Puta Profesional

No hay duda que el dinero es el peor de los consejeros,
especialmente aquel conseguido de manera f�cil. No acostumbramos a el demasiado
r�pidamente. Es incre�ble como la vida da vueltas, es impresionante la manera
con que camina tan r�pido� y es alarmante la forma con la que nos dejamos llevar
por ella. No tenemos fuerzas para luchar, para caminar en contra de la
corriente, terminamos prisioneros sin opci�n.

Yo, que siempre fui inocente e ingenua; yo, que siempre
despreci� los vicios y las cosas f�ciles de la vida, sosten�a firmemente que lo
bueno costaba y hab�a que luchar por ello; yo, que siempre me esforc� en ser la
esposa y madre perfecta, la nuera modelo, la hija de la que todo lo padre se
sentir�a orgulloso. Yo, yo, Luc�a Ovalle de Mart�nez, poco a poco fui siendo
degradada a menos que un animal, a no m�s que un objeto con el que se puede
hacer cualquier cosa, a un bonito estuche en donde guardar y frotar un pene
parado. Y todo por ese maldito dinero�

Y lo peor de todo, lo que m�s me dol�a, era que me gustaba,
me excitaba y lo gozaba�

Desde ese d�a en que le alquil� mi cuerpo a Germ�n en la
posada, todo cambi� en mi vida, era como si, de un momento a otro, me hubiese
dado cuenta que todo aquello que yo cre� era sagrado y cierto, lo dejara de ser.
Y aunque hab�a ganado casi 5000 quetzales en ese mes de trabajo de puta, no
sab�a qu� hacer con ellos.

Me explico, yo quer�a ese dinero para ayudar a mi esposo,
pero �c�mo se los iba a justificar? "Fijate mi amor que me los encontr�
tirados", no, casi todas las excusas me parec�an tontas o muy poco cre�bles.
Para poder justificar de donde saqu� ese dinero, necesitaba de un trabajo, uno
en que ganara m�s o menos bien. Yo soy secretaria biling�e, por lo que si puedo
trabajar� el �nico problema es que nunca lo he hecho, por lo menos no en m�s de
10 a�os, me iba a ser dif�cil conseguir uno bueno.

Tom� el peri�dico y me puse a buscar alg�n lugar donde
soliciten una secretaria biling�e, cuando, de pronto, algo llam� mi atenci�n,
era una anuncio peque�o.

Me sorprendi� que un anuncio as� estuviera en un peri�dico
"normal". Bueno, ya me hab�a vuelto puta una vez, �por qu� no otra? Adem�s,
desde que llegu� a Cob�n me puse a buscar un trabajo sin poder hallar nunca uno,
y si gan� 5000 solo por trabar 2 o 3 d�as a la semana con un tipo, seguramente
lograr�a ganar m�s como puta profesional.

Me asust� yo solita de lo que estaba pensando, tan f�cil, tan
sencillo. Y lo peor, sent�a que lo deseaba mucho en mi interior.

Llam� al n�mero que aparec�a, me contest� un caballero
bastante educado que me dio una cita para esa misma tarde.

Casi temblando le respond� que podr�a trabajar en horario de
trabajo normal de lunes a viernes. Felipe era una persona muy inteligente, sab�a
bien que yo era una se�ora de casa desesperada por el dinero, seguramente no era
la primera que atend�a.

Me puse de pi� y me saqu� la ropa, ten�a una ganas horribles
de llorar, pero me aguantaba.

Felipe me pareci� un hombre muy educado y amable, hizo
posible que aquella humillante entrevista no fuese tan traum�tica. Pero bueno,
ese era solo un alivio moment�neo, igual acababa de ser contratada como
prostituta, bajo el falso mote de "dama de compa��a".

Ese d�a era jueves, iba a empezar el lunes siguiente. Me
dijeron que no importaba si no ten�a ropa, la empresa me la proporcionaba
mientras yo la pod�a ir comprando. En la casa dije que hab�a conseguido un
puesto de secretaria, de 9 a 5 de la tarde, pero con probabilidades de tener que
hacer horas extras. Mis suegros y Arturo me celebraron, dici�ndome que me hab�a
preocupado en vano, que ya todo iba a mejorar mucho. Si, claro�

Ese lunes me present� puntual con ropa de trabajo, de trabajo
normal, aclaro. El lugar era impresionante, no parec�a un prost�bulo. Era en un
terreno en las afueras de la ciudad, con valla perimetral. La casa era grande y
amplia, de aspecto r�stico pero muy elegante. Estaba llena de mujeres y
se�oritas, que me ve�an de p�es a cabezas en cuanto entr�. Me sent�a mal, casi
todas ellas eran m�s j�venes que yo, algunas no tendr�an m�s de 18.

