EL CULO DEL PELUQUERO.
Para F.que vivi� esta historia.
El domador de caballos, un paisano flaco, medio vizco, de
piernas chuecas y pelo renegrido, me hab�a dado algunos consejos, aquel primer
s�bado m�o en General Ach�val, una ciudad peque�a en plena pampa argentina. Yo
hab�a llegado a ese lugar escapando de un amante celoso que me hab�a amenazado
de muerte, para trabajar en la academia de ingl�s "Ach�val High School" de los
hermanos Pedotti..
Mir� Alejandro, me dijo aquella vez, para carne vacuna, and�
a lo de don Mario, lo mejorcito en achuras, asado y bifes. Para empanadas, lo de
la Nen�, una se�ora medio obesa, buena catadora de vinos y excelente cocinera.
Buenas frutas y verduras en la de don Chicho, un italiano colorado como el
interior de una sand�a. Los vinos a buen precio en lo de la viuda de Fern�ndez,
una rubia platinada, de pasado oscuro. que se cre�a actriz de cine. Para el pan
y facturas, la panaderia "La Argentina" de Genovese Hnos. Para Pastas Frescas ,
las de Sorrentino e hijos . Ahora si de culos se habla, el culo del peluquero,
me dijo gui��ndome un ojo y dej�ndome apabullado. Que un domador de caballos en
plena zona rural de la Argentina, me alabara el orto de otro var�n, era mucho
para mi Fing� no escuchar pero mi mente tom� nota. La nota dir�a asi: Ir al
pueblo y constatar "in situ", o sea en el lugar, el tan mentado culo del
peluquero.
Desde entonces, a mis 19 calientes a�os, fantaseaba con un
culo perfecto y mayor que yo, que se abrir�a de para en par, para mi garcha
pordiosera. Culo para coger por horas, haciendo gemir, gritar y suplicar de
pasi�n a su titular. Culo calentito y suave para descargar toda mi leche
aventurera y juvenil. Culo para hacer m�o, y estacionar la pija de vez en
cuando, cuando me persiguiera la calentura..
Tomaba mi bicicleta y me iba haste la ciudad, y cada vez que
pasaba por lo de Marcial Pe�aflor, Estilista, el negocio de aquel peluquero de
tan mentado culo, miraba para adentro y lo ve�a. Era el t�pico oso, calidad tan
preciada en el mundo gay: alto como de un metro ochenta, unos ciento veinte
kilogramos bien distribu�dos, peludo en todas partes menos en el cuero cabelludo
cortado al ras, amplias espaldas, t�rax muy esculpido , panza destacada, biceps
desarrollados y aquel famoso trasero que alababan hasta los domadores de
caballos.
Cada vez que pasaba, ve�a al negocio lleno de gente, todos
hombres muchos maduros, algunos casados, vecinos de aquella ciudad tan
conservadora y pacata. Una tarde vi al Secretario de Salud del municipio, hombre
casado y con cuatro hijos, a un dirigente rural (tambi�n casado) y hasta el cura
del pueblo, el Padre Bologna (se decia que la garcha del cura hacia honor a su
apellido: era gorda, grandota y colorada).
En otra ocasi�n divis� al Director del Liceo de Se�oritas, al
escribano adscripto y a un abogado penalista de gran prestigio en el foro
local., donde destacaba como dirigente de la Acci�n Cat�lica, la liga de Padres
de Familia, y la Uni�n Defensora de las Buenas Costumbres y los Valores Morales.
En todos los casos me quedaba pensando, en que Marcial
Pe�aflor ten�a que ser o un buen peluquero, de aquellos que te dejan hecho una
pinturita gracias a sus h�biles manos, o un maestro en la cama dado que cog�a
con todas las fuerzas vivas del pueblo.
Una vez me baj� de la bicicleta, pero viendo a tales
personajes esperando el turno de aquel oso espectacular, no me atrev� a entrar,
cosa que hice al dia siguiente y al hacerlo encontr� a un ex boxeador
profesional ya retirado, al ex secretario de salud y al due�o de la estaci�n de
servicio. Todos casados y presuntamente heterosexuales.
