Relato: El bultito de mi hija



Relato: El bultito de mi hija

EL BULTITO DE MI HIJA


Me llamo Rafael. Tengo 39 a�os, una esposa, Teresa(de 38),
que es un primor, y dos hijas, Rosa, la mayor, y Julia, que se llevan cuatro
a�os entre ellas. Siempre cre� tenerlo todo en la vida, y no le ped�a m�s, pero
un suceso inesperado me abri� las puertas de un nuevo mundo, y fue Rosa la
causante.



En aquel momento Rosa contaba 13 a�itos y ya comenzaba a
desarrollar un cuerpecito de mujer. Ten�a unos preciosos ojos verdes esmeralda,
un pelo casta�o claro, largo en melena, un bonito lunar al lado de su nariz, y
una expresi�n de infantil felicidad que daba gusto verla. �ste era el �nico
rasgo que hac�a igual a su hermana, ya que Julia era rubia de rizos y de ojos
azules. En casa jam�s hemos sido pudorosos, y si yo me paseaba en calzoncillos �
shorts, nadie se escandalizaba. El mismo caso se atribu�a a las ni�as � a mi
esposa si iban en ropas menores. En fin, que un buen d�a, all� por Junio, sal�
de la cocina rumbo a la sala de estar para ver algo la TV cuando escuch� unas
largas maldiciones y gritos que sal�an del cuarto de Rosa. Dando un portazo,
ella sali� de la habitaci�n, y al verme se fren� un poco de su mal humor.



-Oh, Pap�, disculpa�.�Has visto mi falda de cuadros, la
plisada?.



-No, �por qu�?.



-Por qu� Patricia-su mejor amiga-, vendr� dentro de poco y
quiero ponerme esa falda�.��y no la encuentro!!.



Se fue al cuarto de ba�o a buscar en el cest�n de la ropa
sucia, pero antes de desaparecer de mi vista, por un segundo, mir� a las
apretaditas braguitas de dibujo de fresa que mi hija llevaba. Me dio la
impresi�n de que iban a reventarle. Y en ese momento, lo vi: un bultito en
ellas, prominente, que indicaba su incipiente crecer sexual y su conchita en
desarrollo. Ver ese bultito, sobresaliendo de sus braguitas, me dej� anonadado.
Un brusco azoramiento recorri� mi cuerpo y antes de darme cuenta, estaba
totalmente erecto bajo mis pantalones. No pod�a creerme que ese bultito pudiera
provocarme semejante reacci�n. Me fui a mi despacho en vez de a la sala de estar
para intentar bajar la hinchaz�n, pero al no poder, decid� llamar a mi esposa, y
al llegar ella grit� a las ni�as que no se nos molestase en una hora. A media
tarde, y pill�ndola por sorpresa, le pegu� a mi se�ora un se�or polvo que la
hubiera hecho gritar, de no ser que pude evitar sus gritos con mis labios. Me
sonri� y me dijo con picard�a que le hab�a encantado, que hac�a a�os no ten�amos
esos escarceos, pr�cticamente desde nuestra �poca de novios. Estuvimos tonteando
un buen rato, y finalmente pude quitarme de la cabeza esa imagen tan obscena de
aquel bultito. No era normal que un padre tuviera esos pensamientos sobre su
propia hija.



Crey�ndome a salvo de tentaciones, prosegu� mi vida sin
problemas, pero a los pocos d�as, rosa volvi� a salir en braguitas de su cuarto,
preguntando a su madre por cierta prenda que no estaba segura de tener. Yo me
encontraba leyendo el peri�dico en la sala de estar y no prest� mucha atenci�n a
la charla, hasta que de refil�n escuch� a Teresa decir "en la sala de estar,
junto a la TV". Escuch� unos pasos y Rosa se present� ante m� como la otra vez,
solo con sus braguitas de dibujos de fresa.



-Perdona Pap�, es que ayer dej� aqu� por accidente este top.



-No pasa nada-dije, sin levantar la vista del peri�dico-.



-Mmmmm��tan interesante es lo que lees?.



