Relato: Marisa





Relato: Marisa

Marisa



Me estoy desnudando, prepar�ndome para tomar un ba�o. La
verdad es que estoy bastante excitada, hace casi cuatro meses que no he hecho el
amor y esta noche espero no solo hacerlo otra vez, pero hacerlo con total
abandono y frenes�, emborracharme con sentimientos y sensaciones. Hace cuatro
meses me promet� a mi misma que nunca volver�a a hacer el amor. Nunca... es
mucho tiempo y la invitaci�n que recib� esta ma�ana es demasiado tentadora.
Mientras me desnudo me miro en el espejo; no esta mal la imagen que me devuelve.
Una mujer de unos veintis�is a�os, pelo casta�o claro hasta los hombros, ojos
azul claro, facciones dulces, la cara un poco regordeta, boca con labios
sensuales. Mas bien bajita, un poco llenita, digamos que estoy mas cerca de un
cuadro de Rubens que de una anor�xica modelo en una pasarela de alta costura en
Par�s. Los pechos plenos, generosos, de buen tama�o, erguidos y desafiantes con
grandes y oscuras areolas y prominentes pezones. Caderas y trasero bien
marcados, los cachetes s�lidos, de carnes duras y prietas. El sexo cubierto por
denso vello negro. El espejo no ense�a mis piernas, son mas cortas de lo que me
gustar�a que fuesen, pero� �mas de un tipo se ha vuelto loco con mis tentadores
y acogedores muslos!


Pruebo el agua de la ba�era con mi mano �bien caliente! eso
es bueno, espero que me relaje, porque despu�s de cuatro meses de abstinencia
estoy bien excitada pensando en lo que va a pasar en un par de horas. Me meto en
el agua, yazgo en la ba�era y, mientras mi cuerpo se relaja, los recuerdos de
aquella noche horrorosa, hace cuatro meses, invaden mi mente. �Que horrible
noche! Hubo momentos aquella noche cuando pensaba que me iba a morir y momentos
cuando� desee morir. Trato de apartar el terror que me invade de mi mente, trato
de pensar en otras cosas, pero la pesadilla hecha realidad se apodera de mis
pensamientos y no puedo rechazarla. Cierro los ojos y, como si mis p�rpados
fueran una pantalla, veo en ellos la pel�cula de aquella noche terrible.


Aquella noche de pesadilla hab�a salido con Javier, un tipo
de unos cuarenta a�os, bien conectado con los militares, rico, arrogante,
ostentoso, pero guapo, alto, fuerte, vicioso que lo hacia muy bien en la cama.
Hab�a salido con �l ya varias veces, nos hab�amos acostado juntos casi todas
ellas. No escatimaba el dinero cuando sal�a conmigo, restaurantes caros,
espect�culos caros, el mejor champagne franc�s y como semental� no pod�a haber
ninguna queja: usaba su lengua y su bien desarrollada verga con gran destreza
�nunca me dejo insatisfecha! �l me haba dicho que esa noche seria especial �vaya
si lo fue!


Como siempre Javier vest�a de forma impecable, traje azul
oscuro, obviamente hecho a la medida, no se si en Mil�n o en Londres. Blanca
camisa y azul corbata de la mejor seda italiana; finos zapatos de ante azul
�espa�oles? Reloj, gemelos y anillo de oro. Me recogi� en su ostentoso deportivo
rojo de dos plazas (deber�a estar prohibido que galanes maduros y ricos
deslumbren a las chicas de clase media con carisimos coches deportivos), me
llev� a la teatro y despu�s al club mas caro y exclusivo de la ciudad. All�
bebimos el mejor champagne rodeados de generales, coroneles y alg�n banquero que
exhib�an sus nuevas, enjoyadas y opulentas minas como quien exhibe un cuadro o
un caballo reci�n comprado. Javier conoc�a a muchos de aquellos individuos, a
unos los saludaba con un leve gesto de cabeza a otros se acercaba a ofrecer sus
respetos. Me presentaba con gran elegancia a aquellos a los que rend�a
pleites�a, un leve gesto con la mano se�al�ndome a mi y:




Perm�tame mi general, Marisa� una prometedora y brillante
psicolog�a.