Al verme entrar, Marcial dej� de conversar con sus amigos y
me hizo sentar en uno de los sillones de la peluquer�a y mientras el resto de la
gente se iba retirando, me lav� los cabellos con mano muy suave y acariciante, y
luego de secarme prolijamente, comenz� un corte con tijeras que realiz� con gran
prolijidad y calma.
Estaba yo algo nervioso, en las proximidades de ese culo tan
se�alado, de ese trasero que era un monumento de ese pueblo perdido, de ese orto
admirado por los habitantes de ese pueblo En efecto era un culo espectacular :
dos enormes sand�as bien paradas, dos globos gigantescos separados por una raya,
dos esferas duras de m�sculo y carne blanca, suave y lampi�a, dos prodigios del
equilibrio, tan parados, tan turgentes, tan deslumbrantes que daban ganas de
morderlos, estrujarlos , pellizcarlos, lamerlos, pegarles unas palmadas,
chuparlos indecentemente, que guacho este tipo, que culo que ten�a��
Culo para escribirle una oda, culo para rezarle diez padres
nuestros y veinte ave mar�as, con perd�n de esta incursi�n religiosa, culo para
cantar el himno e izar la bandera patria. Culo para tocar trompetas y premiar
con laureles a la perfecci�n y la belleza. Orto para subastar en Sotheby�s.
Trasero descomunal para sortear como primer premio de la Loteria Nacional. Orto
para asegurar con el Lloyds de Londres en varios millones. Ano para inmortalizar
en el Museo de Cera de Madame Trusseau. . Culo envidiado por escultores,
travesties, prostitutas, amas de casa y vedettes de teatros de revistas. y que
las fotos no reflejaban en su total hermosura y atracci�n. Orto para quedarse
abotonado, o para sacudirse el afrecho, trasero para pasar una semana de
vacaciones, culo para morirse cogi�ndolo. Culo para cantar loas a la naturaleza,
e inaugurar inodoros supers�nicos.
En los primeros minutos, yo estaba a la defensiva, pero me
tranquilic� y hasta me distraje mientras aquel cul�n tan famoso cortaba mis
pelos tristes. Al cabo de unos minutos, y cuando ya no quedaba casi nadie de sus
amigos y conocidos, sent� que Marcial me apoyaba su verga contra mi brazo y
ejerc�a presi�n. Al principio no me d� por aludido. Cambi� de �ngulo de corte, y
volvi� a acercar su polla a mi brazo, una y otra vez y asi pude advertir que si
su culo era un prodigio, su poronga tambi�n deber�a serlo.
Al cabo de un rato, volvi� a apoyar su pija fuertemente
contra mi brazo y fue entonces que yo muy excitado pas� mis manos por su pubis
hasta que pude pellizcar aquel culo hermoso tan mentado y cre� morir del gusto.
Era un culo que atra�a como un iman pero no est�bamos solos, era de d�a y desde
afuera podr�an vernos. Pagu� y me fui.
Me fui a la pizzer�a de la esquina y luego de comer pas� al
ba�o pues ten�a la verga dura y mojada de las emociones vividas. Pens� en entrar
en un privado y hacerme la paja antes de volver a casa, pero luego de pensarlo
desist�. Di la vuelta al pueblo en bicicleta y cuando ya eran como las siete y
media de la tarde y estaba bastante oscuro, volv�a a pasar por Marcial Pe�aflor,
Estilista, y v� que extra�amente estaba solo, y me mand� para adentro del
negocio y con voz bien masculina le dije:
No me dej� la boina negra , don?
Ac� no qued� nada, lamentablemente, me dijo el peluquero,
con voz intencionada.
Fue cuando lo agarr� como pude, es grandote el tipo, y le
pregunt� sobre si extra�aba algo pero el no me dej� contestar y me llev� al
fondo del sal�n y me dio un beso de lengua que me quem� los sesos. Guauuuuuuuuu.
