Relato: Ahh, lujuria! (IV: El otro final) Lo voy a decir de una aunque resulte chocante: lo hice con
mam�. Se la chup�, me la chup�, ambas bebimos mutuamente de las dos, la concha
de mam� en mi boca, mi concha en la boca de mam�. Locura ?. Luego e incluyendo a
Alberto en la conversaci�n analizamos c�mo fue, qu� nos pas� que fuimos capaces
de llegar a semejante extremo.
Veamos: al principio lo atribu�mos a la habilidad de Tali
para conducirnos, pero �l lo neg� rotundamente; nos dijo clara y sinceramente
que �l jam�s hab�a ni imaginado ni pensado que algo as� pod�a ocurrir. Lo
atribu�mos a calentura, simple pero eficaz recurso. Sin embargo, mam� asegur�
que no fue eso, que jam�s dese� hacerlo con otra mujer. De mi parte tampoco
alcanzaba a encontrar explicaci�n v�lida; es cierto que lo hab�a hecho alguna
vez con mujeres y que tambi�n ello me daba placer, pero jam�s pens� ni imagin�
ni en mis m�s altos vuelos que podr�a llegar a ser amante de mi propia madre.
Porque para m�, el sendero del amor y de los afectos en la sangre discurre por
caminos que no se tocan ni son paralelos a los caminos del contacto amoroso.
Finalmente, todos alcanzamos a convenir en una sola
explicaci�n, en una sola palabra: luxury, lujuria en el estado m�s puro. Fue la
�nica raz�n o explicaci�n que pudimos encontrar.
� Quieren ver la pel�cula, la que captaron mis sentidos y se
guard� en mi alma ? Retomen el hilo donde lo dej� en el cap�tulo anterior.
Los tres quedamos f�sica y mentalmente agotados. Sudados, los
cabellos enmadejados, las manos pegajosas. Pens� para m�: necesito un largo,
largo ba�o. Me levant�, busqu� una esponja h�meda en la cocina y ese l�quido
repara alfombras, volv� y reacondicion� como pude el lugar, mientras los nuevos
amantes hac�an comentarios graciosos sobre el tema. Me voy a hidratar, vienen ?
pregunt�, tomando direcci�n hacia el ba�o.
En este punto se me ocurre que puede ser �til una peque�a
digresi�n sobre arquitectura. Nuestro departamento es de los antiguos,
modernizado pero con habitaciones espaciosas; dos a�os atr�s hicimos con Esteban
una peque�a reforma y la habitaci�n inmediatamente contigua a la nuestra la
subdividimos: una parte es ahora vestidor y guardarropa y la otra parte ampli�
el ba�o, donde colocamos una de esas ba�eras circulares gigantes, con ese
sistema de aires � c�mo se llama? Hidro masaje o algo as�. Hacia all� fuimos.
Vaci� mi vejiga primero y luego me dej� envolver por una
reconfortante ducha de aguas c�lidas. Tras de m� y haciendo el mismo circuito se
acercaron primero Alberto y luego mam�. Cada uno con su jab�n crema en la mano,
Tali fue el primero en empezar pidi�ndole a mam� que le frotara el jab�n en sus
espaldas y a m� que lo hiciera en su frente. Lo fuimos haciendo, lentamente,
disfrutando, descendiendo. Por debajo de su cintura, enjabon� el miembro y
tambi�n sus test�culos, deslizando mi mano por entre sus piernas.
Me d� cuenta que mam� le enjabonaba las nalgas y que tambi�n
lo recorr�a cuando mis dedos se tocaron con los de ella, por entre las piernas
de nuestro amante. Nos arrodillamos casi al mismo tiempo y frotamos sus muslos,
una por delante, la otra por detr�s, mezcl�ndonos a la hora de acariciar sus
interiores; �l se dio la vuelta, dejando su miembro frente al rostro de mam�,
tal como antes lo hab�a tenido frente al m�o. Comenzamos a ascender y le
prodigu� mil caricias en su trasero, mientras mam� gozaba del placer de sostener
los cojones en sus manos. Me estaba excitando nuevamente, pero el f�sico, mis
fuerzas estaban extenuadas y lo sab�a, as� como tambi�n sab�a que Alberto
tampoco daba para m�s ya que su pene permanec�a sosegado.
Completamos la tarea y qued� yo al medio. La misma operaci�n.
Mam� acarici� mis nalgas y mi hendedura mientras Tali enjabonaba mi raja y luego
siguieron abajo. Tali me bes� all�, un beso peque�o pero electrizante; me d�
vuelta y Tali abri� mis nalguillas hurgando con sus dedos sin penetrarme. Mam�
frot� mi vagina con su mano dos, tres veces y luego se incorpor�. Cosa extra�a
no me turb�, porque todo se desenvolv�a en un clima suave, natural: s�lo
est�bamos reconfort�ndonos con el agua tibia que recorr�a y con las manos que se
deslizaban acompa�ando el fluir del agua.
