Relato: El putito de la lluvia





Relato: El putito de la lluvia

No pod�a quitar los ojos de aquel precioso culo, chiquito pero redondo, parado, apretado y muy bien marcado por el ajustado pantal�n capri. Sus pies tambi�n eran bonitos, peque�os y calzados con ojotas, mientras que luc�a la delgadez de su torso con una remera ce�ida y corta, que dejaba al descubierto su ombligo. Cualquier chongo se hubiera delirado con aquel putito, que adem�s era due�o de una cara hermosa que invitaba a elucubrar pensamientos calientes, con ojos grandes y oscuros coronados con largas pesta�as, boca de labios carnosos y una piel que se adivinaba suave y carente de vellosidades.
Desde a�os hab�a fantaseado con travestis y cross dressers, pero jam�s me hab�a sentido tan tentado de concretar algo como aquella lluviosa tarde de verano en la vereda techada de ese bar c�ntrico, en el cual me detuviera a comer un s�ndwich y a tomar un caf�, mientras meditaba qu� har�a durante el fin de semana, para terminar el lunes con los tr�mites que me hab�a llevado a la capital.
La gar�a de rato antes se hab�a convertido en una lluvia constante que hizo llenar de gente las mesas, una de las cuales, a metros de la m�a, ocuparon las dos chicas y el putito en cuesti�n. Se hab�a sentado con las piernas cruzadas y con el trasero algo inclinado, por lo que me permit�a apreciar su redondez, y en eso me hab�a concentrado cuando sus ojos me descubrieron. Beb�a un licuado con sorbete, y sin dejar de chupar me clav� la mirada. De inmediato me sent� en falta y s�lo atin� a esbozarle una sonrisa, a lo que respondi� con otra llena de picard�a, para luego mencionar algo a sus compa�eras alusivo a la conversaci�n que ven�an manteniendo. Mi excitaci�n era tan grande que llegu� a pensar ir al ba�o para masturbarme, aunque decid� que buscar�a alguna prostituta en el diario para contratar su trasero y en �l hundir mi miembro hasta acabar, mientras pensaba en aquel delicioso mariquita.
Mis fantas�as de levant�rmelo comenzaron a evaporarse cuando la lluvia mengu� y le o� decir a una de las chicas que era buen momento para retirarse, pero un dejo de esperanza surgi� cuando �l respondi� que se quedar�a un rato m�s en el bar. Un par de minutos despu�s estaba solo, enviando mensajes por su celular. Ampar�ndome en mis anteojos oscuros, a pesar de que a esa hora ya no eran para nada necesarios, lo observ� con m�s detalle y conclu� en que cada vez me gustaba m�s. No ten�a duda alguna de que ser�a fant�stico estar abotonado a ese trolito.
- �Me convid�s con fuego? �me dijo de repente, arranc�ndome de mis pensamientos.
- Claro �contest� de inmediato.
Al notar que no se pon�a de pie lo hice yo, salvando en un par de pasos la distancia y poniendo frente a su cara el mechero encendido. La actitud hab�a sido propia de una dama que espera la respuesta de un caballero, por lo que deduje que se trataba de una se�al. Sus delgadas y fr�as manitos tomaron suavemente las m�as mientras la punta de un Virginia Slim Light era sometida a la llama. Tras dar una pitada me mir� profundamente.
- Muchas gracias �dijo.
- No ten�s por qu� .agregu�, regresando a mi mesa.
- �Tambi�n te sorprendi� la lluvia?
Aquello me gust�, era el comienzo de una charla y el clima siempre es un buen punto de partida.
- No, s�lo descansando un rato. �A vos s�?
- S�, cuando sal� de casa no pens� que llover�a. Y ya se ha puesto fr�o �coment�, sob�ndose los b�ceps.
- Tom�, te la presto �dije de inmediato, extendi�ndole la campera de verano que descansaba en la silla junto a m�.
