Relato: Cogi�ndome a Jacqueline, la hermana de mi novia



Relato: Cogi�ndome a Jacqueline, la hermana de mi novia

Hace un par de a�os estuve de novio de una joven a la que am�
mucho. Era una muchacha de 22 a�os llamada Fernanda, muy hermosa, con un cuerpo
muy apetecible y unas tetas divinas, grandes y duras, pero esta historia no
trata exactamente sobre la que entonces era mi novia, en vista de un problema
que ten�amos: ella pretend�a llegar virgen al matrimonio, como consecuencia, sin
duda, de la r�gida educaci�n que ha recibido de su familia. Yo respet� su
decisi�n durante el tiempo que estuvimos juntos, por supuesto, pero eso me trajo
el obvio inconveniente de que me era imposible satisfacer de manera adecuada mis
naturales instintos sexuales.




En fin, un d�a est�bamos celebrando el cumplea�os de la mam� de Fernanda en su
casa, ubicada en una urbanizaci�n muy exclusiva. La de los padres de Fernanda es
muy amplia �tiene dos plantas- y lujosa, con un bell�simo jard�n en la parte
trasera.




El cumplea�os de la mam� de Fernanda cay� un d�a jueves y la se�ora Raquel �as�
se llama la madre de la que entonces era mi novia- decidi� que en vista de que
era un d�a laborable, har�a una cena muy peque�a, a la que asistir�an su esposo
Luis �el pap� de Fernanda-, Fernanda, Jacqueline �la hermana mayor de Fernanda-,
Jorge �el novio de Jacqueline- y yo. Estaba planeado que viniera tambi�n la t�a
Paola, hermana de la se�ora Raquel, pero llam� esa tarde para avisar que no
podr�a asistir porque se le hab�a presentado un problema dom�stico que ten�a que
resolver (algo as� como una tuber�a rota, pero no lo recuerdo con toda precisi�n
y de todas maneras no importa).



La que s� importa tener en cuenta en esta historia es a Jacqueline, la hermana
de mi novia. A pesar de tener seis meses de relaciones con Fernanda, yo no
conoc�a a Jacqueline, pues ella no viv�a en casa de mi novia y ten�a un
apartamento propio en una zona que quedaba bastante lejos de la casa de su
padre. Y digo la casa de su padre, pues Jacqueline es hija del primer matrimonio
del se�or Luis, quien qued� viudo de la mam� de Jacqueline pocos meses despu�s
de que ella naci� y luego se cas� con la se�ora Raquel, con quien tuvo a
Fernanda.



Como ven�a diciendo, yo no conoc�a a Jacqueline y la verdad es que Fernanda y
sus padres ten�an opiniones encontradas sobre ella, puesto que su estilo de vida
parec�a chocar un poco con el de ellos. La familia de mi novia es, como lo
se�al� antes, bastante conservadora, mientras que de Jacqueline se dec�a, de una
manera bastante escueta, que ten�a una forma de ver la vida m�s liberal. Como yo
conoc�a ya la forma de pensar de los padres de Fernanda, me imaginaba
simplemente que Jacqueline llevaba la vida de una mujer normal y contempor�nea,
que vive sola, que tiene un novio y que es activa sexualmente, lo cual
seguramente escandalizar�a al puritano grupo familiar.



Siempre consider� que hab�a sido un poco extra�o no haber conocido a Jacqueline
hasta ese momento. Creo que fue mera coincidencia que nosotros hayamos tardado
tanto tiempo en encontrarnos. Lo que pasa es que cuando empec� con mi novia,
Jacqueline estaba haciendo un curso en Italia que dur� tres meses (ella es
dise�adora gr�fica), y despu�s de su regreso sol�a visitar la casa de su padre
en las tardes, cuando yo estaba en la oficina. De hecho, Jacqueline hab�a
convertido lo que antes era su habitaci�n, ubicada en la planta alta de la
vivienda, en una especie de estudio en el que a veces trabajaba.



La noche de la cena del cumplea�os de la se�ora Raquel yo hab�a llegado temprano
y est�bamos conversando en la sala mi novia, sus padres y yo, esperando a
Jacqueline y a Jorge. A eso de las ocho de la noche son� el timbre y la muchacha
de servicio abri� la puerta, haciendo pasar a la hermana de Fernanda y a su
novio.