Movida por la curiosidad, se acerc� y ech� una ojeada,
mirando por encima de �l. Sin darse cuenta, qued� enfrente de m� y de nuevo, ese
bultito asom� desafiante por sus braguitas. Mientras ella miraba las noticias yo
la miraba y un instinto animal se despert� en mi interior. Aquel bultito me
estaba desafiando a que me lo comiera con glotoner�a, a que lo excitara y lo
hiciera m�o. Luego mir� su cuerpo y me qued� embobado: su cintura estrecha, sus
caderas, sus nalgas firmes y tersas, sus piernas, y la l�nea perfecta que
dibujada su espalda me maravillaron por completo. En cuanto Rosa se fue me qued�
clavado en el asiento, y como la otra vez, en un estado de excitaci�n que no me
produc�a ni mi mujer. Hasta pasada una hora no pude bajar la erecci�n que ten�a.
La situaci�n se hizo insoportable, y adem�s, parec�a que ella me provocaba, ya
que a partir de entonces la ve�a a menudo solo con esas braguitas por la casa,
siempre buscando una prenda que � bien hab�a olvidado donde estaba � bien hab�a
perdido. Finalmente, llegu� a mi l�mite, y me dije que, sin importar quien
cayese, ese bultito ser�a m�o. Pasaron tranquilamente dos semanas, tal vez m�s,
hasta tener la ocasi�n adecuada. Teresa trabajaba a tiempo parcial en una
empresa, y m�s de una vez ten�a que irse por la noche. As� que, una calurosa
noche, tras despedirme de ella, fing� acostarme y esper� o�r la puerta cerrarse.
Sab�a que Julia dorm�a como un tronco, de modo que no me esper� visitas.
Furtivamente entr� en el cuarto de mi hija.



All� estaba, preciosa entre las blancas s�banas, con su
carita de �ngel perdida entre sue�os preciosos, a juzgar por la sonrisa que
esbozaba. Deb�a ir con mucho cuidado con la maniobra que ten�a pensada. Cog� las
esquinas de la colcha y las s�banas y poco a poco, con cuidado, comenc� a tirar
de ellas. Estuve un buen rato con ello hasta que finalmente qued� desnuda sobre
la cama. Y, de nuevo, ese bultito, esa maravillosa vulva en desarrollo que me
volv�a loco. Lentamente me acerqu� y ol� su fragancia. Embriagador, afrodis�aco,
excitante, dulz�n�pura lujuria. El cuerpo de mi hija exudaba un olor de
sexualidad natural que me atra�a poderosamente. Desplac� mi mano sobre sus
braguitas y comenc� a tocarla, pasando los dedos de arriba abajo, recorriendo
sus braguitas a lo largo. Me empalm� con rapidez, mientras por fin ten�a entre
los dedos ese bultito extraordinario, maravilloso, sensual. Pod�a sentir como se
endurec�a. Rosa no tard� en comenzar a gemir y removerse en la cama, presa de la
excitaci�n que yo le daba. Movido por el morbo, desplac� un poco sus braguitas y
pude ver, en todo su esplendor, su virginal cuca, con sus primeros vellos, un
poco h�meda de mis caricias. Que belleza de ni�a, como me encantaba. Sus pechos,
aplastados contra su cuerpecito de diosa, eran bell�simos, coronados por unos
pezones rosaditos, duros del placer que ten�a. Me qued� embelesado mir�ndolos.
Su cara se contra�a de placer y sus gemidos me dec�an que casi iba a gozar. Por
temor a provocar que se despertase y armar un esc�ndalo, me fui a la cama
dej�ndola as�. De momento me conform�, pero luego, ya ir�a a m�s.



Aquello se convirti� en un vicio. Cada vez que pod�a entraba
a escondidas en su cuarto y la tocaba un poco, deleit�ndome con sus gemidos y
jadeos. Estaba preso de un deseo todopoderoso de hacerle el amor a mi hija,
pero, �c�mo hacerlo?, �c�mo pod�a hacerlo sin que mi mujer se enterase, o que mi
hija consintiera?. Aterrado por la idea de ser descubierto, no pod�a ir a m�s
como deseaba, y un sentimiento de tristeza y frustraci�n se apoder� de m�. Por
lo menos pod�a deleitarme con la visi�n de su cara de placer y su cuerpo
tembloroso cuando iba a su habitaci�n a acariciarla y amarla, pero no ve�a
salida a mi mal. Sin embargo, lejos de imaginarlo, pas� algo que lo cambi� todo.
Fue una noche, como tantas otras, en que Teresa se hab�a ido, pero Rosa estaba
despierta. Ella siempre ha tenido un miedo irracional a las tormentas, y
coincidi� que una muy fuerte estall� esa noche. Asustada vino a mi cuarto.