El chico sonri�, luego se puso de pie y trayendo consigo su licuado se sent� frente a m�, coloc�ndose el abrigo sobre los hombros.
- Gracias, sos muy gentil.
- Vos tambi�n parec�s serlo.
- �De d�nde sos? Tu acento no es de la capital.
- De San Luis, estoy pasando unos d�as por tr�mites de la empresa donde trabajo.
- �Ven�s siempre?
- Eventualmente.
- �Y c�mo te ha ido?
- Bastante bien, aunque a�n no termin�. Creo que el lunes o martes ya podr� regresar.
- �Ah! Te qued�s el fin de semana, �est�s en hotel?
- No, en un departamento de la empresa, en Barrio Norte.
- Est�s cerca, menos mal. Yo debo ir hasta Constituci�n, y lo malo de d�as as� es que no se consiguen taxis, por temor a que granice.
- No va a granizar, habr�a m�s truenos.
- �Ah s�?
- Es lo que dicen los viejos.
- Pero vos no sos viejo, �cu�ntos ten�s?
- Treinta y nueve, pero no me refer�a a m�.
Ambos re�mos, y cuando �l lo hizo no pude dejar de notar que su boca era realmente hermosa.
- �Y vos cu�ntos ten�s?
- Dicecinueve, me llamo Pupi, �y vos?
- Santiago �respond�, extendi�ndole la mano, que �l acept�. Sos ojos se concentraron en mis dedos, largos y gruesos, nervudos, que f�cilmente envolvieron los suyos, delgados y delicados. Todo �l era as�, casi fr�gil. Yo era todo lo contrario, grande, robusto, velludo. El contraste de nuestras humanidades estaba muy definido. Lo masculino y lo femenino compart�an esa mesa.
- �Ten�s fr�o a�n?
- No mucho �respondi�-, un poco en los pies, pero ahora tendr� m�s ya que me voy; ver� de conseguir un taxi.
- Si no ten�s inconveniente te llevo.
- �Est�s en coche?
- Lo tengo en la esquina.
- Pero voy a Constituci�n.
- No es tan lejos, adem�s ya no tengo nada que hacer.
- S� que sos amable, �eh?
- �Por qu� no habr�a de serlo?
Llam� a la mesera y al ver que �l sacaba su billetera le ped� a la chica que me cobrara todo, lo m�o y lo de la mesa de Pupi. �l se quej�, pero insist� y le di un billete grande, solicitando que guardara el cambio. La chica agradeci� y sonriendo se march�. Me dio morbo la idea de que la mesera pensara que acababa de hacerme un levante.
Caminamos r�pido pues la lluvia hab�a vuelto a caer con fuerza. Durante la media cuadra que nos separaba hasta el auto no par� de agradecer mi gentileza, mientras yo segu�a estudi�ndolo. Era bajito, poco m�s del metro sesenta, por lo que yo le llevaba m�s de una cabeza, y era endiabladamente afeminado en cada uno de sus movimientos.
Ya en el coche me tom� mi tiempo para encender las luces de posici�n, tambi�n la radio en una estaci�n de m�sica rom�ntica, y luego inici� la marcha. Pupi elogi� mi auto, del que hablamos los primeros minutos, para luego derivar en otros temas banales mientras me indicaba por d�nde ir. Rato m�s tarde estacionaba frente a un edificio gris�ceo.
- Aqu� vivo.
- �Con tus padres?
- No, con mi hermana. Somos de Lan�s pero estudiamos aqu�.
- Bueno, ha sido un gusto conocerte, Pupi.
- Ay, para m� tambi�n, sos re atento. �Qu� vas a hacer ahora?
- Creo que ir� al departamento y me har� algo de comer, ya ver�.
- �No quer�s subir un rato?
- Te agradezco, pero no quiero molestar.
- No es molestia, te invito otro caf�, lo hago muy rico.
- Pero ha de estar tu hermana y puede que�
- Esper�.
Pupi busc� en la lista de contactos de su celular y efectu� una llamada.
