Cinco estrellas

Debo confesar que aunque me encanta tener sexo con otras
mujeres, en especial con Dalia, con quien lo disfruto plenamente, sobre todo por
lo tanto que ella me gusta y el inmenso placer que mutuamente nos sabemos dar,
mi relaci�n sexual con Luis es excelente, muy ardiente y satisfactoria. Tanto me
encanta su hermoso pene que llego al punto de la adoraci�n de esta hermosa y
bien contru�da pieza sexual. Lo gozo de mil maneras: dentro de mi cuca cuando la
perfora sin contemplaci�n, entre mis manos cuando lo acaricio suavemente, con mi
boca cuando lo retengo entre mis labios o cuando mi lengua juguetea traviesa con
la belleza de su gorda y nacarada cabeza.

Desde que �l y yo nos conocemos hemos evitado caer en la
rutina sexual, esa misma que mata los grandes amores, por lo que la creatividad
y lo imprevisto es la pauta permanente de nuestra intimidad. Siempre estamos
inventando cosas nuevas o lugares distintos para amarnos; para entregarnos
nuestras almas y cuerpos. Asi pas� el fin de semana que decidimos irlo a pasar a
un hotel de 5 estrellas en el centro de Toronto. Esa vez quisimos darnos ese
gusto y asi lo hicimos.

Era una noche fr�a de invierno canadiense, que aunque nevaba,
no hab�a sido impedimento para darnos tan exquisito gusto. Ese viernes la
pasamos de lo mejor cenando en un buen restaurant italiano y bailando en uno de
los exclusivos clubes nocturnos del centro ejecutivo de la ciudad. As� nos
estuvimos divirti�ndo hasta pasada la media noche cuando nos retiramos a nuestro
"gustito" de 5 estrellas para continuar nuestra juerga de una forma mucho m�s
privada y ardiente.

Esa madrugada estuvimos haciendo el amor hasta altas horas,
que, como es habitual en nosotros, lo hicimos de mil maneras d�ndonos mutuamente
los m�s deliciosos placeres y regal�ndole a mi adorado amante los m�s mojados y
c�lidos orgasmos. Fueron tan intensas las cogidas en aquella lujosa suite que
esta vez sent� a Luis mucho m�s ardiente y poderoso; su pene m�s grueso y largo
que nunca llenando inmensamente toda la profundidad de mi ser.

Las horas hab�an pasado sin darnos cuenta teniendo sexo hasta
quedar rendidos de placer, con mi cuca inundada por su semen y su pene
enchumbado por mis jugos. Cuando despert�, el sol ya hab�a salido hac�a mucho
tiempo. A mi lado yac�a Luis completamente desnudo y profundamente dormido. No
quise despertarlo, solo me limit� a contemplarlo; a disfrutar con mi vista todo
su hermoso y escultural cuerpo, el que estaba cubierto en parte por la cobija.
Tampoco quise tocarlo con mis manos, a pesar de lo tanto que lo deseaba.
Contemplando su instrumento, que horas antes se alzaba orgulloso como duro
roble, notaba que esta vez luc�a derrotado despu�s de las duras batallas que
tuvo que dar esa madrugada. Fue caundo por mi mente comenz� a formarse la idea
de ayudarle a recuperar toda su dureza.

Debo confesar que una de las cosas que me da mucho morbo y
excitaci�n es sentir como el debilitado falo de Luis va creciendo dentro de mi
boca, As� que delicadamente lo tom� con mis dedos y me lo introduje. As� tan
blando como estaba, lo comenc� a acariciar con mi lengua moviendo a la vez mi
cabeza, muy suavemente, de arriba hacia abajo. El efecto deseado no se hizo
esperar. La piel se fue tensando, las venas a brotarse y a palpitar dentro de mi
cavidad bucal y la satinada cabeza a hincharse y a agigantarse. Mi boca se fue
llenando de aquella hermosa y dura morzilla. El sube y baja de mis movimientos
eran acompa�ados por las caricias suaves de la punta de mi lengua sobre su
glande. La recuperaci�n hab�a sido instantanea y efectiva. Aquel pene ya estaba
tan duro como en sus mejores momentos. La mano de Luis acariciando mi cabeza y
los suaves movimiento que daba a su vientre era la se�al que necesitaba para
saber que ya se hab�a despertado y que estaba respondiendo a las caricias de mi
lengua. Me miraba complacido por lo que le estaba haciendo.