-�Puedo dormir contigo Pap�?.



-S� claro. Ven conmigo.



Se meti� muerta de miedo. Cuando son� un trueno se abraz� a
m� y le aferr� fuerte para consolarla. Entonces sent� un arrepentimiento de
todas las veces que entr� para tocarla, cuando de repente dijo:



-�Te gust� tocarme por las noches Papi?.



Me qued� helado. Mi hija lo sab�a. ��Lo sab�a todo!!.



-�Desde cuando lo sabes-pregunt�-?.



-Desde hace pocos d�as. Al principio cre� que ser�an sue�os
nocturnos, pero siempre despertaba con la colcha y la sabana en el suelo y
comenc� a sospechar.



-Lo siento mucho, cari�o. Yo�es que�no s� que decir-espet�,
avergonzado-�



-No hace falta�si a m� me gusta�



Su respuesta me dej� at�nito. Aquello s� que no me lo
esperaba. Adem�s lo dijo con una alegr�a tan infantil, sin malicia, que me dej�
perplejo.



-�Qu� te gusta-pregunt� incr�dulo-?.



-S�me hace sentir tan bien�Sabes tocarme y me encanta�vuelve
a hacerlo Pap�t�came como lo hac�as antes�Adem�s, llevo tus braguitas
preferidas�



Me las ense��, y efectivamente, eran las famosas braguitas de
dibujos de fresa. Su cuerpo junto al m�o, desnudo, precioso, azor� mi alma. No
iba a dejar la pasar la ocasi�n. Por fin, tras semanas de escarceos, pod�a darle
todo lo que quer�a. Descorr� la s�bana para quedar libres de pudores y sin m�s
met� mano entre sus piernas por encima de sus braguitas y apres� entre mis dedos
ese bultito objeto de mi deseo. Con mi dedo coraz�n lo recorr�a de arriba abajo,
notando como su cl�toris se endurec�a. Rosa cerr� los ojos y se dejaba tocar.
��Ni en mis m�s locos sue�os hubiera imaginado esto!!. Yo, tocando a mi hija, y
ella dej�ndose hacer. Su carita se relajaba, gem�a dulcemente y sus labios
entreabiertos se me antojaba probarlos. Acerqu� mi cara a la suya y, con la mano
que me quedaba libre en su mejilla, nos dimos el primer beso. H�medo, tierno,
c�lido, sensual�una amalgama de sentimientos cruzaron nuestros cuerpos. Su
lengua jugaba con la m�a, su cuerpo ped�a a gritos que lo amasen, y all� estaba
yo para hacerlo. La atraje hacia m� y continu� con el masaje en su conchita
preciosa. Sus jadeos ya eran grandes y la sent� derretirse en mis manos. Mi
preciosa ni�a estaba rendida al amor de su padre y la iba a hacer sentir en el
cielo. Ya no pude reprimir las ganas y dej� de tocarla y besarla.



-�Es que ya no me quieres Papi?.



-Claro que s�, pero quiero hacer algo que siempre he querido
y hasta ahora no pod�a. Te va a encantar.



-�Seguro?.



-Seguro-contest� con firmeza-.



Hice a mi ni�a abrir bien las piernas. Me puse a la altura de
sus braguitas, las desplac� a un lado y comenc� a pasar mi lengua por su
conchita preciosa. A la primera lametada ella qued� impresionada. Su sabor no me
decepcion�: dulz�n como caramelo, � quiz� almizcle. Comenc� a saborear el co�ito
de Rosa con fluidez y devoci�n, y ella, mimosa, disfrutaba de mi lengua mientras
pon�a sus manos en mi cabeza para decirme que siguiera mientras su peque�o
cuerpo se retorc�a de placer.



-Aaaayyyy�s� Papi�sigue�.uuummmm que rico, que rico��.vamos
Pap�que bien�ay que gustito tengo�que gustitooooooooooooooo�



Cada palabra me alentaba a continuar. No tard� en comenzar a
humedecerse como vainilla, chorreando abundantemente sobre mi cara. Me beb�
todos sus jugos como un poseso, enloquecido con el sabor del co�ito de mi
peque�a. Ni de ni�o, con los tarros de chocolate, era tan goloso. Mis manos,
cansadas de sentir la tersura de las piernas de Rosa, subieron hasta sus tiernos
pechos y los amas�, acogiendo sus pezones entre mis dedos. Luego los mov� a
todos lados y di peque�os tirones que provocaron peque�os gemidos que renovaban
mis esfuerzos. Mi lengua buscaba penetrarla un poco, sin forzar su virginidad,
para gozar m�s de ella.



