Relato: Sometida (5: El Desenlace)



Relato: Sometida (5: El Desenlace)

I


Este relato es el capitulo n� 5 de la serie Sometida, aunque
�l solo, en si, es una historia completa, para entenderlo seria conveniente leer
los cap�tulos anteriores.












A la ma�ana siguiente, despu�s de pasar una tarde completa de
sexo y lujuria, Gerardo las esperaba con un copioso desayuno. Los hombres hab�an
salido a cazar temprano, y no se hicieron esperar mucho rato. Entraron cargados
de varios objetos, unas cuerdas, unos cuchillos de monte, varias cajas de
cerveza, una fusta, ligueros y diferentes piezas de ropa interior muy sexi.



Dejaron todos los paquetes sobre la mesa, y pidieron a las
chicas que se vistiesen con la ropa que hab�an tra�do.



Ellas, entusiasmadas, se pusieron unos sujetadores negros.
Eran especiales y dejaban al descubierto sus pezones sonrosados. Los tangas
tambi�n eran negros, apenas cubr�an las partes p�dicas, y en el centro ten�an
una sugerente rajita por donde sal�an los rubios rizos de Clara.



La ropa era muy atrevida, y vestidas con ella las dos estaban
muy lindas y sensuales. Se miraban y gastaban bromas, sobre lo buen�simas que se
ve�an con semejante vestimenta, todo eran risas y jolgorio, hasta que vieron que
Fernando, el mas alto de los tres, tiraba dos cuerdas por encima de unas vigas
que hab�an en el techo. Bego�a sab�a que ten�an que aceptar los juegos, aunque
en alg�n momento se volviesen algo crueles, pues Gerardo no le perdonar�a que se
negase a ellos, pero Clara se neg� rotundamente, asegurando que por esto no
pasaba, e intent� irse.



Los tres hombres la acorralaron. Juan la carg� en sus
hombros, y mientras ella pateaba y golpeaba su espalda los otros dos ataban sus
mu�ecas a una de las cuerdas. Su cuerpo qued� colgando, llegando sus pies justo
al suelo, con lo brazos estirados y los pechos erguidos. Sus pezones estaban
tiesos, porque pese al temor que sent�a la situaci�n la excitaba enormemente.



Arturo se acerc� hasta ella llevando en la mano un cuchillo
de caza. Lo pas� suavemente por su vientre, y Clara se encogi� al sentir su
contacto. Era una situaci�n diferente a todas las que hab�a vivido hasta el
momento, estaba aterrada, pero al mismo tiempo excitad�sima, al estar todo su
sistema nervioso en tensi�n. Su tanga se hab�a mojado visiblemente. Mientras
tanto los otros hombres se entreten�an con Bego�a, pero sin perder de vista la
escena.



Arturo, con el cuchillo de caza, cort� las finas tiras del
tanga, y estando Clara colgada de las manos levant� sus piernas a la altura de
su cintura y la foll� bestialmente. Entraba y sal�a de su cuerpo, una y otra vez
como un salvaje, y Clara, aunque estaba terriblemente dolorida y sus mu�ecas
estaban a punto de descoyuntarse, tuvo el mayor orgasmo de su vida. Sus gritos
de placer, al sentir su co�o inundado con el semen de Arturo, se mezclaban con
sus sollozos de dolor, creando un ambiente irreal donde cre�a estar en medio de
una pesadilla



Animad�simos por lo que estaban viendo Fernando y Juan se
estaban empleando a fondo con Bego�a. Uno se dedicaba a sus pechos, mientras
ella, aunque apenada por Clara, no hab�a podido evitar excitarse much�simo.
Lam�a la verga de Juan mientras por sus muslos corr�an sus jugos, y Fernando los
recog�a con su lengua para depositarlos en su culito y as� lubricarlo para
introducir sus dedos dentro de el.



Fernando se tumb� en la mesa, e hizo que Bego�a se empalase
en su magnifica verga, dobl�ndose luego sobre su pecho. Juan, con movimientos
circulares, segu�a dilatando el agujerito. Primero un dedo, luego dos, y cuando
consider� que la abertura era aceptable introdujo su pene, bombeando as� los dos
hombres al mismo tiempo. Bego�a, al sentirse ocupada totalmente en sus dos
cavidades, gem�a y gritaba de gozo, mientras ambos hombres agarraban sus caderas
y la mov�an tan ligeramente como si se tratase de una mu�eca hinchable.



Clara continuaba atada, de pi�. Sus mu�ecas segu�an
doloridas, pero al no aguantar el peso del cuerpo el dolor resultaba mas
soportable. No pod�a apartar su mirada del tr�o que estaba sobre la mesa, y
aliviada se dio cuenta que Arturo, excitad�simo, hab�a perdido el inter�s por
ella y se a�ad�a al grupo. Colocaba su polla en los labios de Bego�a, y ella
excitad�sima la met�a en su boca y la mamaba con deleite.



