Relato: 2a historia -No se necesita ser a la fuerza





Relato: 2a historia -No se necesita ser a la fuerza

EL ARTE DE LA SEDUCCION



-Definitivamente esa apuesta cambio mi vida- Me confeso mi
ultima entrevistada al preguntarle sobre los motivos de su actual estado. Si
bien he investigado ya un centenar de cazos este me resulto particularmente
atractivo para la narraci�n, situaci�n que me facilito la decisi�n sobre cual
historia seria la siguiente.



Las emociones retoman el papel principal en una de mis
historias, esta en particular puede ser que resulte de mayor agrado al lector
promedio debido a su sugestivo erotismo propio de una transformaci�n no
planeada, pero despertada por una serie de sucesos sensuales tanto f�sicos como
sentimentales que espero despierte en quien lo lea el entendimiento de que
existen muchos mas caminos de los que muchos pueden comprender o siquiera
imaginar.



Para esto nos trasladaremos a un 3er piso en un no muy grande
departamento desde el que se logra ver la rompiente del mar en la zona conocida
como olas altas. Para muchos lectores que conozcan los puertos de Sinaloa les
resultara f�cil identificar el lugar, pero he optado por no dar mas detalles
para proteger la integridad de esta fuente.



-�Podr�as imaginarte seducido por un hombre y Terminal
enamorado de el consider�ndote aun heterosexual?- Me pregunt� al iniciar la
entrevista, pregunta que me dejo pensativo un rato, pues si bien me agrada el
escribir historias de este tipo jam�s hab�a pensado en una situaci�n as�, por lo
que negando levemente con la cabeza preste atenci�n a sus palabras.



-Como podr�s darte cuenta mi cuerpo aun dista de ser el ideal
femenino, aunque las terapias a las que me he sometido mejoran r�pidamente mi
apariencia, sobre todo a la vista de los hombres. A pesar de esto he tenido que
lidiar con el cl�sico desprecio a la gente de mi condici�n-



Ser�a menester la descripci�n de mi entrevistada, en esta
parte de la historia, con el fin de aclarar las posibles dudas sobre su posible
aspecto, pero es mejor que deje esa parte para mas adelante en donde narre su
transformaci�n, pero como se que he despertado algo de curiosidad, diere lo
siguiente.



La frase. Mujeres �Qui�n las entiende? Seria tal vez la mejor
forma de iniciar esta descripci�n. Es verdad que el estereotipo de la chica
actual es bien proporcionada, en cuanto a busto y caderas acentu�ndoles en una
diminuta cintura. Pero tambi�n es cierto que la mujer malinterpreta al hombre
constantemente, en cuanto a ese aspecto ideal, lo que en ocasiones le lleva a
pensar en cosas que no son verdad. Un cuerpo delgado unos brazos y manos
delicados piernas esbeltas y alargadas y un bonito pero sobre todo tierno rostro
pueden desencadenar reacciones no f�cilmente asimilables por un var�n.



Es as� que hablando con toda franqueza puedo decir que
Andrea, nombre con el que se le conoce hoy en d�a, en verdad puede mejorar, solo
para parecer alguna de estas chicas que aparecen en comerciales o programas de
modelar.



-Termine enamor�ndome de el- Dec�a mientras se�alaba con un
dedo una fotograf�a en donde aparec�an tres j�venes preparatorianos de alrededor
de 18 a�os saliendo de su fiesta de graduaci�n. Prosigui� ella con su relato. �
Alberto, Jorge y yo se podr�a decir que �ramos los mejores amigos, chicos de la
misma clase social, estudiantes de la preparatoria mas prestigiada de nuestra
ciudad, adem�s de ser todos unos galanes con t�cticas para conocer, seducir y
hacer lo que quisi�ramos con la chica mas linda que encontr�ramos.



He de decir que nuestra reputaci�n no era la mejor, sobre
todo en cuanto a los maestros y muchachos de otras escuelas, en las que ten�amos
cuentas por saldar. Tampoco �ramos los mejor vistos por muchos padres de familia
como es f�cil suponer.