Nuevo cambio y le toc� a mam�. Me dio un peque�isimo
escalofr�o acariciar sus nalgas y otro al darse la vuelta y permitir que mi mano
se colara entre sus piernas; casi como en ese momento afloj� un poco las
rodillas haciendo que su entrepierna fuera m�s accesible y, por entre los
muslos, vi que las manos de Tali tambi�n la estimulaban como antes lo hab�a
hecho conmigo, tocando el arillo sin penetrar, y luego mis dedos se cruzaron con
los de �l, que buscaban la entrada de la vagina. Me ergu� y acarici� con el
jab�n sus senos (que hermosas tetas, pens�, pero no lo dije) y los envolv� y se
los dej� envolver. Chicos, no sigan, por favor, susurr�. No seguimos. Nos
enguajamos y jugamos con el agua, reparti�ndonos salpicaduras y dejando el ba�o
hecho un verdadero desastre. Tomamos toallones, nos envolvimos y volvimos al
dormitorio a terminar de secarnos; me dej� caer en la cama, agotada pero feliz.
Mam� trajo t� y bocadillos para todos: est�bamos hambrientos.
Luego, nos volvimos a tender en la cama, mam� y yo, conversando, mientras que
Alberto se sent� en el silloncito del dormitorio, observ�ndonos y escuchando
nuestra conversaci�n. Yo quer�a saber si ella realmente se sent�a feliz por el
paso que hab�a dado y, mientras la acosaba con preguntas le acariciaba
fraternalmente una de sus manos. Recordamos que Alberto estaba con nosotras
cuando se incorpor� del sill�n viniendo hacia nosotras, exhibiendo otra
erecci�n; obviamente, se la hab�a meneado hasta dejarla casi lista mientras que
nosotras, concentradas en nosotras mismas, no le hab�amos prestado atenci�n.
Bromeamos: � todav�a te queda algo ?, pregunt�. Unas gotitas
para el �ltimo, contest�, al mismo tiempo que lleg� con su herramienta en mano y
presion� sobre los labios de la boca de mam�. La veterana piola en que se hab�a
convertido mi se�ora madre abri� los labios y le envolvi� el glande, para
inmediatamente dejarlo libre, provoc�ndolo. Gir�, puso su vara en direcci�n a m�
y copi� a mam�. El juego se extendi� algunos minutos, los tres cada vez m�s
cachondos, las dos intentando comerlo cada vez con m�s avidez.
Poco a poco el fue descendiendo y en un momento �l acarici�
con el extremo de su miembro un pez�n de mam� y yo, al tratar de alcanzarlo,
sorb� de ambos; y lo volv� a hacer. Y..., y...., mi mano baj� y busqu� en mi
misma mientras que una mano de mam� me tomaba por la nuca y el pez�n de mam� se
irgui� y el seno de mam� fue m�s importante que el miembro de mi amante y... me
sal� de cauce.
Sorb� un seno, luego sorb� del otro, volv� a mi infancia,
busqu� con mi mano su sexo, me tumb� sobre ella, sellamos nuestros labios,
descend�, busqu� su sexo con mi boca, sorb� de su sexo, la penetr�, la bes�, le
aferr� las piernas, me aferr� la cabeza, me aprision�, me liber�, volv� a
ascender, me dio vuelta brusca, vehementemente, se abalanz� sobre mis senos y me
hundi� su mano en mi entrepierna, la moj�, la subi� y la puso en mi boca, me
beb� a mi misma de su mano, algo m�s salpic� mi cara y m�s abajo, mi cuello,
ella lami� el semen que nos regalaba nuestro amante y pos� su boca en mi boca,
la incorpor� con violencia, nos abrazamos, nos invertimos, mi boca en su concha,
mi lengua y mis dedos haci�ndola m�a, su boca en mi concha, su lengua y sus
dedos tomando posesi�n de m�, ella arriba, yo abajo, abiertas, yo arriba, ella
abajo, abiertas, en mi desesperaci�n volv� a girar, me arrodill� sobre ella, de
frente, mi concha sobre su boca: la cog�, me la cog� a mi propia madre, le d�
todo lo que ten�a y m�s, quer�a seguir d�ndole m�s aunque no tuviera, me empuj�,
ca�, subi� sobre m�, frente a m� y ella me cogi� y me cogi�, su concha golpeando
con frenes� en mi cara, me dio, me entreg� lo que ten�a y lo que no ten�a
tambi�n hasta que yo misma, en un �ltimo resabio de fuerzas, empuj� y logr� que
se desplomara a mi lado, exhaustas las dos.
S�lo largo rato despu�s volv� a tierra. Agotada, entreabr�
los ojos para encontrarme con la expresi�n de asombro absoluto dibujada en el
rostro de Alberto que hab�a vuelto hacia atr�s, a recostarse en el sill�n.
Ahora s� tiene sentido la palabra, pens�, en voz alta. Con
este final imprevisible e insospechado, tiene sentido.
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Relato: Ahh, lujuria! (IV: El otro final)
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