A partir de este punto quise disfrutar a plenitud cada
mil�metro de aquel duro palo, iniciando un sensual tratamiento sobre �l. Lo
saqu� muy lentamente de mi boca haciendo que mis labios presionaran la cabeza
mientras se deslizaba hacia afuera. Ah� lo ten�a, todo el pene esbelto, inmenso
ante mis ojos, agarrado por mi mano en la base. Mir� a la cara de Luis
observando su expresi�n de placer y espectativa por lo que har�a a continuaci�n
con su pene. El sab�a que ten�a prohibido hacer otra cosa que distrajera mi
trabajo con la boca hasta que yo no hubiera terminado mi labor
satisfactoriamente, dedic�ndose �nicamente a responder con sus movimientos
coitales y a gemir de placer.

Aferrando mi mano a la base del pene empec� a besarlo
tiernamente, llen�ndolo cent�metro a cent�metro con mis ardientes labios.
Recorr�a con mis besos todo el tronco, por delante y por detr�s, bajando hasta
las bolas a las que tambi�n favorec�a con mis besos para despu�s regresar por la
misma ruta hasta la cabeza. �Tan bella ella! asomando su nacarada punta del
prepusio que la cubr�a hasta la mitad. Mientras la besaba por todos lados, fui
empujando su piel hacia abajo para que quedara totalmente expuesta a mis besos.
Qued� desnuda ante mi, mostr�ndose como inmenso y gordo hongo satinado. A medida
que la iba besando tambi�n la tocaba con la punta de la lengua, la que mov�a con
suavidad sobre su sensible piel. Luis emit�a peque�as sacudidas mientras
continuaba acariciando mi cabeza y mi cabellera con sus manos. Mi palpitante
lengua comenz� a recorrer aquella deliciosa protuberancia morada, titilando como
traviesa mariposa sobre �sta; moviendose en el peque�o hoyito de la uretra y
sobre el borde inferior y por debajo de; mismo hasta buscar la parte de atr�s,
en el sitio exacto del frenillo. En este punto dediqu� peque�os latigazos con mi
lengua que lo hac�an estremecer. Movi mi boca a la parte de arriba, sin separar
los labios de tan delicioso objeto carnoso, para comenzar a meterlo dentro de mi
boca hasta lograr introducirlo �nicamente hasta su borde, Con tan maravillosa
cabeza dentro de mi boca, presione y mov� mis labios contra ella desplazandolos
desde la punta hasta la base de la misma, a la vez que le daba golpecitos con la
punta de la lengua, revoloteandola insistentemente a su alrededor. Luis gem�a y
se revolv�a sobre la cama sintiendo de esa manera la dulce tortura de mis labios
y mi lengua. En esa situaci�n estuve un buen rato disfrutando el placer que me
brindaba sentir aquel adorado glande entre mis labios.

Lo que acababa de iniciar con el pene de Luis era apenas las
primeras gotas de lluvia de un ritual sexual que no parar�a hasta que no se
hubiera desbordado el �ltimo de los r�os. Estaba decidida, no s�lamente a dar el
mayor de los gozos a Luis con mi mamada, sino que tambi�n quer�a tener el placer
de saborear a mis anchas ese gozo.

Con el glande entre mis labios, me fui delizando hacia abajo
muy lentamente. El grueso tronco de venas hinchadas se iba perdiendo entre ellos
a medida que entraba en mi boca hasta llegar a la mitad, donde me detuve para
regresar con la misma lentitud hasta la cabeza. De esa manera, estuve repitiendo
esta acci�n innumerables veces, siempre teniendo presente de acariciar su glande
con mi lengua cada vez que llegaba hasta ah�. Entonces, decid� poner en pr�ctica
los conocimientos aprendidos sobre "garganta profunda". Ser�a una sorpresa para
mi adorado Luis.

Con la cabeza dentro de mi boca, coloque mi garganta de
manera que quedara en posici�n recta con el esof�go, de esta forma, buscaba
formar una via directa desde los labios abiertos hasta la profundidad de mi
esdofago. Esta t�nica la estuve practicando con mi consolador negro hasta que
logr� la experiencia necesaria, siguiendo las pr�cticas de los fakires
traga-espadas. Ahora la pon�a en funcionamiento por vez primera cin Luis.
Comenc� a engullirme nuevamente el grueso falo que manten�a capturado entre mis
labios, el que fue entrando lentamente en mi boca a medida que bajaba sobre �l.
Sent� la punta de la cabeza en la entrada de mi garganta, lo que me dio m�s
�nimo para continuar con lo que ya hab�a iniciado y que no estaba dispuesta a
detener. Continue tragando aquel pedazo de carne que penetr� mi garganta y entr�
al es�fago. Mi boca sigi� bajando lentamente, absorviendo pulgada a pulgada de
aquella salchicha hasta sentir su vello p�bico tocar mis labios y mi cara. Ya
estaba cerca de llegar hasta la base de su pene. Luis gem�a con mayor �mpet� y a
mi me dominaba una excitaci�n indescriptible. Por fin mis labios hicieron
contacto con su vientre; por fin la totalidad del pene se encontraba dentro de
mi garganta. Lo retuve ahi por unos segundos mientras hacia leves movimientos
circulares hasta iniciar el retorno un par de pulgadas solamente y volver a la
penetracion total. Luis tambi�n se movia con suavidad. Fue cuando iniciamos un
coito de garganta y pene hasta que mi amante comenz� a gemir m�s intensamente,
por lo que me fui retirando de su pene para recibir el chorro de semen dentro de
mi boca. Era inevitable, su leche caliente choc� contra mi garganta, salpicando
el paladar y mi lengua. Yo lo succionaba y �l seg�a soltando chorros en
cantidades que inundaba mi boca, desbord�ndose en hilos espesos por la comisura
de mis labios. �Que delicioso placer! �Que acabada!.

Liberando el pene de mi boca, sub� sobre su cuerpo desnudo
para buscar su labios. Luis los abri� recibiendo su propia leche de mi boca, de
mi lengua y de mis labios empegostados de semen. Nuestras lenguas empapadas del
viscoso liquido se entrelazaban entre si y nuestros labios se deslizaban uno
contra el otro por la saturaci�n de semen. Mientras nos entregabamos en
ardientes y mojados besos, yo alcanzaba el pene con mi mano, que todabia se
mantenia erectamente palpitante, para meterlo de inmediato dentro mi desbordada
cuca. El esfuerzo fue m�nimo; apenas empuj� mi cuerpo hacia abajo, aquel tronco
se meti� en su totalidad en mi vagina. Me encontraba exageradamente excitada,
por lo que comenc� a mover mi culo de arriba hacia abajo para sentir el placer
de aquel pene entrando y saliendo en la medida en yo me sacudia sobre �l.
Separandome de los labios de Luis, me sent� ergida sobre su vientre, con su pene
totalmente dentro de mi cuca. Mis caderas comenzaron a danzar en c�rculos,
combinandose otras veces con el bamboleo que le daba a mi culo de atr�s hacia
delante, sin dejar de escapar el m�s m�mino pedazo de carne de mi hambrienta
cuca. En pocos segundo la dureza petrificada se adue�o de aquel inmenso taladro
que inici� su perforaci�n de una manera incontrolable. Luis abri� sus piernas
para formar una horqueta donde yo qued� sentada sacudiendo mi ensartada cuca.
Sus manos masajeaban mis tetas y sus dedos pellizcaban mis duros y erectos
pezones. Yo hac�a lo mismo con los suyos. La locura se fue apoderando de mi a
medida que incontables corrientazos sacudian mi cuerpo desnudo. Mis caderas se
mov�an sin control y mi caliente cuca derramaba todo el caudal de jugos
vaginales que pudiera albergar. Hac�a esfuerzo por retener el orgasmo que se
estaba desprendiendo de mis entra�as, hasta que, sin m�s no poder, le di rienda
suelta, permitiendo de esa manera que una inmensa acabada se apoderara de todo
mi ser. Luis se dio cuenta de que estaba comenzando a venirme, por lo que
arreci� el mete y saque de su pene dentro de mi cuca. Ca� tendida sobre su pecho
aferr�ndome a su cuello y nuevamente mi boca busco la suya para encontrar su
lengua. Me aferr� a sus labios mientras mi cuca agonizaba en espam�dico orgasmo
y todo mi cuerpo se agitaba incontroladamente; mis nalgas, mis temblorosas
piernas, mi vientre. Luis no deten�a la tremenda cogida que me estaba dando, por
el contrario, la incrementaba con mayor persistencia provocando en mi nuevos
orgasmos, que se comenzaron a suceder uno detr�s del otro. El sab�a que esto
pasar�a. Siempre es as�, y solo parar�a cuando los chorros de leche inundaran
nuevamente mi castigada cuca.