Es as� que, maestros en las artes er�ticas y de seducci�n, a
pesas de nuestra corta edad almacenamos en nuestro haber demasiadas
experiencias, de todas las formas heterosexuales que pudimos imaginar y de las
que pudimos averiguar, pero siempre dejamos a un lado las situaciones
homosexuales, no porque no se nos presentaran, en ese ambiente se presentan con
bastante regularidad, si no porque nos cre�amos demasiado machos, por no decir
que sementales.



Lamentablemente ese ritmo de vida nos fue llevando a una
velocidad vertiginosa hacia el aburrimiento, todo era f�cil de sobra. Comenzamos
a hacer apuestas por las chicas para ver quien era el que tenia las mejores
armas y aunque con la generalidad de las mujeres el resultado se inclinaba con
muy poca diferencia hacia alguno Alberto gano una de forma avasallante.



Karina, as� se llama esa chica, linda muy linda, ojos verdes,
mirada profunda no muy alta, modosita y siempre arreglada un tanto infantil. A
pesar de no usar ropas ce�idas ni atrevidas es de esas personas que hacen lucir
cualquier cosa que se pongan.



Siempre fue de las cl�sicas ratitas de biblioteca listas pero
que no quieren hacer uso de su inteligencia para destacar en otra cosa que no
sea el estudio.



Sent�amos que era terreno prohibido y hasta cierta forma
perdido, Jorge y yo usamos todas las t�cticas que conoc�amos, pero no logramos
siquiera acercarnos. En cambio Alberto, que siempre fue m�s precavido lo tomo
con calma y antes de que terminara un mes Hab�a enamorado a esa chica.



Este suceso marco un punto que para Jorge y m�o era una
ofensa. Y al hablar con Alberto sobre lo sucedido llegamos a una conclusi�n. No
hab�a m�s nuevos retos, desde la chica m�s popular y fantoche hasta la m�s
mojigata hab�amos recorrido todo y la situaci�n nos comenzaba a enfadar.



Faltar�a que trat�ramos de seducirnos entre nosotros.
Recuerdo ese comentario de Jorge que tal vez en un principio lo tomamos como una
mera broma, que produjo rizas a mas no poder, pero al cabo de un rato la idea
fue tomando forma.



�ramos nuestros propios blancos ideales, demasiado machos
para ceder, ya que la intenci�n era que nos costara trabajo, pues tratar de
ganar a una persona que ya tuviera esos instintos seria muy sencillo, adem�s de
que tendr�a que ser publico y arruinar�a nuestra reputaci�n, mientras que
quedando entre nosotros no correr�amos riesgo alguno, o al menos eso llegamos a
creer.



Hecho el trato y con una botella de Gran Marnier cosecha de
1900 como premio para el ganador se pacto el plazo y las condiciones, que no
vienen al cazo explique.



Jorge y Yo atac�bamos continuamente con nuestras rutinas de
casanovas sin que en verdad surtieran efecto pues era verdad que m�s que otra
cosa lo hac�amos por molestar y burlarnos y no surt�a ning�n efecto en el
atacado, adem�s de alguna riza burlona por parte del atacado que criticaba las
t�cticas del otro. Alberto por su parte parec�a no muy interesado en esa cara
botella de vino pues no profer�a ninguna connotaci�n ni hacia Jorge ni Hacia m�.



La verdad es que Alberto hab�a escogido ya a su presa y
comenzaba con el estirar del cordel como buen pescador que es. Su amistad con
Karlina creci� y pasaba mucho tiempo con ella. La verdad es que aparte de
seguirla por su f�sico El hab�a bajado �ltimamente sus notas escolares y buscaba
ayuda para mejorar. Jorge y Yo nos relajamos pensando que la apuesta hab�a
terminado para Alberto lo que me hizo bajar la guardia con respecto a el.



