Relato: Vienna





Relato: Vienna

Vienna salio del perfumado ba�o de espuma, donde habia
permanecido por largo tiempo. Tal como su Se�or le habia indicado, habia dejado
que las sales y los jabones perfumasen su cuerpo, mientras los musculos se le
relajaban tras las tensiones de un dia de trabaja.


En el equipo de musica del salon sonaba el segundo movimiento
allegretto de la septima sinfonia de Beethoven, y el sonido llegaba con claridad
a traves de la puerta abierta. Mas Vienna no habia permanecido ociosa, mientras
permanecia en la ba�era. Tal y como habia sido instruida en ello, jugueteo con
su ano sin prisas, con toda la calma del mundo, distendiendo el esfinter con
movimientos circulares, caricias continuas, y generosas cantidades de un espeso
gel, que habia limpiado a la perfeccion su zona perianal. Vienna permanecio en
pie durante unos segundos, transportada a un mundo magico, en alas de la musica,
temblando de anticipacion ante la realizacion de la tarea que le habia sido
impuesta.


Ella no habia tenido voz ni voto en cual habria de ser esa
mision, ella habia relatado largamente, al Amo ante el que se comprometio como
su sierva, cuales eran sus gustos y sus deseos, sus limites y sus preferencias.
Y sobre esa base, su Due�o le encomendaba tareas a realizar, a veces vagas y con
amplio margen para que su imaginacion calenturienta la llevase a un muy
satisfactorio climax, a veces tareas muy concretas y medidas hasta en los mas
minimos detalles,como era en este caso... Alzo la vista, y limpio de
condensacion el espejo situado frente a ella. Reviso con ojo critico lo que
veia... La melena oscura y rizada, su orgullo y su pasion, que enmarcaba a la
perfecccion esos rasgos suaves y los grandes ojos negros, con los que habia
nacido.


Hacia falta ser muy corto de miras como para no darse cuenta
desde la juventud de Vienna, que ella habia nacido con alma de mujer y un cuerpo
de mujer... salvo por el detalle de su genitalidad masculina. Su voz suave, la
practica ausencia de vello corporal, las manos agiles de dedos largos y
estrechos, su porte delgado y sin embargo una cintura algo mayor de lo que seria
lo normal en un varon de constitucion delgada... eso unido a sus maneras suaves,
a su gusto por aquellas facetas de la vida que se consideran mas propias de la
femeinidad, tales como la poesia, o el mundo de los sentimientos, procurar
ayudar a aquellas personas en problemas...


Y la vida de Vienna no habia estado exenta de problemas; los
problemas con los matones en el colegio, el traumatico periodo del servicio
militar obligatorio, los a�os pasados en la semiclandestinidad, sin contacto con
su familia, mientras practicaba la prostitucion a fin de poder pagarse los
arreglos que sentia necesitaba... Sabia lo que era sentirse insultada,
humillada, incluso a veces golpeada... sabia lo que eran las rudas manos del
sargento de su unidad, diciendole que si era bueno con el, la protegeria de los
demas, las avidas manos de hombres que jamas reconocerian ante sus amistades que
pudiesen acostarse con un travesti, pero que aullaban de gusto bajo su cuerpo,
mientras le suplicaban que les penetrase con mayor furia, sabia lo que eran las
noches de frio cuando la policia hacia redada y los clientes no aparecian,
debiendo conformarse con un cafe como toda cena. Vienna sabia lo que era
sufrir... pero siempre habia tenido un objetivo: convertirse en lo que era
ahora.


