Era una tarde de verano, ventosa y humeda, en aquella casa de
campo que se levantaba contrastando fuertemente con el verdor del bosque la
circundaba. No recuerdo y quiza no viene al caso, el donde estaba aquel lugar.
Quiza si las circunstancias.
Para mi aquellos dias estaban enmarcados el descubrimiento de
mi sexualidad. Supongo que el mejor calificativo seria el de "puber
calenturiento" , apelativo que involucra a todo ente que este entre 12 y 17
a�os, con un torrente hormonal inundando su cuerpo y quien encuentra en cada
escote una oportunidad para sumergirse en sus ensue�os nocturnos o de regadera
(ducha). A mis 16 a�os, caia justo en dicha clasificacion.
Pero en aquellos dias, serian acortados para mi, para dar
paso a una mejor comprension de lo que es el "amor" y sus "artes". Digamos que
ese dia recibi la sabinesca introduccion al club de "los amorosos".
Tener una casa de campo, en una familia de clase media en
Mexico, implica dos cosas. Primero, debes de compartirla con casi toda tu
familia, pues dificilmente tu nucleo familiar es capaz de comprar o mantener
dicha propiedad. Segundo, debes turnarte para usarla. Es a veces comun que
coincidas con algun familiar inesperado y que debas compartir el espacio al
menos una noche en lo que se ponen de acuerdo quien continuara ah�
Aquella tarde, me dirigia por el angosto camino que conduce
hasta aquella casa, en mi viejo sedan, cuando metros antes de llegar, fui
sorprendido por un jamelgo flaquiento desbocado, seguido por la figura de mi tia
Dina, haciendo toda serie de aspavientos tras el. Al tiempo que frenaba en seco,
caia en cuenta de que mi a�orado dia libre, por el que tanto habia luchado, se
veria bruscamente abatido por la presencia de aquella locuaz mujercilla, hermana
de mi madre.
Saliendo del auto, me uni a la persecucion de aquel caballo,
rebasando a mi tia hasta lograr apaciguar al animal y regresarlo de las riendas�
Pero que sorpresa, si es mi chiquillo consentido � fue lo
que alcanze a escuchar mientras mi tia me daba un fuerte y por lo demas no
pedido abrazo
Hola tia� - mustille en tanto intentaba escapar de
aquellos brazos
Pero que andas haciendo aqu�? Y la escuela?
Dia de asueto � menti- y tu? Creeme que no esperaba ver a
nadie por estos lugares a media semana�
Ya ves� Me acabo hartando la ciudad, la tienda y todo lo
que tuviese que ver con ella y me decidi a relajarme en la verde naturaleza�
Pues perseguir a este Rocinante no parece la mejor forma
de relajarse�
Este jamelgo de poca monta. Heme aqu�, que apenas
llegando, se me antoja salir a dar una vuelta por ah�, montada en este
animalejo. Y no bien habia tarspasado el porton, que una serpientucha de
carretera se cruza entre las patas del animal, y le hace salir huiyendo
dejandome sobre mis posaderas metros atr�s.
No pude seguir la charla, pues mi habia llegado a mi auto,
por lo que mi tia fue a encerrar al animal y yo estacione aquella tartana. La
tarde en tanto habia caido y una debil luz se filtraba entre los arboles. Aqul
lugar adolecia de casi todo. No habia corriente electrica, telefono o agua
entubada. En cambio aun servia el viejo pozo y las farolas de aceite.
La mesa, de roble, engalanaba la principal habitacion de
aquel lugar. Las demas estaban vacias, salvo una recamara que se usaba
habitualmente de dormitorio.
Mientras se esmeraba en preparar algo para cenar, yo
observava con detenimiento a aquella mujer. De cerca de 40 a�os, sus carnes no
habia resentido el paso de los a�os y portaba aun una figura que ya envidiarian
muchas colegialas regordetas. No era muy alta. Su pelo, risado rojizo,
contrastaba con sus grandes ojos azules, su nariz recta y su peque�a boca. Sus
facciones, hacian una fina convinaci�n, que le daba un toque de atractivo a su
rostro, complementado por el chispaso de su expresion, siempre presta a reir a
la menor provocacion. Su cuerpo estab aquel dia cubierto por un fino vestido
verde, que dejaba entrever a trasluz sus torneadas caderas y sus bien
conservadas piernas.
Al terminar la cena, platicamos un poco, de asuntos
familiares y trivialidades. Al poco rato, sin embargo, caimos en cuenta de un
problema fundamental. Ambos, al creernos que estariamos solos en aquel lugar, no
llevamos bolsa de dormir o cobertores adicionales. Lo boscoso del lugar
garantizaba una noche de pesadilla y frio para el que no tuviese un lecho tibio
u otro cobijo para dormir.