Al poco tiempo la relaci�n entre Karlina y Alberto parec�a
bastante mas s�lida, pero no denotaban una situaci�n de noviazgo. Comenc� a
tratarla por medio de Alberto quien me solicito le ayudara tambi�n en sus
estudios. En una situaci�n fuera del intento de seducci�n en verdad comenc� a
llevarme muy bien con ella, �ramos buenos amigos y hasta en cierta manera me
parec�a me contaba mas intimidades de las que le contaba a Alberto, cosas que
mas bien se cuentan entre chicas como algunos problemas de salud sobre su forma
de vestir en fin.


En tanto Alberto se portaba muy galante con ella, con migo
era dir�a yo normal, pero a diferencia de la forma de llevarse tan pesada como
lo hacia normalmente al estar solo con Jorge y conmigo, media mucho sus
expresiones, f�sicas, y verbales. En verdad me agradaba, ahora comprend�a porque
hab�a podido llegarle a esa chica pues se mostraba como todo un caballero y no
un pat�n conquistador. Como en un a platica ella se expreso al decir que en un
inicio pens� que Yo era un pat�n que solo conquistaban a las chicas para
acostarse y en eso terminaba todo pero que ahora entend�a mi forma de actuar.
Comentario al que jam�s hice mucho caso.



El tiempo sigui� su curso, casi hab�a olvidado incluso la
apuesta y por diferentes razones Jorge se hab�a distanciado un poco de nosotros,
Pienso yo en busca de algo mas de acci�n ya que a eso estaba acostumbrado y
nosotros nos hab�amos vuelto un tanto pasivos.


Mientras tanto Alberto mejoraba en sus notas, a mi me hab�a
entrado un poco el gusto por aprender sobre la psicolog�a, sobre todo en
referencia a la femenina. Considero que las constantes charlas y debates sobre
las diferencias de pensamiento y actuar de un sexo a otro, que sosten�a con
Karlina Hab�an despertado ese extra�o inter�s en mi, pero para ese entonces yo
solo lo ve�a como un pasatiempo morboso, algo que me permit�a recobrar parte de
lo cual mi vida se hab�a distanciado pero en el fondo me segu�a agradando.



El nuevo Tr�o sigui� con sus secciones en la biblioteca y el
trato entre los tres se hizo tan ameno que comenzamos a salir con cierta
regularidad. Era com�n que dos siempre llegaran antes al lugar donde hubi�ramos
acordado por lo general �ramos Karlina y yo quienes lleg�bamos antes y Alberto
se retrasaba, pero en realidad pod�a ser cualquiera. Por esto como castigo el
mas incumplido normalmente compraba algo para los otros dos, pod�a ser el caf�
para las largar horas de estudio en la biblioteca, algo para almorzar cuando no
ten�amos tiempo de ir a nuestras casas o pagaba las cuentas de restaurante
cuando sal�amos a cenar.


La relaci�n entre Karlina y yo se hizo tan estrecha que
mientras sal�amos, yo jam�s lleve un acompa�ante, sobre todo porque Alberto me
encargaba, constantemente, no la dejara sola pues el como era muy com�n no
perdiera el tiempo de hacer sus conquistas. Por mi parte adem�s de molestarme
jugaran con una muy buena amiga, como creo no la tuve antes, disfrutaba tanto de
su presencia que me hab�a hecho a la idea de pedirle a Alberto dejara el campo
abierto para mi con ella.



En una de tantas noches, en las que para variar el llego
tarde decidimos entrar a un bar. De tipo mas bien bohemio donde la m�sica no era
muy estridente, tenia una iluminaci�n discreta y arreglos en madera que le hacia
un lugar muy acogedor. Pedimos una mesa para los tres y nuestras respectivas
bebidas.


