ACTO I

En una hermosa recamara decorada con tonos rosa encontramos a
la peque�a Anita quien esta en una edad dif�cil de definir ya que no es una
ni�a, pero un no es una jovencita, la peque�a Anita esta muy acomodada en su
cama y esta rodeada de innumerables monos de peluche y mu�ecas con sus vestidos
de holanes y enormes mo�os de colores en tonos pastel, son las 9:00 de la noche
y como es costumbre desde que tiene uso de raz�n Anita ya esta en su cama, mas
esta noche es diferente a las otras, un extra�o ardor en su almejita obligo a la
peque�a Anita a recorrer con su tierno dedo la peque�a longitud de su virginal
hendidura la cual aun luce una leve pelusa, Anita cierra sus ojos muy turbada,
el solo contacto de la yema de sus dedos ha provocado un deliciosos
estremecimiento corporal que la impulsa a tocarse mas y mas profundo, sin darse
cuenta se ha quedado dormida con sus peque�os calzoncitos enrollados en sus
muslos de seda y en su boca se pierde el nombre de sus desvelos: Gerardo

ACTO II

Do�a Rosa, madre de Anita, se encuentra en la sala con el
P�rroco de la iglesia del barrio, le cuestiona si Anita, quien ya despunta una
belleza angelical, podr�a interpretar a la virgen en la Peregrinaci�n a la
Bas�lica, Do�a Rosa muy orgullosa de su reto�o accede llena de orgullo y sin
consultar a su esposo da el consentimiento para que Anita asista despu�s de
clases a la Parroquia para los ensayos necesarios para que la representaci�n sea
un �xito, Do�a Rosa apenas su puede contener su gozo y alegr�a de que su hija
sea la elegida para tan importante evento eclesi�stico pues ella es una se�ora
muy�pero muy apegada a los mandamientos de la iglesia, para enojo de su esposo
Don Ra�l quien a duras penas logra meterle la polla si acaso 2 veces al mes y
mas que sexo parece una violaci�n pues Do�a Rosa casi siempre acaba con sus
remordimientos de estar pecando, por lo cual ya es costumbre de Don Ra�l
perderse casi cada fin de semana con las putas para desahogar los �mpetus de sus
40 a�os.

ACTO III

Camino a casa Anita quien es acompa�ada de su querida amiga
Susana, son interceptadas por dos apuestos j�venes, Gerardo de 18 y Lu�s de 14,
quienes se ofrecen acompa�arlas pues Lu�s ya lleva d�as cortejando a Susana,
quien aun no se decide en darle el si, Lu�s y Susana se adelantan unos metros
mientras Anita se ha quedado con Gerardo quien esta callado como piedra, Anita
voltea y le sonr�e t�midamente, de antemano sabe que Gerardo solo la ve como una
peque�a ni�a, pero eso no evita que ella aprecie su porte atl�tico y su varonil
presencia de 1.80 mts. y 80 kilos de puro m�sculo ya que Gerardo pertenece al
equipo de lucha grecorromana del colegio en que estudian los 4 j�venes, quienes
han llegado a una rom�ntica plaza llena de �rboles y banquitas pintadas de
blanco, muy temerosa Anita toma asiento deseando que Gerardo la imite, mientras
su amiga esta enfrascada en un ardiente beso con su enamorado quien la tiene
apretada contra el tronco de un �rbol, Anita siente humedecerse al ver el
enfrentamiento de su amiga con el caliente jovencito quien no puede controlar el
enorme bulto de su pantal�n y lo restriega contra la fr�gil pelvis de Susana,
Anita baja la vista muy conmocionada y muy excitada, junta sus piernas y al
hacerlo siente como sus jugos mojan sus calzoncitos, mientras su mirada se posa
en la abultada entrepierna de Gerardo quien esta recargado en la banquita y
disimuladamente se acaricia toda la longitud de su verga, de antemano sabe los
deseos que despierta en esa jovencita, pero no se anima a hablarle pues la ve
tan jovencita, siempre con esas paletas y esos peque�os senos que aun no acaban
de brotar, como desear�a cambiar esa paleta que se pierde en esa h�meda y tibia
boquita por su verga e inundar de semen esa diminuta boquita.

