Relato: Una hermana para dos (III - Final)





Relato: Una hermana para dos (III - Final)

Aunque Patricia se había portado muy
bien esa noche nos había hecho perder cuatro días de placer y
estábamos muy molestos con ella, por que se acababan las vacaciones de
nuestros padres. Patricia desayunaba junto a nosotros, recién levantada.
Su cara, sus labios, estaban aún hinchados por las horas de sueño
profundo. Estaba sus pelos enmarañados y daba un aspecto de chica salvaje
y guarrilla que realmente levantaba el "ánimo" de cualquiera.
Nada más terminar de desayunar la ordené que se duchara y que
se arreglara como la putita de lujo que era.


-¿Sabes José?, Me gustaría
hacer algo especial, no sé. Me gustaría verla con cara de susto,
que no fuera tan sumisa.-

-A mí me da igual, mientras folle...-

-¡Qué te parece si jugamos a que la follamos...de mentirijilla,
claro- José estaba extrañado. No veía la forma de follar
a una chica que si bien hasta el momento había cedido ha todo por nuestro
chantaje, la verdad es que nunca había dicho que no a nada.. Pero tenía
un plan y le dije a José solamente que ya vería como conseguía
que Patricia participara en el juego.


Patricia había sido castigada a no llevar
bragas. Estaba sentado en el sofá con las piernas sobre los cojines y
le ordené que me comiera el rabo. Ella, como siempre, muy dispuesta se
acercó y se puso de rodillas colocando su cuerpo sobre mí. Me
agarró el pene con la mano, sacándolo de los calzoncillos y comenzó
a lamer mi prepucio. Yo la tomé de las caderas y puse su trasero muy
a mi altura.


Le toqué el conejo y luego, poco a poco
y disimuladamente fui subiendo mi mano y separándole las nalgas pude
ver su ano cerrado. A la cabeza se me vino aquel día en la ducha en que
mientras le rociaba con el agua se introducía el dedo en su agujero último.


-Tienes un culo muy bonito...con un agujero
cerrado, profundo.- Mientras le decía esto, Patricia me lamía
causándome una gran excitación. Puse un dedo entre sus nalgas
y la acaricié.


-Se me quedó grabado el día que
te vi como te metías el dedito...¿Es que sientes por detrás?...-
Mi hermana callaba y no dejaba de mamar.

A lo mejor no te lo pasas tan mal...¿Sabes?...José está
decidido a ... metértela hoy por detrás.- A mi hermana le entró
una calentura que hacía que se desahogara lamiendo mi pene con gusto
cuando le introduje el dedo levemente entre las nalgas, comenzando a superar
su esfínter . Me vacié en su boca y ella me comió mientras
terminé de introducir la segunda falange en su agujero más recóndito.


Patricia había estado huyendo a José
desde que le dije que José se la quería meter por detrás.
José ignoraba lo que le había dicho y le fastidiaba la actitud
de Patricia. Era ya tarde. José requirió a su hermana para amarla.
-¡Patricia!.-


Patricia no obedecía. Daba mil vueltas
para no llegar nunca a donde estaba José. Yo observaba divertido la escena
sentado en el sofá. Las nalgas de Patricia asomaban graciosas y desnudas
por debajo de la camiseta, lo mismo que el sexo depilado. José se enfadó
y se dirigió hacia ella. Patricia se refugió en el circuito infinito
de dar vueltas alrededor de la mesa. José se cansó pero al rato
volvió al a carga y esta vez parecía decidido. Mi hermana gritaba.
José la perseguía y cambiaba una y otra vez la dirección
de la caza inútilmente.- ¡Ya verás cuando te coja!.-


Al final me pidió ayuda. Fue entonces
fácil cogerla, pues me coloqué en la mesa y fui al encuentro de
mi hermana, mientras José iba por el otro lado. Se intentó escapar,
pero José la agarró de la camiseta, que a pesar de quedar desgarrada,
sirvió para coger a Patricia. Mi hermano la tiró al suelo mientras
Patricia se resistía. Entonces yo me puse cerca de la cara de Patricia
y le agarré las manos. Patricia quería chillar pero ya no le salían
los chillidos. Simplemente decía.- ¡Que vais a hacer? ¡no...No!.-
Se creía que José la iba a empitonar por el culo.