- Hola, Naty, �est�s en casa? �Ah! �Vas a volver m�s tarde? Ok, hasta ma�ana entonces.
Cuando o� aquello �ltimo supe que estaba ante una tremenda posibilidad de pasar de la fantas�a a la realidad, pues me hallaba con un putito que me invitaba a su casa, en la cual no habr�a m�s nadie que nosotros dos hasta el d�a siguiente.
- �Qu� dec�s, te baj�s un rato?
En su pregunta el tono result� muy sugestivo, al igual que su mirada, que de mis ojos baj� sutilmente a mi entrepierna para luego volver a mi mirada.
- �Es seguro dejar el coche aqu�?
- Pod�s dejarlo en la cochera que est� a media cuadra. Est� abierta las 24 horas.
- Voy a guardarlo mientras prepar�s el caf�. Estoy en el 15-C.
El tr�mite de dejar el auto en la cochera y regresar hasta el edificio no demand� m�s de 5 minutos, pero me pareci� m�s tiempo pues los pensamientos me asaltaron de mil modos. Pens� si era buena idea aquella, tambi�n en que lo mejor ser�a regresar al coche y desaparecer, quiz� avisarle por el portero el�ctrico que me hab�a surgido algo y frustrar as� aquello. Pero al mismo tiempo sab�a que si no enfrentaba mis morbos jam�s me desprender�a de ellos y me quedar�a con la duda de si realmente quer�a o no descubrir si lo que tanto me excitaba s�lo era una mera idea. Al pasar frente a un kiosco compr� un atado de mis cigarrillos, uno de los que fumaba pupi, un paquete de pastillas de mentol, del cual de inmediato retir� una para comerla, y tambi�n dos paquetes de profil�cticos. Al menos deb�a estar preparado.
Poco despu�s el ascensor me llevaba al piso 15, abri�ndose ante un pasillo angosto y mal iluminado. A�n as� no tard� nada en encontrar el departamento C.
- �Hola! �me salud� al abrirme, como si hubiera pasado m�s tiempo-. Pens� que te hab�as arrepentido.
- �Ah s�? �Por qu� habr�a de hacerlo?
- No s�, quiz� ten�s algo mejor para hacer.
Pupi se hab�a descalzado y se dirig�a a la cocina, donde el agua de la pava estaba soltando su primer vapor.
- Sos una compa��a muy agradable, no tengo nada mejor que hacer. Hay un restor�n en la esquina.
- S�, y es car�simo.
- Me gustan los lugares as�, ya que no voy siempre, si vos no ten�s planes para m�s tarde te invito a cenar.
- �Es una cita? �brome�, con picard�a.
- Puede ser �agregu� en el mismo tono.
- No podr�a despreciar una invitaci�n as�, Santiago, aunque me gustar�a m�s prepararte yo la cena, tengo la heladera llena y soy un excelente chef.
- �O sea que no ten�s planes?
- No, hoy estoy solito y sin nada para hacer.
- �No ten�s novia?
Pupi solt� una carcajada que termin� siendo contagiosa. A�n ri�ndose lleg� hasta la mesa baja del living, frente a la cual me hab�a sentado, y dej� una taza con caf� humeante. �l bebi� un sorbo de la suya. Por entre el vapor vi sus ojos mir�ndome de modo extra�o. Al dejar la taza sobre la mesa se recost� en su sill�n y me sonri�.
- No, no tengo novia, �y vos, sos casado o qu�?
- Soy �o qu� �bromee, haci�ndolo re�r-. No tengo novia, ni esposa ni quiero. Me gusta ser libre pues as� soy due�o de todo mi tiempo y mis decisiones.
- Pero tendr�s muchas amigas, �no?
- Algunas, me gusta pasarla bien.
- �Puedo preguntarte algo?
- Lo que quieras.
- �Por qu� has sido tan amable conmigo?
- Porque sos una persona muy agradable.
- �A�n siendo lo que soy?
- Quiz� tambi�n por eso he sido amable.