Una se�orita me llev� hasta una habitaci�n, all� me dio
lencer�a sensual y un traje negro sastre, bastante elegante.

Justo en ese momento entr� Felipe.

Me llevaron la ropa para la ocasi�n, que era la que ya dije.
Un traje sastre gris oscuro, bastante sobrio. La falda me llegaba hasta medio
muslo y se ce��a bien a mis caderas y gl�teos; arriba, tan solo llevaba puesta
la chaqueta, dibujando un escote de dejaba adivinar que no llevaba nada debajo,
tan solo un baby doll negro de encaje, una lencer�a muy fina y hermosa.

Luego de darme las instrucciones de rigor, sal� en un carro,
con un chofer que me llevar�a al lugar. Y all� inici� todo�

Se trataba de un hombre de unos 45 o 50 a�os, alto y robusto,
de piel blanca y cabello casta�o, ralo por el paso de los a�os. No me agrad�, su
trato para mi era pesado y algo grosero, era obvio que no me consideraba m�s que
como una mercanc�a, una cosa que lo tiene que satisfacer.

Se la mam� como por 10 minuto, hasta que sent�, casi sin
previo aviso, como sal�a su semen y me inundaba la boca. A esas alturas conoc�a
perfectamente el sabor del semen y hab�a aprendido a degustarlo como si fuera un
manjar. Y aunque trataba de trag�rmelo no pod�a, era demasiada leche.

Acto seguido me levant� y comenz� a acariciarme y estrujarme
los pechos y nalgas, dici�ndome lo rica que estaba, que no era m�s que una gran
perra en celo. Me quit� el vestido y me tir� sobre una cama. Yo estaba que me
quemaba en un fuego interno incontrolable. Y m�s cuando ese hombre corri� el
diminuta hilillo del baby doll a un lado y me clav� de un s�lo golpe, despu�s de
ponerse un cond�n, claro.

Su pene era normal, suficientemente largo y grueso, y cuando
me lo met�a, pod�a sentir cada cent�metro abri�ndose paso dentro de mi,
movi�ndose despacio al principio, pero luego r�pido y duro. El dolor no fue tan
intenso como pens�, pero tambi�n ayud� el placer que sent�, me dio tan fuerte
que termin� rendida en el piso toda desmadejada.

Luego se acerc� a mi desde atr�s, me levant� de las axilas y
me volvi� a tirar sobre la cama, esta vez boca abajo. Sent� la punta de su
garrote rozar mi culo y un toque de electricidad recorri� mi cuerpo. Aterrada lo
empuj� y trat� de irme corriendo de all�, pero el me atrap� y me empez� a
abofetear. Yo le suplicaba que no, que de seguro me iba a destrozar por all�,
que tuviera piedad de mi. Pero el no me oy�, y solo me volvi� a abofetear,
tir�ndome sobre la cama. �Qu� est�pida fui!, por eso, el chofer que me llevaba
lo hubiera machacado a golpes.

Meti� sus manos debajo de mi vientre, par� mi colita, me
meti� un par de dedos entre el culo y, poco a poco, fui llenada por ese trozo de
carne en medio de un dolor desgarrador. Sin embargo, pronto, ese dolor empez� a
volverse placer.

Ese desgraciado termin� mientras me enculaba, me dej� tirada
en el suelo, un terrible dolor invad�a mis cavidades, y una humillaci�n horrible
me envolv�a por completo. �C�mo me habr� visto all�, tirada a los pies de esa
cama? Seguramente como una puta esquinera, sudada y decadente.

Sal� de all� apenas caminando, con la paga entre mi bolsa, me
sub� al carro y me fui de all�, de regreso a "la empresa", que de paso se
llamaba "La Casa de los Sue�os". As� empez� mi vida como puta profesional, una
vida que se me har�a demasiado larga, demasiado pesada.

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Garganta de Cuero