Los tres hombres penetraban a Bego�a, repetidamente,
altern�ndose en los diferentes orificios. Ella lo estaba gozando, siempre le
hab�an gustado las penetraciones m�ltiples, y la volv�a loca sentir sus dos
agujeritos ocupados mientas lam�a la polla de Arturo. Se corrieron entre gemidos
y chillidos de gozo de Bego�a, y se apartaron de ella dej�ndola tirada sobre la
alfombra.



Mientras tanto Gerardo, un poco apartado, vigilaba que las
c�maras, escondidas en dos puntos estrat�gicos, no se perdiesen un solo detalle
de la escena. Nunca se sab�a en que momento esas im�genes le podr�an ser de
utilidad.



Al dejar a Bego�a los tres hombres se sentaron en los
sillones a beber cerveza, comentando lo buen�simas que estaban las chicas, y lo
mucho que estaban disfrutando. Se hab�a pasado la ma�ana casi sin darse cuenta,
hab�an consumido la cerveza en su totalidad, y lo �nimos se estaban caldeando.



Desataron a Clara y les pidieron que les dieran otro buen
espect�culo. Bego�a segu�a igual de excitada, pero a Clara le dol�an much�simo
los brazos, sobre todo las mu�ecas, y no quer�a continuar. Pidi� a Gerardo que
los parase, que por ese d�a ya estaba bien.



Arturo era el m�s salvaje de todos, y agarrando una fusta la
azot� ferozmente por negarse. Unas l�neas rojas quedaron se�aladas en sus
gl�teos, muslos y espalda. Bego�a intervino poni�ndose en el medio, y para
evitar que la siguiesen azotando les asegur� que les dar�an el espect�culo que
estaban buscando. Ayud� a Clara a tumbarse en la mesa y amorosamente comenz� a
besar todas y cada una de las se�ales que hab�a dejado la fusta, mientras sus
ojos se empa�aban viendo el dolor de su amiga. Clara estaba tan asustada que ya
ni lloraba, ni se quejaba, ni se mov�a, estaba completamente inm�vil dejando que
Bego�a la acariciase.



Los hombres incitaban a Bego�a a que fuese m�s audaz,
jale�ndola, exigiendo que se la follase. Fernando le tir� la fusta y le pidi�
que usase el mango como consolador. Bego�a lo hizo, era un mango grueso y
rugoso, pero como Clara estaba muy dilatada y empapada con el semen de Arturo y
sus propios jugos no hubo ning�n problema para la introducci�n. Lo mov�a
r�tmicamente, y al salir las rugosidades arrastraban los l�quidos del interior
hasta derramarse mojando sus nalgas y la manta que ten�a debajo. Los tres
hombres se unieron a ellas, y durante varias horas las follaron
ininterrumpidamente. Clara no les correspond�a, pero de vez en cuando su cuerpo
se agitaba en un orgasmo involuntario, que ellos jaleaban y disfrutaban como un
gran logro. Bego�a se afanaba en satisfacer a los tres hombres, complaciendo sus
caprichos para que no se cebaran en su amiga.



Oscurec�a cuando ellos, hambrientos y deseosos de bebida
(hab�an acabado hasta la �ltima gota de alcohol) se dispusieron a marchar. Se
vistieron y entregaron a Gerardo unos abultados sobres, que sonri� satisfecho
tras comprobar su contenido.



Clara como en sue�os oy� el motor del todo-terreno al
marcharse y la voz de Gerardo cuando la levantaba en brazos para llevarla al
ba�o.



---Nos han dejado sin provisiones, ati�ndela mientras yo me
acerco al pueblo. Algo encontrar�---



Se quedaron solas. Bego�a mir� el maltratado cuerpo de su
amiga y pens� que esta vez Gerardo se hab�a pasado. �ltimamente ya no encontraba
bien todo lo que �l hac�a. Se estaba dando cuenta de la clase de persona que
era. Pero ella misma no era mejor, hab�a permitido que le hiciesen esto a Clara,
y nunca se lo perdonar�a.



La ayud� a llegar a la ba�era. Clara parec�a una aut�mata y
se dejaba hacer como si fuese una ni�a peque�a. Bego�a la ba�� cari�osamente
prestando gran atenci�n a su dolorido e inflamado sexo. Esta vez Gerardo tendr�a
un escarmiento ---pens� Bego�a--- porque a ver con que excusa justificaba las
heridas de los azotes. La sec� cuidadosamente y la acompa�� a la cama. All� se
dedic� a poner una crema para bajar la hinchaz�n del maltratado sexo y las
se�ales que hab�an dejado los golpes.