Y a continuaci�n se desarroll� la sesi�n de sexo m�s bizarra de mi corta vida.
El tipo ten�a un cuarto atr�s de la de peluquer�a, con cama y todo, pero le
gustaba el peligro. Amaba el riesgo, la posibilidad de ser descubierto. El oso
no ten�a paz.
El local ten�a ya bajas las persianas que permit�an mirar
hacia adentro desde la calle, y estaba totalmente tapizado de espejos en todas
las paredes y en el techo. Seguimos bes�ndonos y acarici�ndonos, yo con mi mano
atrapaba el orto del peluquero, y el me sobaba la pija, una y otra vez, hasta
que con temor de que nos vieran de afuera le dije que corriera las cortinas y el
ri�ndose apunt� dos enormes faroles contra la entrada del negocio, lo que hac�a
imposible ver desde afuera. Mas tranquilo, empec� a desnudar a Marcial del
uniforme y el me empez� a sacar la ropa y a decirme chiquito chiquito con una
voz cargada de deseo, como me gust�s chiquito lindo ahhh y yo le empec� a dar
chupones por todo el cuerpo y a manosear su verga y su culo, sus brazos y su
pecho peludo. Acariaba su panza gorda y sus tetas redondas y rosadas. Pellizcaba
sus piernas gruesas y musculosas y sus brazos de campe�n de lucha libre.. Lam�a
el interior de sus muslos estirando a prop�sito los pelitos y el se excitaba mas
y mas y gritaba a cada instante. Yo no lo dejaba tranquilo y le chupaba el culo,
ese culo �nico. El gem�a de deseo y me se�alaba un sill�n de la peluquer�a, yo
quer�a ir a la cama del cuarto de atr�s pero el quer�a hacerlo en el sill�n,
quer�a que me lo garchara en el sill�n donde diariamente cortaba los pelos de
toda la ciudad.
Se sac� la dentadura postiza, la puso en un vaso de vidrio
verde y comenz� a chuparme la pija de una forma maravillosa, como cachorrito
mamando la teta de la madre, y con tanta efectividad que casi me vengo y cuando
yo ya estaba a punto de acabar , el oso me dice aguantate un minuto, y me hizo
sentar con las piernas bien abiertas en el mentado sill�n y el se sent�, sin
mayores reparos, se clav� directamente en mi pija. Yo me ve�a en los espejos, 19
a�os lampi�o flaco y pijudo, cara desencajada, ojos de loco, expresi�n de deseo
animal en mi mirada, garch�ndome aquel culo divino y el agarrado al sill�n
haci�ndose empalar por m� una y otra vez. Dale ponemela si asi asi asi asi dec�a
y mi pija dura y en su m�xima extensi�n hund�a su extremo recubierto con el
preservativo en el agujero caliente que conoc�a casi todo ese pueblo.
Chiquito rompemete el orto guacho. Vamos���Quiero esa pija
hermosa tuya en mi culo Partime las cachas y los cantos. Ahhhh Asiiiiiiiiii
gritaba el peluquero, y yo bombeaba, bombeaba , le daba, la met�a hasta el
fondo, feliz de estar en el lugar envidiado por todos, envuelto en aquel
terciopelo de piel que me volv�a loco. Contagi�ndome de ese deseo loco que
traspasaba el latex del preservativo. Ese deseo infernal que nos quemaba y que
reflejado en los espejos de ese sal�n oscuro, parec�an figuras obcenas de
nuestros propios infiermos personales.
.
Esa noche cogimos tres veces en ese sill�n de peluquer�a y
cuando acabamos, luego de lavarnos y secarnos mutuamente, el oso me invit� a
comer un puchero exquisito.
galansoy
Un relato para quienes ped�an situaciones de humor y sexo. La
historia es real y la vivi� un querido amigo que me la cont�, claro que le he
cambiado algunos detalles. El nombre del protagonista es el de un consecuente
lector . Gracias a todos y escr�banme
Besos. g.