Cuando entraron a la sala, creo que qued� con una cara de bobo al ver a
Jacqueline. De una vez debo decirles que aunque no es una miss, es una de las
tipas m�s ricas que he visto, porque exuda sensualidad por cada uno de los poros
de su piel y da la idea de una tigresa en celo que espera ser pose�da
salvajemente. No es muy alta (mide 1,60 metros de estatura), pero tiene una piel
morena y brillante que despide un suave aroma de hembra que estoy seguro
enloquece a todos los hombres que se le acercan. Esa noche ten�a puesta una
falda negra, ni muy larga ni muy corta, que le llegaba un poco m�s arriba de las
rodillas, dejando ver un par de piernas bien torneadas y de la contextura que a
m� me resulta perfecta: ni demasiado flacas ni gruesas, simplemente en el punto
justo en el que hay suficiente carne firme para admirar y, si hay suerte, tocar.
La falda era de una tela delgada que ca�a suavemente sobre su cuerpo y resaltaba
unas caderas insolentes, una cintura celestial y apretadita, y un culo de
antolog�a que se pod�a adivinar enfundado en una pantaleta tipo hilo dental. En
la parte de arriba llevaba una blusa color verde oliva, manga corta y ce�ida,
que permit�a gozar en todo su esplendor de la vista de un formidable par de
tetas, tambi�n de un tama�o perfecto, pues si bien no eran excesivamente
grandes, si eran lo suficientemente voluminosas como para llamar la atenci�n y
resaltar como unos pechos de una calidad superior al promedio. Por otra parte,
ven�a calzada con unas sandalias de tac�n alto que dejaban ver unos pies
exquisitamente bien formados, con u�as primorosamente cuidadas, detalle que me
excita sobremanera.



El rostro de Jacqueline no es una obra de arte (atenci�n, tampoco es feo). De
hecho, Fernanda es mucho m�s bonita de cara que su hermana. Pero Jacqueline
posee un dejo de sensualidad animal que se refleja en la picard�a de sus ojos
oscuros y en su cabello negro y liso, que lleva un poco por encima de los
hombros. La boca es quiz�s un tanto excesivamente grande, aunque de labios finos
y siempre h�medos, y su nariz es hermosamente perfilada.



El novio, Jorge, me pareci� un perfecto imb�cil. Es bastante alto (quiz�s 1,85
metros, a lo mejor hasta un poco m�s), pero m�s all� de eso me pareci� un tipo
sin mayores m�ritos, no demasiado inteligente y sin duda uno de esos sujetos de
los que uno se pregunta cu�l es la atracci�n que pueden generar en una mujer tan
volc�nica como Jacqueline.




Vinieron las presentaciones de rigor y nos sentamos todos en el espacioso sal�n
en el que la familia sol�a recibir a las visitas. Yo estaba sentado junto a
Fernanda en un peque�o sof� de cuero, sus padres estaban cada uno en una butaca
a la izquierda y a la derecha y Jacqueline y el novio se colocaron en una sof�
m�s grande que quedaba justo al frente de mi vista. Es decir, que iba a poder
disfrutar de la vista de tan rica hembra durante un buen rato.



Lo primero que me pas� por la cabeza al cabo de unos cuantos minutos, luego de
ver sentados uno junto al otro a Jacqueline y a Jorge, fue la imagen de los dos
tirando salvajemente en el mismo mueble en el que estaban en ese momento. En
esta escena imaginaria, Jacqueline estaba sentada sobre Jorge, d�ndole la
espalda, mientras �ste le clavaba la verga en la concha y ella gem�a como
posesa, con las piernas abiertas y las nalgas rebotando sobre los muslos del
novio.



Esta fantas�a me perturbo bastante y me fue dif�cil concentrarme en las
conversaciones banales que se fueron desarrollando a lo largo de la noche, pues
no pod�a quitar mi vista de Jacqueline, especialmente cuando me di cuenta de que
sus pezones estaban bastante erectos, al punto de que se pod�a imaginar no
solamente la forma de aqu�llos, sino tambi�n la de la areola, cosa que me puso
como una moto. Tambi�n comenc� a observar que, no s� si por descuido o adrede
(creo que fue m�s lo segundo, teniendo en cuenta lo que pas� despu�s), en
determinados momentos Jacqueline separaba las piernas lo suficiente como para
dejarme entrever durante un par de segundos una peque�a fracci�n de sus
pantaletas blancas y de sus muslos de diosa.



