L A S U B S T I T U T A
Fue el viernes pasado al llegar del trabajo, que encontr� un
mensaje de mi amiga Mariana en el contestador. Sab�a que iba a estar en casa,
as� que la llam� para ver qu� necesitaba. Luego de ponernos al d�a con nuestras
cuestiones me cont� el motivo de su llamado. Hab�a pedido el s�bado libre en su
trabajo para ir al casamiento de su hermana, en su Mendoza natal y necesitaba
alguien que tomara su lugar por ese d�a. Ella hab�a estado trabajando desde hace
varios a�os como mucama, en la casa de un muchacho soltero del barrio de
Palermo. El accedi� a su pedido, pero la �nica condici�n era que alguien de
absoluta confianza de Mariana deb�a reemplazarla.
Yo ten�a la idea de tomarme un buen descanso despu�s de la
semana que pas�, pero como ella es una amiga de fierro y hac�a tiempo que no nos
ve�amos, acept�. Me dio el tel�fono de su patr�n y lo llam� para darme a conocer
y ponerme al tanto de las tareas y dem�s. Esteban, que ese era el nombre del
due�o de casa, me dio todos los detalles. Al d�a siguiente me present� a las
nueve de la ma�ana como hab�a sido pactado, vistiendo de manera informal pero
elegante, y fui recibida por el mismo Esteban.
Era alto, de unos veintitr�s a�os, pelo casta�o y unos ojos
marrones que escond�an algo m�s, lo que contradec�a su mirada inocente. De
l�neas definidas y cuerpo bien formado, recorri� mi cuerpo de arriba abajo
detenidamente, sin perder detalle o pensar en lo evidente que fue al fijar sus
ojos en mis tetas.
Al entrar me indic� donde Mariana guardaba su uniforme de
trabajo, (la pollera y camisa negras con el delantal blanco) y termin� de
detallarme las tareas a realizar, subi� a su habitaci�n.
Entr� al ba�o para cambiarme. Toda mucama, pens�, usa como
parte del uniforme medias negras, y como ese d�a yo era mucama no quise ser la
excepci�n, por lo que al desvestirme dej� al descubierto mi hermoso portaligas
negro con sus correspondientes medias negras, brillantes y muy sexy que me
hab�an regalado aquella vez, en el negocio de lencer�a. Una tanga muy finita se
ajustaba entre mis nalgas mientras mi corpi�o negro apenas sosten�a mis grandes
pechugas, que asomaban por encima. De alguna manera supe que me miraban, y por
un momento me qued� inm�vil, como si quisiera ser m�s observada, porque me
gustaba. Era la misma sensaci�n que tuve en la puerta de calle. Termin� de
cambiarme y sal� a empezar el trabajo. Esteban hab�a bajado al living, donde se
supon�a que yo empezaba. Sus miradas, ahora m�s obvias e insistentes que antes
me recorr�an las piernas sigui�ndome a todos lados, as� que pens� en darle algo
todav�a mejor antes de que subiera de nuevo.
Esteban: - Perdoname, �podr�as subirme un caf� a mi cuarto?
Yo: - Seguro, �c�mo lo quer�s?
Esteban: Solo, con dos de az�car.
Yo: - Enseguida te lo llevo.
Por un momento me puse detr�s de �l para limpiar, y al no
poder verme aprovech� para desabrocharme los dos primeros botones de la camisa,
dejando un poco del corpi�o y casi la mitad de mis robustos y apretados pechos a
la vista. Volv� donde lo hab�a dejado con una excusa.
Yo: - �Me dijiste dos o tres de az�car?
Esteban: - Eehhh, dos..., dos de az�car.
Yo: - �Algo m�s? �Un poquito de leche?
Esteban: - Nnn... no, creo que as� est� bien. Gracias.
Yo: - Bueno, ahora subo �s�?
Esteban: - Dale, te espero...
No paraba de mirarme las tetas tan abiertamente y con tantas
ganas que ya las sent�a totalmente devoradas, y esa pregunta lo hizo estallar de
calentura. Su mirada iba de mis gomas a mis ojos, como si fuera a apretar mis
pechos sobre su caf� para la leche, hasta que al final subi�.
No necesitaba verlo para saber que estaba s�per excitado y su
marcado bulto debajo del pantal�n as� lo aseguraba.