Me encanto que me presentara as�. Yo no era una puta, una
mina cualquiera como las otras �yo era una psic�loga! �Que tipo Javier! Se
desenvolv�a con una elegancia innata y me deslumbraba con la mayor suavidad y
naturalidad del mundo. Durante todo el tiempo Javier manej� la conversaci�n como
un maestro, bromas, preguntas, comentarios, halagos, ligeras insinuaciones
sexuales� Sabia como hacerme sentir inteligente, cultivada, bella y sobre
todo... deseada. �Que b�rbaro! Me manej� como el mejor solista del mundo maneja
su Stradivarius. Aquello fue una verdadera exhibici�n de como seducir,
conquistar y rendir a una mujer. Con magnifico sentido del momento perfecto,
cuando me tenia rendida, ardiendo de deseo, temblando de anticipaci�n y
dispuesta a hacer el amor como y donde �l me dijese, en medio del bar, en medio
de la calle, donde el quisiera, me cogi� por la cintura y fuimos a su piso.


Nada mas entrar, yo no me pude contener y cogiendo su cara
con ambas manos la atraje hacia mi e introduciendo mi lengua en su boca le di un
profundo beso con ansiedad, con deseo, con lujuria. �l devolvi� mi beso mientras
sus fuertes manos estrujaban mi trasero y restregaba su ingle contra la m�a. Yo
loca de deseo quit� su saco, y empec� a desabotonar su camisa. �l con una
destreza que demostraba su practica, abri� la cremallera en mi vestido y
removi�ndolo de mis hombros lo dejo caer al suelo. Yo hab�a conseguido abrir su
camisa y chupaba una de sus tetillas como una loca. Javier solt� mi corpi�o y
dejo mis pechos al descubierto.




Marisa, me encantan tus pechazos.




Dijo, mientras sus manos acariciaban, estrujaban y se daban
un fest�n con mis tetas. Yo sin poderme contener, me arrodille frente a �l, abr�
su cinto, la cremallera, de un solo golpe baje sus pantalones y calzoncillos,
con ansiedad, con gula introduje su verga en mi boca. �Que maravilla! Me
encantaba y satisfac�a mi orgullo de hembra notar como Javier respond�a a mi
boca y notar como su verga crec�a y crec�a nada mas notar mi lengua en su
capullo. Yo chup� con ansiedad.




Espera, espera mina viciosa, no quiero llegar tan r�pido.




As� diciendo, puso sus manos en mis axilas y me levanto del
suelo. Mientras el remov�a la poca ropa que le quedaba yo baj� mis braguitas y
empec� a remover mis medias.




No Marisa, no; d�jate las medias y los zapatos. Con los
tacones altos quedas mas a mi altura y las medias negras contrastando con tu
blanco culazo son muy excitantes.




Se acerco hacia mi, mis ojos estaban fijos en su enhiesta y
enorme verga, yo estaba ansiosa por tenerla dentro de mi. Javier me abraz� y
hundi� su lengua en mi boca. Yo respond� con entusiasmo abraz�ndome a �l. Javier
cogido los cachetes de mi trasero con ambas manos separ�ndolos y yo not� un dedo
jugueteaba con mi ano. Separando su boca, con una suave sonrisa pregunto




No has comido nada desde ayer �verdad? Unicamente t� o
mate.


Si� si que he comido.




Dije yo completamente confusa por la extra�a pregunta. No
hab�a terminado de contestar cuando la faz de Javier mud�, de repente, a una
mueca de ira y mi noche de ensue�o, en un segundo, cambio a una horrorosa
pesadilla de humillaci�n, y dolor.




�Yegua est�pida!




Javier hab�a sujetado mis cabellos y mientras me chillaba,
con gran violencia mov�a mi cabeza de un lado a otro.




Te dije que quer�a tu culo, que lo quer�a limpio, que no
comieras nada s�lido. �Por qu� no has hecho lo que te ordene.


