Relato: Escapemos Todo comenz� como un juego, �ramos j�venes, no nos deten�amos
a pensar que repercusiones podr�an causar nuestros actos, solo pens�bamos en
disfrutar el uno del otro. Me hacia sentir mujer, no me hacia falta buscar en
otro hombre lo que �l no me daba, porque me lo daba todo. Solo hab�a un
obst�culo en nuestra relaci�n, nuestra familia, �ramos primos, y no podr�an
soportar tan esc�ndalo, siempre pensado en el que dir�n, queriendo aparentar lo
que no eran y siempre tratando de ocultar los trapos sucios de la familia, que
no eran pocos, pero lo que menos se imaginaban, es que todos en ese peque�o
pueblo, sab�an mas de lo que pensaban. Como el caso de nuestro tio Fabio, tan
serio, tan correcto, casado con la hermana de mi madre, Lucia. Fue sorprendido
en el almac�n de nuestra casa, benefici�ndose a la sirvienta, una joven que
hab�a llegado al pueblo, tratando de escapar de su familia, y lo que no sabia la
pobre joven, es que se met�a en la boca del lobo.
Era una muchacha joven, bonita, un cuerpo delicado y
precioso, sus senos eran grandes, ligeramente ca�dos, sus labios incitaban al
pecado, cuando entr� a trabajar en la familia, todos los miembros masculinos,
hac�an lo imposible para agradar a la muchacha.
Una tarde, estando en el patio, tendiendo la colada, mi t�o
la espiaba tras la puerta de la cocina que iba a dar el patio, cada vez que se
agachaba pod�a ver sus senos a punto de escapar de su camisa, eso le produjo una
erecci�n, tenia que poseer a esa mujer como fuere. Esper� a que entrara a la
cocina y le orden� que fuera al almac�n a buscar toallas limpias, esper� a que
la muchacha se alejara, y acto seguido fue detr�s de ella.
Al entrar en el almac�n, pudo ver el trasero de la muchacha,
ya que estaba subida a una escalera tratando de llegar a las toallas. Ver ese
trasero, tan perfecto, redondito, terso, le provoco la mayor erecci�n de su
vida, cuando la muchacha baj�, Fabio la acorralo contra los estantes, la beso en
la boca, sujet�ndola de las nalgas y alz�ndola en el aire, ella tiro las toallas
y se aferr� a su cuello, La volvi� a dejar en el suelo, y de un solo tir�n, le
arrebato la camisa, con lo que sus senos quedaron a su disposici�n, primero se
llev� uno a la boca, succion� su pez�n hasta dejarlo totalmente rojo, casi
morado. Le dio el mismo trato al otro, con una mano bajaba hasta su falda, y le
baj� las braguitas, una vez bajadas, le introdujo dos dedos en su apetitosa
vagina, ella estaba totalmente entregada, �l estaba cada vez mas excitado, y su
miembro totalmente erecto le ped�a a gritos ser introducido en ese co�ito tan
apetitoso, tan caliente, la hizo darse la vuelta y dejar el cuerpo semi
arqueado, con lo que su lindo culito quedo en pompa, ella se agarr� a la
escalera para tener un punto de apoyo, deseando ser penetrada, en la embisti�
con brutalidad, lo que hizo que ambos gritaran, pasado el dolor, solo hab�a
placer, los gemidos aumentaban con cada embestida, hasta que los dos llegaron al
orgasmo, qued� llena de su semen, caliente, sent�a como bajaba por sus piernas.
Entre sus gemidos y respiraciones entrecortadas, no oyeron
que la puerta se habr�a, y fueron sorprendidos por mi t�a Lucia. Mis t�os
llegaron al acuerdo de no decir nada y al poco tiempo, la muchacha fue despedida
por estar embarazada.
Despu�s de esta escena, la familia se cuid� muy bien de
elegir el personal de limpieza de la casa, ni muy j�venes, para no levantar
pasiones entre los hombres, ni muy mayores, porque el mantenimiento de la casa a
veces resultaba muy duro. Teniendo en cuanta que era una casa donde viv�an tres
familias, mis abuelos y tres de sus nueve hijos que estaban solteros, mis padres
mis dos hermanos mayores y yo, y los padres de Alberto, mi primo y gran amor, �l
era hijo �nico, tengo que aclarar que Alberto es hijo de mis t�os Fabio y Lucia.
Por ese motivo, ten�amos que guardar silencio, vivir nuestro amor en el mayor de
los secretos, porque si alguien llegara a enterarse, sobre todos mis hermanos,
serian capaces de matar al pobre Alberto.
Nuestras escapadas amorosas, se produc�an por las tardes,
cuando el sol estaba a punto de ponerse. Lo hac�amos en una peque�a laguna, que
estaba a unos cuantos kil�metros del pueblo, el agua era limpia y fresca, con lo
cual, siempre que llegaba Alberto, yo estaba desnuda dentro del agua,
refresc�ndome del calor del d�a.
El se quitaba presuroso la ropa, y se met�a en el agua. Yo
empezaba a nadar para que no me alcanzara, pero al ser m�s r�pido que yo,
siempre lo hacia. Acab�bamos agotados por el esfuerzo, en cuanto llegaba a mi
altura, me besaba con desesperaci�n, me llevaba hasta la orilla, y all� me hacia
el amor, primero besaba todo mi cuerpo, tratando de quitar las gotitas de agua
que resbalaban por �l, para despu�s bajar hasta mi sexo, y hacerme la mejor
comida de chochita del mundo, daba peque�os mordisquitos, lo que me produc�a una
excitaci�n grandiosa, luego introduc�a le lengua, cuando intu�a que llegaba al
orgasmo, aceleraba la marcha de su lengua, sub�a, bajaba se lo met�a entero en
la boca, y as� llegaba al orgasmo, beb�a todos mis jugos, eso me encantaba, me
enloquec�a. Despu�s me sentaba encima de �l y sin darle tiempo a replicar, me
met�a su pene erecto, sub�a y bajaba como una posesa, gritaba, gritaba su
nombre, el solo pod�a gemir, pedir mas y mas, yo segu�a cabalgando, cada vez mas
r�pido, tenia otro orgasmo, mas gritos de placer, eso a �l le gustaba, le pon�a
mas cachondo, y cuando ya no aguantaba mas, con un rugido desde lo mas profundo
de su garganta me vaciaba toda su leche, era delicioso sentir como su semen
bajaba por mis piernas, nos bes�bamos y nos volv�amos a meter en el agua.
Nunca tuvimos miedo de que yo quedara embarazada, porque
despu�s de unas pruebas, supe que era est�ril, algo que no me gust�, pero
despu�s de pensarlo, era lo mejor, disfrutar�amos m�s. Si en un futuro
dese�bamos tener hijos, habl�bamos de adoptarles, eso a �l no le importaba,
ahora lo m�s importante, era escapar de la familia y del pueblo entero, y en un
tiempo no muy lejano, estoy segura de que lo conseguiremos.
Arwenladiosa.
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Relato: Escapemos
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