Hecho a la idea de que Alberto pagar�a como lo hab�a estado haciendo desde
hacia ya alg�n tiempo, siempre por llegar tarde, algo que se le convirti� en
costumbre, pero a lo que protestaba si siquiera suger�a ayudarle con las
cuentas, Me acostumbre a ser siempre invitado y en ocasiones cruzo por mi mente
la idea de que pareciera Alberto sal�a con dos chicas en vez de una.


Un vendedor de esos que pasan vendiendo rosas andaba en por el bar. En un
momento en que me hab�a levantado al ba�o. Al regresar Karlina aspiraba el aroma
de una flor que tenia en la mano, pero lo que me sorprendi� fue una segunda rosa
ubicada en la mesa en direcci�n hacia mi lugar.


La tome y sin siquiera imaginar nada mas le dije a Alberto
que el vendedor hab�a dejado caer una rosa mas y que� Pero antes de que
terminara de hablar Karlina me interrumpi� dici�ndome que estaba pagada que no
hab�a ning�n problema. Un tanto m�s desconcertado quise hacer referencia a que
aquella rosa fuera tambien para ella, a lo que Karlina misma contesto.



-Pens� que te pondr�as celosa si Alberto compraba solamente
una-. Expresi�n que Alberto completo diciendo en forma de broma que como
�ltimamente el pagaba todo para los dos, Karlina y para mi, se hab�a figurado
sal�a con sus dos novias y termino soltando una leve carcajada.


En lo personal no fue una situaci�n muy grata pero Karlina
insisti� en que la tomara y en eso quedo la cosa. Tome la rosa, mas en un gesto
de seguir la broma que por agrado.


Regrese a mi casa y al sacar las llaves de mi saco me espine
la mano con la rosa que hab�a guardado en el saco, entre. Desde que hab�a
entrado a la universidad viv�a solo en un departamento peque�o pero confortable
y que era lo necesario para mi.



Me met� a la regadera con el fin de no irme a la cama tan
sudoroso y acalorado. El efecto de las copas se dejaba sentir y me dio un
tremendo sue�o mientras las gotas de agua tibia ca�an sobre mi cabeza y
recorr�an mi espalda. Di un reparo cuando tome el jab�n con la mano y el ardor
en la herida, hecha por la rosa, me hizo reaccionar ante el a adormilamiento.
Debe haber sido idea de Karlina. Dije hacia mis adentros. Pero las palabras de
Alberto refiri�ndose a sus novias me rondaban la cabeza.


No era desagradable, era mas bien extra�o, pero en el fondo
esa situaci�n tan comodina y la nueva forma de actuar de Alberto me gustaba,
hab�a encontrado las claves que le hac�an tener tanto �xito con las chicas, ya
que no solo hab�a estado estudiando su comportamiento si no tambi�n la reacci�n
psicol�gica de las chicas ante cada forma de cortejo.



En un momento me hall� meditando en como reaccionaria si yo
fuera mujer ante cada forma de ser de un hombre. Para eso tenia que ubicar que
tipo de mujer seria yo, con que actuar me identificar�a y llegue a la conclusi�n
que seria lo contrario a lo que era como hombre.


Seria un tanto t�mida, me agradar�a ser dulce y muy delicada
en mi trato hacia los dem�s. Tal vez algo similar a lo que ve�a en Karlina. En
fin Reaccione al momento pasar por mi cabeza la forma de vestir. Estaba yendo
demasiado lejos en mis fantas�as y pensamientos.



En varias otras ocasiones me sorprend� con este tipo de
pensamientos, pero no les prestaba demasiada atenci�n. Los atribu�a a una mera
curiosidad y a tanto inter�s cient�fico que hab�a despertado en m� la psique
femenina. La verdad era otra.


A causa de una extra�a sensaci�n jam�s me deshice de la rosa
que me hab�a regalado Alberto, a pesar de que estaba seguro fue solo parte de
una broma, en mi interior hab�a un sentimiento parecido a la esperaza, de que
esa no fuera toda la explicaci�n para aquel detalle.