ACTO IV

Al fin llegan los ensayos y Anita no puede creer lo que ven
sus ojos, Gerardo tambi�n participara en los ensayos como pastor, al igual que
su amiga Susana quien ser� una aldeana, la tarde transcurre entre cansados
ensayos y aburridos di�logos, la participaci�n de Anita se limita a unas cuantas
apariciones al igual que Gerardo quien no puede negar que Anita luce hermosa con
esa vestidura, y aprovecha cualquier ocasi�n para platicar con la peque�a quien
es incapaz de mirarle a los ojos provocando que sus mejillas se ti�an de un rojo
carmes� al verse reflejada en esos bellos ojos masculinos, al terminar los
ensayos del d�a, ya esta muy de noche y Susana le pide a Ra�l que Gerardo
acompa�e a Anita a su casa, quienes tienen que pasar por esa plaza llena de
�rboles y apenas iluminada por unas contadas l�mparas, apenas han empezado a
caminar y una suave llovizna cae en la ciudad y sobre los cuerpos de nuestros
protagonistas, la delgada blusa blanca se le ha pegado a la peque�a Ana
provocando que salten a la vista sus peque�os pezones apuntando hacia arriba
empujando la suave tela, Gerardo la cubre con su chaqueta y la aprieta a su
cuerpo sintiendo la tibieza de la jovencita, llegan a la plaza y Gerardo
suavemente la encamina a la espesura de los �rboles, Anita se deja guiar
d�cilmente ya sabe lo que Gerardo desea y no opone resistencia, el enorme cuerpo
de Gerardo la protege de la llovizna mas no de su endurecida verga que la
aplasta de su estomago mientras una voraz lengua ya anida en su boca que aun
tiene el sabor de paleta, cierra los ojos y no protesta cuando unas h�biles
manos desabrochan su blusa poniendo al descubierto unos diminutos senos que
apenas son leves monta�as de carne y son acariciadas por esas enormes manos,
Gerardo le sube una pierna y la empuja con su bulto hacia arriba, el tronco del
�rbol la lastima, pero es mas delicioso sentir esa dureza en su almejita, Anita
ya esta completamente montada en el cuerpo de Gerardo quien succiona un pez�n de
la ni�a arranc�ndole lastimeros gemidos de placer mientras mueve fren�ticamente
su cadera simulando un coito rozando sin parar esa h�meda raja�la luz de un
coche que los alumbro hace reaccionar a la peque�a quien con una voz apenas
audible le pide por favor que pare a sus maniobras en su humedecida almejita,
resignado Gerardo accede a liberar a la jovencita de su er�tico abrazo y ya mas
serenos se dirigen al hogar de la peque�a, quien ya en su cama y recordando lo
sucedido aprieta sus tiernos pezones aguantando un grito de placer mientras con
un dedo recorre el ya conocido caminito de su rajita a su estrecho ano, mientras
Gerardo en su casa explota en un abundante chorro de semen imaginando que
eyacula en el interior de esa deliciosa vulva.

ACTO V

Hoy es por fin la representaci�n y la peque�a Ana se
encuentra con sus atav�os acordes a su representaci�n, mientras Gerardo luce un
vestuario consistente en un fald�n de una tela burda, una camisola de color azul
y unas sandalias de piel, en el patio de la iglesia todo es barullo y desorden,
nadie esta en su lugar y los organizadores no saben dar pie con bola, situaci�n
que es aprovechada por Gerardo para tomar de la mano a Anita y llev�rsela al
bodeg�n detr�s de la sacrist�a, en ese enorme cuarto lleno de bancas rotas y
adornos sacros, Gerardo se dispone a terminar lo que dejo inconcluso, despoja a
la peque�a de su t�nica y ante el se yergue el virginal cuerpo de la hermosa
blanquita quien es presa de un ligero temblor al quedar expuesta ente ese enorme
joven, casi un adulto y quien la pasa por casi medio metro de estatura, Gerardo
cae de rodillas ante la celestial criatura y posando levemente su rostro
deposita un tierno beso en la diminuta vagina, acerca mas su rostro y con su
lengua roza la almejita que ante el se muestra t�mida y cerrada como un capullo
silvestre: con los p�talos cerrados, aspira es aroma que despide esa flor y le
llega al cerebro provocando un tir�n en su verga que ya esta a punto de turr�n,
sigue prodigando caricias llenas de humedad a la vagina de Anita mientras con
sus manos libres aprieta los suaves pezones, bebe los jugos que se deslizan por
las paredes de esos muslos de ensue�o y se dispone al ataque, acuesta a la
peque�a sobre el manto y abri�ndole lo mas posible las piernas acerca su dura
bayoneta a la entrada de ese santuario e introduce el glande supuroso de liquido
preseminal, Anita muerde sus labios para no dejar escapar un grito desgarrador
al sentirse penetrada hasta llegar casi a su intacto himen, prueba de su pureza,
Gerardo no puede mas y de un violento golpe asesta la pu�alada guardando toda la
longitud y grosor en el fr�gil interior uterino, ajeno a los gemidos de su
compa�era, empieza el delicioso mete y saca, el dame y ten, su peso corporal lo
ayuda para hacer lo mas profundo la introducci�n y ataca sin descanso esa zona
de uni�n, mete las manos por debajo de las redondas nalgas de Anita y la levanta
hacia su cuerpo hasta sentir que sus huevos chocan con el cuerpo sometido,
dilatando la vulva a su m�xima capacidad extrayendo gran cantidad de jugo de esa
intimidad que no son otra cosa que el resultado de los multi-orgasmos de Anita,
Gerardo siente el hormigueo en su espalda baja anunci�ndole la inminente
eyaculacion y sac�ndola de golpe, se pone de rodillas ante su amada ba��ndole de
potentes chorros de semen que llegan hasta los senos y abdomen de Anita quien
los esparce gustosa en todo su cuerpecito como si de un ung�ento se tratase,
toma un chorro de semen y se lo lleva a la boca golosa, despu�s de ese
desvirgador encuentro y sin decir una sola palabra Gerardo la ayuda a vestirse y
ambos salen de su escondite, el para ser el pastor y ella para representar lo
que antes era�

Una Virgen

Fin

Dedicado a ti, hermoso ser lleno de luz, mientras llega el
eco de esa melod�a que nos gustaba a los dos