Hola, mi nombre es Miguel, tengo 35 a�os, soy bien parecido y me gustan mucho
las mujeres sumisas. Esto me ocurri� hace alg�n tiempo con la mujer de un colega
de trabajo. Ella ten�a 26 o 27 a�os y era un bomb�n pelirrojo al que su marido
no le daba ca�a. Yo ya la conoc�a de alguna reuni�n y me encantaba. Era sexy un
pel�n exhibicionista y estaba buen�sima.
Le gustaba provocar, se vest�a muy ce�idita, ense�aba m�s de lo debido y
ten�a una mirada calentona que me pon�a a cien, pero no hab�amos intimado
demasiado hasta el dia de aquella fiesta en casa del jefe. �l, era un poco m�s
maduro de unos 45 soltero y me consta que bastante golfo, todo lo contrario que
el marido de Elena que era un mojigato. Nos hab�a reunido a unos cuantos
empleados una tarde en su casa a las afueras de la ciudad, un chalet precioso y
enorme. Me llam� la atenci�n que las mujeres de algunos de los empleados estaban
buen�simas y algunas se vest�an muy muy sexys, entre ellas Elena, que llevaba un
minivestido blanco que se le ce��a al cuerpo de forma espectacular.
Debajo llevaba unas medias de rejilla negras que embellec�an sus piernas
hasta lo indecible y un sujetador blanco que se le ve�a a poco que mirases por
su generoso escote de pico y que se le trasparentaba a trav�s del vestido que
era muy fino. Estuvimos charlando un buen rato. Yo me hab�a sentado
estrat�gicamente enfrente suyo y la ve�a perfectamente las piernas. Ella sab�a
que la miraba y las abr�a un poco de vez en cuando para dejarme ver su tanguita
negro a la vez que sonre�a maliciosamente. Yo intu�a que era de las tias que le
gusta que les hagan sentirse putones, pero se reprimen un poco. El alcohol fue
animando la conversaci�n y se fueron haciendo grupos. Su marido se separ� del
nuestro en el que la conversaci�n fue subiendo de tono. Empezamos a expresar
nuestro gustos y fantas�as sexuales, primero de forma solapada y luego m�s
abiertamente.
Elena dej� claro mis sospechas. Su principal fantas�a era que la obligaran a
hacer guarrer�as. Mientras lo dec�a me dedic� una sonrisa de las suyas al tiempo
que abr�a un poco sus piernas, poni�ndose luego de lado para que la viera hasta
la cadera, mientras yo le dec�a que me encantaban las mujeres as�. Antonio, el
jefe, nos record� que su marido y yo deber�amos acabar un trabajo pendiente pero
que s�lo fuera uno de los dos. Habl� con Mario, su marido, y le propuse que nos
lo jug�semos a los dardos. Si ganaba me ir�a yo y si ganaba yo ir�a �l pero
solo, dejando a su mujer disfrutando de la fiesta y de la casa. Elena le anim� a
aceptar a pesar de sus reticencias iniciales.
Era buen jugador, pero gan� yo con ayuda de Antonio que hizo una peque�a
trampa (�l era el juez). Salimos a despedir a Mario y mientras le dec�amos adios
pas� la mano por el culo de Elena por encima de su vestido. Ella no dijo nada
pero tampoco se retir�. Pasamos a la casa y se cogi� de mi brazo arrim�ndome sus
tetas. Ya dentro le dije:
�Quieres que juguemos?
�A qu�? Me contest�
A que seas mi perrita, le contest�
No. �Por quien me has tomado? Me dijo ella mientras se hac�a la ofendida
pero con una amplia sonrisa en sus labios.
Por una zorrita en potencia, le volv� a decir
�Qu� quieres que haga?
Quiero que vayas al ba�o y te quites la ropa interior pero que te dejes
esos pantys de puta que llevas.
No, no har� eso dijo, ya un poco m�s seria
�Tu quieres que tu marido siga trabajando con nosotros? �Quieres que siga
teniendo un buen sueldo?.
Si, contest�.
Entonces haz lo que te digo, y adem�s te pones este collar en el cuello
le dije d�ndole un a gargantilla de cuero negro de la que colgaba una cadena
de plata.
La cadena te la metes entre las tetas.
Pero se me va a notar todo, el vestido es muy fino, me dijo, recuperando
la expresi�n de puta que ten�a al principio.