En cuanto desapareci� de mi vista le di unos minutos, al
tiempo que yo iba al ba�o sac�ndome la camisa, ya preparada para someterme a su
pija.
Dej� el uniforme, la bombacha y el corpi�o en el ba�o y s�lo
me qued� en portaligas, viendo que mis medias estuvieran bien abrochadas. De mi
bolso saqu� mis sandalias negras de taco aguja y una vez que me las puse sub� a
la habitaci�n de Esteban, que hab�a dejado la puerta abierta.
Yo: - Hola beb�... �te gustan?
Esteban: - Est�s b�rbara, no puedo creer lo grandes que son
esas tetas.
Me muero por romperte el culo.
Yo: - Haceme lo que quieras, porque yo tambi�n me muero por
tu berga.
Esteban: No te preocupes, la vas a sentir por todos lados.
Ahora quiero
ver como te la comes.
Yo: - Si, patr�n.
Al entrar vi como se le paraba r�pidamente debajo del
diminuto slip, esper�ndome recostado en su cama de dos plazas. Luego de subir a
la cama me sent� arriba de su entrepierna, que apretada con la m�a comenzaba a
fregarse en ella totalmente excitada. Me fui hacia atr�s sac�ndole lentamente el
slip mojado por mis jugos para descubrir su gran bulto. La berga era realmente
enorme; gruesa y larga y con una cabeza ancha y muy colorada, hecha una piedra
de una punta a la otra. Sus grandes huevos, tambi�n colorados y gordos, ca�an
por su peso seguramente bien llenos de semen. El �rgano era en conjunto una
tentaci�n terrible para mis agujeros ansiosos de un hombre, pero tambi�n pens�
que semejante tama�o me dar�a algunos problemitas.
Enseguida lo agarr� por la base y lentamente fui chup�ndole
la cabeza, corriendo le la piel hasta descubrirla toda; luego le pasaba la
lengua cubri�ndola con los labios, hasta que no resist� la tentaci�n y me la
tragu� toda hasta la garganta, sin parar hasta rozar sus huevos con los labios.
Semejante falo duro casi me hace ahogar, pero era una delicia y no pod�a parar
de hacerlo. De vuelta lo acarici� con los labios, lentamente para atr�s hasta
llegar otra vez a la cabeza y volver a comerla toda de nuevo, disfrutando cada
cent�metro de esa espectacular tranca. Ante la excitaci�n de Esteban empec� a
chupar un poco m�s r�pido y adentro, sac�ndomela de vez en cuando para lamer
esos gordos huevos; me pasaba su berga por la cara suavemente del gusto, para
met�rmela en la boca otra vez y seguir mam�ndosela. Estaba dur�sima, y me
gustaba tanto que mientras le chupaba ese grueso tronco tambi�n mord�a la
cabeza.
Segu� comi�ndomela sin parar durante un buen rato, hasta que
Esteban prefiri� parar para no acabarme todav�a.
Me sub� sobre �l otra vez para sentarme sobre esa gran pija,
ansiosa por sentirla dentro de m�. Pens� en hacerlo de frente a �l, pero me dijo
que quer�a que me acostar boca arriba sobre �l. Como su mucamita obediente que
era, me iba sentando de espaldas a �l, agarrando su tranca hasta sentir la
cabeza en mi ano. Mientras bajaba con las caderas sent�a como me abr�a la colita
por la fuerza y largu� unos gemiditos. S�lo hab�a entrado la puntita de la
cabeza cuando empezaron las puntadas y casi no me animaba a seguir, hasta que
Esteban me agarr� de la cintura y me hizo bajar de un tir�n. Su tremenda cabeza
tard� unos segundos en abrirme el esf�nter y lo hizo con dolor suficiente para
que grite, hasta que una vez con la cabeza adentro todo el tronco se desliz�
hasta golpearme el ano con los huevos y atorarme la cabezota en lo m�s profundo
del culo. Me hab�a empalado de una manera brutal haci�ndome sentir el culo como
un guante, a punto de romperse. Con todo el culo lleno y dilatado hasta el dolor
me abr� de piernas y me recost� sobre el pecho de Esteban, como me pidi�. Me
agarr� de las pechugas levant�ndomelas para arriba mientras me mord�a el cuello
y la oreja, y mientras yo disfrutaba y me olvidaba de los dolores, empez� a
cogerme. Iba despacio y de a poco, acostumbrando mi culo a tanto estiramiento,
para luego bombear m�s r�pido y fuerte, volvi�ndome loca. Gem�a mordi�ndome el
labio inferior de gusto, agarr�ndome con fuerza de la s�bana mientras Esteban no
paraba de hacer entrar y salir su tranca de mi colita, ya un poco enrojecida.