José terminó de desgarrarle la
camiseta y aparecieron antes sus ojos lujuriosos las tetas de su hermana, con
aquellos pezones exquisitos que no dudó en manosear y mordisquear. Patricia
se revolvía y José se ponía el preservativo, que era condición
"sine cuan non". La única condición necesaria. Patricia
intentaba cerrar las piernas pero José estaba en medio de ellas, separándolas
y comenzando a introducir su pene en el sexo de mi hermana.


Patricia se tranquilizó al ver que no
había llegado la hora de su ano. Los dos se acoplaron y José se
follaba a Patricia que estaba tendida exhausta en el suelo, por la lucha mantenida.
Mi hermano estaba desatado, desbocado por la resistencia no esperado que Patricia
había puesto que parecía excitarle más de lo que yo había
pensado y no paró de agitarse y de follar hasta que no se vació
dentro de ella, de nuevo sumisa y dócilmente domesticada


Los cuerpos de ambos se bañaban en sudor
y mi hermana, por fin pareció resucitar cuando su cuerpo se convulsionó
por la mecánica cíclica del orgasmo silencioso pero duradero,
larguísimo y excitante.


A pesar de que Patricia había gozado,
no nos fiábamos de lo que el efecto de aquella cabalgada en el suelo
pudiera provocar en ella, por ello la até con las manos juntas y durmió
así, atada a la pata de la cama en su colchoneta.


Durante la noche sentí varias veces
la necesidad de subírmela a la cama para hacerla mía, pero el
engaño al que nos tenía sometidos no había estado bien.
Me desperté con la sensación de que a mi hermana no le había
importado demasiado el hecho de que José la hubiera, poco más
o menos que violado, (aunque en realidad sus reticencias sólo se debieran
a un intencionado malentendido). Tenía esa impresión porque sentí
el pié desnudo de Patricia introducirse por mis sábanas y recorrer
mi vientre hasta alcanzar mis calzoncillos.


Me miraba sonriente y maliciosamente y aquel
pié travieso me ponía a cien. Era un pié de una habilidad
inconcebible que se había introducido entre mis calzoncillos y el muslo
y me tocaba directamente la piel suave y tersa de mi miembro y que estuvo a
punto de hacerme estallar a no ser por que la desaté y le ordené
que se fuera a bañar.


A los pocos minutos me introducía en
el baño. Ella me esperaba duchándose. Sabía que iría,
pero no pensaba que me dirigiría desnudo. Al entrar en la bañera
y colocarme de pié junto a ella, me di cuenta que me sacaba la cabeza.
Era inmensa. Sus pechos me quedaban muy a la altura y despacito los tomé
y los lamí mientras ella me los ofrecía dócilmente.


Le ordené que se diera la vuelta. El
agua le caía por la espalda y yo me puse de rodillas para besarle las
nalgas. Me gustaban sus nalgas suaves y blandas. Las besé cada vez más
abajo y cerca de su sexo, hasta que decidí asaltarla y me estrellé
contra ella y sus nalgas, alargando mi lengua tanto como era capaz para alcanzar
las postrimerías de su sexo. Se apoyaba contra la pared sosteniéndose
por sus brazos. -Sepárate las nalgas.-


Patricia se separó las nalgas e interpretando
mis deseos, convirtió un leve toque en la espalda en una reverencia que
me ofrecía su sexo. Mi lengua se estrellaba de lleno en su sexo. Mi hermana
apoyaba su pecho contra la pared mojada y cubierta de baldosines. Se dio la
vuelta. Mejor, así le podía lamer el clítoris que aparecía
juguetón entre los labios. Se corrió mientras me bebía
el agua que, derramándose por su vientre, llagaba hasta su sexo.


