La primera vez que estuve con Cristina fue ella la que vino a
por m�. Era de noche y est�bamos en una fiesta en un pueblo muy cercano al
nuestro, bebiendo cervezas en la terraza de un bar. La noche estaba ideal. Era
una de esas noches que, cuando pasa el tiempo, la recuerdas como una de las
mejores de tu vida. Entre los dos hab�a buena sinton�a y voy a explicarles por
qu�.
Vivo en Gran Canaria y aquel mes de agosto mi hermano y yo
est�bamos veraneando en la isla de Lanzarote. Nos qued�bamos en una casa vac�a
de mi familia reservada para pasar las vacaciones. Esa tarde estaba caliente y,
como no pod�a ser de otra manera, comenc� a pensar en una hembra que me ayudara
a apagar mis calores. Me vino a la cabeza, como otras tantas veces, una vecina
que viv�a en mi edificio. No conoc�a ni su nombre, pero ten�a una cara de vicio
de esas que te ponen a cien s�lo con verla, unas tetas enormes y un culo
precioso. No era muy guapa pero sus atributos la perdonaban. As� que estaba yo
pensando en ella mientras, con mi mano, me hac�a una paja deliciosa. Total que
al final, y como estaba previsto, me corr� como un poseso a la salud de las
tetas de mi vecina.
A la muy cabrona le gustaba calentarme. Se le notaba. Cuando
sub�a en el ascensor siempre sacaba pecho, como diciendo, mira lo que tengo, son
m�as. En muchas ocasiones le miraba las tetas descaradamente. Ella miraba la
puerta, el techo, el piso, sabiendo a ciencia cierta donde estaban clavados mis
ojos. A veces me miraba con una sonrisa p�cara. Todav�a me pregunto por qu� co�o
no intent� nunca tener un l�o con ella. Con el tiempo, me enter� que le gustaba
m�s una polla que respirar y otra vez me maldije por no haberla atacado.
Pero ahora volvamos al bar. Como dec�a, entre Cristina y yo
hab�a buena conexi�n debido, fundamentalmente, a que esta tarde ya estaba
satisfecho y no se me hab�a pasado por la cabeza intentar ligar con ella. Que un
t�o no ataque a una mujer es algo que ellas no entienden. Seguro que en otras
circunstancias lo habr�a intentado y, muy posiblemente, la habr�a fastidiado.
Pasaron un par de horas y la fiesta acababa. Ten�amos un
coche prestado y, como yo era el que conduc�a, busqu� a mi hermano para irnos a
dormir. Cristina me dijo entonces que me acompa�aba a dejar a mi hermano a casa
si luego la llevaba a la suya, en un pueblo a unos 6 kil�metros del nuestro.
Encantado le dije que s�. Pero juro que no imaginaba nada de nada. Cosas de las
pajas, que me nublan la vista y me atontan el cerebro.
Una vez que dejamos a mi hermano, nos dirigimos a su casa.
Recuerdo que se anim� bastante, busco una cinta de m�sica, se volvi� hacia m�
mientras yo conduc�a y, as�, continuamos un buen rato. Sus ojos brillaban. Me
pregunt� si ten�a novia y le contest� que no. Era la verdad. Durante la tarde me
dijo que ten�a novio, que aquellos d�as �l estaba preparando unos ex�menes y por
ese motivo no quer�a salir. Pero que ella ten�a ganas de marcha y que no pensaba
quedarse en casa.
La carretera que va en direcci�n a su casa est� muy cerca de
la costa, as� que al llegar a la altura de una de las playas me pidi� que
par�semos un rato a ver el mar, que la noche estaba preciosa. Lo que hasta ese
momento me parec�a normal, ahora ya no. Las alarmas se encendieron. Ah� empec� a
sospechar de cu�les eran sus verdaderas intenciones. Recuerdo que un calor me
recorri� la entrepierna, teniendo que acomodarme un par de veces el paquete.
Entonces, me dej� llevar.
Una vez parado el coche, ech� el sill�n hacia atr�s,
contemplaba el cielo, miraba las olas del mar golpeando una y otra vez contra
las piedras de la playa. Cristina comenz� a ponerse algo tensa. La verdad, la
situaci�n me pareci� de lo m�s sensual. Tan a gusto estaba con mi paja de la
tarde, que dej� a Cristina la iniciativa. Si quer�a algo que viniera a por m�.
Recostado en el sill�n esper�. Pero no esper� mucho. A los pocos minutos de
hablar idioteces, se ech� sobre m� y empez� a besarme. Yo, satisfecho como
estaba, la dej� hacer. Me recorr�a con la lengua, la met�a en mi boca y casi sin
esperar empez� a quitarme la ropa. Supongo que como yo, pensaba que cu�nto antes
empez�ramos m�s tiempo ten�amos para jugar. Joder, una t�a quit�ndome la ropa.