- �Ah s�?
- Aj� �contest�, mir�ndolo a los ojos mientras beb�a caf�.
- �Y alguna vez�?
- �Si alguna vez estuve con alguien como vos?
- Aj�.
Tras pensar algunos segundos mi respuesta, me puse de pie.
- Ven�, por favor �le ped�, ante lo cual obedeci� y se par� frente a m�; yo me acerqu� hasta que mi cara estuvo a cent�metros de la suya.
- No �susurr�-, jam�s estuve con un chico como vos �lentamente camin� hasta ubicarme a su espalda, y aproxim� mi boca a su oreja, sin tocarlo� pero quiero confesarte que siempre me parecieron excitantes y m�s de una vez me pregunt� si ser�a lindo o no� ya sab�s� pero al verte hoy�
Entonces lo abrac� lentamente por detr�s, dej�ndose �l abracar por mis brazos, y sacudi�ndose un poco al sentir mi bulto crecido apoyarse contra su trasero.
- � al verte hoy �continu� surrur�ndole- s�lo deseaba poder estar a solas con vos.
- �Por qu�? �musit�, haciendo su cola un poco para atr�s.
- Porque sos un putito precioso.
- �Soy un putito precioso? �dijo en un suspiro que delat� su excitaci�n.
- S�, Pupi, sos un mariquita divino, exquisito y confieso que no pod�a dejar de imaginarme llev�ndote a la cama.
- Ay� �para qu�?
- Para culearte, mi amor, para adue�arme de vos.
Pupi se dio vuelta de inmediato y me abraz�. Sus ojos me miraron con un brillo tal que pens� que alguna l�mpara se reflejaba en ellos, pero no, era su l�bido. As� se qued�, respirando entrecortadamente y aguardando que yo diera el pr�ximo paso. No me hice esperar, mis labios buscaron los suyos con pasi�n y de inmediato comenzamos a comernos las bocas, a entrelazarnos las lenguas, a apretarnos con fuerza, con desesperaci�n. De un empuj�n me hizo caer sobre el sill�n donde momentos atr�s hab�a estado �l sentado, y de inmediato se abalanz� para profanar mi bragueta, tras lo cual, y con mi ayuda, me baj� el pantal�n y los boxers hasta los tobillos. Mi pija estaba dur�sima y la cabeza mojada. Obnubilado, el trolito la agarr� por la base, apret�ndola con la fuerza necesaria para que no me doliera pero s� para que se endureciera a�n m�s, y as� comenz� a masturbarme.
- No sab�s lo contento que estoy -me dijo, mirando la hinchada cabezota rosada-, nada me gusta m�s que ser el putito de un macho como vos.
Acto seguido ensaliv� mi pija con peque�as escupidas, que luego fue extendiendo por todo el miembro con su lengua. Bes� mi glande, mis test�culos, urg� con su lengua en los pliegues de mi prepucio, y luego se meti� la cabeza para regalarme intensas chupaditas, como si de un helado se tratara, para finalmente met�rsela toda, entera, haciendo arcadas de ahogo. Aquello me calent� tanto, pero tanto, que lo tom� la cabeza y empuj�, y Pupi chup�, succion� con ganas. El trolito parec�a haber ca�do en un profundo trance en el que desesperadamente orde�aba mi verga, hasta darse cuenta de que estaba pronto a acabar. Se puso entonces un poco de costado, interpretando de inmediato sus deseos. Comenc� a bombear con el m�ximo cuidado posible, cogi�ndole la boca, hasta que una sacudida agit� mi cuerpo y pude sentir que mi pija escup�a abundantes chorros de leche. Pupi sigui� succionando y pude apreciar por el movimiento de su garganta que estaba trag�ndose toda mi esperma. Aquella escena que ve�a y viv�a en carne propia fue tan intensa que no s� si fue mi imaginaci�n o realmente sucedi�, pero en ese instante hubiese jurado haber tenido un orgasmo consecutivo sobre el otro. Seguramente fue s�lo una sensaci�n, conforme lo creo ahora, pero parec�a que un dep�sito desconocido de semen se hab�a roto, pues fue tal la cantidad que le descargu� al trolito, que �ste luego me lo har�a notar con asombro.
