Relato: De cena con mi prima





Relato: De cena con mi prima

DE CENA CON MI PRIMA



Me llamo Iv�n, y esto es algo que sucedi� cuando yo ten�a 15
a�os, en mi ciudad natal. Fue en un caluroso verano, y por desgracia, estaba
solo. Mis amigos se hab�an ido a algunos pueblos para divertirse, pero yo no
ten�a donde ir, de modo que pasaba los d�as de paseo por uno y otro lado, y por
desgracia no ten�a amigas en aquella �poca. Fue en uno de esos d�as donde
ocurri�. Decid� pasar por la plaza del ayuntamiento para ir a un parque y
divertirme, cuando o� que me llamaron. Al principio no le di importancia
creyendo que llamaban a otro, hasta que not� una mano en mi espalda. Al girarme,
se trataba de mi prima Marisa, a quien llevaba a�os sin ver.



-Iv�n, �no me o�ste llamarte?.



-Lo siento, cre� que llamaban a otro. �Qu� haces por aqu�?.
T� vives muy lejos.



-Es que estoy de vacaciones y pens� venir aqu�. Adem�s,
necesitaba alejarme de todo por un tiempo. No aguantaba m�s. Mmmmmm-suspir�
llev�ndose la mano al pelo y agit�ndolo a la brisa que soplaba-, que bien se
est� aqu�.



Fue entonces cuando me fije en el vestido que llevaba. Un
vestido de tubo de 1 pieza ce�ido marcando su espectacular cuerpo. La "falda"
que llevaba terminaba un poco m�s arriba de las caderas y le hac�a ense�ar las
piernas del todo, por no mencionar que el vestido resaltaba un perfecto culo
redondeado y los pechos quedaban totalmente de punta y con el pez�n marcando.
Literalmente iba vestida para matar, y fue entonces cuando entend� a los hombres
que pasaban al lado nuestro y volv�an la vista. La verdad que me excit�
terriblemente viendo a mi prima, que por cierto, no dije que de aquella contaba
25 estupendos a�os. Me era imposible mirar hacia otro sitio que no eran aquellos
esplendorosos pechos firmes y duros que imaginaba como caramelos para chupar.
Ella no parec�a haberse percatado y sigui� habl�ndome.



-Ya que te he visto quiero que cenes esta noche conmigo. Mi
habitaci�n del hotel es bastante acogedora y puedes quedarte a dormir si
quieres.



-No puedo. �Qu� dir�n mis padres-dije para no ir, pues me
daba verg�enza estar con ella, porqu� parec�a demasiado para m�-?.



-Yo hablar� con ellos. Les llamar� por tel�fono desde el
hotel. Tambi�n quiero pasar contigo la tarde y saber que ha hecho mi primito en
estos a�os.



Marisa es muchas cosas, y una de ellas es ser persuasiva. Me
convenci� de ir a bar donde nos sentamos en una mesa para tomar algo. Not� como
casi todo el bar se qued� mirando a mi prima, y no era para menos. Pelo casta�o
claro, largo y ondulado, labios sonrosados con una sonrisa dulce y encantadora,
profundos ojos casta�os y un cuerpo que ya quisiera la Claudia Schiffer esa.
Durante toda la tarde estuve con ella y nos lo contamos todo. Incluso lleg� a
contarme que ten�a novio donde viv�a, pero que era tan fogoso y la ten�a tan
larga que a veces le hac�a da�o al penetrarla. Me qued� sorprendido por tanta
franqueza, y no pude evitar sonrojarme. Pens� que seguramente era su forma de
ser con sus amigas y que siendo primos tambi�n podr�a hablar con libertad. Yo le
cont� mis andanzas del colegio y con los amigos, y que por desgracia a�n no
hab�a comenzado a salir con chicas, lo que la extra��.


-Pero bueno, �C�mo alguien tan guapo como tu no ha tenido
novia?.



-Es que me da verg�enza, y adem�s, no se que decirles cuando
me acerco. Y por otro lado�a�n soy virgen-le susurr� son mucho pudor-.



