SWINGERS..
Era casado desde hac�a muchos a�os. Mi vida transcurr�a
dentro de lo que llamamos normalidad, hasta que ocurri� lo imprevisible, conoc�
a una mujer distinta, que con el tiempo cambi� mis sentimientos y mi manera de
ser y de pensar.
Tambi�n era casada y con hijos, lo que no fue �bice para
enamorarnos y transformarnos en amantes. Su sensualidad y delicadeza en la
entrega me atraparon y lo que hab�a comenzado como una aventura circunstancial
se transform� en una necesidad de vida. Me comprend�a y parec�a leer mis
pensamientos halag�ndome en todo lo que pod�a. Mis relaciones sexuales eran
intensas y placenteras. Ambos trat�bamos de complacernos y aprendimos a
confiarnos los secretos m�s profundos y escabrosos. No hab�a l�mites en nuestros
encuentros y confesiones.
Surgi� despu�s de un tiempo la necesidad de sincerarnos y
transmitirnos nuestras fantas�as. Convenimos encontrarnos y hacer part�cipes de
la relaci�n a nuestros esposos, que de alguna manera deber�an aceptar los
hechos. Mi insistencia y el poder que ejerc�a sobre Marta me permitieron
perge�ar un plan para hacer realidad el encuentro.
Decidimos, cada pareja por su lado, ir de vacaciones a las
termas de Saltos de Apip� en el mismo tour. Haci�ndonos los desentendidos, nos
encontramos en la estaci�n de �mnibus, donde Marta fingiendo sorpresa se acerc�
y me present� a su esposo ya que ella era paciente m�o y le hab�a hablado de mi
en varias oportunidades. Luego de los saludos de rigor, Antonio elogi� la
belleza de mi esposa y observ� en su mirada un dejo de admiraci�n por su figura.
A partir de ese momento me convenc� que todo ir�a a pedir de boca. Silvia era
una mujer madura que hab�a conservado con lozan�a su cuerpo. Era alta delgada
con las piernas torneadas, y el vientre plano y la cola firme con escasas
estr�as por el ejercicio. Sus pechos peque�os a�n parados de pezones turgentes,
resultaban atractivos y deseables para muchos hombres. Uno de ellos seguro era
Antonio. Marta ten�a casi la misma edad. Me pareci� hermosa desde que la conoc�.
Su belleza, y la mirada sensual me atrajeron desde ese primer momento. Era de
estatura mediana, tez blanca y un cutis terso y suave. Su cabello oscuro, sus
ojos negros, y las facciones delicadas, me impactaron. Su voz melosa y
enigm�tica, me intrigaron y me propuse ser su amante. As� fue, a la tercera cita
tuvimos nuestra primera relaci�n sexual. Con el tiempo, nuestros encuentros
fueron siendo m�s fogosos y placenteros, y me confi� sus esfuerzos para
complacer a su marido, que cada vez parec�a m�s distante e insatisfecho.
Pero como eso no es el motivo de mi relato, voy a remitirme a
las mini vacaciones en las termas donde se produjo el encuentro que termin� en
una experiencia nueva y un intercambio impensado hasta ese instante.
Nos instalamos en el micro, las dos parejas en asientos
contiguos, por lo que r�pidamente se produjo un acercamiento. Durante las seis
horas que dur� el viaje charlamos de los m�s diversos temas. Antonio parec�a
querer halagar e impactar a mi esposa y Marta y yo no dej�bamos de mirarnos con
una mirada c�mplice. Silvia era la m�s callada, como siempre, pero no dejaba de
observar la situaci�n con picard�a y malicia, como ri�ndose de la situaci�n y
coqueteando con Antonio para darme celos.
Al llegar nos alojaron en un bungalow para cuatro personas
con dos habitaciones y ba�os individuales y una piscina cubierta de aguas
termales para usarla si llegaba a llover o uno prefer�a evitar la gran pileta
por la cantidad de usuarios que habitualmente concurr�an. Pose�a un restauran
espacioso, com�n a todos los turistas donde almorz�bamos, cen�bamos, y
desayun�bamos con un men� abundante y una atenci�n esmerada. En una palabra
pasar�amos una semana descansando y disfrutando de la naturaleza, y de suceder
lo que presum�a una experiencia �nica y maravillosa plena de sensualidad y
placer.
Antonio parec�a estar a gusto y pese a lo que Marta me hab�a
contado con respecto a su postura machista y sus celos no demostr� sentirlos
cuando la invit� a bailar luego de la cena. El por supuesto tambi�n la invit� a
Silvia como buen caballero que era, y as� comenz� el primer intercambio de
pareja.
Al retornar a la habitaci�n, Silvia me coment� lo que le
pareci� un acercamiento demasiado �ntimo entre Marta y yo al bailar, pues
observ� como ella entrecerraba sus ojos, y se apretaba a mi cuerpo en cada
movimiento. Me hice el sorprendido, y le respond� que se equivocaba, pero yo s�,
hab�a visto cuando Antonio le hablaba al o�do y deslizaba su mano hac�a su nalga
y la pon�a en una situaci�n inc�moda. Silvia se ruboriz� y no me contest�.