Disfrutaba a lo loco de mi cuerpo manoseando mis robustos pechos, pellizc�ndome
los pezones que ya ten�a parados del placer que me provocaba su gran pito.
Bombeaba y bombeaba sin parar, tan r�pido que a veces se le sal�a por completo,
pero enseguida yo se la ubicaba en mi ano y �l la mandaba para adentro de un
empuj�n, llegando a apretar mi fondo ahora sin esfuerzo ni dolor. Yo ya estaba
gritando de calentura entre gemidos mientras Esteban me culeaba como nunca,
meti�ndome un par de dedos en la boca, que yo chupaba ansiosa de tener su berga
en mi lengua otra vez. Estuvimos as� unos minutos m�s hasta que cambiamos de
posici�n; me acost� en la cama boca arriba y levant� las dos piernas hasta
llevar mis rodillas al pecho, dejando mi negro agujero a escasos cent�metros de
su tranca, dura y lista para entrarme de nuevo. Arrodillado frente a m� avanz�
hasta agarrarme de las piernas a la altura de mis ligas, y una vez que las puse
sobre sus hombros me penetr� otra vez. Me la hacia sentir entera en cada
entrada, bombeando r�pido y sin pausa, agrand�ndome el agujero cada vez m�s al
tiempo que yo ard�a de deseo con cada empuj�n de esa enorme berga.
Ya no daba m�s por la espectacular cogida que me estaban
dando, a tal punto que gritaba sin parar mientras me apretaba las tetas de
gusto. Pasaron cerca de diez minutos de cogerme as� hasta que Esteban me la sac�
del todo, y subi�ndose encima de mi pecho le frot� la pija apret�ndola entre mis
gordas tetas para hacerlo acabar. El mov�a la berga sin parar mientras yo sub�a
y bajaba mis tetas hasta que de repente avanz� hacia mi un poco m�s y gritando
me meti� toda la berga en la boca. Con mi frente tocando su vientre y sus huevos
apretados contra mi barbilla, me la hizo tragar por la fuerza hasta la garganta
para luego agarrarme de la cabeza con ambas manos y bombearme en la boca lo poco
que le falt� para acabar dentro de ella. Gritaba mientras varias gotas de leche
caliente bajaban por mi garganta oblig�ndome a tragarlas mientras que la mayor�a
de ellas me llenaban la boca mezcl�ndose con mi saliva.
Esteban segu�a acab�ndome y yo con la boca llena tragaba sin
parar la mayor parte de su leche, aquella que no se me ca�a por las comisuras de
los labios o por el movimiento de su berga dentro de mi boca. Para cuando
termin� de acabar me la sac� de la garganta, tras lo que me hizo ahogar un poco
por un resto de leche que regurgit� con un poco de tos.
Con los labios y la barbilla manchadas de semen, todav�a
segu�a calent�sima y con mas deseo de coger, por lo que me puse en cuatro patas
frente a la cabecera de la cama, apoyando la cabeza en la almohada y levantando
las caderas, preparada para otra empalada brutal y m�s dura que la anterior.
Ahora quer�a sentir el largo y el ancho de esa enorme pija a�n m�s
profundamente, y la cara de Esteban revelaba que sus huevos ten�an mucho m�s
para m� y que �l estaba dispuesto a dejarme satisfecha.