Me tomó de la cabeza y me obligó
a ponerme de pié. Me besó, agachando la cabeza. Yo entonces la
cogí por los hombros y la obligué a ponerse de rodillas. Su boca
se tropezó con mi pene. Me agarró por la cintura con las dos manos
y se metió mi prepucio en la boca. Lo sacaba y lo metía y parecía
saborearlo. El agua me caía en la cabeza y por la espalda. Su boca hacía
que aquel agua me pareciera un masaje excitante.


La tomé de la cabeza y la obligué,
al sentir que iba a correrme, a permanecer con el prepucio dentro de su boca
y ella, obediente, se lo tomó todo, mientras me acariciaba los testículos
como queriéndome exprimirme.


AL salir del baño le até las
manos detrás con el cinturón de mi bata. Estaba desnuda y me dediqué
a secarla con una pequeña toalla que introduje en cada rendija de su
cuerpo. Salimos del baño. Yo la llevaba cogida del brazo, ella me acompañaba
con una toalla que yo le había enrollado al cuerpo.


Le di de desayunar. Le mojaba las galletas
en el café y se las metía entre los labios y ella se las comía.
Estaba preciosa. Un muslo asomaba elegantemente entre los extremos abiertos
de las toallas. Sus pies aparecían sensuales calzados con unas sandalias.
José vino a desayunar y tras estirarse y vernos me preguntó. -¿Cuándo
la vas a soltar?-


La solté para que nos hiciera de comer
y pusiera la mesa, y para que comiera. Y luego, tras lavarnos los platos, la
volvía a atar. Se dejó atar sumisamente. Pusimos un banquito en
medio del salón y la obligamos a permanecer sentada en aquel incómodo
taburete, mientras nos recreábamos en ver la tele y observarla a ella.


José se empeñó en levarla
a la cocina para que le hiciera la cena. Pero ¿Por qué atada?.
Fui tras ellos. José puso a Patricia cerca de aquellas mesa de la cocina
en la que, esperando sacar una zanahoria manchada como si hubiera desvirgado
a Patricia, conseguí empezar a desenmascarar el engaño. La besó
y dio un tirón a la toalla, Mi hermana apareció desnuda. José
le magreó las tetas y la obligó, atada, a tenderse sobre la mesa.


Patricia habría las piernas mientras
José se bajaba los pantalones y los calzoncillos, y colocándose
frente a Patricia, comenzó a introducirle su pene y a embestirla. Patricia
echaba la cabeza, que le colgaba por el otro extremo de la mesa, hacia atrás.
Agarraba a mi hermano cruzando sus piernas por detrás de la cintura de
él, ya que no podía utilizar las manos, que seguían atadas
detrás de sus espalda y debajo de su cuerpo. José la agarraba
de la parte alta de los muslos y la penetraba casi salvajemente.


Me atreví a colocarme frente a José,
Mi hermana apoyó su cabeza en mi vientre, Yo comencé a acariciarle
los pechos. Patricia sudaba y José también. Entonces sentí
que la boca de Patricia, tras torcer su cuello hacia abajo buscaba en mi pantalón
mi pene para besarlo. No me dio tiempo a bajar mis pantalones. José se
deshizo ante mis ojos, embistiendo como un semental y al poco rato, Patricia
comenzaba a convulsionarse entre mi hermano y yo.



Después de aquello, soltamos a Patricia. Se había ganado su libertad,
pero aquella noche empezó a dormir en la colchoneta. Patricia parecía
entregada a nosotros. Aceptaba nuestros juegos y participaba. Era nuestra, pero
quedaban sólo un par de días para la vuelta de nuestros padres.
Pensaba en estas cosas mientras intentaba dormir y acariciaba con mi mano extendida
las nalgas desnudas de mi esclava.


Me desperté sobresaltado. Los que tienen
mascotas como perros y gatos saben que éstas se suben a la cama de noche.
Sentí el enorme cuerpo de mi hermana subirse a mi cama. -¡¿Qué
haces?!.- Ahora verás...-


Patricia puso la cabeza sobre mi vientre, tras
bajar la sábana y me bajó los calzoncillos. No debía dejar
que mi esclava se tomara tantas confianzas, pero me agradó la sorpresa
y me dediqué a enredar mis dedos entre sus pelos mientras sentía
su mano agarrarme el pene que crecía rápidamente y su lengua que
me lamía. Sus pechos rozaban suaves mis muslos y ella me mamaba de una
manera increíble, lenta, deliciosamente.