En fin, transcurridos unos meses, siempre de la misma manera
entre los tres, en una de esas tantas tardanzas de Alberto, Karlina aprovecho
para cambiar un poco el tema de los estudios por algo que en ese momento me
desconcert� y de hecho molest�. Pero que en mi interior despert� serias dudas.


-Si te gusta �porque no se lo dices? Lo mas que podr�a pasar
es que el te diga que no, pero he visto que tal vez no suceda eso ya que el es
muy condescendiente contigo- Comenz� Karlina, la charla con estas palabras. En
un principio no entend� lo que me dec�a, pensando en que tal vez era una forma
de declararse, o me ped�a su aprobaci�n para algo que pensaba hacer o que ella
pensara yo pretend�a hacer. Antes de terminar de concretar mis ideas su voz,
rompiendo todo el encanto disip� mis dudas.


-�A que se debe tu sorpresa? �Pensaste que no lo sab�a? Si a
leguas se te nota y adem�s Alberto ya me lo hab�a dicho y eso explica muchas
cosas, como tu falta de tacto con las mujeres al tratar de supuestamente
conquistarlas, que no era mas que un disfraz, tu apariencia notablemente
femenina, sin grasa, sin vellos, sin m�sculos marcados, tu forma de comportarte
con Alberto como si el fuera el �nico hombre, tanta naturalidad en una amistad
con una chica y en nuestras conversaciones de car�cter tan intimo que no veo te
sorprendan o molesten, en fin un sin numero de detalles que son coronados por
esa admiraci�n desmedida hacia Alberto. �O ahora me dir�s que no eres gay?-


Mi admiraci�n era mucha pero mis ganas de venganza contra
Alberto, por aquellas calumnias que hab�a dicho eran aun m�s grandes, por lo que
le segu� el juego. Asiendo que me daba verg�enza declararlo (si era en verdad)
solo asent� con la cabeza, a lo que ella solt� una carcajada y con una voz dulce
continuo � Pero Linda porque apenarse hoy en d�a es algo muy com�n adem�s en
verdad creo que Alberto es condescendiente contigo.


Le ped� que de todas maneras dejara que yo viera el momento
preciso para hablar con el ya que necesitaba, como ella se pod�a dar cuenta,
mucho coraje para una confesi�n as�. A lo que ella accedi� anim�ndome a que no
tardara tanto tiempo.



De regreso en mi casa, planeaba la revancha, pero al mismo
tiempo las palabras y descripci�n que hab�a hecho Karlina de mi persona, me
desconcertaba mucho. Era verdad que me hab�a hecho comodino en el aspecto de la
paga en los lugares que visit�bamos, tambi�n era verdad que mi cuerpo no era
precisamente tampoco un cuerpo masculino, debido a que mi atractivo con las
chicas fue siempre el parecer de esos actores de cine mas bien ani�ados de
rostro mas bonito que guapo, pero que atrae mucho a las chicas, por lo que me
cuidaba tratando de no embarnecer sin hacer ejercicio y con dietas rigurosas,
pero siempre conserv�, seg�n yo, la apariencia e identidad masculina.


Todo aquello adjunto con los pensamientos que hab�a tenido
�ltimamente me dejaban muchas dudas en si en verdad mi rol hab�a cambiado tanto,
l�gicamente mi primer impulso fue el decidir revertirlo pero eso llevar�a tiempo
y antes que nada aclarar�a las cosas con Alberto.


Planeaba hacerle saber que era de mi conocimiento su bromita
y que har�a confesar dicha situaci�n ante Karlina para que el que ahora quedara
en rid�culo fuera el. As� pues quede de verlo en mi casa para hablar con el.



Alberto llego y como era costumbre por el largo tiempo de
amistad entro directamente a hurgar mi cocina. Yo por mi parte hab�a entrado a
la regadera y despu�s de cinco o diez minutos Sal� sin esperar vestirme, solo
con mi toalla enredada a la altura de la cintura y comenc� a decirle de que se
trataba todo, le expliqu� que estaba enterado de su juego y que quer�a me
reivindicara frente a Karlina.