Prosiguio con su examen, el vello eliminado de modo
permanente en axilas, y las zonas del torso donde crecia, la cinturita, aun mas
estrecha gracias a la eliminacion de la ultima costilla flotante. Su pecho,
logrado a base de hormonas conseguidas de modo alegal, dos operaciones de
modelado estetico e implantacion de protesis, y ejercicios de gimnasio. Las
nalgas, redondeadas quirurgicamente y con unas protesis de silicona para
aumentar sus redondeces. La bien cuidada manicura... todo en ella era femenino,
excepto su miembro, que ahora se erguia, excitado y duro, solo para ella, en la
intimidad de su cuarto de ba�o. Al contrario que otras personas, atrapadas en un
cuerpo masculino contra su voluntad, Vienna no sentia asco ni repugnancia por su
organo, es mas, le estaba muy agradecida por el placer que le daba. Ni por un
camion lleno de dinero se someteria a una dolorosa y humillante operacion, para
sustituirlo por una falsa vagina, adornada por un falso clitoris, que le
proporcionaria a lo sumo falsos placeres.


No, Vienna deseaba mejorar su cuerpo, hacerlo femenino, poder
pasar por una mujer, pero... conservandolo. Se puso de perfil para verselo mejor
en el espejo. No era un aparato grande, pero si bien proporcionado, y que no
experimentaba dificultades para responder cuando se le requeria. Examino la
punta, circuncidada, y recorrio con una u�a las venas que se marcaban levemente
en su superficie,sin romper la perfeccion de su blanca piel. Sonrio con un deje
de amargura cuando recordo sus dudas juveniles sobre su tama�o, pensando que era
demasiado peque�o, mientras todos repetian que a mas grande mayor placer, cuanto
tardo en darse cuenta de la falsedad de esa afirmancion. Y cuan feliz habia sido
explorando los caminos en que podia darle placer. Hasta ahora debia en buena
parte su estabilidad economica a haber tenido una cosita tan bonita y adorable,
y no una tranca de 25 ctms.


No pocos hombres de buena posicion se habian cruzado en su
camino, una vez que las operaciones esteticas dejaron ver a los demas la mujer
de su interior, con mayor claridad y sin necesidad de postizos y embustes.
Muchos de esos hombres deseaban acostarse con una mujer dotada de pene, sentir
como les penetraba hasta el fondo, notar su abdomen suave y lechoso contra el
trasero, mientras sus pechos se aplastaban contra la espalda de su amor de
turno. Pero esos hombres tampoco deseaban salir de su cama con el esfinter
reventado, caminando como un vaquero tras semanas de cabalgar. No, los 12 ctms
de Vienna satisfacian las necesidades fisicas y psicologicas de sus clientes,
sin darles demasiadas molestias posteriores, por no hablar de las suyas propias.


Vienna se seco sin prisas, disfrutando de la sensacion de la
suave toalla de algodon sobre su piel. La septima continuaba sonando en el
equipo de musica, acariciandola como una mano invisible. Se dirigio a su
dormitorio para prepararse tal como su se�or le habia indicado. Ya habian pasado
los tiempos en que debia anular su voluntad durante un periodos de tiempo
pactado, en que homosexuales reprimidos que jamas reconocerian su condicion la
penetraban con el sexo enfundado en un condon compensador de latex grueso, que
aumentaba su grosor enormemente, pese a saber que en una relacion anal el grosor
es mas doloroso que la longitud.


Y mientras la insultaban, y la bombeaban como si quisieran
reventarle en ano, la masturbaban con ansia devoradora, ya que ambos sabian que
en realidad se trataba de eso, de tocar y manosear un organo masculino, sin que
el cliente se sintiese un "mariquita" o una "loca". Ahora su vida tenia
estabilidad, ahorros en el banco, y acciones en Repsol y Telefonica, pero pese a
todo... una parte de ella a�oraba esa sensacion de ser usada, de no tener
control sobre lo que iba a ocurrirle, y por eso a veces entraba en los chats mas
cerdos, y se ofrecia como sumisa, para relaciones de cibersumision.


Habia encontrado hacia unas semanas a un Frances afincado en
el levante, que la entendia muy bien. Un hombre mayor, no buscaba rabiosamente
quedar con ella en real como solian hacer la mayoria. El se conformaba con darle
tareas, que Vienna cumplia con total dedicacion, ya que en esa entrega, en esa
dedicacion, estaba la llave de su goce. Se puso un par de medias plateadas, que
se ajustaban a ella perfectamente como no podia ser menos.