Y tu eres una calientapollas. Te va a gustar ya ver�s, adem�s no te queda
otra. Vas a comer hoy mas pollas que en tu vida. �Ah! y trae tus bragas en
la mano.
Se fue hacia el ba�o con el collar y moviendo el culo como no se lo hab�a
visto mover a nadie. Sali� con el pelo recogido en un mo�o, el collar puesto con
la cadena entre las tetas que se la mov�an de locura al caminar, con los pezones
tiesos como pitones y con su tanga negro en la mano. Los tios la miraban con
lujuria. Cuando lleg� a mi lado me dio el tanga y yo se lo arrim� a la cara
cogi�ndola del cuello.
�A que huele?
A guarrona salida, me dijo.
Ya apenas quedaba gente. Otras dos tias cuyos maridos tambi�n se hab�an ido
estaban en sitios apartados rodeadas de tios y con cada vez menos ropa.
Le cog� la mano y me la llev� a mi polla, que ya estaba tiesa. Yo no llevaba
calzoncillos.
Mira c�mo me pones, �te gusta?
Sii, me contest�
Estabamos en un rinc�n del sal�n que era muy grande. La met� la mano entre
las tetas y la saqu� la cadena y tirando de ella me la llev� a un corro de
sillones en el otro extremo. Como la hab�a estado sobando, el vestido se la
hab�a quedado levantado por el culo, que se la ve�a a trav�s de los pantys. Ella
andaba de forma que lo hac�a notar m�s. Por el camino nos encontramos a Antonio.
Mira, le dije ense��ndole las bragas
�Otra puta?, me contest�
Esta es de las buenas, le dije
Si, se le nota. Ya sab�a yo que a esta le iba la marcha, me dijo
Se puso detr�s de ella mientras yo tiraba de la cadena para que se inclinara
y le ofreciera el culo . Antonio la cogi� de las caderas y empez� a rozar su
paquete contra el culo de ella, haciendo movimientos como de foll�rselo.
Toma zorrita, le dec�a. Luego ir� a que me la mames un rato.
Seguimos a los sillones. Cuando llegamos me sent�. Ella estaba enfrente de
mi, de pie. Le meti mano debajo del vestido y la baj� un poco los pantys. La
met� la mano enre las piernas hasta el co�o, que lo ten�a chorreando.
�C�mo est�s eh!
�Mmmmm! Dijo ella.
La di la vuelta y la hice agachar. Su culo qued� expuesto para mi. Arrim� mi
cara y le met� la lengua entre las nalgas. La chup� el culo y el co�o hasta que
se corrri�, cosa que hizo escandalosamente. La sent� en mis piernas y la saqu�
las tetas. Ella levantaba los brazos, los pon�a por encima de su cabeza y se
dejaba hacer.
Ch�pamela guarriata, le dije
Se baj�, se puso entre mis piernas, me la sac� y me hizo una de las mejores
mamadas que me han hecho.
�te gusta?, le dec�a.
Ella asent�a sin sacarse mi polla de su boca
Te voy a follar. Sientate encima de mi polla.
Y as� lo hizo, d�ndome la espalda mientras yo le agarraba las nalgas y la
daba azotitos.
En eso lleg� Antonio con Jos�, otro de los jefes, un hombre grande y peludo.
�No te dije que estaba buena?. Dec�a Antonio
Siempre me ha gustado esta calentona, dec�a Jos� mientras la cog�a del pelo,
se bajaba los pantalones y arrimaba su polla a la boca de Elena, que se la
mord�a y chupaba por encima de los calzoncillos, la polla, los huevos, las
ingles.... Se la sac� y se la meti� en la boca hasta dentro, foll�ndola la boca
hasta que se corri� dentro de ella. A Elena no le daba tiempo a tragar y le
rebosaba el semen por los labios, mientras que con mis embestidas se volv�a a
correr y yo tambi�n. Ya solo quedaba Antonio, que la puso a cuatro patas encima
del sill�n y la dio por culo, mientras la agarraba de la cadena y la dec�a
Tu maridito no te folla asi verdad?. Toma, toma una polla de verdad.
Se corrieron los dos otra vez. La dimos el vestido pero no la ropa interior y
la enviamos a su casa en un taxi, chorreando semen por todos los lados.
- No lleva dinero, le dije al taxista, pero la mama como nadie
- Si te portas asi siempre que queramos habr� subida de sueldo le dec�a
Antonio , entre carcajadas mientras se iba.