Javier� me haces da�o.


Mas da�o te voy a hacer si no contestas a mis preguntas.


Javier, no recuerdo que dijeras nada de t�s y mates.


No recuerdas �eh? Pues a vas aprender a como hacer las
cosas.




Tirando de mi mano me arrastro a su dormitorio. Yo estaba
asustada y atemorizada, de verdad me hab�a hecho da�o tirando de mi pelo y se le
ve�a enardecido y dispuesto a aporrearme en cualquier momento. Al entrar en su
dormitorio me tiro sobre la cama. El se dirigi� al armario, abri� cajones y
puertas.




�Que haces Javier? Me estas asustando.


Calla mina est�pida. Como no te has limpiado tu sola te voy
a poner una lavativa, un enema para limpiar tu culo; no quiero tu mierda en mi
pija.


Javier, yo no quiero un enema y no quiero que me hagas el
culo. De verdad me duele mucho cuando me lo hacen.


So puta, otros te han hecho el culo y �me lo quieres negar
a mi?




Vino hacia m� como una furia con unas gomas y bolsas en la
mano, las tiro sobre la cama, se sent� a mi lado y sin decir palabra me puso
sobre sus rodillas y empez� a pegarme chirlazos bien fuertes mientras chillaba
como un loco:




So puta me voy a hacer tu culo y me lo voy a hacer cuando
este limpio, calla ya y no protestes porque �te arranco la piel a tiras!
Estate quieta que te voy a poner el enema.




La violencia con me hab�a pegado, el dolor que me hab�a
causado y el tono de loco poseso de su voz me tenia aterrorizada, llorando como
una desconsolada, pensando que me jugaba la vida y que aquel loco no solo me
estaba aporreando, aquel animal enloquecido �me iba a desgarrar las entra�as!
Entre mis lloros y gritos de desconsuelo, note que Javier hab�a dejado de
aporrear mi pobre culo mientras se estiraba para coger las gomas. Aproveche ese
momento para tratar de escaparme, pero nerviosa como estaba, los altos tacones y
los ojos llenos de lagrimas, ca� al suelo.




Te quieres escapar �eh? �So puta! Toma para que aprendas.




Otra vez empez� a azotar mi dolorido culo. Yo sin saber que
hacer trataba de escapar a cuatro patas. Javier me persegu�a ri�ndose a
carcajadas mientras continuaba azotando mi culo.




Si, a cuatro patas, si, como una cerda, si as�, como lo que
eres; no te creas que te vas a escapar. Te voy a desollar por guarra, por no
limpiar tu culo para mi.




Ahora yo empezaba a estar enloquecida y aterrorizada de
verdad. Los ojos llenos de lagrimas no ve�a donde iba, como un animal herido me
mov�a sin rumbo ni direcci�n, a gatas mientras el b�rbaro azotaba y azotaba mi
culo. Sin saber como, note que mi cuerpo se hab�a encajado entere un sill�n y el
armario no pod�a ir hacia delante y el animal enfurecido que era Javier no me
dejaba ir hacia atr�s. Not� que se sent� sobre mi como si yo, de verdad, fuese
una yegua, encajada entre el sill�n y el armario y con �l sentado sobre mi,
estaba inmovilizada. Not� como separaba mis cachetes exponiendo mi culo y de un
solo golpe introdujo algo fri� en �l. Yo grit� de dolor y de miedo. Javier me
dio dos chirlazos terribles y grito:




�Calla viciosa, calla! Nada mas te he metido la c�nula y ya
gritas.




Mientras hablaba, note como algo fr�o entraba en mis
entra�as.




Y te esta entrando el enema mina sucia. Me voy a levantar,
pero no te muevas o te mato a golpes.