Bastante tranquilo y sin chistar como si supiera a que le
hab�a citado, no me neg� nada, como yo esperaba que lo hiciera, al contrario me
dijo que en verdad le quitaba un peso de encima ya que se hab�a dado cuenta que
Karlina me prefer�a a mi pero por su mentira, de la cual no sabia como
retractarse, ella no se atrev�a a hablarme completamente claro.


Calmadas mis �mpetus, me relaje un poco y mientras el
caminaba rumbo a la puerta y yo a mi recamara a vestirme, un par de comentarios
salieron de pronto. �Aun tienes la rosa, bueno un tanto marchita pero aqu� esta-
a lo que yo conteste que se la hab�a dado a mi madre y que ella para evitar se
marchitara la dejo en agua y al irse a su casa la hab�a olvidado, y yo por
descuido y falta de aseo, cosa que contrastaba con el impecable piso, no me
hab�a desecho de ella.


Pens� estaba resuelto el problema, pero no fue as�, su
segundo comentario me dejo un tanto aturdido. � Vaya, vaya ya es tiempo de que
hagas un poco de ejercicio, mira nada mas lo delgado que estas hasta te pareces
a Karlina bueno sin pecho pero con los mismos brazos- solt� una carcajada �No ya
en verdad- Repuso el cambiando el aire humor�stico por uno de plena seriedad �
Se que Karlina te gusta y no tengo intenciones de intervenir ni de da�arte por
una broma, si quieres ma�ana mismo quedamos de vernos con ella y aclaramos todo.
Es mas seria bueno que pase por ti para que lleguemos juntos y as� no exista
nada de que yo pago o tu pagas simplemente ambos la invitamos �OK?-



Se despidi� de mano no apretando fuerte, como sol�amos
hacerlo si no mas bien una caricia, que yo atribu� a que en el fondo de el
estar�a algo nervioso.


Al d�a siguiente, Alberto llego un poco mas temprano de lo
acordado, por lo que yo aun no me ba�aba. Al abrir la puerta pude ver que
cargaba una bolsa de esas que dan las tiendas de ropa fina. Supuse era alg�n
presente para Karlina con la intenci�n de disminuir un poco el enfado al verse
desenga�ada.


Le dije que pasara, que hab�a llegado temprano por lo que me
tendr�a que esperar a que yo tomara una ducha. El sonri�, con una risa un tanto
maliciosa y menciono que siempre le tocaba verme cuando entraba al ba�o y que le
causaba algo de gracia el verme pr�cticamente desnudo, por mi situaci�n f�sica.


Ahora lo comprendo, Alberto no es una persona precisamente
f�sico culturista, pero es fuerte y muy varonil desde muy joven y eso desde que
yo recuerdo en la prepa, le causaba gracia y solo dejaba de molestarme por mi
gran �xito con las mujeres.


Dijo que no le importaba esperar ya que estaba acostumbrado
de la mayor�a de sus novias, que se tardan en arreglarse. �Pero claro aunque no
digo que tu parezcas mujer reconozco que te vez mucho mejor cuando te acabas de
afeitar y estas bien arreglado- y lo disimulo al decir �Entiendo el porque de tu
pegue con las chicas- y se ri� de nuevo.



Yo no le di mayor importancia a sus comentarios y dispuse
dirigirme al ba�o. Al dar la vuelta para caminar, �l me dio una palmadita en la
espalda y disimuladamente deslizo muy suave sus dedos hacia mis gl�teos. Me hizo
estremecer. No entend�a el porque y lo atribu� a esa sensaci�n de cosquilleo que
regularmente te provoca, pasen una mano o un objeto por tu espalda con suavidad.
Pero sobre todo decid� no darle mas atenci�n a sus juegos y terminar con esto de
una vez.