No s� si tuve orgasmos mejores que aquel, lo cierto es que fue diferente, muy diferente, la naturaleza del propio acto lo era, pues se trataba de la primera vez que me aventuraba en algo sexual con alguien de mi mismo sexo, pero cuando lo rememoro no puedo negar que fue fabuloso.
Hab�a quedado extasiado, como en una nube, tirado en el sill�n con la ropa en los tobillos y la pija a�n hinchada y latiendo. Recostado a mi lado, Pupi parec�a en un estado similar, relami�ndose mientras ronroneaba como un gatito.
- �Te ha gustado? �quiso saber al cabo de varios segundos de silencio.
- Me ha fascinado �afirm�-, fue la mejor chpada que me han hecho.
- Estaba muy cargado, pens� que nunca dejar�as de acabar, tu leche est� riqu�sima. Me la tragu� toda. Me gustar�a hacerte acabar muchas veces y guardar tu leche en una botella, para calentarla en el microondas y tomar un trago todos los d�as. Ten�s una garcha alucinante. Ahora Pupi le va a preparar una rica cena a su macho. �Ten�s hambre?
Apoy�ndome en mis hombros me incorpor� para mirarlo entre divertido y caliente.
- Tengo hambre de comerme tu culo �le dije, �l ri�-. De verdad te digo, desde que te vi no puedo dejar de pensar en lo rico que deb�s tener el traste.
- �Me lo quer�s besar? �pregunt�, algo sorprendido y entusiasmado.
- Te lo quiero comer, te lo quiero chupar. �Me dej�s?
- �Aqu�?
- Mostrame tu dormitorio.
Me quit� los zapatos, los pantalones y el boxer, llevando todo cuando lo segu� por un pasillo, hasta llegar a la habitaci�n. Hab�a dos camas de una plaza, una de las cuales sin lugar a dudas ser�a de la hermana. El departamento era peque�o y propio de estudiantes, reci�n entonces me estaba percatando de ello, algo que la calentura no me hab�a permitido ver antes. Cuando comenc� a quitarme la camisa, el putito hizo lo propio con sus pantalones capri y con su remerita, quedando tan s�lo con una tanga. Me maravill� su cuerpo delgado, desprovisto de vello alguno, apenas si se le notaba un poco en los brazos, pero los hab�a decolorado. Era mucho m�s femenino que varias de las mujeres con las que me hab�a acostado.
- �Quer�s que peguemos las dos camas? �me sugiri�, pero aquel detalle no me importaba en lo m�s m�nimo.
Lo abrac� con fuerza y volv� a comerle la boca. Nuestras lenguas se entrelazaron otra vez y sus manitos comenzaron a acariciarme la espalda mientras yo le manoseaba las nalgas, me encantaba su culo chiquito pero redondo y durito. Mi verga no se hab�a bajado del todo y ya daba indicios de querer seguir.
- Mostrame tu hueco �orden� m�s que ped�.
Pupi se subi� a la cama y se puso en cuatro, apoyando la cabeza sobre una almohada. Yo le baj� la tanga hasta la mitad de los muslos y �l se abri� los gl�teos. Entonces vi un ano rosadito y peque�o.
- Soy estrechito, �viste? Me vas a tener que poner crema, en la mesa de luz hay vaselina.
Saqu� el pote de vaselina y le quit� la tapa, pero luego me arrodill� sobre una almohada que coloqu� en el suelo, y me acomod� para actuar mejor. Junt� saliva y escup� un par de veces, dando siempre en su argollita, lo que le caus� placer, a juzgar por los suspiros que o�. Luego pas� la lengua a lo largo de toda la raya, y despu�s con la yema de mi pulgar me dediqu� algunos minutos a masajearle la argollita, que result� ser tan suave y caliente como la hab�a imaginado.