Esa noche mientras hac�amos el amor me pregunt� si Marta me
gustaba y hab�a sido mi amante anteriormente. Antes de eyacular consider� que
era el momento de confesarle la verdad y asent� con un movimiento de cabeza.
Aceler� los movimientos y ella entre suspiros y jadeos de placer me pidi� que le
contase como era en la cama, y agreg� que Antonio lo sospechaba y se lo hab�a
sugerido al o�do mientras bailaban. Le relat� con pormenores la relaci�n ante su
insistencia, y ante cada palabra se excitaba y me ped�a m�s. Fue una noche
tremenda donde me pidi� que le practicase el sexo en todas las posturas como lo
hac�a con Marta, haciendo que eyaculase varias veces coincidiendo con sus
m�ltiples orgasmos. Exhaustos a la madrugada, mientras descans�bamos abrazados,
escuchamos los gemidos desde la habitaci�n contigua donde Marta y Antonio cog�an
a destajo sin preocuparse porque pudi�ramos o�rlos. Sonriendo Silvia me dijo que
me iba a escarmentar y comprobar si Antonio era el culpable o ella era una golfa
que le gustaba hacer el amor con cualquiera.
Al concurrir a desayunar por la ma�ana, llegu� antes que mi
esposa y encontr� a Marta sola pues Antonio hab�a salido a buscar el diario e
interiorizarse de los lugares tur�sticos de los alrededores lo que me sirvi�
para comentarle lo ocurrido y lo o�do a trav�s de las paredes donde escuchamos
los gemidos de dolor y de placer que se prodigaron. Ruborizada y celosa me cont�
que junto a Antonio escucharon tambi�n nuestra noche de amor y lujuria y que eso
hab�a desencadenado su pasi�n en la cama para hacerme sufrir y cobrarse revancha
de mi enga�o. Hab�a escuchado claramente cuando Silvia me ped�a que la hiciese
gozar como a ella, lo que la hab�a puesto muy celosa. Lleg� Silvia casi al mismo
tiempo que Antonio por lo que desviamos la conversaci�n hacia otros temas.
Pasamos la tarde en la gran piscina. Las manos de las
masajistas se ocuparon de mi cuerpo y me dejaron como nuevo. Luego de cenar les
propuse a todos ir al casino, pero solamente se prendi� Marta, ya que Silvia y
Antonio decidieron quedarse argumentando que prefer�an descansar. Partimos a las
diez, junto a otros turistas, pero luego de llegar y jugar cinco bolas, a los
quince minutos nos pusimos de acuerdo con Marta para regresar y ver que suced�a
en el bungalow con nuestras parejas.
Nos apeamos a la entrada del complejo tur�stico, y
sigilosamente nos dirigimos por detr�s de la casa y nos ocultamos tras la
ventana que yo hab�a dejado ligeramente entreabierta. Hab�a pasado media hora,
cuando Silvia entr� a la habitaci�n. La ve�amos perfectamente. Se despoj� de la
ropa y se dirigi� resueltamente al ba�o. En plena ducha escuchamos un llamado a
la puerta. Sali� a medio secar y pregunt� por el visitante. Cuando le respondi�
Antonio, ella le pidi� que volviese en diez minutos que terminaba de ba�arse.
Fue entonces cuando Marta me apret� la mano excitada por el devenir,
acurruc�ndose a mi cuerpo.
Silvia termin� de secarse y peinarse, y frente al espejo se
pas� una crema por el cuerpo, las piernas y finalmente la pelvis acariciando la
vulva abriendo sus labios como prepar�ndola para un encuentro sexual. Se coloc�
las medias, el corpi�o realzando su busto y se cubri� con un deshabill�. Marta
al notar que no se puso la bombacha, me mir� en silencio y apret� a�n m�s mi
mano. Creo que en el silencio de la noche se percib�a el respirar entrecortado
de ambos esperando el encuentro entre Silvia y Antonio con ansiedad y
curiosidad.