Not� al mismo tiempo que Jacqueline mostraba una conducta excesivamente amable
hacia m� y me ofrec�a con bastante frecuencia toda su atenci�n, pero no quise
darle demasiada importancia a ese hecho, a pesar de que, repito, su sola
presencia me ten�a embobado y sent�a unas ganas locas de que todos los dem�s
desaparecieran, para poder foll�rmela como loco en cada uno de los rincones de
la casa, cosa que, por otro lado, me luc�a como una fantas�a inalcanzable.



Al cabo de un rato pasamos a la mesa y sirvieron la cena, la cual, como era
costumbre en esa casa, estaba deliciosa. Mientras com�amos, Jacqueline coment�,
con una extra�a mezcla de preocupaci�n y picard�a, que la computadora que ten�a
en su estudio le estaba dando problemas y que no hab�a podido resolverlos. Acto
seguido, dijo que Fernanda le hab�a mencionado que yo ten�a una habilidad
especial en cuestiones inform�ticas y que quiz�s podr�a subir con ella a la
habitaci�n, una vez terminada la cena, para que la ayudara a solucionar el
asunto. Al se�or Luis le pareci� una idea excelente y me pidi� que una vez que
nos levant�ramos de la mesa acompa�ara a su hija a la planta alta de la casa
para que yo revisara cu�l era el desperfecto que presentaba la m�quina.



Despu�s de terminado el postre, pasamos todos a un peque�o sal�n que tiene una
amplia puerta corrediza que permite acceder al jard�n de la casa. Jorge y el
se�or Luis estaban hablando aparte de un posible negocio que pod�an llegar a
concretar juntos, y durante unos escasos minutos las tres mujeres y yo estuvimos
intercambiando nimiedades hasta que Jacqueline dijo, con una voz entre seria y
seductora: "Alberto, creo que es mejor que me acompa�es arriba para que veamos
lo de la compu, pues luego se hace tarde y nos olvidamos del asunto". A m�
todav�a la situaci�n no me hab�a parecido sospechosa (como a ninguno de los
presentes), pero mi g�evo s� pareci� intuir lo que ven�a, pues se irgui� como un
asta de bandera, al punto que tuve que hacer un esfuerzo para disimular mi
erecci�n mientras caminaba.



Mi erecci�n continu� en aumento mientras sub�amos las estrechas escaleras,
puesto que Jacqueline iba delante de m� y sus nalgas portentosas quedaban casi a
la altura de mis ojos, mientras se mov�an cadenciosamente conforme ella iba
superando cada pelda�o, dejando adivinar nuevamente la forma de sus panties hilo
dental.



La habitaci�n que hab�a sido de Jacqueline y que ahora fung�a como su estudio
estaba al final de un pasillo a lo largo del cual se distribu�an las puertas de
los dem�s cuartos. Justo al lado de la entrada de la pieza de Jacqueline estaba
ubicado un ba�o auxiliar que yo hab�a utilizado muchas veces cuando hab�a ido a
la casa a visitar Fernanda. Atravesamos todo ese pasillo con Jacqueline
manteni�ndose delante de m�, avanzando lentamente mientras balanceaba sus
caderas de forma exageradamente sensual; sin embargo, hab�a en su actitud un
dejo de distancia y frialdad calculada. Cuando pas� junto a la puerta del ba�o
auxiliar, se detuvo junto a ella, la abri�, encendi� la luz, oprimi� el bot�n en
la perilla interna que sirve para asegurar la puerta y la cerr�. Como yo le
dirig� una mirada que parec�a decirle que no estaba entendiendo nada de lo que
suced�a, ella esboz� una media sonrisa bastante enigm�tica y sigui� caminado sin
inmutarse, hasta entrar en su estudio.



Yo me qued� parado, inm�vil, justo en la puerta, con la mente concentrada en
descifrar la extra�a actitud de Jacqueline y con la picha a punto de reventar.
No me fij� demasiado en c�mo era el estudio. Simplemente pude apreciar que era
una habitaci�n bastante grande, con una enorme mesa de dibujo en el medio, un
escritorio con una computadora al fondo y una puerta que daba a un ba�o, cuya
entrada estaba ubicada en la pared que estaba a mi derecha.



