustavo me tom� del brazo y me llev� a la pista. Me enlaz� la cintura y me dej� llevar l�nguidamente al ritmo de la m�sica.
Pensaba en lo m�s �ntimo c�mo se desarrollaron los hechos, estaba en plena oscuridad en brazos de un hombre que pr�cticamente desconoc�a, y que hab�a conseguido que yo disfrutara de ese momento y de su amigable compa��a.

Est�bamos con las mejillas juntas y los cuerpos apretados, �l me acariciaba suavemente la espalda y not� que el contacto estaba haciendo que se excitase, al punto que comenc� a percibir sobre mi pancita el despertar de su sexo. No pude evitarlo, inconscientemente me frotaba contra ese bulto y lo gozaba. Comenc� a sentir en mi vientre ese aletear de mariposas y los labios de mi vulva comenzaros a destilar el fruto de mi calentura.

Gustavo al darse cuenta de mi estado, hizo sus caricias y sus besos m�s audaces. Su mano derecha descendi� hasta mis nalgas y las acariciaba y apretaba contra su cuerpo para que sintiera la fuerza de su duro miembro. Sus labios recorr�an mis hombros y mi cuello dejando estelas h�medas de su lengua. Cuando suavemente su boca se pos� en la m�a, entreabr� mis labios para recibir su lengua tibia y ambas iniciaron una er�tica danza, sus manos recorr�an tanto mis pechos como mis nalgas que al igual que mi cuerpo ard�an. No s� cu�nto tiempo transcurri�, hasta que decidimos volver a nuestra mesa.

Tomamos unos sorbos de whisky, est�bamos sentados uno al lado del otro, �l hab�a pasado un brazo sobre mis hombros y me besaba profundamente, su larga lengua jugaba con la m�a. Con la otra mano me desprendi� la blusa y sac� mis tetas por encima del corpi�o, y a partir de ah� se desprendi� de mi boca y sus besos fueron para ellas, las besaba, las lam�a, succionaba y mord�a los pezones, yo volaba de la calentura.

Pronto su mano comenz� a jugar en mis piernas, que yo por una cuesti�n de pudor manten�a cerradas, pero que se fueron entreabriendo sin que yo pudiera evitarlo. Cuando sent� que alcanz� la tanguita le ped� que se detuviera, le confes� que me daba verg�enza que advirtiera lo mojada que la ten�a. �l no dijo nada, con sus dedos corri� la bombacha a un costado y los refreg� en mi almejita, luego los llev� a su boca y los succion�. Se acerc� a mi oreja y me dijo:
-Mi amor, tus jugos para m� son n�ctar, me muero por comerme tu conchita.
Suavemente me hizo parar de frente a �l y subi� las manos por mis piernas por debajo del vestido y me acariciaba el culo mientras me chupaba las tetas. Luego tom� la tanga por el el�stico y me la baj� hasta los pies, se agach� la recogi� y me pidi� que la guardara en la cartera. Sus dedos penetraron mi inundada vagina y durante un instante la acariciaron pero evitando que me corriera. Puso esos dedos en mi boca que recibi� agradecida el flujo de mi conchita.

Cuando me sent� nuevamente, tom� una de mis manos y la puso sobre su pierna en contacto con su verga encerrada que luchaba por su libertad. Ah� comenz� el gran homenaje a mi ardiente concha, sus dedos entraban y sal�an o bien acariciaban mi erguido botoncito o se posaban en el otro agujerito que se contra�a de gusto con la caricia. Mi mano t�midamente rodeaba por encima del pantal�n la cabeza de su pija y mis dedos la acariciaban muy suavemente.
Tengo el recuerdo n�tido de que en un momento dado sent� un dedo invasor que penetraba el agujero de mi culito, di un respingo, sobresaltada y eso provoc� que oprimiera con m�s fuerza su miembro.
- �Qu� sucedi�? �Te hice da�o? Pregunt�.
No simplemente me sorprend�, esa zona no est� acostumbrada a recibir visitas.
Quiz� alguna vez quiera que lo visite y entablemos una hermosa relaci�n.
Yo dej� flotando la respuesta porque este me pareci� un tema muy escabroso. Ya eran cerca de las 23 horas y muy a pesar m�o le ped� que fu�ramos prepar�ndonos para retirarnos del club. Ten�a la secreta esperanza que �l me propusiera llevarme a apagar mi calentura, si bien en el local me hab�a provocado dos profundos orgasmos, mi chuchita ped�a m�s.