No estaba acostumbrado. Muy al contrario, casi siempre eran ellas las que me
dec�an que me tranquilizara, que no fuera tan deprisa. Y ah� estaba yo, m�s
chulo que un ocho, con una t�a desesperada encima quit�ndome la ropa y sob�ndome
todo.
Su ropa se la quit� tan r�pido como hab�a quitado la m�a. Sus
tetas no ten�an nada que ver con las de mi vecina, eran peque�as pero con unos
buenos pezones que, tan pronto como pude, me ech� a la boca. Con el control de
la situaci�n a mi favor me dediqu� a gozar como hace un buen macho. Le met�a
mano por todos lados, le com�a la boca, la nuca, las orejas, las tetas. Fui
recorriendo todo su cuerpo, su piel era muy suave, se notaba que se cuidaba
bastante. Acerqu� mi mano a sus muslos y entonces abri� las piernas todo lo que
la posici�n le permit�a. Era una invitaci�n a que acariciara su mejor tesoro. En
ese momento su mano cogi� mi polla, la apret� todo lo que pudo, tanto, que di un
peque�o salto al sentir sus u�as clavarse en ella. Me gustaba y a la vez me
dol�a. Pero no le dije que aflojara.
Ah� est�bamos los dos, ella con su mano que no paraba de
subir y bajar y yo, con la m�a, acerc�ndome al calor de sus entra�as. Cuando por
fin mi mano se pos� sobre su co�o me llev� una de las sorpresas m�s hermosas de
mi vida. Ten�a una buena mata de pelo pero sin resultar desagradable, estaba
ardiendo y lo ten�a mojado como nunca antes hab�a tocado.
Su co�o era su perdici�n. Fue poner mi mano encima y se par�
en seco. Se qued� fijamente mirando mis ojos, abri� la boca y hasta su mano par�
de masajear mi polla. Aunque, como pueden imaginar, no la solt�.
Estuve un rato acariciando ese co�o. Recorr�a una y otra vez
su mata de pelo, sus labios h�medos, su cl�toris. Y no movi� ni una pesta�a.
Segu�a ah�, mir�ndome como pose�da. Joder, �si esto es por tocarle el co�o que
ser� cuando le meta la polla?. Pens�. Comenc� a tirar un poco, a pellizcarla.
Nada. No se inmutaba.
Ahora mi polla s� que empezaba a reaccionar. Con el control
que ten�a de la situaci�n, y viendo como ella estaba pens� que lo mejor era
darle un poco de ca�a. La cog� por los pelos, acerqu� su cara a la m�a y le
dije: Ahora me vas a chupar la polla. Juro que as� fue. La muy cabrona se qued�
quieta como estaba, segu�a en trance, as� que tuve que empujar su cabeza hacia
abajo, abr� un poco m�s las piernas y enseguida not� su boca caliente sobre mi
capullo. Empez� a mamarme despacio pero no era eso lo que yo quer�a. De un golpe
empuj� su cabeza hacia debajo de manera que se la trag� entera. Manten�a la
presi�n sobre su cabeza para que no saliera ni un cent�metro. Pasados uno o dos
minutos empec� a aflojar. Le dije que me mamara la polla como una campeona y no
se hizo esperar. Lentamente empez� a comerme, pasaba su lengua por toda la polla
mientras yo controlaba que no hubiera nadie cerca. Hab�a suerte, y a esa hora
est�bamos solos en la playa.
Juro que no s� el tiempo que la tuve as�, agachada con mi
trasto en la boca. Me sent�a como un rey. Y sent�a como ella era mi esclava.
Tal era el control que, cuando me dio la gana, la levant� de
su golosina y le dije, otra vez a la cara, te voy a follar. Ella segu�a sin
decir ni una palabra. Obediente se acomod� en su sill�n, abri� las piernas y se
qued� esperando por m�.
Con alguna dificultad me pas� a su lado. Me encaj� en la
parte baja del coche, justo delante de ella, con mi polla a reventar. Ech� el
sill�n hacia atr�s todo lo que pude. Cog� sus piernas, las abr� a�n m�s y
acerqu� mi polla a su entrepierna. Estuve un rato pasando la punta por su co�o,
jugando con los pelos, metiendo un poco el capullo y volvi�ndola a sacar. Ella
segu�a mir�ndome, pero esta vez, con cara de desesperada. Me estaba diciendo
f�llame con su mirada. Pero no. Quer�a hacerla sufrir. Como dije antes, yo hab�a
tenido mi inyecci�n de endorfinas por la tarde. Ahora se trataba de disfrutar
como un aut�ntico cabr�n.