- Ten�s un orto tan espectacular que me pasar�a horas jugando con �l.
- Te dejo jugar, Santiago, hoy es todo tuyo.
- Y presiento que no ser� la �nica vez que te lo pida.
- Ped�melo todas las veces que quieras, de verdad� me encanta entregarme a un macho como vos.
Pude notar que Pupi estaba de verdad caliente, pues su peque�o pene, que parec�a mi dedo �ndice, estaba muy erecto y �l ya hab�a comenzado a manose�rselo.
- Pajeate, beb� �le ped�-, pajeate mientras saboreo esta preciosura.
Mi boca ya hac�a agua y no quer�a hacerla esperar m�s. Abraz�ndome a sus piernas apret� la cara contra sus nalgas y mi boca encontr� de inmediato su hoyo, que comenc� a chupar con ganas. Mi pija, que no se hab�a terminado de bajar, se puso nuevamente dura apenas comenc� a saborear ese hueco, que literalmente me com�, como hab�a hecho con la boca del trolito. Succion� con tal fuerza que Pupi se quej�.
- �Ay, hijo de puta, me vas a sacar caquita! �exclam�, al tiempo que se sacud�a m�s la pija,
De repente me sent� pose�do y segu� chupando aquel sabros�simo culo con desesperaci�n. El mariconcito gem�a de gusto y liber� un gritito de placer al sentir mi lengua meti�ndose tan adentro como pudo, babose�ndole gran parte del recto. Por un instante pens� que de verdad sentir�a el sabor de su caca, pero era evidente que mientras yo hab�a estado guardando el coche, �l se hab�a lavado profundamente. Lo imagin� sentado en el bidet, meti�ndose los dedos enjabonados para limpiar su conducto.
- �Qu� rico ojete, bebito! �exclam�, apart�ndome un instante- �Est� m�s rico que una concha adolescente!
- Es mi conchita, papi, ah� quiero que guard�s tu pito.
Y volv� a chup�rselo y a cog�rselo con la lengua, cada vez con m�s ansiedad. Pupi se masturbaba como un poseso y yo tambi�n hab�a comenzado a manosearme la chota, que estaba tan dura como un hierro y caliente como una brasa. Sin dejar de comerle el agujero estir� la mano hasta la mesa de luz, donde hab�a dejado el paquete con condones, y sin mirar me las ingeni� para abrir uno de los sobres y comenzar a cubrirme la pija con el l�tex aceitado. Cuando estuve listo me separ� unos cent�metros y vi el panorama que me ofrec�a aquel precioso trasero lampi�o, chiquito, redondo, durito, y el agujerito cerrado del que sal�a mi baba, cayendo por sus piernas. S� que lo hab�a ensalivado bien.
Para mayor comodidad lo hice bajar de la cama y arrodillarse en la almohada en la que hab�a estado yo. Pupi ech� su pecho sobre el colch�n y levant� las nalgas tanto como pudo. Yo pos� una de mis rodillas en un sobrante de la almohada y apoy� el pie de la otra pierna en el suelo. Ya listo, apoy� la punta de la verga en el hueco.
- �No me pon�s cremita? Soy estrecho, no me va a�
No le dej� terminar, de un empuj�n logr� encajarle media cabeza, estir�ndole la argolla . Pupi grit� de dolor, por lo que me detuve, aunque sin sacarla.
- �Te duele?
- S�, qu� hijo de puta que sos, la ten�s muy ancha, me vas a romper el culo.
- Pero bien que te segu�s pajeando, �no? Se�al que te gusta.
Y empuj� m�s hasta que vi la cabeza de la chota desaparecer en su upite. Pupi grit� y se sacudi�, entonces lo abrac� fuerte y comenc� a besarle el cuello y la nuca. Luego le pas� la lengua por la oreja.
- Qu� rico puto que sos, Pupi �susurr� con una gravedad en la voz que delataba mi creciente calentura.