Marisa abri� los ojos de sorpresa y ri� divertida. Luego me
mir� unos segundos con expresi�n extra�a, como si planeara algo. Luego seguimos
paseando y cuando se acercaba el atardecer, le dije de un lugar donde podr�amos
verlo del todo. Ella qued� complicada y me dijo que la guiara. Llegamos a un
prado donde hab�a una vista magn�fica del horizonte. Nos sentamos uno junto a
otro, pero sin querer pude ver sus braguitas debajo de la falda y aquella
visi�n, aquel bultito dentro de aquella prenda volvi� a excitarme. Con muchos
esfuerzos logr� no empalmarme del todo para no escandalizarla. Marisa me dijo
que el sitio era precioso, y que me sentara en su regazo. Separ� un poco sus
piernas y me puse all�, de espaldas a ella, mientras Marisa me abraz� viendo el
atardecer, algo que nunca me hab�a pasado y aquello me hizo feliz, pero no ten�a
idea de lo que pasar�a despu�s. Cuando anocheci� fuimos a su hotel y ten�a raz�n
en que era muy acogedora. Llam� a mis padres para decir donde estaba, luego
llam� al servicio para encargar la cena, y prepar� una peque�a mesa para los dos
en una cena �ntima. La velada promet�a ser �ntima. Lleg� la cena y nos pusimos a
cenar cuando Marisa me pidi� que me sentara a su lado en vez de enfrente de
ella. Lo hice sin vacilar y cenamos muy a gusto. Luego hubo una larga charla,
hasta que su mano cogi� la m�a y sent� algo extra�o, as� que la apart�. Ella
sonri� dulcemente.



-No pasa nada Iv�n. No tengas miedo.



-Pero es que nunca he hecho esto y me da miedo. No quiero que
mi primera vez sea as�-dije cabizbajo-.



Marisa volvi� a sonre�r y me abraz� con mucha ternura. Me
sent� feliz en sus brazos, y cogi�ndome de la mano me llev� al dormitorio. Antes
de que me diese cuenta se hab�a desnudado y estaba frente a m�, totalmente
espectacular, una diosa. Se me acerc� y me desnud�, notando como temblaba de
miedo.



-No te preocupes-me susurr�-. Yo te ense�ar�. Quiero que
aprendas lo que una mujer de verdad. Ahora d�jate llevar. Ven aqu�.



Me sent� junto a ella en el lateral de la cama y llev� mis
manos a sus pechos, que antes solo hab�a podido imaginar. Eran suaves como un
abrigo de piel, y redonditos como bollas de billar. Comenc� a mover mis manos
para acariciarlos y ella comenz� a suspirar, as� que lo estaba haciendo bien.
Con los pulgares jugu� con aquellos sonrosados pezones, haci�ndolos endurecer de
placer. Marisa jadeaba un poco y ladeaba la cabeza. Por alg�n instinto que
desconozco, llev� mi boca a su pez�n derecho y comenc� a lamerlo. Ella se arque�
un poco y me dej� jugar con sus pechos. Me sent�a raro haciendo aquello con mi
prima, y no sab�a si aquello era bueno o malo, ni me importaba. Estaba d�ndole
placer y me encantaba verla as�, parec�a un �ngel. Pas� a lamer el otro pez�n
mientras segu�a acariciando el primero con el pulgar. De repente me detuvo,
diciendo que a�n quedaba m�s. Vio mi sexo duro y se sonri� con mucha malicia. Me
puso de pie mientras ella sigui� sentada, enfrente de m�.



-Esto es algo que a las mujeres nos apasiona. T� solo
disfruta y sigue mis instrucciones. Solo si�ntelo.



No comprend�a a qu� se refer�a, hasta que sus manos se
aferraron a mi sexo y acerc� su boca. Su aliento c�lido junto a mi sexo duro y
alargado(15 cm. de largo) me puso m�s cachondo a�n. Su lengua comenz� a jugar y
la pas� por la punta de mi sexo endurecido. Me hacia algunas cosquillas pero me
encantaba. Iba de un lado a otro, ense��ndome como era aquello. Luego, sin
avisar, se la meti� toda en la boca, sin dejar nada fuera. Era incre�ble lo que
hab�a hecho. Comenz� a mover la cabeza como si le estuviese follando la boca, y
era enloquecedor. Adem�s, cuando iba hacia fuera Marisa hacia tirones con la
lengua como si fuese a arrancarme la vida, lo succionaba todo. Yo no sab�a que
hacer, mas que gemir d placer y retorcerme en todas direcciones. Estaba
plet�rico con la que era la primera felaci�n que me hac�an. Se la sac� de la
boca y mientras me acariciaba los test�culos su lengua recorr�a mi sexo de un
lado a otro, hasta no la sent� m�s. Abr� los ojos y la vi echarse boca arriba en
la boca, sin descorrer las s�banas. Con el dedo y una mirada mal�vola me indic�
que fuese a ella, y obedec� sin dudar. En aquel momento yo ir�a hasta el
Infierno si hubiese hecho falta.