De repente abandonaba mi pito y lamía
mi vientre y mis muslos y volvía a empezar y me hacía excitarme,
casi enfurecer, hasta que me corrí moviendo mis caderas para hincar mi
pene en el paladar de Patricia, que apretaba sus labios e impedía que
mi pene pudiera salir de su boca.


Mi hermana continuó lamiéndome.
Me proporcionaba unas cosquillas que me resultaban gratamente insoportables.
Me lamía mis testículos, jugando con ellos, pasándolos
por en medio del escroto. Quedamos dormidos así, yo recto y ella con
su cabeza sobre mi vientre y agarrada a mi cintura.


Parecía que ella también temía
la llegada de nuestros padres y el final de aquellas vacaciones, pues esa noche,
durante el amanecer, me volvió a tomar con su boca, estrujando las pocas
fuerzas que había conseguido reunir en unas pocas horas.


Era ya la hora de la siesta. Patricia ya tenía
permiso para ponerse bragas. Se paseaba ufana y pro un momento pensé
que las impresiones de la noche, en la que había llegado a la conclusión
que ella también hubiera deseado que las vacaciones hubieran continuado,
eran imaginaciones mías.


José se metió en un pequeño
servicio que hay en la planta de abajo, junto a la cocina. Se dejó la
puerta abierta, lo cuál no es raro, cuando va a mear. Al rato llamó
a Patricia. Me olí que habría folleteo, así que la seguí.
José ordenaba a Patricia. Me asomé al cabo de n rato.


José estaba con los calzoncillos bajados
sentado en la taza hueca del water. Patricia estaba sentada sobre él.
Estaba sentada de espaldas a él. Me miró y cerró los ojos.
Miré entre las piernas y veía claramente que José la penetraba
mientras le ordenaba que se moviera. Patricia le obedecía. José
le agarraba las tetas y Patricia, deslizando su mano entre los dos pares de
piernas, le acariciaba a José los testículos. Gemía como
un cochinito. -Ohhh ohhh ohhh ohhh.-


Me aparté de ellos. Sentí envidia
de José. Me faltaba el valor suficiente como para follarme a Patricia.,
pero lo iba a hacer antes de que acabaran las vacaciones, estaba dispuesto.
Pensaba estas cosas cuando los vi salir a los dos cogidos de la mano y dirigirse
al dormitorio por las escaleras.


Me acosté tarde y busqué a Patricia
y José. Los dos dormían desnudos y próximos en la cama
de mis padres. Me dormí aún más tare excitado con la idea
que no se me iba de la cabeza de tirarme a Patricia. Era una oportunidad única.
Yo era apenas un adolescente y ella una mujercita dócil y obediente,
pero no quería que José se enterara de nada. Me cohibía.
Me acordé de un preservativo que precavidamente le había hurtado
al paquete de la discordia. Seguía escondido donde yo lo había
puesto.


A la mañana siguiente José salió
a casa de un amigo. Se le habían acabado los preservativos, y con ello,
las posibilidades de disfrutar de Patricia. Le llamó un amigo y se fue
a pasar el día. Las cosas no podían empezar mejor. Patricia se
paseaba delante de mí, caliente, meneando el culo debajo de los pantaloncitos.
Llevaba una camiseta sin nada debajo. Me excitaba. Sin duda deseaba tener la
posiblemente última aventura de las vacaciones y quién sabe si
de nuestra vida.


Estaba viendo la tele. Patricia se sentó
a mi lado. Sabía que no podía resistirme si se colocaba cerca.
Sentí el calor de sus muslos junto a los míos, la prominencia
de sus senos. Le acaricié el muslo. Fue ella la que me tomó y
me llevó hacia el dormitorio.- Ven... te voy a hacer le última
felación...-


- Quiero que te desnudes.- Se lo ordené.
Seguía siendo mi esclava y ella lo aceptaba ya dócilmente. Se
quitó la camisa, los zapatos de deporte y los pantaloncitos. Se quedó
en bragas.