Cuando mi esposa abri� la puerta ante el llamado de Antonio,
y lo hizo pasar, los not� turbados pero decididos. Silvia lo convid� con whisky
y luego de sentarse en el div�n, se pusieron a conversar animadamente hablando
sobre temas balad�es, hasta que Antonio encamin� la conversaci�n hacia el sexo y
la infidelidad. Mi esposa le pregunt� si pensaba que Marta lo enga�aba y Antonio
sin pre�mbulos le respondi� que estaba seguro que yo era su amante, y hab�a
decidido escarmentarla y pagarle con su misma moneda. Inmediatamente elogi� la
belleza y el cuerpo de Silvia que lo hab�an subyugado desde que la vio en la
estaci�n. Ella se incorpor� del div�n, y Antonio sin dudar, la tom� por detr�s
asiendo sus senos y apret�ndola contra su pelvis. Ella se quiso soltar, pero la
firmeza de sus brazos y la caricia se lo impidieron. Finalmente Silvia se hecho
hacia atr�s y le ofreci� sus labios. Antonio comenz� a moverse voluptuosamente
refregando su miembro contra las nalgas de Silvia. Le levant� el deshabill� para
descubrir su desnudez, y la gir� enfrent�ndola. Pudimos ver claramente con
Marta, la vulva afeitada y la tersura del vientre de mi esposa, y el miembro
r�gido y palpitante por la calentura de Antonio, que se encarg� de chuparle y
lamerle los senos. Silvia se arrodill� y tom� con sus manos la verga y le
prodig� una profunda e intensa caricia con su lengua y sus labios carnosos que
me pusieron en trance, e hicieron que abrazare a Marta y buscase su boca con un
beso sensual. Me pidi� que no perdi�semos detalle pues verlos le produc�a una
calentura terrible, y luego tendr�amos nuestra noche de amor.
Silvia y Antonio se quitaron totalmente las ropas. No nos
perd�amos detalle. Ella se coloc� de bruces apoyando sus manos ofreciendo sus
gl�teos para que Antonio abri�ndole las nalgas le besara y lubricara la vulva
lampi�a y el orificio anal. Gem�a de placer con cada leng�etazo. Los dedos de
Antonio le ampliaban los orificios. Finalmente la gir�, la puso de espaldas, y
su miembro duro con el glande enrojecido y h�medo se introdujo en la raja
entreabierta por los dedos de Silvia que lo acompa�� con movimientos de vaiv�n
para hacer m�s �ntima y profunda la c�pula. La visi�n era fant�stica, nunca
hab�a visto una similar y menos teniendo por protagonista a mi esposa que gem�a
de placer, Marta al lado m�o me acariciaba y me susurraba al o�do, el goce que
le causaba ver a Silvia cogida por su marido, algo que nunca hubiera imaginado
antes. Le puse mi mano en su entrepierna y al alcanzar su vulva, comprob� la
humedad de la vagina excitada por la visi�n y las caricias. Me suplic� que no la
dejase as�, y arriesg�ndome la tom� decidido de la mano y la conduje a la
habitaci�n donde estaban nuestros consortes.
Abr� silenciosamente la puerta y cuando advirtieron nuestra
presencia, les propuse continuar. Antonio, luego de un momento de incertidumbre,
nos estimul� para imitarlos. Despoj� a Marta de su vestido y ya desnudos todos,
bes� a mi esposa y me dediqu� a Marta. Estaba excitad�sima, me masturbaba y
chupaba mi miembro duro y descubierto. La sent� sobre mi miembro y comenz� a
hamacarse fren�ticamente, entraba y sal�a hasta los test�culos para provocarme
una eyaculaci�n precoz y abundante. Silvia y Antonio cog�an al lado nuestro
jadeando y gimiendo de placer. Ve�a la concha de mi esposa desbordada de semen
que corr�a por sus piernas. Que calentura. Mientras la cog�a a Marta, y Silvia
recib�a el tributo de Antonio, nos bes�bamos alternativamente sin cambiar de
pareja. Era una org�a total. Intercambiamos parejas pero no disminu�a la pasi�n
ni la fogosidad del momento. Las dos fueron penetradas al mismo tiempo por
Antonio y por m�. Los jadeos y los gemidos de todos, el ruido de los besos y el
chasquido de las pijas entrando y saliendo de las conchas llenas de pringosos
jugos que escurr�an por sus muslos de esa cogida descomunal, estimulaban
nuestros sentidos y nos llevaban al �xtasis.
El primero que claudic� fue Antonio que se durmi� exhausto.
Yo continu� solaz�ndome con ambas y cogi�ndolas hasta que a la madrugada me
dorm�. Me despert� sobresaltado al o�r a Marta y Silvia prodig�ndose besos y
caricias. Solo abr� los ojos para gozar de esa relaci�n homosexual. Las
posiciones en 69 las chupadas de concha y la mamada de los senos mordisqueando
sus pezones, me excitaron nuevamente y me pararon la pija. Al percatarse de mi
calentura, las dos mujeres con una sonrisa aceleraron sus caricias e hicieron
que me masturbase hasta que mi esposa se acerc� y sent�ndose en cuclillas se
penetr� la concha que recibi� el c�lido semen en chorros intermitentes, mientras
Marta me besaba y le acomodaba mi pija para hacer m�s profunda la relaci�n,
mientras besaba mis labios y mi boca.
Fue una hermosa noche, y a partir de all� disfrutamos hasta
el �ltimo d�a nuestras vacaciones y por primera vez admitimos el intercambio de
pareja sin remordimientos cumpliendo la fantas�a de muchas parejas.
MUNJOL.
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