-Ahora te toca a ti compensarme. Quiero que me devores con tu
lengua. Quiero que me hagas gritar de placer.



Se abri� de piernas de par en par y vi, por primera vez, a
toda una mujer ofreci�ndose a m�. Me puse a la altura adecuada y tuve su sexo
frente mi cara, era una visi�n incre�ble. Estaba extasiado y comenc� a pasar mi
lengua por su sexo mojado. Era un sabor raro, pero yo estaba dispuesto a todo.
Iba fren�tico por lamer aquel monte de Venus y no paraba, pero ella se quej�.



-�No-replic� con cierto enfado-!. As� no vale�Tienes que ir
poco a poco, como yo hice contigo. No tengas prisa-dijo m�s calmada al entender
mi inexperiencia-.



Por un momento me acobard� por su reproche, pero luego vi su
mirada. Estaba tan excitada como yo y no pod�a dejarla as�. Antes morir que
dejarla. Met� mi cabeza de nuevo entre sus piernas y re comenc� a lamerla. Esta
vez fui haciendo c�rculos alrededor y metiendo mi lengua un poco dentro de ella.
Est�bamos a punto de reventar. Aprend� tambi�n a usar los dientes para hacer
peque�os mordisquitos que la hicieron gemir de placer, y su espalda se arqueaba
del todo con mis lametones. Finalmente, me hizo parar.



-Vamos vaquero. Monta esta yegua salvaje-me dijo divertida-.



-Te voy a montar hasta que tiemblen las paredes-y nos re�mos
los dos-.



Me desplac� un poco hasta quedar encima de ella, y poco a
poco, ella gui� mi sexo hacia el suyo y entr� con mucha fuerza, hasta el final.
Fue una gran impresi�n, y me gustaba aquello. Comenc� a moverme dentro de ella,
poco a poco, sintiendo como la llenaba de m�. Marisa puso sus piernas alrededor
de m� indicando que no quer�a que me saliera, pero eso era lo �ltimo que har�a
en aquel instante. Comenc� a bombearla, ganando experiencia con cada gesto que
ella hac�a con la cabeza. Se mordisqueaba el labio inferior del placer y sus
manos iban y ven�an de un lado a otro. Me aferr� por la cintura para que me
acercase m�s y me puse encima de ella del todo, penetr�ndola sin parar. Mi
cabeza iba en todas direcciones, y Marisa, con las pocas fuerzas que le
quedaban, me dijo que la mirase a los ojos, que no los cerrara. Con mucho
esfuerzo pude hacerlo y aquello era mejor a�n. Era una aut�ntica maestra, una
diosa del sexo, mi diosa particular. Puse mis manos en su culo y la embat� con
m�s fuerza. Notaba que casi estaba a punto de estallar, y Marisa hizo que nos
cogi�ramos de las manos, uni�ndonos cuando finalmente, tras un �ltimo frenes� de
bombearla, estallamos juntos. Qued� rendido sobre ella, mientras me comenzaban a
salir l�grimas de los ojos. Marisa estaba perpleja al verme llorar.



-No te enga�es-le dije-. Lloro de felicidad. Te adoro
primita. Te adoro.



Marisa me abraz�, sin que me hubiese salido de ella a�n. La
mir�, y su rostro estaba totalmente relajado. Marisa era un �ngel, el m�s bello
de todos. Me susurr� algo al o�do, y aunque me sorprendi� que aun le quedasen
fuerzas, acept�. Me sal� de ella y Marisa se volte�, quedando a cuatro patas
sobre la cama. Me puse detr�s de ella y volv� a penetrarla. Era mejor a�n,
porqu� ten�a sus pechos a mi alcance y los acariciaba con mucho gusto. Volv� a
montarla, mientras Marisa gem�a y gritaba de placer. Mi sexo era un martillo de
fuerza en su cuerpo, y perforaba sus entra�as con un ritmo asesino. Ol� su pelo,
su cuerpo sudoroso por el esfuerzo, toda ella era sexo puro, y se agitaba como
una perra en celo por mis acometidas. Bombe� en su cuerpo hasta que, nuevamente,
estallamos juntos por segunda vez. Ya sin fuerzas descorrimos las s�banas y nos
metimos en la cama, abrazados y agotados. Marisa me bes� en la frente y me
pregunt� si quer�a saber lo que era un beso de verdad, lo que me extra�� despu�s
de la lecci�n magistral que me hab�a dado, a lo que ella dijo: "Un beso de
verdad lo dar�s muy pocas veces, mientras que esto lo har�s m�s veces de las que
imaginas". Le dije que lo quer�a aprender todo, y con su mano izquierda en mi
barbilla, me ense�� a besar y a ser besado, en una lecci�n final tan preciosa
como inolvidable. Luego nos dormimos hasta la ma�ana siguiente de un tir�n,
abrazados como dos enamorados.