Entre a mi cuarto, deje un traje, ropa interior, calcetines,
zapatos, camisa y corbata sobre mi cama para vestirme al salir de la regadera y
entre cerrando la puerta sin seguro.



No me di cuenta en que momento entro Alberto y tomo la espuma
de afeitar dejando en su lugar un bote de las mismas caracter�sticas pero que al
usarlo dejo un efecto completamente diferente. Sal� de la regadera y frente al
espejo en el lavamanos me unte la crema, la sent� un tanto diferente y su aroma
era mas bien algo as� como a durazno pero no me percate hasta que no tenia toda
la cara llena. De por si nunca fui de una barba muy poblada y de mi cuerpo
siempre fui lampi�o siendo mas bien mi piel algo aterciopelada, un punto mas
cuando tenia relaciones con las chicas pues las enloquec�a el tacto de mi piel.
Pero esto era ya otra cosa.


Comenc� a usar el rastrillo y mi sorpresa fue may�scula al
darme cuenta que no ve�a marcas del cl�sico tronquito o punto oscuro que se
puede ver aunque uno este reci�n afeitado y que da la caracter�stica oscuridad a
la barbilla del hombre. Despu�s Sabr�a que era una Crema depiladota lo que me
hab�a aplicado.


El coraz�n estaba por estallar, mi mente no se encontraba en
este mundo y mis ojos se concentraban en mi cama, sobre el lugar en donde hab�a
dejado la ropa que me pondr�a y que ahora hab�a sido sustituida. En el lugar del
Traje y la camisa, un vestido de noche color vino con un escote moderado y una
chalina de ceda del mismo color tal vez un poco m�s oscura. En donde deber�a
estar mi ropa interior un conjunto de encaje, pantaleta, brasier, y liguero de
color vino tambi�n. En vez de los calcetines unas medias de color casi natural y
unas pantimedias con corte franc�s en la parte superior, supuse que para
escoger. A los pies de la cama unos zapatos abiertos de tac�n alto haciendo
juego con el color del vestido.


No terminaba de salir de mi asombro, al grado que jam�s vi a
Alberto sentado en un sill�n que se encontraba en la esquina de mi recamara,
frente a la salida del ba�o, hasta que su saludo me sobresalto y me hizo
reaccionar asustado.


-Que significa esto- pregunte con desagrado, pero no con
mucha fuerza pues aun me encontraba en un estado de choque emocional, Alberto no
contesto de inmediato se puso de pie camino hacia m� y se coloco a mis espaldas.
Era extra�o no pod�a moverme, trataba pero era como si algo dentro de mi lo
impidiera. Me rodeo desde la espalda con sus brazos y coloco en mi cuello una
gargantilla de oro y se retiro en la habitaci�n hasta quedar a distancia de
verme de cuerpo entero.



-La rosa. he visto como te sonrojaste cuando pregunte por
ella y me diste la mas absurda de las explicaciones, te he tocado
disimuladamente, esperando hagas alg�n adem�n, pero en cambio he podido sentir
tus estremecimientos. Ahora ni siquiera me viste por tener la mirada abstra�da
en esa ropa- Estir� la mano y me despojo de la toalla que cubr�a mi cuerpo casi
desde arriba pues instintivamente al verle, la hab�a jalado para cubrir casi
desde mi pecho.


-Siempre te lo dije solo te falta algo y te sobra otro algo
mas- Aun hoy no entiendo como no pude articular palabra alguna para contestarle
en aquel momento. Supongo que la suavidad del roce de sus dedos con mi piel. La
situaci�n por si misma al dejarme completamente sin armas por mi desnudes y
tantas otras ideas que pasaban por mi mente sobre lo que algo como esto
despertar�a en una psique femenina. Eran demasiadas las interrogantes y me
bloque.