Jacqueline se movi� con gracia hasta el ordenador y lo encendi�. Luego se dio la
vuelta, camin� hacia donde yo estaba, me indic� con la mano que entrara y apenas
me acerqu� a ella su conducta sufri� una extraordinaria mutaci�n, pues me fue
empujando con algo de violencia hasta la pared izquierda de la pieza. Una vez
que me tuvo acorralado, me dio un beso en la boca, al que yo correspond�
introduci�ndole la lengua casi hasta la garganta, apretando mis labios con
fruici�n contra los suyos. Despu�s de unos segundos, me dijo, con voz de diabla:





- Maldito degenerado, �crees que no te pill� desnud�ndome con los ojos desde que
llegu�?. �No te da verg�enza con mi pobre hermanita?. Pues te dir� que gracias a
ti ahora yo estoy caliente y vas a tener que solucionarlo cogi�ndome aqu�
mismo...



Como yo la mir� sin decir palabra pero haci�ndole ver que estaba entre
sorprendido y nervioso, me increp�:





- �Qu�, acaso eres marico, o no quieres hacerme el amor?.



A esa pregunta est�pida le respond� acorral�ndola yo contra la pared y
propin�ndole un beso m�s apasionado que el anterior, mientras le sobaba las
tetas por encima de la blusa. Como ella se dio cuenta entonces de que yo estaba
dispuesto a llegar hasta el final y que lo que ten�a eran reservas de que nos
descubrieran, aclar� todas mis dudas al decir sonriendo:





- No te preocupes... Lo tengo todo planificado. No creo que alguien vaya a
subir, pero por si acaso, prend� la computadora para que crean que estamos
trabajando, cerr� la puerta del ba�o de afuera y dej� la luz prendida para que
si alguien sube piense que t� est�s en ese ba�o y yo en el m�o... �Porque me vas
a follar en mi ba�o y me vas a tomar como un macho toma a su hembra en celo!.



Ante palabras tan crudas y directas no tard� en empujarla hacia el ba�o de la
habitaci�n. Una vez adentro y calculando que con suerte dispondr�amos, a lo
sumo, de veinte minutos de faena, cerr� la puerta r�pidamente (aunque cuidando
de no hacer mucho ruido).



El ba�o era, afortunadamente, bastante espacioso. En el extremo izquierdo estaba
la ba�era, inmediatamente despu�s la poceta y el bidet y justo frente a la
puerta hab�a un enorme tope de granito rosado (que me ser�a de gran utilidad en
esta jornada), en el cual estaba incrustado, hacia el centro, el lavamanos, pero
con much�simo espacio a los lados.



Apenas hube cerrado la puerta y luego de besar una vez m�s a Jacqueline y de
apretar sus tetas y de meter mis manos por debajo de su falda para acariciarle
el culo, coloque una toalla sobre el tope de granito para evitar que la frialdad
del mismo apaciguara tan siquiera un poco el volc�n en el que se hab�a
convertido esta mujer y la sent� all� con las piernas bien abiertas.



Le quite la blusa e inmediatamente le desabroch� el sost�n, con lo cual sus
tetas quedaron en libertad plena. Les digo sin temor a equivocarme que las tetas
de Jacqueline son las m�s incre�bles que he visto en mi vida, pues son grandes,
pero del tama�o perfecto, con una forma exquisitamente redondeada, y aunque la
piel es suave al tacto, los pechos son de una firmeza extraordinaria, duros como
rocas. Los pezones, oscuros, estaban erectos y a punto de reventar. Una vez que
esas dos bellezas estuvieron a mi disposici�n, las masajee a placer y acto
seguido proced� a chupar y mordisquear suavemente uno de los pezones, sintiendo
el celestial aroma que desprend�a su piel, que recordaba el suave olor de los
melocotones maduros. Apenas sinti� el contacto de mi boca y de mi lengua con su
hinchad�simo bot�n , emiti� un gemido apagado, se crisp� toda e inmediatamente
dirigi� una de sus manos hacia mi paquete, apret�ndolo con lujuria.