Mientras curaba y besaba las heridas Bego�a se puso a pensar
lo que hab�a sido su vida desde que conociera a Gerardo. Casi sin darse cuenta,
y solamente por agradarle, se hab�a prostituido y degradado hasta caer en lo mas
bajo. Todo lo hab�a aceptado porque le amaba, y no pod�a negar que su cuerpo
hab�a gozado hasta l�mites insospechados. Pero no pod�a soportar que Clara
pasase por todo eso� No, mas veces esto no� Ella se encargar�a de sacarla de las
manos de Gerardo.



Hac�a alg�n tiempo que lo ven�a observando, conoc�a sus
secretos, sus listas de "amigos" y tambi�n donde guardaba las cintas de video
grabadas, esas con las que �l estaba segura chantajeaba a algunos de sus
clientes.



Lo sab�a todo de �l. Gerardo ni en sue�os pensar�a que ella
fuese capaz de traicionarlo, y por eso se hab�a vuelto descuidado.



Lo hab�a amado con locura, y hubiese besado el suelo que
pisaba, cualquier cosa que le pidiese lo hac�a, nunca le importaron las otras
chicas, sab�a que las usaba y las dejaba tiradas como si fuesen basura, pero a
Clara no� No permitir�a que volviese a da�arla, ella era especial, y sent�a la
necesidad de protegerla, eran tan dulce� Jam�s pens� que pudiese sentir algo as�
por una mujer, pero se hab�a dado cuenta de que la amaba, adoraba su sonrisa, el
brillo de sus ojos, la forma dulce que ten�a de hacer el amor, la suavidad de
sus manos cuando la acariciaba� No pod�a soportar sus lagrimas, odiaba ese gesto
de dolor que ten�a cuando la maltrataban� era superior a ella.



Ten�a que pensar algo. Gerardo no las dejar�a tranquilas as�
como as�, para �l eran un fant�stico negocio. Es verdad que hab�a m�s chicas,
pero con ellas hac�a lo que le ven�a en gana, las ten�a totalmente sometidas.



Mir� a Clara que se hab�a quedado medio dormida sobre la
cama, y antes de salir de la habitaci�n extendi� una sabana sobre su desnudo
cuerpo.



No estaba muy segura de lo que iba a hacer, y en realidad se
sent�a muy asustada. Resultaba muy peligroso que Gerardo la encontrara
revolviendo sus cosas. Ella hab�a sido testigo de algunos de sus episodios de
violencia y sab�a lo cruel que pod�a llegar a ser. Pero tardar�a tiempo en
volver a tener otra oportunidad como la de hoy, y por tanto no pod�a perder la
ocasi�n.



Entr� en la habitaci�n de Gerardo. Detr�s de la doble cortina
estaba la caja fuerte donde ella sab�a se guardaban las cintas. El c�digo de
apertura cre�a recordar que lo guardaba bajo el caj�n de la mesa. Si�
efectivamente all� estaba�.



Dos a la derecha...



Al abrir la caja vio no menos de una docena de sobres, cada
uno con un nombre y una fecha, y en su interior una cinta de video.



Si las cog�a todas y �l abr�a la caja se dar�a cuenta, por
tanto deber�a escoger cuidadosamente las cintas elegidas. Se entretuvo mirando
los nombres y reconoci� uno. Gerardo le hab�a hablado de �l, era un traficante
que conocieron por mediaci�n de unos chicos que distribu�an droga en el colegio.
Le gustaban jovencitas y Gerardo le hab�a preparado una sesi�n con una ni�a de
13 a�os en la que el hombre fue especialmente violento con ella. Bego�a no hab�a
asistido al encuentro, pero una tarde Gerardo le hab�a ense�ado la cinta.



Varios d�as despu�s la ni�a, asustada por las amenazas de lo
que le iba a pasar a su familia si se le escapaba alguna palabra de lo sucedido,
intent� suicidarse. Sus padres, sin comprender lo que le estaba pasando pero
viendo la angustia que estaba padeciendo, decidieron irse del pueblo para
alejarla del ambiente que estaba arruinando su vida.



Si, esa era la cinta que deb�a coger, sab�a que Gerardo
estaba recibiendo mucho dinero del traficante� Sali� del despacho y escondi� la
cinta entre sus ropas. Era muy dif�cil que �l se diese cuenta� Necesitaba
tiempo, solo el suficiente para llevarla hasta una caja de seguridad en un
banco� Dejar�a orden de que se abriese en caso de que a ella le ocurriese algo o
estuviese mas de una semana sin dar se�ales de vida� Si, esta noche por fin iban
a ser libres.


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Relato: Sometida (5: El Desenlace)
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