Yo hab�a recuperado un poco el aliento por lo que nuevamente
acompa�� a Luis en el coito continuado que estaba teniendo. Para el momento,
acababa de tener una cadena de orgasmos que se hab�an escapado de mi cuerpo.
Haciendo esfuerzos por que no se repitieran otros tantos en ese momento, me
concentr� en llevar el ritmo que �l estaba imponiendo con su pene. Esta vez �l
ten�a el control. Luis comprendi� lo sensible que me encontraba, as� que tomo la
iniciativa de moverse muy lentamente hasta que mi cuca se acoplara de nuevo a
las nuevas sensaciones. Poco a poco nos fuimos moviendo llevando inicialmente un
ritmo acopladamente suave, el que cada vez ibamos incrementando hasta alcanzar
verdaderas sacudidas, �l con su pene y yo con mis caderas.

Tom�ndome entre sus brazos, Luis gir� sobre su cuerpo para
colocarme debajo de �l, en posici�n misionera, eso si, sin sacar ni un
cent�metro su aparato de mi cuca. Colocando sus manos sobre las piernas, detras
de las rodillas, las llev� hacia delante quedando mis muslos a los lados de mi
pecho y mi vulva elevada con el pene totalmente detro de la vagina. En esa
posici�n Luis inici� el m�s delicioso taladrar, el que yo acompa�aba moviendo mi
culo de abajo hacia arriba. Esa sensaci�n del grueso y largo pene de Luis
perforando mis entra�as me estaba trasladando nuevamente a la locura. Yo le
ped�a m�s, que me diera sin contemplaci�n, con fuerza, que me partiera en dos y
me hiciera gozar como nunca lo hab�a hecho. El respond�a con todo su empe�o,
demostrando as� la magn�fica recuperaci�n que hab�a obtenido despu�s de la
acabada que tuvo minutos antes con mi "garganta profunda". Su pene se sent�a mas
duro de lo normal... todo un hierro ardiente, capaz de calcinar mi vagina.

Mientras el me penetraba sin darme tregua yo le respondia
sacudiendo mi culo y abriendo m�s mis muslos, o tom�ndolo por las nalgas para
presionarlo contra mi vulva. Luis es infalible con sus movimiento, sobre todo
cuando mete todo su pene en mi cuca y sin sacarlo ni un milimetro genera
movimientos giratorios de sus caderas, de esa manera, el roce del vientre contra
mi vulva provoca en mi cl�tori un sin fin de sensaciones. As� lo estaba haciendo
en ese instante, ayudado con el masturbar de mis dedos sobre mi erecto cl�tori,
abriendo de esa manera el port�n de mis orgasmos, que como desboscados corceles
comenzaron a escaparse sin control de su encierro. Mis gemidos, casi convertidos
en gritos, me delataban ante �l, lo que hizo que sus embestidas se acentuaran y
se hicieran cada vez m�s fuertes y seguidas. Los suyos se escuchaban mas grave y
profundos, como de becerro en agon�a. Dentro de aquel concierto de gemidos y
palabras soeces, agregados a los que generaba el violento entra y saca de su
pene en mi jugosa cuca, nuestros cuerpos comenzaron a sacudirse simultaneamente.
Esa comez�n de mil agujas pinchando toda mi pie, acompa�ado de los corrientazos
que se produc�an en mi espalda y mi cerebro, me anunciaban que estallaria en
breves segundos. Ninguno de los dos podr�a detener la avalancha que se estaba
produciendo en nuestros cuerpos. Sent� la primera y poderosa embestida de su
pene dentro de mi y, una vez m�s, un chorro de leche caliente se estrell� contra
las paredes de mi vagina, suficiente para que un hurac�n org�smico se
desencadenara en mi interior. Nos estab�mos vieniendo al un�sono; �l
sacudi�ndose dentro de mi cuca; y yo, aferrada a su cuello con las piernas
abiertas enlazando las suyas. Luis descarg� todo su placer dentro de mi y
nuevamente le obsequi� uno de mis maravillosos orgasmos, de los que el est�
acostubrado a recibir.

Esto es lo que se llama un polvo 5 Estrellas

Esa tarde bajamos hasta el restaurant del hotel para
recuperar energ�as. El resto de la noche del sabado y del domingo hasta el
mediod�a, continuamos d�ndonos placer con nuestros sexos y nuestras t�nicas.

Esto de escaparnos para un hotel 5 estrellas siempre lo
hacemos de vez en cuando.

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Belkys Aurora