- Y vos que rico macho, mi macho, me est�s abriendo el orto, me lo vas a dejar como una olla.
- Quiero que tome la forma de mi pija, para que siempre que otro te la ponga termin�s pensando en m�.
Y empujaba otro poco, tapon�ndole cada vez m�s el recto con mi miembro. Apenas le hab�a encajado la mitad y pens� que no pod�a avanzar m�s, pero me esforzaba un poco y paulatinamente su culo iba engullendo m�s cent�metros. Me sent� tentado de enterr�rsela de una sola embestida, pero supe que le har�a doler y podr�a arruinar el momento, por lo que opt� por seguir as�, lentamente, aunque con el prop�sito de entrarle hasta que mis huevos peludos se aplastaran contra sus gl�teos.
Y as� fue, tras un buen rato, en el que tuve que concentrarme varias veces para no acabar, sent� que mis bolas se pegaban a su piel.
- Me quedar�a a vivir adentro tuyo, mariconcito� que maravilla de hueco� jam�s sent� tanto placer�
- �De verdad me lo dec�s?
- Claro que te lo digo de verdad, estoy disfrutando much�simo m�s de lo que pens�, pero me encanta haber esperado hasta encontrarte, porque sos la marica m�s rica del mundo.
No s� si aquellas palabras eran cien por ciento verdad, pero en ese momento y en el fragor de semejante calentura lo sent�a. Pupi se seg�a pajeando y yo ya lo estaba bombeando. Mi verga se mov�a como un �mbolo en una camisa, y en cada avance parec�a que mi verga crec�a m�s y m�s. En uno de los momentos que me quedaba quieto para evitar que la pasi�n me ganara y eyaculara, not� la c�moda que hab�a contra una pared y que estaba coronada por un espejo grande.
- Ven� �le orden�, poni�ndome de pie y oblig�ndolo a imitarme, para que no nos desaboton�ramos.
Fue fabulosa la sensaci�n de hacerlo caminar conmigo adentro, pues sent� que su culo se frunc�a y me apretaba la poronga. A �l tambi�n pareci� gustarle, ya que sus gemidos me lo indicaron. As� llegamos hasta la c�moda, donde lo enfrent� con el espejo.
- Mir� que precioso putito que sos, sos un trolo espectacular, Pupi, es riqu�simo culearte.
- Sos un hijo de puta, Santiago, jam�s me cogieron tan bien como vos.
- Mirate, beb�, mirate la carita� carita de mariquita caliente� mirate lo bonita que te pon�s mientras me ten�s adentro, mi amor� mi ricura� mi putoncito hermoso.
Y retom� el bombeo, agarr�ndolo de la cintura y sacudi�ndolo. Pupi ya se pajeaba desesperado, y al sentirlo temblar supe que estaba por acabar. Un par de segundos despu�s su pito empez� a escupir leche, que cay� sobre la c�moda y parte del espejo.
- �Me aguant�s un poco m�s? Quiero seguir adentro tuyo otro rato.
- S� hac� lo que quieras� dijo desfallecido� en este momento podr�as matarme y no har�a nada� soy tuyo, Santiago� soy tu puto y pod�s hacerme lo que quieras�
De pronto se me ocurri� y a pesar de temer propon�rselo, la calentura me hizo hablar.
- �Me dej�s que te acabe adentro del orto?
- �Te anim�s? -respondi�- Yo estoy sanito porque siempre me dejo con forro, pero juro que me pod�s hacer lo que se te d� la gana.
No necesitaba m�s. Se la saqu� y me quit� el cond�n. Luego lo bes� con mucha pasi�n en la boca y lo llev� hasta la cama, donde lo hice acostar boca arriba. Tras arrodillarme en el colch�n tom� sus piernas y me las coloqu� en los hombros, para luego ubicar mi chota en su hueco, que estaba tan lubricado que en esa ocasi�n pude hund�rsela m�s pronto, tal es as� que en un segundo ya le estaba hurgando el fondo del upite.