Caminamos del club hasta la oscura y desierta playa de estacionamiento, yo parada al lado de la puerta del auto esperando que la abriera, en lugar de eso me tom� desde atr�s apretando y amasando mis tetas mientras me restregaba y me hac�a sentir la dureza de su pija en la ranura del culo; yo, no s�lo me frotaba contra el miembro sino que lo tom� por sobre el pantal�n para que el sintiera a�n m�s placer. Me dio vuelta y comenz� a comerme la boca, y ya no pude resistir m�s, le baj� la cremallera, introduje la mano y dej� el p�jaro en libertad. Est�bamos en total oscuridad as� que no pod�a verlo, pero mis manos me confesaron que era enorme, mis largos dedos de pianista no consegu�an abrazar la cabeza en su totalidad. Me levant� el vestido y la abrac� con mis muslos, como no me hab�a puesto la tanga sent� su contacto en mi cachuchita, la cabeza me llegaba hasta el agujero del culo.
No s� porqu� la compar� con la de Jorge y determin� que aquella era de juguete.

Entramos en el auto y comenzamos con los juegos nuevamente y yo lo que m�s deseaba era seguir acariciando su verga. No tengo muy claro si fue mi decisi�n o la mano de �l la que gui� mi cabeza hasta acercar mis labios a ella, pero s� tengo presente que cuando le di un suave beso en la punta quedaron prendidas en mis labios unas gotas que a mi lengua le parecieron exquisitas. Comenc� a improvisar, le pasaba la lengua hasta los grandes y pesados huevos, �l gem�a muy quedo. Luego me met� la cabeza en la boca y comenc� a chupar, a lamer, a hacerle sentir la dureza de mi lengua en el agujerito que segu�a destilando ese delicioso juguito. Con una mano lo tom� del grueso tronco y comenc� a masturbarlo sin sacarme la cabezota de la boca. �l balbuceaba y me dec�a: -��� Segu� �!! Segu� mi amor que te voy a llenar la boquita de leche tibiecita.
Yo redobl� mis esfuerzos porque uno de mis m�s fervientes anhelos desde siempre era imaginar c�mo gozaba un macho en mi boca y pronto recib� mi recompensa. �l comenz� a contraerse y explot�, sent� como los chorros de semen inundaban mi boca, yo tragaba golosamente, no quer�a desperdiciar ni una gota pero era tal la cantidad que una parte de esa deliciosa crema desbord� mis labios y se desliz� por la verga hasta mi mano. Puedo decir que cumpl�, no dej� ni una gota sin tragar y la dej� limpia y reluciente de tanto pasarle mi lengua.

Gustavo permaneci� unos minutos totalmente relajado con la pija abrigada en mis manos, luego comenz� a aflojarse y la volv� a su lugar dentro del pantal�n.
-Mi amor, me dijo, ahora no quiero que nos separemos sin que te haya hecho gozar con un soberano polvo, muero por chuparte esa chucha hermosa y quiero tragarme los jugos de tus acabadas. Quiero que me acompa�es a un lugar �ntimo y tranquilo donde pueda hacerte gozar como una yegua.
Claro que quiero papito, pero antes quiero llamar a mi casa para que no se preocupen por mi tardanza. Seguro que quiero que me hagas de todo, pero debes tenerme paciencia por mi poca experiencia, a veces me siento tan torpe�

Entramos a la habitaci�n del hotel, y lo primero que observ� fue la limpieza y el lujo mezclados con un cierto ambiente er�tico que le daban los cuadros de cuerpos desnudos. Apenas ingresamos le dije a Gustavo que necesitaba ir al w.c., aprovech� para orinar y luego me lav� y sequ� mi vagina y volv� a la habitaci�n. Me sorprend�, estaba totalmente desnudo al lado de la cama esper�ndome. Parec�a un dios griego, su miembro era espectacular, me abraz� y empez� a desvestirme. Cuando estuvimos los dos completamente desnudos le as� el falo, me sent� en la cama y mientras le daba cari�osas lamidas me puse a impregnar mis ojos con esa belleza. La cabeza de color granate como una ciruela madura y el m�stil era de un color rosadito. No doy medidas porque no se calcular, pero sin ser una experta me pareci� colosal. Me dej� que por unos minutos lo estudiara de cerca y lo mimara con mi lengua y luego me invit� a acostarme para tambi�n disfrutar de lo m�o.

Me hizo acostar naturalmente boca arriba y �l me encim� y empez� un preludio de besos h�medos y profundos, de a poco baj� a mis pechos y tambi�n a ellos los agasaj� con chuponcitos, lamidas y mordiscos en los pezones. Despu�s de detenerse para penetrar con su lengua el ombligo le toc� el turno al pubis y en pocos instantes mis mechoncitos estaban h�medos como si hubiera salido de la ducha. Pens� que estaba a punto de recibir mi primera mamada de concha de mi vida, pero el pareci� ignorarla y comenz� a recorrer la cara interna de mis muslos con su lengua desde mi tesoro hasta las rodillas y desde las rodillas a mi tesoro. Descendi� hasta los pies y tambi�n a los dedos, uno por uno fue chupando y mordiendo suavemente.

Y as� de golpe su boca se pos� en los labios de mi conchita, fue para m� una sensaci�n celestial, inicialmente se limit� a recorrer con la lengua cada pliegue de la almejita, para a continuaci�n penetrarme la vagina con esa c�lida, gruesa y larga lengua, yo me daba cuenta que destilaba jugos como una yegua y el sorb�a de ellos. Luego endurec�a la punta de la lengua contra el cl�toris y uno de sus dedos me penetraba y se empapaba de mi goce, para luego dirigirse a la entrada de mi ano y enterrarse en �l. Ese dedo que entraba y sal�a de mi culito al mismo tiempo que la lengua me acariciaba el botoncito hizo que lo asiera de sus cabellos y lo apretara contra mi concha mientras explotaba en m� un orgasmo que me oblig� a morder la almohada para no lanzar un aullido de felicidad ante tanto placer. Gustavo recogi� una bocanada de mis flujos y la deposit� en mi boca mezclada con su saliva, mientras ambas lenguas se repart�an el bot�n del goce.

Mi experimentado amante permanec�a encima de mi cuerpo con su lengua en mi garganta mientras yo trataba de beberme el sabor de mi sexo de sus labios, de los que se desprend�a el fascinante aroma de la hembra en celo. Me pidi� que me relajara y que abriera las piernas todo lo que pudiera y pronto sent� el contacto de su dura pija que se frotaba contra mi inundado co�ito, le rogu� que por favor me penetrara muy suavemente. El quiso que fuera yo misma la que con mi mano fuera guiando la penetraci�n. Cuando me sent� preparada para recibirlo apoy� su enorme glande en la puerta del agujerito y le ped� que empezara a empujar. Luego de varios intentos frustrados en los que ten�a que desistir por el intenso dolor que me provocaba, me aconsej� que respirara muy profundamente y que retuviera el aire lo m�s posible en los pulmones para relajarme, repet� el ejercicio varias veces, y sufr� horrores cuando la cabezota se aloj� en mi vagina. �l lam�a y me enjugaba las l�grimas, consol�ndome con palabras tiernas y sin continuar con la penetraci�n. Poco a poco me fui calmando, el ofreci� sac�rmela y dejarlo para otro momento, pero me negu�, era una extra�a sensaci�n, por un lado el dolor y por otro la pasi�n tierna que me provocaba sentirlo dentro. Acerqu� mi mano al m�stil y comprob� con angustia todav�a estaba toda afuera, sent� que esa monumental verga se me iba metiendo hasta el alma, lenta e interminable. Ya casi no me dol�a, el dolor fue dejando paso al placer, y me pareci� que me llegaba al fondo de la vagina, sent�a la que las tibias pelotas me acariciaban mi otro agujerito y la sensaci�n de mis vellos entremezclados con los suyos me indic� que me la hab�a enterrado toda, sin dejar un solo cent�metro fuera. No pod�a explicarme como mi chocho pod�a contener semejante pija, �l permanec�a inm�vil encima m�o, su lengua se trenzada con la m�a o me chupaba las tetas, o me lam�a las axilas o me daba chupones en el cuello. Durante esos minutos de caricias mi vagina se fue adaptando al tama�o del miembro y mis flujos fueron lubricando su piel de manera que permitiera su movimiento.