Tuve que hacer un esfuerzo para no venirme con ese solo contacto de la mano de
Jacqueline con mi g�evo y mis bolas a trav�s de la tela del pantal�n. Retir�
gentilmente su mano, le separ� bien las piernas, le sub� bien la falda e
introduje mi cabeza en su entrepierna, con lo cual pude sentir el olor a hembra
en celo que emanaba de su gruta. Con mi mano izquierda apart� el delgado trozo
de tela que tapaba su cuquita y cu�l fue mi sorpresa cuando me di cuenta de que
la ten�a toda afeitadita, sin un solo pelito alrededor. Aquello fue como si
hubiesen puesto un manjar de los dioses frente a m�, porque sin piedad alguna
comenc� a meterle la lengua en la concha y a masajear su cl�toris con el dedo
�ndice de mi mano derecha. La mujer se puso como una posesa y de su vagina
sal�an cantidades impresionantes de l�quido que iban chorreando por su
entrepierna, a pesar de que yo procuraba beber una gran parte de ese n�ctar
divino.



Una vez que ella tuvo su primer orgasmo y sin darle tregua, me quit� los
zapatos, me baj� los pantalones y los interiores, con lo cual mi pene a punto de
explotar fue liberado de su ya insoportable prisi�n. Baj� a Jacqueline del tope
de granito y ella, como hipnotizada, agarr� mi pene como si fuera una empu�adura
y lo masaje� varias veces hacia arriba y hacia abajo, a ra�z de lo cual la
cabeza de mi g�evo se humedeci� con una buena cantidad de l�quido preseminal.



Pero no hab�a mucho tiempo que perder, as� que le dije que me diera un segundo,
que iba a buscar los condones que ten�a guardados en la billetera que cargaba en
uno de los bolsillos de mi pantal�n. Ella me dijo que no hac�a falta, que ella
tomaba pastillas anticonceptivas y que quer�a gozar "al natural".



As� que le baj� la falda a Jacqueline, dej�ndola �nicamente con las sandalias
puestas y la pantie hilo dental. Hice que se parara frente al tope de granito y
la dobl� tumb�ndole la mitad superior del cuerpo sobre el tope, con lo cual su
culo y su concha quedaron totalmente expuestos y a mi merced. Estuve unos
segundos admirando c�mo la tirita del hilo dental se insertaba deliciosamente en
la raja que separaba aquellas dos nalgas perfectas y firmes, en las cuales no
hab�a ni un solo de gramo de celulitis. Luego le saqu� el hilo dental y esa
hembra qued� totalmente desnuda frente a m�, solamente provista de sus sandalias
ultra sensuales, lista para recibir una follada de las buenas.



Tom� mi pene, que ya no aguantaba m�s, se lo acerqu� a la entrada de la chucha y
comenc� a introduc�rselo lentamente, hasta que finalmente lleg� al fondo, lo
cual le arranc� un gemido de perra. Cuando mi g�evo se encontr� pr�cticamente
con las paredes de su matriz, lo dej� unos segundos inm�vil para disfrutar de lo
estrecha y caliente que estaba aquella cuquita divina, que chorreaba unos jugos
de aroma incomparable y que parec�a el interior del mism�simo infierno. Comenc�
a bombearla lentamente, disfrutando cada segundo para prolongar el placer hasta
el l�mite. Ella comenz� a respirar de manera cada vez m�s agitada y yo iba
incrementando la velocidad del mete-saca, altern�ndolo con atrevidos movimientos
de cadera que la volv�an loca de lujuria. Jacqueline se hab�a introducido en la
boca un trozo de la toalla que yo hab�a colocado arriba del tope y sobre la cual
estaba tumbada, para ahogar sus cada vez m�s intensos gritos de perra en celo.
Aunque yo estaba detr�s de ella, pod�a ver su cara a trav�s del espejo que
estaba justo frente a nosotros y me puse a�n m�s excitado cuando contempl� su
expresi�n de puta viciosa. Transcurridos unos minutos, se sac� la toalla de la
boca y me orden�:





- Ahora s�, desgraciado, dame bien duro, como a una puta barata, pues estoy a
punto de venirme y si paras te mato...



Apenas hubo pronunciado estas palabras empec� a moverme fren�ticamente, al
l�mite de mis fuerzas, y al cabo de pocos momentos ella se volvi� a insertar la
toalla en la boca, pues empez� a gritar como una demente, lo cual me indic� sin
lugar a dudas que hab�a alcanzado un orgasmo de pel�cula y me hizo acabar a m�
tambi�n, provocando una explosi�n en mi pene, que inund� de leche todo el
interior de su vagina.