Taaaan suaaaves. Su miembro reacciono ante el contacto de la
seda, como habia hecho tantas veces ya. Se ajusto un ligero negro, y en el
engancho las medias, con cuidado de no estropearlas. Dedico unos segundos a
volver a repetir una de las partes de la Sinfonia que mas le gustaban, y volvio
al ba�o, una toalla sobre el suelo, junto a la taza del retrete. No queria
lastimarse las rodillas ni rasgar las medias, y esa era una comodidad que su
Se�or le permitia. Hecho esto, se dispuso a complacerle. Vienna se sento en la
taza, esperando que la naturaleza siguiese su curso. Habia comido abundante
verdura y fibra, y no habia hecho de vientre en las ultimas 24 horas, pese a
desearlo en alguna ocasion.


Se masajeo suavemente el abdomen, su Se�or deseaba que
cagase, pero no que emplease laxantes o enemas, solo el curso natural.... el
masaje pronto hizo efecto, y Vienna noto como sus intestinos se relajaban,
logrando una deposicion mas que regular. Se levanto y procedio a limpiarse con
papel higienico, dejando las toallas usadas y sucias en el cesto papelera, no en
la taza. Su se�or tenia planes para eso, habia sido muy exacto. Vienna miro en
el interior del retrete, se fijo en sus deposiciones, no porque tuviese una
fijacion morbosa, sino porque su se�or se lo habia ordenado. No tiro de la
cadena, lo que habia excretado debia permanecer alli por el momento.


Vienna se arrodillo ante el retrete, con las rodillas
protegidas por la toalla doblada. No se encontraba incomoda, pero ello no
hubiese supuesto demasiada diferencia, lo hubiese hecho igualmente, ya que se lo
habian ordenado. El olor asalto sus fosas nasales, y eso le retrotrajo a otros
tiempos, cuando se encontraba en el cuartel de su unidad de infanteria. Se
recordaba en las letrinas, en la oscuridad de la noche, rodeada del mal olor y
escuchando a las ratas , que se mantenian fuera del alcance de su vision,
mientras de rodillas ante su Sargento le comia el miembro, o a 4 patas debia
soportar sus torpes embestidas, esforzandose en no caer y en no chillar, si no
queria que aquel perverso abusador le metiese los calzoncillos en la boca para
poder romperle el culo tranquilo, sin que sus voces atrajesen a alguien mas.


Era.. humillante, justo lo que se suponia que debia ser.
Vienna bajo lentamente la cabeza hacia la mierda del fondo de la taza, mientras
algunos mechones de su cabello caian sobre su rostro. Esos cabellos rozaban los
excrementos, y se manchaban con ellos, pero Vienna mantuvo la postura.
Firmemente asentada en esa posicion, con las piernas separadas y vestida tan
solo con sus medias y el ligero, Su mano derecha se estiro hacia una mesita
auxiliar, sobre la que descansaba un instrumento que habia preparado con
anterioridad, un consolador cubierto por una espesa capa de gel lubricante
sexual, listo para ser usado. Las dimensiones eran simplemente, enormes. A�os de
prostitucion callejera habian dilatado los esfinteres de Vienna, hasta el punto
en que un miembro normal, podia entrar y salir sin apenas causarle molestias.
Ahora estaba preparada conel cuerpo caliente, y el ano preparado. Su Se�or
queria que volviese a sentirse como en aquellos meses de cuartel, reventada por
su superior.