- �Ahhh! �exclam�- �Qu� bien se siente culearte a pelo, pendejo! �As� te saboreo m�s!
- �Regame las entra�as de leche, alzado, larg�mela toda� aflojame la caca con tu guasca!
- Ya me estoy manchando la pija con tu caquita, putoncito� �qu� rico es culearte!
Y ah� fue cuando me volv� loco. Lo cabalgu� de tal manera que la cama comenz� a crujir y el putito a aullar y hasta llorar de placer. Estaba cogiendo a mi primer puto y lo estaba gozando como un endemoniado. Nada me importaba en el mundo, nada, s�lo disfrutaba ese momento lleno de lujuria total, con las bolas duras y la pija hinchada y algo adolorida por las varias veces que demor� la eyaculaci�n, hasta que ya no pude m�s y entonces me hund� tanto como pude, me inclin� hasta que pude pegar mi boca a la suya y lo bes� como si quisiera arrancarle el alma. Entonces experiment� la explosi�n. Nuevamente sufr� una violenta acabada que no parec�a tener fin. La leche me sal�a como si estuviera orinando tras beberme varias cervezas, y el putito me lo hac�a notar con sus gemidos y abraz�ndome con ardor.
A�n me saltaban chorritos cuando ambos nos relajamos, menguando el fragor de nuestros besos, que se tornaron m�s tiernos. Varios minutos pasaron hasta que ca� en la cuenta de lo inc�moda de la pose en que lo estaba sometiendo a Pupi, entonces con cuidado le fui sacando la garcha.
- Casi me hac�s salir leche por las orejas �dijo, con los ojitos cerrados y sonriendo.
- Mostrame como la expuls�s �ped�, mientras colocaba bajo su cola Un bollo de papel higi�nico que r�pidamente traje del ba�o.
- Sos un chancho hermoso �me dijo, levantando las piernas.
Me encant� ver su culito enrojecido latiendo. De repente escuch� un pedito y un borbot�n blanquecino aflor� del hueco, luego un pedito m�s prolongado acompa�� la salida de otro poco de esperma, y hubo un tercero y hasta un cuarto.
- A�n siento que tengo m�s �dijo-� creo que te dej� sin leche durante un buen rato.
- Mir�, no es para mandarme la parte, pero si descanso un rato y quer�s, podemos seguir.
- Me hiciste mierda, Santiago �exclam� algo sorprendido-, te juro que me duele el orto y s� que ma�ana no me voy a poder sentar.
- Pero te gust�, �verdad?
- Me encant� �dijo, bes�ndome en la boca con mucha dulzura-. Ven� ahora al ba�o, que te lavo la pija y cago la lechosa que me mandaste. Siento como que tengo diarrea.
Eran las once de la noche cuando el putito me llam� a cenar. Al llegar al comedor (que a la vez era living, sala de estar y cocina), lo encontr� calzando una chinelas de taco alto que eran de su hermana, y un delantal que le dejaba al descubierto la espalda y su maravilloso trasero. Supe al verlo cu�l era el postre que querr�a.
Comimos a la luz de las velas un apetitoso omelette que acompa�amos con vino tinto y una charla variada que en m�s de una ocasi�n se centr� en lo genial que la hab�amos pasado.
La hermana de Pupi ten�a previsto regresar a las once de la ma�ana del d�a siguiente, por lo que pasadas las nueve y tras beber un rico caf�, sal� del edificio deseando ir a mi departamento para descansar unas horas, ya que el resto de aquella noche y la madrugada no dorm� ni un minuto. Hab�a pasado la mayor parte del tiempo abotonado a mi trolito. Mi pija estaba realmente adolorida, pues la hab�a exigido m�s que nunca, al punto tal de que perd� la cuenta de cu�ntas veces le acab� adentro del orto a Pupi, quien al despedirme en el pasillo me dijo que iba a retener mi leche tanto como pudiera.
Santiago


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Relato: El putito de la lluvia
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