Se apoy� con las manos en la cama de manera que nuestro �nico contacto era su pija dentro de m�, y comenz� con un imperceptible vaiv�n de caderas que lograba que su tronco friccionara el cl�toris. Luego me tom� de los tobillos y me sacaba el nabo unos cent�metros para volver a clav�rmela entera. Yo lloraba de gusto, era tal mi excitaci�n que yo misma con mis caderas le sal�a al encuentro para que me la metiera hasta el fondo.

En un momento dado dud� y se detuvo, me pregunt� si tomaba alg�n tipo de precauci�n para evitar quedar embarazada. Le confes� que mi novio me compel�a a hacerlo, que pod�a acabar con total seguridad dentro. Eso pareci� tranquilizarlo y comenz� con fuertes estocadas que me provocaban un placer tan intenso que deseaba que me tuviera clavada para siempre. Cuando los movimientos se hicieron m�s acompasados y r�pidos le as� las nalgas con mis manos y comenc� a ondular las caderas para ayudarlo a que alcanzara su cl�max. Le ped�a, le suplicaba, con voz entrecortada: ��� �As� papito, as� �!! Dame la lechita mi amor, llename la chauchita de esa cremita milagrosa y apag� el fuego que encendiste en mi vientre con esa lengua divina�. Pronto sent� los chorros que me inundaban, era deliciosa la forma en que golpeaban contra el �tero brind�ndome un placer supremo. Le rode� la cintura con mis piernas y abrac� su espalda, no le permit� que se separara de m�, no quer�a tampoco que se derramara nada de su lechita, la quer�a toda para m� dentro de mi concha ahora dolorida y satisfecha.

Descansamos varios minutos en esa posici�n y muy lentamente ese monstruo que ten�a adentro se rindi� y se fue ablandando, cuando la sac� era una masa sanguinolenta, restos de sangre y de semen se mezclaban en su miembro.
Me mir� con extra�eza, y le dije que no se ilusionara, que no era virgen, eso lo hab�a provocado el enorme tama�o de su pija en la ahora maltrecha chuchita.

Nos lavamos rec�procamente nuestros sexos y volvimos a la cama con el pretexto de descansar unos minutos de la batalla que hab�a terminado sin vencedor ni vencido. Pero las caricias y los besos hicieron que nuevamente su verga pareciera de acero, le ofrec� aliviarlo con mis manos, o entre mis tetas o con mi boca, y al final fue un poco de cada una de ellas y termin� masturb�ndose con sus manos mientras yo la mamaba a la espera del n�ctar. Me declaro terminantemente adicta a degustar el semen, me apasiona sentir como esa suave crema se desliza por mi garganta dej�ndome en la boca el sabor del macho derrotado y satisfecho.

Esa noche fue la primera, desde mi ni�ez, que no me masturb�, estaba plena de sexo, mi vulvita inflamada y dolorida no me exig�a nada. Me dorm� con im�genes confusas, la emoci�n de sentir el bulto mientras bail�bamos; su lengua, sus labios y sus dientes comiendo de la m�a, su mano acariciando mi concha y mi culito, mi boca recibiendo los espesos chorros de semen y su verga enterrada hasta los huevos en mi concha. FELICIDAD CON MAY�SCULA.

Espero que hayan disfrutado con el relato de esta experiencia, si supiera que lo he conseguido, les relatar�a la segunda parte que creo es m�s caliente que esta.











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Relato: EL DESPERTAR DE NATALIA (1ra. parte)
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Tiempo de lectura: 25minuto/s





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