Mi perdici�n fue cuando lleg� hasta m� el olor de su co�o.
Ah� no pude m�s y, de una vez, entr� hasta el fondo. Fue entonces, y por primera
vez, cuando solt� un suave grito. No de dolor, sino de placer. Juro que en ese
momento, y sin yo querer, le pas� el control de la situaci�n. Estaba tan
alucinado con el calor que desprend�a por dentro que le hice caso. Me empez� a
apretar contra ella, a decir que entrara m�s y yo le hac�a caso. Ese no era el
plan pero tampoco pude negarme. Mi debilidad comenzaba a relucir.
Estuvimos as�, follando un buen rato. Mi lengua se mezclaba
con la de ella. Le com�a las tetas, el cuello. Le pas� las manos por debajo del
culo, levant�ndola aun m�s. Con la calentura que ten�a no tard� en empezar las
convulsiones. Pens� que me part�a la polla. Comenz� a decir cosas que no
entend�a. Ni me importaba. Me miraba fijamente, me dec�a cosas y volv�a a
jadear. Otra vez me dijo no se qu� del bar, pero nada, no me enteraba. Lo �nico
que me importaba en ese momento era tener la polla bien enterrada y recibiendo
un buen masaje con su interior.
La primera vez que se corri� pens� que no pod�a ser. Nadie
puede correrse de esa manera, gritando de esa forma y movi�ndose como ella lo
hac�a. Yo s� que soy un campe�n, pens�. El segundo orgasmo le lleg� casi a
continuaci�n. Otra vez lo mismo. Otra vez pens� que no pod�a ser. Que mi polla
no daba para tanto. Entonces par� de moverme, quer�a hacerla sufrir. Esta vez s�
que entend� lo que dijo: Mu�vete cabr�n, m�teme esa polla otra vez. Asustado por
la amenaza, segu� bombeando. Al poco, su tercer orgasmo. Ahora s� que pude
detener el ritmo.
Jug�ndome la vida y apostando a ganador, le dije que no me
gust� nada que me llamara cabr�n. Puse cara seria y fue ella la que me pidi�
perd�n. Que se hab�a vuelto loca, que me ten�a muchas ganas y que su tercer
orgasmo le llegaba cuando decid� parar. Comprend� bien lo que me dijo, pero en
todo caso la situaci�n pas�, de nuevo, al punto inicial.
Me acerqu� a su o�do y le pregunt� que si sab�a donde me iba
a correr. Adivinando mis intenciones, asinti� con su cabeza. Ahora volv�a a
callar.
Nos intercambiamos como pudimos y ahora era ella la que
estaba de rodillas entre mis piernas. Acerc� sus dos manos y empez� a hacerme
una paja de esas para recordar. Mi polla estaba ardiendo y totalmente mojada.
Las venas hinchadas parec�an que iban a estallar.
Acerc� su boca y mi polla y ya no la dej� m�s. Le dije que me
lo hiciera lentamente, que quer�a disfrutar de su boca. As�, despacito empez� a
mamarme la polla. La tuve un buen rato en esa posici�n. Su boca ard�a m�s que mi
polla, cosa que me sorprendi� agradablemente. Cog� su cabeza por los lados y
empec� a subir y a bajar su cabeza. Cuando vi salir de su boca un poco de saliva
que recorr�a mi polla le dije que no quer�a ver salir nada, que se lo tragara
todo. Entendi� perfectamente mis indicaciones, y ya no vi salir nada m�s.
Me acerqu� otra vez a su o�do y le dije que no quer�a que me
pajeara con su boca, sino que quer�a una mamada. Son dos cosas totalmente
distintas. Y ella lo entendi�. Saboreaba la polla como una aut�ntica esclava,
como si le fuera la vida en ello. Cuando por fin lleg� el momento, las piernas
se me tensaron, le dije que redujera el ritmo y lentamente empec� a correrme.
Fueron cuatro o cinco explosiones que me dejaron seco, y a ella, con la boca
llena. Estuvo un rato as�, quieta con su regalo y mi polla en la boca, hasta
que, de nuevo, me acerqu� a ella y le dije que se lo tragara todo. De una sola
vez se lo trag� todo. Estaba pose�da.
Nos quedamos as� un buen rato. Ella a mis pies con la polla
en la boca y jugando con su lengua. Yo, agradeciendo su trabajo, le acariciaba
el pelo y su cara. Al rato, levant� su cabeza y con una sonrisa de lado a lado
se acerc� a m�, me dio un beso y tambi�n las gracias.
No se lo dije, pero pens� que las gracias hab�a que d�rselas
a las tetas de mi vecina.
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO