MINUTOS
Autor: majsingle82
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MINUTO UNO
Rebull� en la cama mientras esperaba a que Jes�s terminara de
prepararse. No hac�a mucho que conoc�a a Jes�s, no sab�a si pod�a fiarme de �l o
no, pero siempre he sido demasiado dubitativo como para entender lo que hago.
Quiz�s ser�an sus ojos sinceros los que me impulsaron a acogerle esa noche en mi
casa, o las ansias por compartir lecho con un hombre tan guapo, tan prieto, o
quiz�s era mi soledad, que engendraba monstruos que s�lo pod�a combatir
imagin�ndome a las personas, sustituy�ndolas por lo que son en realidad. Siempre
he tenido ese defecto y hasta ahora no lo he podido eliminar. Durante estos 45
a�os he estado intentando hallar otras personas como yo, mas siempre me han
dejado tan solo como un astronauta, como el puto Beagle en Marte. Ahora Jes�s
tarda tanto, �qu� cojones estar� haciendo all�, en el ba�o? No he conocido a
nadie que tarde tanto para vaciarse para que le den por culo.
-Jes�s, �cu�nto te falta?
-Ahora mismo salgo, Eduardo- su voz es la de un tenor. Hombre
perfecto, de voz perfecta. De profesi�n profesor de historia contempor�nea
europea, y de afici�n actor teatral. Nunca te f�es de un actor.
�Por qu� me fiar�a de alguien que est� acostumbrado a mentir?
Quiz�s porque sus mentiras son honestas, m�s que las de nosotros, acostumbrados
a mentir por mezquinos intereses d�a a d�a. Nada puedes esperar de un actor en
una tarima salvo que represente, reflexion�. Pero sin embargo, crees al primero
que te dice "te quiero". Mis manos repasaron el embozo de las s�banas. Siempre
he sido un hombre pudoroso, aunque ahora me ofrezca desnudo a Jes�s m�s all� de
las sedas negras que se acoplan en torno a mis muslos, acarici�ndolos
lentamente, como si la seda fuera una tenue lengua que despliega sus l�quidas
alas sobre mis piernas velludas, con algunas canas, la edad no pasa en balde,
tantos pelos aqu� abajo, en mi pubis mientras tan pocos en mi cabeza, los
remov�a con curiosidad para observar a mi fl�cido pene tambalearse entre mis
dedos y a mis test�culos escurrirse entre mis manos. Tantas cosas han pasado por
aqu�. Tantas personas han gozado con mi polla. �Y mi cuerpo! Pues no en vano ha
sido escupido, gozado, follado, lamido, besado� Volv� a mirar al pasillo en
busca de la d�bil luz que sal�a del ba�o mientras dejaba caer la s�bana hasta
mis pies descuidadamente�
MINUTO DOS
S�, he sido gozado de tantas maneras, y desde el principio. Y
qu� principio� Mart�n era un muchacho de mi misma clase. S�, ten�amos los dos la
misma edad, alrededor de unos quince a�os. Todas las muchachas lo amaban, su
cuerpo no en vano era el de un silfo: fibroso, delgado, de sonrisa franca y de
culito prieto. Tierna belleza adolescente. �Recuerdas, Eduardo, la primera vez
que le acariciaste los cabellos rubios? Siempre hab�amos sido amigos y no era
extra�o que nos bes�ramos cuando los dem�s no nos ve�an, aunque �ltimamente
aquellos besos cada vez eran m�s largos. Sus finas facciones se conmov�an cuando
estaba contigo, �no, Eduardo? S�, yo tambi�n era muy bello, la naturaleza hab�a
sido generosa con mis m�sculos, haci�ndolos fuertes, mis cabellos eran negros y
mi piel morena. Un d�a Mart�n se entretuvo mucho en la escuela donde hac�amos el
bachiller, y le acompa�� a casa, pues nuestros hogares estaban muy lejos. Era el
final de la primavera y el calor hac�a su acto de presencia, magnificado por las
doradas espigas castellanas, aquellas espigas con las que yo comparaba el
hermoso pelo de mi amigo. Ambos sud�bamos profusamente, yo sent�a mi espalda
mojada, mi cuerpo estaba h�medo y esperaba incitante sus dedos para resta�ar mi
sudor. Yo vi como su rostro de color crema enrojec�a por el extremo calor y
recog� sudor que se dispon�a a empa�ar sus ojos verdes. �l me sonri�, hasta
entonces todo era un juego de muchachos, casi de ni�os. Yo chup� mis dedos, su
sudor era salado y sab�a como el mar. �l me mir� y supe que el juego hab�a
finalizado. Lo comprend� por la turbaci�n de su mirada y por el temblor de su
labio inferior, que se apresur� a morder. Yo me decid� y me ech� sobre �l,
bes�ndole, �l no quiso apartarme y rodamos bes�ndonos desde la calzada hasta el
campo de espigas, la tierra ara�aba nuestras juveniles pantorrillas pero
nuestros labios saboreaban algo demasiado dulce como para prestar atenci�n al
dolor.
-�Te ha gustado?- me pregunt� temeroso cuando terminamos.
-Mucho- respond�.
-Pero el padre dice que es pecado- capt� el miedo en sus ojos
esmeralda.
-Lo que es pecado es lo que hace el padre con Mar�a la del
Molino- repliqu�, no estaba dispuesto a perder aquello que me gustaba tanto y le
volv� a besar para acallar sus miedos. Le bes� m�s y �l se mostr� desconcertado,
sus padres eran muy cat�licos.
-�Y ahora?
-Ahora nos quitamos la ropa� a ver c�mo tienes la verga- dije
entre risas.
S�, aquello era m�s que un juego, un juego de quienes les ha
salido el vello de las pelotas, de dos j�venes que se dedican a chuparse, mi
joven boca hasta entonces no hab�a recibido miembro alguno y tuvo que saborear
el de Mart�n. Era peque�o, pero muy sabroso y tan duro como una piedra. Segu�
sabore�ndolo mientras apart� la rubia pelusa que emerg�a desde su pubis y sorb�
sus pelotas al mismo tiempo que �l me masturbaba enloquecido.
-�Te gusta?- pregunt�.
-Mucho. Sabe muy bien. �Por qu� no pruebas t� la m�a?
El juego se hizo m�s complicado cuando Mart�n desliz� sus
carnosos labios hasta mi verga y la recibi�, la caricia era impresionante, nunca
antes me hab�an chupado. Era el primer sexo que Mart�n chupaba, eso lo supe m�s
tarde, pero lo hac�a con la determinaci�n de un profesional. Yo jugueteaba con
su cabeza, como la ten�a peque�a, me la pod�a meter entera en la boca, qu� bien
sab�a y qu� bien ol�a, mientras la chupaba acariciaba su cabeza con mi lengua.
Me aventur� m�s abajo y me separ� de �l.
-�Qu� haces?- me pregunt�.
-Algo que dicen que da m�s gusto- yo nunca hab�a penetrado a
nadie, pero las nalgas de mi amigo eran tan prietas�
-No me parece bien, dicen que es pecado�- yo resolv� la
situaci�n gracias a San Agust�n, qui�n lo dir�a:
-"Ama y haz lo que quieras".
Mi sexo se eleva, y tensa la s�bana. Esa cita me ha salvado
en numerosas ocasiones, y en otras ha sido el leit motiv de mi vida. �Qu�
casualidad que un amante lesbiano m�s tarde recurriera a ella! La clave de la
libertad. Jes�s a�n no sale.
As� que as� est�bamos mi amigo Mart�n y yo, en plena diatriba
sobre la necesidad del sexo y su resoluci�n. Mart�n se rindi� finalmente a mis
requerimientos y se coloc� como un perrito.
-Edu�
-�Qu�?
-Por favor, s� tierno conmigo.
-Lo ser�, Mart�n. Te quiero.
-Yo tambi�n.
No me cost� mucho besar y lubricar aquel agujero lampi�o,
rosado, estrechito pero acogedor. Mart�n deliraba de pleno vicio, t� en cambio
te deleitabas s�dicamente en elongar su placer y su dolor cuando introduciste
tus dedos en su c�mara virginal. Su ano nunca hab�a sido follado, pero yo no
pude esperar m�s, me incorpor� tras �l y apret� mi polla contra su culo. Apliqu�
mi cabeza contra su ojete y tras una peque�a resistencia mi cipote entr� en su
c�mara secreta. Sus intestinos arropaban mi polla con una extra�a fuerza
candente y Mart�n chill� de dolor en un principio, pero como todos sabemos,
gemir�a de placer despu�s. Liber� mi verga y la mov�, al principio
delicadamente, pero me excit� y embest�a al pobre Mart�n, que me dijo:
-�Edu, t�o alocado! M�s suave, por favor.
�Pobrecito! Aminor� la fuerza de mis traqueteos y ahora lo
gozamos los dos. Apenas unos minutos despu�s ech� toda mi leche en su culo. Le
di la vuelta y le bes� tierno. Mir� su sexo, aplastado contra las espigas y
completamente vaciado.
-�Te ha gustado?- pregunt� Mart�n, como si hubiera despertado
de un dulce sue�o.
-Mucho.
-Yo s�lo quiero complacerte. Eres mi mejor amigo.
Acarici� sus cabellos una vez m�s y nos vestimos.
�Supiste alguna vez cu�nto te am� ese chiquillo, Eduardo? Y
pensar que m�s tarde lo ver�as en cualquier picadero de Madrid ofreciendo su
ojete al mejor postor. Entonces no est�bamos juntos. Sus padres lo quisieron
"curar" y lo destrozaron. Los amores de juventud son flores: hermosos, mueren
pronto.
S� que tarda Jes�s.
MINUTO TRES
Pero el que me hizo ser como soy, el que me hizo ser algo m�s
que un macho no fue Mart�n, reflexionaba mientras me acariciaba el glande, rojo
y h�medo. Con quien descubr� el sexo en su esplendor fue con el mejor amigo de
pap�, Eusebio.
�Recuerdas Eduardo cuando tus amigos llevaban a tu padre
hecho una cuba a casa? De todos ellos el �nico que no ten�a mujer ni bastardos
era Don Eusebio. �Por qu� te atra�a tanto su cuerpo a los diecis�is a�os?
Despu�s de que Mart�n fuera enviado a Madrid a casa de sus t�os tras haber sido
sorprendido con otro muchacho, pediste algo m�s. S�, ped� ser alguien m�s que un
ni�o, creyendo que mi destino de hombre tardaba demasiado en llegar. Y as� me
fij� en el amigo soltero de mi padre, qui�n sabe la de habladur�as que hab�a en
el pueblo sobre �l. Pero �l era el hombre m�s libre que jam�s hube conocido, los
comentarios resbalaban sobre sus espaldas como el aceite sobre el agua. Qu� rico
estaba el se�or Eusebio, �verdad? Era mayor que pap�, no en vano hab�a cumplido
los 50 hac�a tiempo, pero qu� importaba si fue �l quien sac� de la c�rcel a mi
padre tras la guerra. Qu� rico estaba el se�or Eusebio a pesar de los 50 y pico.
�l s� que hab�a conservado toda su pelambrera, sus cabellos eran extremadamente
largos para la �poca, casi como un hippie, canosos a pesar del alabastro que
hab�a poblado originariamente aquella regi�n. La talla, alta, la complexi�n,
fuerte, la barba poblada pero muy cuidada, tambi�n habitada por numerosas canas,
as� no hab�a pelo que cediera. Y ese pedazo de bulto en la entrepierna que
delataba esa enorme polla. Era un Gargant�a herc�leo, mi h�roe de la infancia,
el que se empalmaba cuando me sentaba en sus rodillas. El que me llev� a la
capital de la provincia para hacerme mi primer traje de mayor con sus pantalones
largos. Guapo, muy guapo. Era mi padrino y partimos juntos una ma�ana de
febrero. Cosas que ocurren en Castilla.
Durante el viaje hacia la capital de provincias, le pregunt�:
-Padrino, �a qu� capital vamos?
-A la peque�a, hijo, a la peque�a- yo sab�a que �l espiaba
mis j�venes piernas, que duras y tersas se ofrec�an morenas, no cubiertas por
mis nimios pantalones. Un cuerpo de hombre amenazaba desde una vestimenta de
ni�o.
-Padrino, �usted cree que mis piernas son lo suficientemente
fuertes?
-Ll�mame Eusebio, hijo, y tut�ame.
-S�lo si me llama Eduardo en vez de hijo.
-Trato hecho.
Estrechamos las manos y un fino temblor nos invadi�. Yo le
mir� con deseo, pero nuestra lascivia no pas� m�s all�. �l me espiaba los muslos
y yo empujaba hacia arriba mis pantalones hasta mi pelvis. Ya ten�a vello en
aquel entonces y los ojos negros de mi padrino segu�an delectuosos las l�neas de
mi vello, que como el m�s caprichoso de los m�rmoles conflu�an en mi pubis. Y
eso �l lo sab�a.
-�Qu� pas� con tu amigo, Mart�n?
-Le han llevado a Madrid por mariquita.
-�Y t� qu� opinas de eso?
-Nada.
-�Nada? Era tu amigo.
-No opino nada.
-�Por qu�?- par� el coche.
-Porque no tengo nada que ver con los mariquitas.
-Pues yo os vi una noche a Mart�n y a ti bes�ndoos una noche,
en las fiestas del pueblo.
-Eso es mentira- sudaba profusamente, mis padres no pod�an
saberlo.
-No te preocupes, no se lo dir� a tu padre.
-�Por qu�?
-Porque yo tambi�n soy maric�n. �Qu� pasa, no te gustas?
-No, si lo que pasa es que no quer�a que se supiera. A m� me
gustas t�.
Su rostro se alter�, volvi� a ser el del padrino ejemplar.
-Yo no puedo hacer nada contigo, t� eres un ni�o- volvi� a
conducir.
-Yo no soy un ni�o- le bes� en plena carretera y le magre� el
enorme paquete. Uff, s� qu� era grande.
Sonr�o mientras me atuso mi polla, ahora h�meda y dura.
Eusebio no sab�a hasta que punto yo era expeditivo en la cama.
-�Vas a conseguir que nos matemos!
-�Me da igual!- repliqu� como un ni�o al que niegan un
juguete- �F�llame! �Como S�crates con Plat�n!
-�Qu�?
-S�crates era el maestro de Plat�n y no s�lo le ense�� la
filosof�a, tambi�n le hizo suyo.
-Est� bien chiquillo, te har� m�o esta noche en el hostal.
Luego no digas que t� no lo has querido.
Resopl� de placer en la cama mientras esperaba a Jes�s. No me
he arrepentido de nada en la vida, y menos a�n de todo lo que goc� aquella
noche.
Tras hablar con un viejo sastre que se encargar�a de mi
primer traje, Eusebio me llev� a uno de aquellos mesones de la posguerra
franquista, destartalados y sombr�os. La sordidez de aquellas gentes nunca
cambiar�a, estaba esculpida en roca castellana. Eusebio me dijo ya en la
habitaci�n:
-Y, �ahora qu�?
Yo no le respond�, s�lo me desnud� ante su mirada at�nita.
S�lo me desnud� y cuando dej� caer mis calzoncillos, not� las manos de Eusebio
acariciar con cierta aspereza mis muslos, subiendo hasta mis pezones mientras su
boca besaba casta mis mejillas. Yo respond� a sus besos, y ahora s�, en aquel
p�trido hostal nos besamos los dos, Eusebio era todo un experto pero yo no me
quedaba atr�s, �verdad? Me prend� en torno a su espesa barba y repos� la punta
de mis dedos en sus quijadas, mezclando mis d�gitos con su vello, �oh, delicia!
Nos besamos suavemente, nuestras lenguas hablaban sin voz, �l sab�a bien y el
olor de su aftershave se hac�a cada vez m�s notable y asfixiante, adoraba su
asfixia, quisiera que siguiera as�, pero cuando nos separamos y nos miramos a
los ojos comprend� que no hab�a llegado a su fin. Acababa de comenzar. Ahora �l
se desnud�. Eusebio era tan sexy� Y Jes�s tarda tanto. No era hombre, sino oso,
sus vellos eran m�s hermosos que el m�s delicado de los trajes, en vocablos m�s
simples, estaba cojonudo, y cojonudo era porque dos hermosos huevos colgaban del
vello pubiano y una hermosa picha se elevaba hasta su tripita, mojando su propio
ombligo con l�quido preseminal. Me sonri� y me acerqu�, acariciando el masculino
cuerpo, mmmh, a�n lo recuerdo y a�n me empalmo con ello, rico, rico, fuerte y
maduro, me besaba y yo le mesaba las barbas, apretaba sus duras y respingonas
nalgas, �l met�a un dedo entre las m�as hasta llegar a mi ano, yo jam�s lo hab�a
usado antes, se lo dije, me contest�:
-Siempre hay una primera vez. Tranquilo, cachorrito.
Y cuando aquel hombre rudo me llam� "cachorrito" con tanta
ternura yo no pude evitar abrirme (en todos los sentidos) y ser el imb�cil que
desde entonces he sido. Le dej� hacer y descubr� que la caricia era muy
placentera, una de mis manos frotaba su picha gorda, me arrodill� ante el enorme
falo, lo bes�, ol�a a hombre sudoroso, hombre del campo, no hizo falta
descapullarlo, lam�a aquella gran cabeza y cre� morir cuando traspas� mi
garganta. Como el mejor jam�n, que goza y escuece al tragarlo, su polla
destilaba gotas de precum saladas y picantes. �l era el agua y yo quer�a ser su
fuente.
-Basta, basta, que te voy a moler- me dijo cari�oso.
-Ahora salgo- me avisa Jes�s-, s�lo un minuto.
La inesperada incursi�n de Jes�s me distrae. No es la misma
habitaci�n, ni la misma cama. Pero s� fue el mismo cuerpo el que fue depositado
en el lecho nupcial aquella noche en esa mugrienta habitaci�n. Un cuerpo no de
novicio, sacrificado cuando Eusebio elev� mis piernas y hall� mi ano virgen.
"�Qu� tenemos aqu�?" preguntaste feliz de hallar un culo tan estrecho. Yo me re�
y goc� cuando me lamiste el ojete y me chupaste la polla. Despu�s te acomodaste
y me enchufaste tu enorme verga de hombre, yo me aferraba a tu duro cuerpo de
hombre y mi culo fue abierto sin piedad, me doli� pero luego me gust� mucho,
tanto como cuando era yo el que enculaba. Despu�s de unos traqueteos, cuando los
dos sud�bamos y nuestros cuerpos se pegaban por obra y gracia de este humor t�
te derramaste dentro de m�, pero las corridas de Eusebio eran gloriosas, le dio
tiempo a quemar mis intestinos con su leche caliente y luego me la sac�
chorreando mis muslos y mi vientre. Masturb� mi polla con su polla morcillona y
yo pronto me correr�a tambi�n, reg�ndole de lefa, que �l se restreg�. Despu�s me
limpi� la polla con su lengua y yo se la limpi� a �l. El momento hab�a terminado
y nuestros penes descansaban juntos, fl�ccidos. Nos miramos y nos besamos
dulces, como dos machos agotados, y as� era, pues la follada hab�a sido
intens�sima. Mir� al ba�o. La palangana era lo suficientemente grande como para
que cupi�ramos los dos. Pronto est�bamos dentro, ba��ndonos. Aunque yo casi
hab�a desarrollado del todo, �l era a�n m�s alto que yo, por lo que me sent� en
su regazo mientras me echaba agua caliente. No habl�bamos; las palabras sonar�an
horrendas en tan m�gico arrebato y s�lo nos ba��bamos mutuamente. Despu�s, m�s
serenos, hablamos. Y cuando aquella noche termin� yo tambi�n supe lo que era
penetrar a un macho.
�Qu� habr� sido de Eusebio? La �ltima vez que lo vi huy� a
Madrid por la ley de peligrosidad social. Ama y haz lo que quieras. �l era todo
un hombre y probablemente eso fue lo que hizo. Hasta el fin de sus d�as.
MINUTOS
-�Qu� haces, Jes�s? Esta cama est� muy calentita, pero
comienza a enfriarse.
-No preocupes, Eduardo. Es por la cena. Enseguida estoy.
Enseguida estoy� ya parecemos un matrimonio perfectamente
avenido, perfectamente avejentado, una de esas unidades que comen, cagan y
mueren. Y no aman. Nadie preguntar� por la verdad, s�lo por tapar las
apariencias. A Jes�s lo conoc� a trav�s de Alexander, mi amigo el transexual.
Una noche de mayo en un peque�o caf� madrile�o, uno de esos pocos cuarteles que
intentan frenar desesperados la especulaci�n art�stica de nuestra ex-hermosa
ciudad. Apenas viste a Jes�s, te encaprichaste de �l, �verdad? Sus ojos verdes
como los de Mart�n, aunque sin hero�na en las pupilas. Las canas, casi id�nticas
a las de Eusebio, que daban un toque de gracia a su adusto rostro c�ntabro,
herencia de la cual no ha podido desprenderse a pesar de sus veintipico a�os
viviendo en Madrid. El hermoso rostro afeitado, maduro, s� que era una novedad
para m�; lo m�s importante de los hombres son los rostros. Tras el entrem�s le
ped� a Alexander que me lo presentara. La primera vez no le llamaste la
atenci�n, �verdad, Eduardo? Los guionistas pedantes no suelen ser del gusto de
nadie, sobre todo si es m�s culto que t�. La segunda vez, en junio, s� bebi� los
vientos por ti: en casa de Alexander, medio borrachos los dos, descamisados y
borrachos los asistentes, te atreviste a hablar con �l cara a cara, le
encantaron mis palabras francas y llanas y tambi�n mi pecho velludo. Despu�s,
cuzo como una cuba Alexander nos llev� a todos a la piscina y all� nos besamos,
mi barba contra sus mejillas, sus ojos selv�ticos abiertos aspirando mi alma,
los m�os cerrados hasta que me suspir� beber de mi abismo. Pero nos separamos,
la levedad del alcohol me hizo suspirar por un intelectual flatulento que me
hab�a dicho "te quiero" hac�a dos meses. Su mentira se mostr� tan cierta como mi
error, que hoy hab�a intentado reparar. Solo o ansia por estar solo. Conozco esa
sensaci�n. Supongo que Jes�s tambi�n. Demasiado mayores para perseguir a
jovencitos, pero con las mismas ansias prendidas del sexo. Am� e hice lo que
quise. Ahora sabr�a si algo de todo vali� la pena o si por lo menos aprend�
algo.
La puerta se abre. Entra Jes�s en la habitaci�n. Los cabellos
albos peinados hacia atr�s, el gesto grave, el pecho desnudo y las caderas
excitadas cubiertas por la toalla que paseo por mi sexo todas las ma�anas sujeta
por sus manos. Sonr�e y golpea con un macizo pene, agitando la peque�a tela que
sale despedida. Abro mi cama, tiendo las s�banas hacia �l, por primera vez
contempl�ndonos desnudos en todo nuestro esplendor. Es Mart�n con su testa
templada de oro y ahora de canas, sus ojos verdes como anta�o; no, es Eusebio,
ya que aunque sus mejillas est�n afeitadas, su pecho es tan tupido como el m�o y
sus anchos miembros tambi�n muestran el dorado vello que me hace suspirar. Pero
no, es �l. Miro su sexo, grueso, de generosos test�culos, sus nalgas rotundas,
su mirada espiando mi sexo erecto, moreno, que le se�ala a trav�s mi cabeza
roja, imp�dica, mojada por mi deseo. Mi deseo, Jes�s, t� eres mi deseo. Nada de
palabras est�pidas, ni advertencias in�tiles, los condones y el lubricante hace
tiempo que fueron depositados en la mesilla y, por fin, los fuertes brazos me
abrazan cuando se tumba encima de m�, en mi cama. Nos sonre�mos. Primero un
t�mido beso, arrodillado. Luego me alzo, los cipotes ya erectos se tocan y le
humedezco con mis fluidos. Un beso m�s fuerte, mojando los labios y sacando las
lenguas. Unos suspiros masculinos y por fin deposita su peso encima de m�,
nuestras lenguas juntan, el beso deseado, si nos separamos las lenguas siguen
unidas en este morreo. Gemimos y nos abrazamos, su cuerpo, delicioso, tiento sus
nalgas prietas que �l mueve travieso, sus delicioso culo peludo. Las suyas me
retuercen los pezones y pronto, muy pronto inicia la incursi�n para lamer todo
mi cuerpo, desde mi cuello hasta que toma un cond�n de la mesilla y lo pone �l
mismo, mi cabeza roja aprisionada, brillante, hasta que Jes�s se la introduce de
un bocado en la boca. Me chupa con fuerza, con pasi�n, su lengua es poderosa, me
acaricia con los dedos los peludos huevos, tira de ellos hasta hacerme da�o,
eleva los muslos mientras me la sigue chupando y deja al descubierto mi ano
maduro, cubierto de pelo. Se retira para mejor contemplarlo y sonriente me dice:
-Por aqu� ya han pasado unos cuantos- juega con mi esf�nter
con su �ndice y luego se chupa el dedo.
-Pues t� eres el siguiente, es todo tuyo.
Lame mi agujero negro, la punta de su lengua se mete dentro y
me produce mucho placer, se da cuenta de que ha abandonado mi rabo y lo pajea
hasta que se lo mete de nuevo en la boca, pero no deja mi culo solo, me mete un
dedo que inicia un mete saca exprimiendo mi inflamada pr�stata. Ooh, qu� rico,
este hombre me eleva al s�ptimo cielo. Poco a poco siento que me voy a correr y
le alejo de m� con violencia, le beso y muerdo sus labios, su oreja, chupo su
cuello y me dirijo hacia esos gigantescos pezones que destacan rosados en sus
tetillas. Los chupo, tironeo de ellos, los muerdo mientras �l gime de gusto,
bajo hasta su sexo, otro cond�n, le visto poni�ndoselo con la boca y se la chupo
como un desquiciado, es tan placentero el olor de su polla que se la chupo todo
lo que puedo, su polla gorda es engullida completamente, mi garganta violada, yo
asfixiado, pero me encanta, me intenta separar, pero yo sigo aspirando su polla,
hasta que me echa sobre la cama y se sienta encima de mi boca, dej�ndome sus
huevos, que lamo y sorbo, la polla de nuevo me atrae y se sienta hincando su
rabazo gordo en mi boca, foll�ndola con grandes espasmos como si fuera un co�o,
siento su polla entrar y salir a toda prisa, quem�ndome con su polla ardiente.
Le paro con un cachete en sus nalgas redondas y me sit�o detr�s de �l, dej�ndole
a 4 patas. Beso sus nalgas, masajeo los globos carnosos con mis manos, los
muerdo, los azoto, separo las nalgas y me encuentro su ano escondido pero
enrojecido, excitado por la polla que se va a comer. Lo lamo, los pelos de
alrededor me hacen cosquillas, �l suspira de gozo, me chupo dos dedos y se los
meto inclemente, le masturbo el culo, �l lo mueve al comp�s de mis dedos, en
c�rculos que me vuelven loco, mientras le meto los dedos le voy azotando con la
otra mano:
-�Te gusta?
-�F�llame!
Yo tampoco pod�a contenerme m�s, cambi� mi cond�n y le ech�
lubricante. Sujet� sus nalgas abiertas y presion� la punta de mi polla contra su
ojete. Lentamente, el esf�nter rojo se fue dilatando y el rictus de agon�a del
rostro de Jes�s se convirti� en una mueca de placer mientras se relam�a de
gusto. Yo estaba siendo acogido por su culito apretado, un culito que por dentro
estaba lleno de estr�as que me provocaban goces inusitados, un esf�nter que me
estrujaba la polla como una orde�adora industrial. Se la met� hasta el fondo, mi
polla hizo tope, mi pubis con sus nalgas y no se pod�a distinguir cu�les vellos
eran m�os y cu�les eran suyos. Foll� a Jes�s con todas mi fuerzas, apasionado y
mientras lo hac�a, pellizcaba sus pezones, le jalaba la polla o met�a mis dedos
en su boca, mientras mis labios besaban su raquis. Si �l orde�aba mi polla, yo
exprim�a su pr�stata, y los dos gem�amos mientras sent�a que el m�s preciado de
los elixires se derramar�a si segu�a as�. Por lo que me la saqu�, apoyando mi
polla contra la raja de su culo violado, haci�ndome una especie de cubana con la
raja del culo.
-�Por qu� paras?
-Porque quiero que me folles.
Me mir� extra�ado y yo s�lo le tranquilic� con un beso. Saqu�
los condones y le tend� otro. Me tumb� en la cama boca arriba y separ� mis
piernas; abr� el culo con mis propias manos. Esta vez se coloc� �l el cond�n en
su hermoso cipote, roja lanza apuntando al techo. Se ech� lubricante y dej� su
punta contra mi ojal abierto, jugando con �l y desparramando el lubricante.
-Vale, pero �c�mo se pide?
-F�llame, por favor.
-Dios, como me pones�
Y le deb� de poner porque toda su polla entr� de una estocada
como un nadador en el agua y mientras me la met�a y sacaba, provoc�ndome
escalofr�os de placer, me tom� de los tobillos y los elev�, golpeando sus
pelotas contra mis nalgas. Me solt� y me dej� con los tobillos en sus hombros,
mientras me golpeaba las tetillas y me atormentaba los pezones, dej�ndome en
�xtasis para finalmente dejar mis piernas al aire y doblarse sobre m� mientras
me la met�a, cada vez m�s r�pido, me jalaba la polla y yo me sent�a c�mo �sta se
deshac�a de placer, su polla entraba y sal�a DE M� cada vez m�s r�pido,
destrozando mi culo, abri�ndome de placer, compartiendo los labios, bes�ndonos
hasta que sus manos obraron el milagro y me corr�, inundando nuestros cuerpos de
leche al mismo tiempo que �l rebosaba su cond�n dentro de m�, en mi culito. Su
pene tumescente sali�, nuestros ojos se encontraron, de nuevo sus esmeraldas
contra mi abismo, y de nuevo las bocas abiertas, humedecidas por el orgasmo, no
deseaba otra cosa salvo t� y despu�s, t�, Jes�s, el hombre que hab�a vuelto a
abrirme, el hombre que frotaba su cuerpo voluptuosamente contra el m�o, las dos
bocas compartiendo humores, palabras, vahos de alma� compartiendo todo.
LO M�S PLACENTERO DE LA VIDA OCURRE S�LO EN UNOS MINUTOS.
Majsingle82
Para cualquier duda, valoraci�n, insulto o proposici�n
indecente (a ser posible esto �ltimo) dirig�os a
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO (sobre todo si sois
maduros)