-AAAAAAH AAAAAAAAHHH�PAPA QUE RICO�QUE BUENO ES PAPUCHI�ME
GUSTA�ME ENCANTA�SIGUE PAPUCHI SIGUEEE�.



-�Ves como ibas a disfrutarlo-pregunt� con malicia-?.



-S� PAPI�DAME M�S�DAME GUSTITO�



-Mmmmmm�que bien sabes�me encanta�voy a gozar bebi�ndome tus
jugos�eres preciosa Rosita�te adoro�



-PAP����PAP�!!...SIENTO QUE ME ORINO�AAAAH AAAHHH�



-Or�nate�no te preocupes�me lo beber� todo�esto es gloria�



-S�III PAP�AAAAAAAA�VOY A GOZAR�VOY A GOZAR�AAAAH
AAAAH�OOOOOOHHH OOOHHH�.������OOOOOOOOOHHHHHHHHH!!!...



Con un sonoro grit�, Rosa tuvo su primer orgasmo. Su cuerpo
se relaj� por completo en la cama, sin fuerzas, y su carita era la viva
expresi�n del goce. Mi cara qued� anegada por sus jugos, que me beb� cuanto
pude. Luego prob� sus pezones, que resultaron ser n�ctar de dioses, y despu�s me
estuve besando con ella largo rato, abrazados tiernamente, intercambiando
miradas de amor. Sus preciosos ojos verdes parec�an devorarme. De nuevo mir� el
bultito y vi como sus braguitas ten�an un enorme borr�n de humedad que me hizo
re�r de satisfacci�n. En ese instante me sent� en el cielo, con mi amant�sima
ni�a en mis brazos.



-Pap� te quiero-me dijo, casi adormecida-�eres el mejor Papi
del mundo�



-Yo tambi�n te quiero mi ni�a�



-Quiero devolverte el favor. Seguro que te gustar�.



Me hizo sentarme a los pies de la cama y ella se puso de
rodillas enfrente de m�. De repente comprend� lo que iba a hacer.



-�Segura que quieres hacerlo?.



-S�, segura. Adem�s, s� que lo disfrutar�s de m� tanto como
yo de ti.



Con sus manitas toc� mi miembro y comenz� a darle besitos.
Aaaaahhh que maravilla. Cuanta devoci�n en ella, con que mimo trataba mi pene.
Me pajeaba ligeramente mientras me lo besaba por todas partes. Me reclin� un
poco hacia atr�s, sin echarme en la cama, y dej� que ella tomara el control. Sus
ojitos tiernos me miraban extasiada, viendo como sus labios y sus manos me
hac�an disfrutar. Apart� un poco su pelo para que no la molestara y prosigui�
con sus caricias en mi manubrio. Lanc� un gemido de dolor entre dientes, debido
a la erecci�n tan fuerte que ten�a por sus caricias. En una maniobra que me
pill� por sorpresa, comenz� a pasar la lengua por mi verga como una profesional.
Cuando la pasaba por el glande notaba que yo gem�a m�s y comenz� a darle m�s
lametadas en �l. Tuve deseos de apresarla entre mis piernas, pero deb�a
contenerme y dejar que ella hiciera lo que quisiese. Sus besos se hicieron m�s
fuertes y sus manitas ya me estaban haciendo una se�ora paja que me provocaba
roncos jadeos y perversas fantas�as. Vi a la ni�a con el pene en su boca y me
sent� como el peor padre sobre la faz de la tierra, pero a�n as� no pod�a dejar
de gozarlo.



-Aaaaah aaaaaaahh�vas a hacer que me corra cari�o�no puedo
m�s�



-Vamos Papito�yo tambi�n me beber� tus jugos�c�rrete�c�rrete
sin miedo�



-�De verdad�quieres trag�rtelo?...aaaaaahhh�



-Si t� disfrutaste con mis jugos, yo lo har� con los tuyos.