Masturb�ndose un poco se ubic� por encima de m� para montarme
y descubriendo su colorada y ancha cabeza la apret� sobre mi esf�nter hasta
forzarlo a abrirse y clavarme el resto de su tranca bien hasta el fondo. Una vez
que hubo tocado mis nalgas con su vientre, se�al de que me la hab�a metido hasta
los huevos, empez� a entrarme un poco m�s para luego darme un fuerte y seco
empuj�n que me dej� boquiabierta de gusto. Sin poder ocultar una gran sonrisa le
rogu� que lo repitiera y, mejor que eso, empez� a bombearme de esa manera. Su
pija se mov�a r�pido recorriendo mi culo de principio a fin, apretando mi fondo
en cada entrada y dilat�ndome el culo a m�s no poder mientras yo gritaba
hist�rica del ardor que me provocaba. Gozaba con los ojos cerrados de esa
tremenda berga que estaba rompi�ndome el culo de una manera incre�ble entre
gritos y s�plicas por m�s duro y m�s fuerte. A pesar de estar cogi�ndome ya un
poco fuerte, Esteban me agarr� de las tetas y empez� a culearme de una manera
tan furiosa que pens� que me iba a desfondar. Lo escuchaba gemir y gozar de mi
colita mientras sus huevos me golpeaban el ano violentamente a causa de tan duro
bombeo, haci�ndome gritar como una marrana de la euforia. En ocasiones jugaba a
vencer la resistencia de mi esf�nter, sac�ndomela del todo para volver meterme
s�lo la cabeza una y otra vez, hasta que cuando al fin mi ano dejaba de cerrarse
la met�a del todo otra vez para seguir cogiendome sin piedad.
Mientras la cama se sacud�a por las violentas envestidas de
Esteban, sent�a mis gomas terriblemente hinchadas y a punto de estallar, y mis
pezones muy erectos casi me dol�an del ardor. Empec� a dar gemidos largos por el
enorme placer que se expand�a desde mi ano hacia todo el cuerpo y cuando al fin
lleg� a mis gigantescos pechos, apretados por sus manos, lo sent� en los pezones
al tiempo que Esteban me reventaba el culo en un impresionante orgasmo anal como
jam�s tuve.
Gritaba y disfrutaba como una puerca mientras esa descomunal
berga no paraba de entrar y salir de m� y me llenaba de placer de pies a cabeza,
hasta dejarme muerta de cansancio despu�s de los varios minutos que dur�.
Sent�a como crec�a dentro de mi con cada empuj�n, haciendo el
bombeo m�s lento por el gran tama�o que ten�a y por la gran tensi�n de mi
esf�nter, casi a punto de romperse.
Haciendo m�s fuerza me la dio por el culo sin parar y al cabo
de quince minutos de destrozarlo, la sac� casi hasta la cabeza para darme un
�ltimo empuj�n y clav�rmela lo m�s adentro que pudo. Mientras gritaba y me
apretaba las nalgas con las manos, empec� a sentir un gran chorro de leche
espesa y caliente que me mojaba el fondo y flu�a por mi culo hacia el interior;
s�lo unas pocas gotas sal�an de mi ano, todo el resto era tragado por mi colita.
Ten�a el culo completamente tapado y ocupado por la berga de Esteban, tan gruesa
que mi ano no pod�a cerrarse y que ahora estaba totalmente abierto y recibiendo
su abundante semen a raudales. Su orgasmo tambi�n dur� varios minutos durante
los cuales no par� de acabarme adentro mientras bombeaba, haci�ndome sentir el
ruido del semen en mi culo con sus empujones cada vez m�s fuertes. Trat� de
cerrar mi esf�nter, pero Esteban la ten�a terriblemente dura y demasiado atorada
en mi como para lograrlo, por lo que al llenarme el culo de leche, lo que �l
acababa rebalsaba hacia afuera.
Se excit� tanto al ver como mi colita vomitaba su semen que
me la sigui� un poco m�s y luego me la sac� del todo, quedando exhaustos los
dos. El estaba cansad�simo y yo ten�a la sonrisa de satisfacci�n m�s grande del
mundo, tan contenta que se la chup� un poco m�s antes de vestirnos. Al
levantarme de la cama sent� como de mi enrojecido y todav�a abierto culo
comenzaban a caer chorritos de leche. Volv� a la cama y al ponerme de costado
Esteban me met�a los dedos para luego ver salir chorros un poco m�s grandes de
leche. Al fin, luego de sacarme las medias fuimos a ducharnos y despu�s de
volver a mis deberes de sirvienta por un d�a termin� mi jornada y volv� a casa,
s�lo con ganas de descansar.
En la semana me llam� Mariana, cont�ndome lo contento que
estaba su patr�n y que contaba conmigo para cualquier otro reemplazo. Yo le dije
que no dudara en llamarme, que estaba a sus �rdenes. Al fin y a al cabo, �para
que est�n las amigas?