Con cierta rapidez, aunque tambi�n con cuidado, retir� mi herramienta del
interior de su cuca. Pero ninguno de los dos estaba saciado, a pesar de que
ambos hab�amos experimentado orgasmos sumamente intensos. Ella me dirigi� una
mirada de absoluta depravaci�n y con lenta sensualidad tom� la toalla y me
limpi� el m�stil, el cual apenas si hab�a perdido un poquit�n de su rigidez.



Acto seguido me tom� de la mano y me condujo hacia el inodoro, el cual ten�a la
tapa abajo. All� me sent� y ella se arrodill� entre mis piernas abiertas. Ya yo
sab�a lo que ven�a y no lo pod�a creer. Abri� la boca y captur� mi glande entre
sus labios, moviendo con lentitud la lengua a su alrededor. Esto me provoc� una
especie de choque el�ctrico que me dej� la mirada en blanco. Cuando pasados unos
pocos segundos me recuper� y volv� a abrir los ojos, me percat� de que
Jacqueline me estaba propinando una mamada sensacional, meti�ndose mi g�evo
completo en su boca de animal salvaje y engull�ndolo pr�cticamente hasta las
bolas. A veces sub�a y bajaba los labios r�pidamente a lo largo del m�stil y
otras veces lo recorr�a muy despacio con la lengua, concentr�ndose de vez en
cuando en mis test�culos, los cuales mordisqueaba muy suavemente.



Yo estaba a punto de venirme de nuevo, as� que decid� no perder m�s tiempo, le
saqu� mi pene de su boca con cierta violencia, la levant� bruscamente,
permaneciendo yo sentado, la coloqu� d�ndome la espalda y la sent� sobre mi pene
con las piernas bien abiertas. En otras palabras, la ten�a en la misma posici�n
en la que la hab�a imaginado un par de horas antes con su novio Jorge, pero esta
vez era real y el que le estaba enterrando la polla era yo.


De manera alternativa, mientras ella rebotaba una y otra vez
con mayor rapidez sobre mi falo erecto, incrust�ndoselo con violencia hasta el
mism�simo fondo, yo le apretaba las tetas y se las sobaba bruscamente, y la
masturbaba estimul�ndole el cl�toris y hasta le pellizcaba y ara�aba sus
depilados labios mayores, todo lo cual hizo que finalmente se desencadenara en
los dos un orgasmo arrollador que, una vez iniciado, provoc� en ella unos
chillidos agudos que tuvo que acallar mordi�ndome el brazo, a la vez que de sus
ojos sal�an l�grimas, producto de una mezcla de placer y algo de dolor, en tanto
que de mi g�evo sal�an borbotones de semen caliente que se desparramaron en el
interior de su cuquita.



Ella permaneci� un par de minutos sentada sobre mi pene, el cual comenz� a
perder su erecci�n, mientras ambos trat�bamos de recuperarnos de esa intensa
aventura. De pronto, apenas pudo recuperar las fuerzas, me dijo que me vistiera
r�pidamente y que saliera mientras ella se lavaba y se arreglaba de nuevo. Me
lav� la cara, sequ� el sudor que corr�a por todo mi cuerpo y me puse la ropa,
luego de lo cual sal� del ba�o, cuidando que nadie me viera. No hab�a moros en
la costa, as� que me sent� frente a la computadora para simular que estaba
trabajando en ella si alguien sub�a.



Transcurridos unos cinco minutos ella sali� perfectamente arreglada, con una
cara de satisfacci�n incre�ble. Yo la mir� una vez m�s, admirando su belleza, y
le pregunt�:





- �Y qu� le vamos a decir a los dem�s sobre la computadora? Porque creo que ya
tenemos que bajar. Ha pasado algo de tiempo...





- No te preocupes, nene... Lo tengo todo fr�amente calculado. Diremos que no has
podido detectar el problema y que necesitas venir ma�ana al mediod�a para
arreglarlo. Estaremos solos t� y yo, pues pap� estar� trabajando y Raquel y
Fernanda van a hacerse un chequeo m�dico. Mira que a�n te falta un agujero por
explorar...



Dicho esto me gui�� un ojo, sonri� seductoramente y luego bajamos a la planta
inferior de la casa, donde nos reunimos de nuevo con el resto de la familia,
como si nada hubiese pasado.




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Relato: Cogi�ndome a Jacqueline, la hermana de mi novia
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