Asi que tomo el juguete sexual, o mas bien el arma sexual,
gordisimo y de 28 ctms de largo. Lo tomo con fuerza con una mano, mientras con
la otra se separaba las nalgas, y procedio a acercarlo a su vagina trasera,
dejandolo encarado. De un movimiento brusco introdujo la primera parte, notando
como todo en ella cedia. Sabia que no iba a ser una experiencia indolora, pero
que podia alojar a ese monstruo en su actual estado de excitacion, sin peligro
de lesionarse. Poco a poco lo fue introduciento en sus intestinos, mientras su
miembro adquiria la maxima dureza de la que era capaz. Habia introducido en su
cuerpo unos 15 ctms, mas que suficiente para mantenerlo en su lugar si lo
soltaba, y para que una persona menos entrenada aullase de dolor.


Para Vienna era una molestia importante, pero soportaria eso
y lo que habia de venir. Empleo las dos manos para excitarse muy suavemente,
jugando con sus testiculos, acariciado con la yema de dos dedos su miembro,
jugando con las largas u�as con el... durante un minuto lo tomo con su diestra y
se pajeo dulcemente, pero solo durante un minuto.... Antes de poder gozar, tenia
que recordar aquellos tiempos pasados, y para eso debia... abusar de si misma.


Dejando solo su miembro, que parecio saltar como reclamando
mas atenciones, sus manos volvieron al consolador. Lo tomo de la base con
fuerza, y empujo hacia dentro, arrancandose a si misma un gemido de dolor. El
miembro de toro se abria camino, envuelto en gel altamente resbaladizo, y le
arrancaba lagrimas de dolor. Mas y mas adentro, como habia ocurrido en esos
ba�os apestosos, con el rostro pegado al suelo y haciendose sangre en los labios
de tanto morderselos para no chillar. Cuando le parecio que ya estaba lo
bastante adentro, lo retiro en su mayor parte, solo para volverse a penetrar con
el .


Asi lo hizo repetidas veces, aumentando la violencia y
profundidad de las embestidas, como siempre hacen los varones cuando el orgasmo
se va haciendo inminente. Vienna se dilato al maximo de su capacidad, y cuando
estuvo segura de que ningun hombre normalmente constituido habria aguantado mas
sin correrse en su interior, lo dejo bien dentro, sintiendose a reventar. No
queria moverse demasiado bruscamente, por temor a esa cosa que tenia alojada en
su ano.


Vienna estaba muy cachonda, cuando sus manos buscaron de
nuevo su virilidad. Junto las nalgas, para sentir con mayor intensidad el
consolador, y al notar el bulto de la falsa polla se sintio fascinada, encantada
por el largo camino que habia recorrido desde que tenia 12 a�os y jugaba a
meterse lapiceros por el culito, "para quedarse embarazada". Sus manos se
abrazaron su maquina de placer, una rodeando sus huevos, la otra el miembro. Le
gustaba masturbarse asi, sintiendo su calor, notando como palpitaba su miembro y
como se contraian sus huevos... efectivamente, no tuvo que machacarsela
demasiado rato antes de que media docena de chorros de semen manchasen la loza
del retrete ante el que se encontraba inclinada. En el frenesi del orgasmo, sus
cabellos se mancharon mas y mas con la mierda del retrete, su nariz se acerco a
escasos centimetros de la materia fecal, el olor la dejo casi sin respiracion...
y las contracciones de su sexo casi la dejaron sin sentido.


Al remitir la excitacion, Vienna comenzo a ser mas y mas
consciente del dolor que desde su martirizado culo se extendia por toda su
espalda y muslos, y de que iba a necesitar por lo menos dos lavados de pelo para
quitarse esa asquerosidad. Como hacia siempre que acababa una sesion de
Autoabuso, ordenada por su Se�or, se prometia que seria la ultima.... bueno, la
penultima.



ESTE PEQUE�O RELATO ESTA DEDICADO A UNA PERSONA QUE ESPERO SE
SIENTA IDENTIFICADA CON EL , AL MENOS EN PARTE.


UN CALIENTE BESO, VIENNA P. COMO NO PUEDO DARTELO EN PERSONA,
TE LO DOY CON MIS PALABRAS


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