Haciendo un adem�n con la mano le ped� dejara el cuarto, lo
que el de inmediato hizo sin refutar nada, pero en el momento en que en que
cruzaba la puerta dijo, pasando muy suavemente su boca junto a mi o�do, que
olvidaba algo y de la misma bolsa que segu�a teniendo en la mano, una peluca un
estuche de maquillaje y unos pendientes de clip, que hac�an juego con el collar,
se asomaron para quedar en la cama junto a las prendas.


Puse seguro a la puerta. En verdad ya no pensaba que hacia
comenc� a vestirme, escog� las medias y el liguero en lugar de las pantimedias
ya que dentro de todo creo prefer�a esa combinaci�n. Las pantaletas me daban una
sensaci�n extra�a por estar hechas completamente de encaje y mientras me las
pon�a trataba de recordar si en alguna ocasi�n hab�a puesto atenci�n a la
suavidad de este tipo de ropas, al irlas retirando de las chicas a las que hab�a
desnudado.


El brasier resultaba un tanto incomodo por lo que apretaba mi
caja tor�xica pero me estremec� de nueva cuenta al sentir la consistencia del
relleno que ten�an integrados, se pegaban a mi piel y no solo aumentaban por si
mismos la zona donde deber�an estar los pechos de una chica, si no que jalaban
mi propia piel junt�ndola en el centro de mi pecho dando la apariencia de que
esos senos comenzaran de forma natural.


Era un desastre, en verdad no sabia como usar unas medias y
un liguero, pero todo lo coloque de la forma mas suave y delicada que el poco
control de mi cuerpo me permit�a, con la intenci�n de no maltratar nada. Mi piel
a falta de vello siempre fue suave pero esta situaci�n era una verdadera locura.
Me parec�a que ninguna mujer con la que hubiera sostenido relaciones tenia unas
piernas mas suaves que las m�as en aquel momento.


Mire hacia la cama. El vestido color vino me llamaba como si
algo le poseyera y a mi tambi�n, tenia la necesidad de fundirme dentro de el. Al
fin as� lo hice y mis sentidos se desbordaron al tacto del fr�o pero
exquisitamente fino forro, mientras iba poco a poco cubriendo mi cuerpo,
enloquec� cuando mire como tomaba forma llen�ndose con mis nuevos pechos y solo
dejaba asomar la parte donde mi piel se juntaba dando luna incre�ble realidad a
la ilusi�n.



Un momento de incertidumbre se apodero de m� al ver llegado
el momento de subir la cremallera del vestido. Mi preocupaci�n ya no era por
otra cosa si no por pensar que tal vez mi cintura fuera demasiado ancha como
para dar forma a esa vestimenta he incluso llegue a pensar si podr�a serrar esa
ropa. Mi susto se fue al sentir subir el sierre por mi espalda y como juntaba el
vestido a todo lo largo de mi cuerpo.


La peluca seria el �ltimo toque de mi propia cuenta ya que no
me sabia maquillar. La coloque tratando de evitar mi cabellos saliera por alguna
parte y por fin me atrev� a mirar el espejo.


Una corriente de electricidad pas� desde mis pies hasta mi
cabeza. En verdad mi transformaci�n era mucho m�s de lo que esperaba aunque
todav�a sent�a me faltaba algo.


Mis ansias de mostrarme a alguien eran aun mas grandes, me
pues los zapatos de tac�n con algo de dificultad, abr� la puerta y camine
tambaleando hasta la sala donde Alberto me esperaba. Un silbido salio de su boca
mientras miraba at�nito a esa mujer que encontraba frente a el.


Me hizo sonrojar. Pero dicha alegr�a se convirti� en angustia
incontrolable al grado de perder el conocimiento, cuando a mis espaldas una
segunda voz me felicitaba por mi apariencia y valor. Era la voz de Karlina.


He de contar la historia como ella misma me la narro, por lo que termino esta
parte con el primer d�a de la entrevista con Andrea.


Espero a los lectores, esta historia haya despertado el mismo inter�s que en
mi al hacer la entrevista pues aun falta alguna buena parte de esta y en verdad
les digo que no dejara de darles un buen sabor de boca.


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