Resignado, me ofreci a ir a casa, y dejar a mi tia la unica
cama. Ella se nego por completo. No me dejaria ir a tales horas. Asi que mas a
fuerza que de grado accedi a dormir con ella. Y he de decir que tal era mi
intenci�n�
Bebimos algo de vino y queso, mientras continuamos la charla
hasta la madrugada. Cuando el frio arrecio, por fin nos dispusimos a dormir. Lo
demas lo recuerdo vividamente.
Me heche sobre las mullidas cobijas mientras mi tia aseguraba
la casa. Cuando entro, me sorprendio verla en un baby-doll que dejaba al
descubierto sus bien torneadas piernas. Pero la ereccion que inchaba mi polla me
sorprendio y avergonzo aun mas. No se si mi tia lo noto antes de apagar la luz
de el candil de aceite y dejarla sobre el buro. Se acosto y se emtio entre las
cobijas, finjiendo dormir. Perturbado, me hice un ovillo del otro lado de la
cama aun avergonzado por mi reaccion.
No se cuenato tiempo paso, antes de escuchar a mi tia, que me
pedia que compartieramos las misma cobijas porque hacia frio. Me meti en ellas,
vestido y espere que la noche pasara pronto. No fue asi�
Al poco rato mi tia se pegaba a mi espalda, diciendome que
seguia con frio. Intento abrazarme� y de momento intente soltarme de aquellos
brazos, pero ella me tranquilizo, diciendo que no tuviese miedo. �Miedo? �De
que? Pense, mientras intentaba de nuevo conciliar el sue�o.
Hay mijo, si estas vestido. No ves que no debes meterte a
la cama vestido? Ahora retirate tus pantalones y tu camisa, porque estan
sucios.
Obedeci� Los tibios brazos de mi tia me tomaron de nuevo por
el torso. Su calor, su perfume, su respiracion� todo eso y quiza mas, provocaron
de nuevo una ereccion en mi, que desde luego aquella mujer noto. No dijo mas�
Sus brazos empezaron amoverse por mi cuerpo mientras mis hormonas circulantes y
mi mente por lo demas inundada por estas, emepzaban a tomar control de mi. Mme
movi hacia ella, levemente. No dijo nada. Continuaba acriciando con suavidad mi
torso y mi pecho. Un leve suspiro me hizo saber que aquella deliciosa mujer
gozaba loq ue estaba haciendo. Hacerque con timidez mis labios. En la penunbra
sus ojos y los mios se encontraron. Y bese en la boca a esa femina que estaba
junto a mi. Ella se dejo hacer. Mis manos, inexpertas y anciosas, lo tocaban
todo, lo acariciaban todo.
Conoci sus pechos, bien formados, que lami con gusto,
su espalda sus nalgas� Ella descubrio mi polla, dura, parada, llena hasta el
infinito de vida juvenil. Con delicadesa se saco el baby-doll, dejandome ver su
silueta esquisita. Y poniendose a horcajadas sobre mi, dejo que mi verga, dura,
penetrara sus bien lubricados labios. Me follo con delicadeza, con amor. Y no me
premitio venirme. Haciendo presion sobre mi perine, evito la inminete
eyaculacion. Con paciencia me dejo reposar, solo para inicar de nuevo. Mis
ansias juveniles le arracaban gemidos de placer y mientras le chupaba los
pezones y me hacia de ella como si de una tabla de salvacion se tratase, ella se
dejo ir. Su gritos subiero de tono, gimio de placer, y viniendose, me encajo las
u�as en la espalda. Casi a la vez, dejaba salir mi semen a chorros en su vagina.
La llenaba. Me vaciaba en ella, por completo, mente, cuerpo y alma�
Los besos tirenos, las caricias suaves, los delicados
susurros en los oidos. Esrto siguio en aquella madrugada. Lo repetimos un par de
veces� En 24 hs no salimos de aquella caba�a ni pensamos en lo demas. �Qu�
importaba?
Al final, mi tia hablo seriamente conmigo. Sus pechos se
dibujaban contra el controno de la ventana mientars hablaba. Me dijo que no me
impondria mas silencio que el que a conciencia yo juzgara. Pero que dijera lo
que dijera, deberia de aceptar cualquier consecuencia externa que ocurriera.. Me
explico que no seria ni aceptado ni bien visto por la sociedad aquel acto, que
califico de amor, y que seria la ruina no solo suya sino de l afamilia si se
llegara a saber.
Aun hoy es mi secreto. Y no es el unico. Pero de eso, les
contare despues.
En tanto, mi tia y yo no vimos varias veces mas. Pocas en la
intimidad. Y pocas como aquella vez. Pero la lucidez del encuentro se contrasta
con las sombras del recuerdo, de aquella misma mujer, acribillada por el cancer,
algunos a�os despues, cuando la perdi para siempre� Quiza nadie comprendio a
cabalidad mis lagrimas, en el sepelio, no solo por mi tia Dina, sino por mi
primer y mas bella amante.