-¡Totalmente!.- Le ordené mientras
yo mismo me desnudaba pensativo y cogiendo fuerzas para lo que pensaba realizar.
En el sexo de Patricia empezaban a aparecer las puntas negras de los vellos
depilados. Cogí el preservativo y lo puse en mi puño cerrado.
Patricia hizo ademán de cogerme el pito pero se lo impedí.


-¡Échate sobre mi cama!.- Mi hermana
echada ocupaba toda mi cama. Su expresión de la cara mostró un
gran asombro al principio cuando vio que lo que tenía en mi puño
no era sino uno de aquellos globitos que al ser sustraídos la habían
abocado a ser mi esclava durante aquellos veintiún días que ahora
finalizaban.


Patricia se incorporó para ayudarme
a ponerme el preservativo, que me había comenzado a colocarme mal y luego
se tumbó. Sin grandes preámbulos, como le había visto hacer
a José, me coloqué entre sus piernas. Me recibió abriéndolas
todo lo que podía. Me eché sobre ella. Mi boca estaba a la altura
de sus pechos. Me distraje unos segundos con su pecho.


Me avergonzó un poco que fuera Patricia
la que tuviera que indicarme por donde debía meterla. Incluso sentí
sus finos y largos dedos cogerme el pito para introducirlos en sus sexo. Después
comencé a introducirlo hasta el final. Sentí el calor de su pecho
en mi pecho y el de sus carrillos en mi sien. La agarré de la cintura
y comencé a moverme como había visto en las películas y
a mi propio hermano.



Patricia empezó a marcarme un ritmo que yo seguía satisfecho y
cada vez más cerca del orgasmo. Entonces Patricia me dijo algo que se
me quedó grabado durante mucho tiempo.- Amor...me alegro de haber venido
aquí...así no se te acordarás de mí cada noche...-
En ese momento comencé a correrme, moviéndome con desesperación.
De repente, me sentí como montado en un caballo que no pudiera dominar.
Yo me corría y mi hermana comenzaba a gemir de placer y a moverse como
no lo había hecho antes. Los dos estuvimos unos momentos agitándonos
uno contra el otro hasta saciar nuestra capacidad de gozar.


Mi hermana me trataba con mucho mimo. Ya no
me sentía celoso de José. Patricia me preparó la comida
y se paseaba muy alegre con las braguitas puestas y la camiseta. -¿Y
José?.-


-Se ha ido a ver a Pedro.-

-¿No va a estar hoy aquí?-

-No.- Le dije con seguridad y quise hacerle daño. -Se le han acabado
los preservativos y ya no le interesa quedarse aquí. El sólo te
quiere para follar...yo te quiero para que seas mía.-


Patricia no dijo nada de momento pero luego
dijo como hablando a la pared. -Podíamos haber hecho otra cosa.-

- Podías haber hasta follado.-

-¿Sin preservativo? ¡Estás loco!.-


No estaba tan loco. Veía de nuevo los
muslos graciosos de Patricia y su culito coqueto y me excitaba. José
llamó para decir que se quedaba a dormir con su amigo. Patricia le pidió
que fuera bueno. Era de noche y Patricia decidió darse un baño
nocturno. Me pidió el bañador y yo se lo entregué a cambio,
como siempre, de sus bragas.


Salió del baño. Era un buen momento
para hacer lo que pensaba. Se quitó el bañador, quedando desnuda,
esperando sus bragas que no pensaba entregarle todavía. La cogí
con fuerza y tiré de ella hacia su dormitorio. -¡Vamos!.-


Me seguía sumisa y dócil. Le
mandé que se echara de espaldas sobre el colchón que había
tirado de la cama al suelo. Patricia se puso a cuatro patas. Me desnudé
y cuando estuve preparado le volví a ordenar que se tumbara sobre el
colchón. Cruzó sus brazos delante de la cara y pude contemplar
su figura deliciosa de espaldas, con aquellas nalgas perfectas y detrás
de ellas, su sexo.