Cuando despert� por la ma�ana, escuch� un ruido de ducha y me
acerqu� a ver. Marisa se estaba duchando, y ver aquel cuerpo mojado fue m�s de
lo que pude aguantar. De nuevo me sent� con fuerzas. Marisa descubri� que la
estaba mirando y que me hab�a excitado vi�ndola, as� que me invit� a entrar
dici�ndome. "Las dos �ltimas lecciones, mi alumno y amor. Prep�rate-me dijo
ri�ndose-". "Sacar� sobresaliente-ironic� con una mueca mal�vola-". Con el agua
de la ducha, su cuerpo era totalmente embriagador y me puso totalmente cachondo.
Marisa se arrodill� en la ducha me hizo sentarme al lado de la ba�era. Puso sus
pechos entre mis piernas y mi sexo qued� atrapado entre ellos.


Cuando comenz� a mover sus pechos con mi sexo en medio me
sent� morir de placer. Sus pechos apretaban mi sexo y lo masturbaban. Yo gem�a
sin parar mientras ella los agitaba arriba y abajo sin parar. Abr� los ojos para
ver aquello y la visi�n de aquella maravilla era fenomenal. Avis� de que pronto
me correr�a, pero ella sigui� igual, y cuando me corr�, Marisa acerc� su boca y
se lo trag� todo, sin dejar ni gota.


Me qued� con la boca abierta. "Es que me apetec�a toma leche
rica-brome�-". "A�n me quedan reservas", contest�. Entonces, como anoche, se
puso a cuatro patas, pero esta me vez me dijo que la penetrara por el culo. Cog�
el tel�fono de la ducha para limpiarla por ah� y luego prob� con los dedos para
abrirla un poco. Sus gemidos obraron el milagro y de nuevo me empalm�
totalmente. Acerqu� mi sexo a aquellas firmes nalgas que acarici� y mordisque�
sin parar, y tras hacer incursiones con mis dedos, fui penetr�ndola poco a poco.
Cuando estuve un poco dentro, apur� y fui hasta el fondo, teni�ndola totalmente
penetrada. Mis manos se fueron hacia sus pechos y volvieron a acariciarlos
mientras el agua de la ducha nos mojaba y excitaba m�s.


Comenc� el bombeo en sus nalgas y lo hice sin detenerme, no
pod�a parar. Marisa estaba fuera de s�, se retorc�a como flor de putita entre
mis manos y entre mis piernas. Le met� un dedo en la boca y lo chupaba sin
parar, era incre�ble. Mis acometidas fueron m�s potentes mientras sus nalgas se
abr�an a m�, penetr�ndola con m�s fuerza cada vez. Cuando sinti� que estaba a
punto, me lo dijo y aceler� mis embatidas hasta que le llen� de leche su
precioso culo, gozando a la vez. Di unas �ltimas sacudidas en ella, provocando
un nuevo orgasmo. Al retirarme, me dijo que yo era el primero en darle por el
culo, que ni con su novio lo hab�a permitido. Sonre� y volvimos a besarnos como
anoche. Marisa me dijo que aquello hab�a sido especial y que mientras ella
estuviera en la ciudad podr�amos hacerlo cuando yo quisiera.


Marisa se qued� dos semanas, y en ese tiempo la hice m�a en
innumerables ocasiones y me ense�� todos los placeres del sexo. Cuando se march�
fui a despedirla, y antes de irse, me dio un nuevo beso, puso algo entre mis
manos y las cerr� despu�s. Se fue y abr� las manos: era una medalla grabada que
dec�a "A mi gran amor, M.". Mientras saludaba a mi prima mientras se iba, me
puse la cadena y ya nunca me la quit�. Despu�s de aquello perd� todo miedo a las
mujeres y comenc� a hacer amigas, pero no pasa noche sin que me acuerde de mi
prima, de sus lecciones y cuanto nos amamos aquella primera noche, y las que
siguieron a esa�


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