De nuevo mostr� a esa ni�a que a�n lat�a en ella, con esa
inocencia que me excitaba. Ayudado por sus palabras, me dej� llevar, Rosa
aceler� y abriendo su boca esper� que yo gozara. Con un ronco gemido, comenc� a
eyacular y con mucho esfuerzo abr� los ojos y la vi trag�ndose toda mi leche. Un
poco le qued� en la comisura de los labios, pero el resto se lo trag� como una
glotona.



-Mmmmmmmm�saladito-coment�-�pero muy rico Papi��podr� beberme
m�s leche tuya?.



-Claro que s�. Cuando t� quieras.



Se limpi� la boquita de la leche que ten�a en sus labios y
nos fuimos a dormir como dos amantes enamorados. Nunca pens� que mi hija me
har�a tan feliz. El olor de su cuerpo, tan pegado al m�o, me llev� a un mundo de
pasi�n y deseo que a mis a�os, jam�s hab�a conocido, y perdido entre mis
fantas�as me dorm� pl�cidamente.



A la ma�ana siguiente lleg� Teresa y nos pill� en la cama. Se
fue hacia m� y me despert� d�ndome toques de hombro. Al verla sal� de la cama y
fui con ella a la cocina. Me mostr� natural, sin miedos, ya que si no, ella
podr�a descubrirnos.



-No me digas m�s�.�la tormenta?.



-S�-contest�-. Se meti� en la cama muerta de miedo.



-Ay que chiquilla-dijo riendo-. Me encantar�a que no
crecieran m�s.



Me re� y la abrac�, d�ndole el beso de bienvenida y
preguntando que qu� tal le hab�a ido. El resto del d�a fue de lo m�s normal y
nadie supo de mi aventura con mi hija. Ni siquiera Julia, de quien tem�a que nos
pudiera pillar cuando Teresa se iba, lleg� a enterarse. A partir de entonces, si
bien cumpl�a mis deberes maritales para no llamar la atenci�n, cada vez que
pod�a, iba al cuarto de mi hija para que ella se bebiera mi leche y para beberme
sus deliciosos jugos. No recuerdo cuanto tiempo dur� aquello, pero s� s� que fue
una buena temporada, hasta que sent� que ya era el momento de dar el �ltimo
paso. Nos fuimos a su cuarto en vez de al m�o, y se lo dije con mi cabeza entre
sus piernas, prepar�ndola para su desvirgaci�n.



-Rosita�voy a hacerte el amor�



-�De veras, Pap�?.



-S�. Ya est�s preparada y bien mojadita, y yo tambi�n estoy a
punto.



-�Doler�-pregunt� con dulzura-?.



-Solo un poco tesoro, solo un poco�



Me puse encima de ella y apunt� mi verga a su conchita. Rosa
abri� sus ojos de par en par y luego me mir� a m�.



-�Me vas a meter toda esa cosa dentro?.



-S� cielito. Ya ver�s como te gustar�, pero deber�s aguantar,
�de acuerdo?.



-S� Papito rico-contest� alegremente-�



-Intenta resistir, �de acuerdo?.



-�A Mam� esto le gusta-pregunt�-?.



-A Mam� le encanta-respond� sarc�stico-�.



Hice los primeros intentos, pero a pesar de lo mojada que
estaba cost� un poco conseguir que entrase. Los tejidos de su vulva comenzaron a
enrojecer al paso de mi tranca y not� su himen, intacto, que a�n la hac�a ni�a,
pero por poco tiempo.



-Ahora notar�s un dolor fuerte pero cesar� pronto. Si quieres
gritar b�same �ok?.



Ella asinti� con la cabeza, con cierto miedo en su cara. De
un golpe, romp� su himen y la penetr�. Me bes� enloquecida y forceje� por
librarse de m�, pero no la dej�. Me qued� quieto dejando que su conchita se
amoldase a mi miembro y a los pocos minutos se relaj�. Not� como un hilillo de
sangre brotaba de ella y manchaba las s�banas. Por lo menos, si alguien ve�a
eso, podr�amos decir que era sangre menstrual.



-Aaaaaaayyyy Papiiiiiiiii�me duele�me has partido en dos�me
duele muchooooooooo�s�calo por favor, s�calo yaaaaaaaaaaa�porfiiiiiiii�



-Tranquila cari�o, mi amor, mi vida-dije bes�ndola por toda
su carita-�solo ha sido ahora�ya no te doler� m�s�



-�De verdad?, �no me mientes?.



-No tesoro, claro que no.