Coloqué una silla delante de ella y
le ordené que cogiera las patas de la silla y no separara sus manos de
ellas. Me tumbé encima de ella. Sentía sus nalgas en mis muslos,
mi pene entre sus cachetes. Mi boca besaba sus cabellos finos mientras la besaba
el cuello donde sentía pasar su sangre al ritmo de su pulso. Mis manos
se posaron en sus tetas y arañaron suavemente sus pezones.


- Esta mañana me has llamado loco porque
te he dicho que se puede follar sin preservativo...- Le decía al oído
mientras paseaba mi mano por entre sus nalgas. - No quisiste que José
lo hiciera...pero él no es tu dueño... y yo sí...-


Separé sus nalgas con la mano y tomé
la punta de mi pene. Patricia era estrecha. Mi pene entraba con dificultad en
aquel cuerpo que se revolvía. De repente, mi hermana se echó hacia
detrás y yo la agarré de la cintura y ya no tuvo vuelta hacia
atrás. Mi pene atravesó la parte más estrecha de su ano
para encontrar el paso franco.


Me movía lentamente, pero la sensación
de tener a mi hermana cogida por detrás era suficiente. Una mano acariciaba
su pecho con fuerza mientras la otra se deslizaba por su vientre para agarrarle
el sexo. Mi mano se hincaba en sus labios carnosos y mis dedos incluso se hundían
en su sexo humedecido.


El sentirla tan mía, tan dócil
e íntimamente poseída por mí me excitaba de tal manera
que estaba a punto de estallar sin menearme ni nada. Ella movía sus caderas
levemente, y conseguía que mi pito se introdujera un poco más
dentro. Entonces quise devolverle las tiernas palabras con las que me había
obsequiado hacía unas horas. - Esto lo he hecho...para que en cada momento
...cada noche... te acuerdes de quién es tu amo...-


Y dicho esto, comencé a eyacular dentro
del culo de Patricia y ella a revolverse excitada, aunque no se si se llegó
a correr o no. Lo cierto es que me sentí sudar y percibí su sudor
como antes había visto sudar a Jose y a ella misma tras hacer el amor.


El día pasó. Mis padres llegaron.
Nos saludamos. -¿Qué tal se han portado?.- Un silencia escalofriante.
AL final Patricia responde. -¡Bien!.-


José intentó alguna que otra
vez tirarse a Patricia, pero no sé si lo consiguió. Al cabo de
algunas semanas, parece que desistió, pues ya no oía peleas en
su cuarto, cuando mis padres estaban ausentes. Yo , por mi parte, cada noche,
efectivamente, recordaba que en esa cama había echo el amor con mi hermana,
nueve años mayor que yo.


José hace meses se fue al extranjero,
aprovechando una beca de estudios. Patricia tiene novio, pero no le va bien,
se nota que está aburrida. Han pasado algunos años desde que tuve
a Patricia como esclava. Hace unas semanas, tras venir del instituto, entré
y mis padres no estaban. Fui a mi cuarto y sentí la ducha. Entré
para ver quien se duchaba.


-¿quién es?-

-Yo, Juan.-

-¡Qué susto me has dado!.-

-Es que quería saber quien había en casa.- Adivinaba su hermosa
figura detrás de la cortina traslúcida


Patricia cogió su toalla y salió
con ella enrollada alrededor del cuerpo. La miraba fijamente. Saqué valor
para ordenarle. -Quítate la toalla y muéstrate para tu uso.- Me
senté en la tapa del retrete esperando cualquier cosa.


En la boca de Patricia empezó a esbozarse
una sonrisa maliciosa. Tiró la toalla y apareció su figura de
mujer deliciosa, con aquel monte de Venus depilado ahora reforestado. Se dio
la vuelta al llegar tan cerca de mí que podía percibir el aroma
que el jabón había dejado sobre su piel y pude ver sus dos agujeros,
entre sus nalgas separadas por sus manos, dispuestos para ser tomados por mí
según mi elección.


Y desde ese día, he vuelto a ser el
amo de mi hermana Patricia, y esta vez para siempre.


POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO


Por favor vota el relato. Su autor estara encantado de recibir tu voto .


Número de votos: 0
Media de votos: 0


Si te gusta la web pulsa +1 y me gusta






Relato: Una hermana para dos (III - Final)
Leida: 641veces
Tiempo de lectura: 16minuto/s





Participa en la web
Envia tu relato







Contacto
Categorias
- Amor filial
- Autosatisfacci�n
- Bisexuales
- Confesiones
- Control Mental
- Dominaci�n
- Entrevistas / Info
- Erotismo y Amor
- Fantas�as Er�ticas
- Fetichismo
- Gays
- Grandes Relatos
- Grandes Series
- Hetero: General
- Hetero: Infidelidad
- Hetero: Primera vez
- Intercambios
- Interracial
- L�sbicos
- MicroRelatos
- No Consentido
- Org�as
- Parodias
- Poes�a Er�tica
- Sadomaso
- Sexo Anal
- Sexo con maduras
- Sexo con maduros
- Sexo Oral
- Sexo Virtual
- Textos de risa
- Transexuales
- Trios
- Voyerismo
- Zoofilia


Encuestas

Afiliados



























relato eroctico abuelo folla con su nieta despues de ver una peli pornorelatos eroticos de nenas con su tiorelatos porno espiando a mi vecinorelatos porno nina banandose en el patiomaduros casadosRomp�o m� culo relatosrelato me cojio un maduro gay/relato46829_con-mi-sobrinita-de-6-a%C3%B1os.htmlviole a mo hija dormida relato pornoRelato tengo sexo cn un amigo d mi hijo heitorun camionero me folla relatosmi hijita de 9 añitos relatosexo anal tias y madresrelatos eroticos me folle a mi sobrinitarelatos de msms e hijod xxxrelatos de mama e hojo.cojiendolechando hija relato eroNacida cachorrita zoofiliaMujeres en baby dool xxxrelato taburelatos porno conviviendo con la suegrarelato er��tico bestier de hombresmi hijita de 9 añitos relatorelatos eroticos con mi hijasrelatos porno entre padre h hijaHistorias xxx con mi hermanita de 10relatos porno viole a mi mamaRelato de chica follando con perro vergonRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatofollando con mi hermanita de 8relatos eroticos salvajes con mi madrehistorias de sexo gay mi hermano me encontro tocandolorelatos pornos el pollon de mi padrastroIncesto con la abuela relatadosrelatos eroticos mi tia me vio el penerelatos eroticos se cogieron a mi hija en el cinerelatos de sexo anal con mi tiaRelatosMe violaron en una fiesta y me gustomi hijita de 9 añitos relatorelatos eroticos de mi comadreRelatos eroticos gratis la nena de campoRelatos eróticos hombres que han desvirgado culitos gaysRelatos porno amor filial mis sobrinas de 11 bdlol.ruRelatos gays los pibitosme rompieron el culo relatos eroticosXXX Relatos de la hija de la sirvienta chiquititas de 3 añitosrelatos eroticos de hijas pequeñas virgenesRelatos gays el nene travieso/relato30052_La-carcel-de-jovencitas.htmlRelatos porno amor filial bdlol.rula vecinita colejiala relatos eroticosrelatos eroticos viole a mi hijami insolita vida incestuosa.porno relatos el bultito de mis hijasrelato de incesto mam� y mi abuelami npapa se encula a mi primita de 8 relato pornola sobrina de mi esposa,relatos eroticosrelato erotico de una monjarelato prostituyendo a mi amada hijitarelato erotico la nenitarelato erotico me cogi a mi sobrina d 8 añitos y a su amiguita d 7 añitos en mi fincarelatos gays con mi cuñadoRelatos eroticos gratis incesto sobrina de 13 añitos primera vezpelicula de zoofiliarelatos porno preñada cuñado nachocachando enamorada provinsiana que emvite a mi casamisrelatoseroticos.comrelatos incesto con hija invalidaRelatos gays el putito personalrelato erotico de hija com papihistorias porno gratisfolla hermana divorciada relatomi hijita de 9 añitos relatoRelatos eroticos desvirgando a mi Nieta dormidacon tia borracha relatos paja compartida gay relatotrio en casa infiel relatorelatos de chavitos gay