-Vale�si lo dices te creo Papito lindo�



Comenc� a moverme dentro de ella, a hacerle el amor, y ella
cruz� sus brazos por mi nuca y pon�a mi carita entre sus pechos. No tard� en
pasar del dolor al placer y sus gemidos me dec�an que ya estaba disfrut�ndolo
como nunca. Era el cenit del goce. Nunca hab�a encontrado una vulva tan
apretada. Cada cent�metro, cada mil�metro de mi tranca era estrujada y retorcida
por su maravillosa estrechez. Yo disfrutaba sintiendo su opresi�n alrededor de
mi tranca y de la calidez que emanaba de ella. Segu� haci�ndola el amor y
levant�ndola, la hice sentarse sobre mi regazo, con sus finas piernas alrededor
de mi cintura y sus brazos en mi nuca. Sent� que tocaba el fondo de su conchita
preciosa y no pude reprimir las ansias de poner mi mano y sentir como su co�ito
se tragaba toda mi polla. Que delicia de hija, que pasi�n.



-Aaaahh�te quiero Pap�.te amooooooooo�que rica
verga�Uuuuuummm-se relami�-��mame Papuchi�hazme sentir m�s rico�m�s,
m�aaaaaaaaaaaaas�



-Te quiero Rosita. Eres una ni�a preciosa y bell�sima. Te
amo.



-Dame m�s�aaaaaaaaaahhh aaaaaaaahh aaaaaaahhh
aaaaaaaaaaaahhh�



-Oooooooohhh que bien me estrujas mi verga�que caliente eres
princesa�



-Pap�voy a correrme�voy a correrme�aaaaaaaaah aahhh
aaaaaaahhh�



-Espera un poco�estoy casi a punto�espera�uuuuuuummm�uuuuumm
uuummm�aaaaaah aaaah aaaaaahh aaahhhh�.



Segu� bombeando dentro de ella un poco m�s hasta sentir que
ya estaba a punto. Rosa pudo aguantar sus ganas y as� pudimos gozar al un�sono,
tal como yo deseaba.



-Ya�ahora cari�o�c�rrete conmigo�goza conmigo tesoro�



-S�iiiiiiiiii�me corro Papi me corro��..aaahhh aaaaaaaahh
aaaaaaaahh AAAAAAAAAAAHH AAAAAAAAAAARRR RRRRRRRRRRRGHHHHHH�



-TE QUIERO HIJA�TE QUIERO MUCHO�TE QUIEROOOOOOOOOO
AAAAAAAAAAAAARRRRRRRRGGGHH�



Rosa goz� con estertor de jovencita violada. En un paroxismo
sin precedentes eyacul� e inund� la cuca de mi hija, mientras que mi polla fue
ba�ada por sus jugos, que sal�an a chorros. Nunca imagin� que me durar�a tanto
la sensaci�n de un orgasmo como al gozar con ella. La atra�a hac�a m�, la
besaba, la amaba, acariciaba sus pezones y los mordisqueaba con mis dientes.
Quedamos inm�viles un poco, hasta que nos echamos en la cama, agotados, ba�ados
en sudor.



-Pap�ha sido precioso�te amo-y me bes� profundamente-�



-Yo tambi�n�pero ser� nuestro secreto, �verdad?...



-S� Pap�, nuestro secreto.



Me sonri� y le dije que se durmiera, a pesar del hilillo de
sangre. Le dije que por la ma�ana le dijera a su madre que hab�a sangre en sus
s�banas y que fuera por su primera regla, lo cual, a la postre, fue cre�do sin
problema alguno. Mientras cambiaban las s�banas, yo las miraba en el pasillo y
Rosa me gui�� un ojo con picard�a mientras ve�a sus nalgas, a las que poco
despu�s daba algunos cachetes y caricias para encularla.



Aquello sucedi� hace siete a�os, y desde entonces hemos sido
amantes furtivos y felices, con mucho cuidado de no ser descubiertos. Hoy d�a
Rosa tiene 20 a�os y es una mujer preciosa que ama much�simo a su padre, a�n
teniendo un novio que es para m� como el hijo que nunca tuve. Quiz� en otra
ocasi�n les cuente como tambi�n pude gozar de mi hija peque�a, que result� ser
una alumna mucho m�s aventajada que su hermana. Saludos y hasta luego�




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Relato: El bultito de mi hija
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