Javier se levanto y por primera vez pude volver mi cabeza y
ver lo que pasaba. Javier de pie sujetaba en su mano alzada una bolsa de goma
roja, mas o menos rectangular. De la bolsa sal�a un tubo de goma que acababa en
una c�nula negra insertada en mi culo. Yo no sabia que hacer ni que decir.
Javier me hab�a tratado como a una ni�a, azotando mi culo pero hab�a azotado
como un abestia y me dol�a como no me hab�a dolido nunca. Yo hab�a andado a
gatas por el dormitorio de Javier como una animal herido y desorientado. Me
encontraba ahora encajonada entre los muebles, a gatas como una perra con una
c�nula en mi culo. No entend�a nada, no sabia que hacer o decir, llor�, llor� y
llor�. Llor� con desconsuelo, con rabia con impotencia. Llor� de miedo, de
dolor, de impotencia, de verg�enza, de humillaci�n. Llor� de... llor�, llor� y
llor�.


Mientras yo lloraba, Javier como un fauno daba saltos a mi
alrededor, la bolsa en una mano, la otra mano en su verga, masturb�ndose. De vez
en cuando soltaba su verga para azotar mi dolorido culo, bien masturb�ndose,
bien azotando no paraba de insultarme y degradarme.




Traga so puta, traga el enema que despu�s tragaras mi
verga. No me llores cochina, no me llores, que lo �nico que hago es limpiarte
por dentro. �Qu� pensabas que iba a poner mi limpia pija en tu sucio culo?




Yo en vez de una mujer estaba reducida al estado de una ni�a,
impotente, desesperada, paralizada por el terror y la verg�enza. Entre llantos y
sollozos repet�a:




Por favor Javier, por favor, no mas Javier. D�jame Javier.




(En la ba�era not� como las lagrimas rodaban por mis
mejillas, reviviendo la humillante situaci�n).




Calla yegua est�pida, calla que ya se ha acabado el enema.
Ya tienes tus tripas llenas. Deja de llorar como una mina imb�cil.




Not� como de un tir�n arrancaba la c�nula de mi culo. �Ni
siquiera se hab�a molestado en poner un poco de aceite o de vaselina en la
c�nula! Me doli� tanto cuando la sac� como cuando la meti�. Era cierto, tenia
mis tripas llenas, a pesar de los dolores que sent�a por todas partes, notaba
como mis intestinos estaban llenos y empezaban a darme retortijones y unas
tremendas ganas de dar de vientre. A pesar de ello no me atrev�a a levantarme.
La paliza que me hab�a dado Javier, junto con sus amenazas y su tono de voz me
ten�an aterrorizada e inmovilizada de miedo.




Javier �me puedo levantar? Tengo que ir al ba�o.


Espera, so puta, espera. Quiero que el enema haga pleno
efecto. �No quiero nada de tu mierda en mi limpia verga! Y no se te ocurra
cagarte aqu� en mi dormitorio, porque te mato a golpes.




Javier estaba sentado en el suelo a mi lado. Con sus manos
acariciaba y estrujaba mi vientre, aumentando aun m�s si cabe mis retortijones.
De vez en cuando daba palmaditas en mis doloridas nalgas y mientras se re�a
murmuraba algo a cerca de c�mo me iba a romper ese culazo. Yo continuaba
llorando de miedo, de dolor y de verg�enza en la mas imposible situaci�n. Segu�a
atrapada entre los muebles, como una vaca, a cuatro patas, con mis tetas
colgando como ubres, con dolorosos retortijones de tripa, con Javier manoseando
y estrujando mis tripas, con el culo al aire, dolorido y sabiendo que iba a ser
empalado sin ninguna consideraci�n, y con la tremenda necesidad de tener que ir
al inodoro.




Javier por favor, no puedo mas, no me puedo aguantar
�D�jame ir al ba�o!


Ven yegua cochina. �Ven y caga todo! �No quiero que dejes
nada de mierda en tus tripas!




Me cogi� de la mano y me llevo al ba�o. Yo me encontraba de
lo m�s rid�cula: en puras bolas, con zapatos de tac�n alto y medias negras, con
un tipo tambi�n en bolas que me sentaba en el inodoro. Javier se qued� frente a
mi mir�ndome. Casi no tuve tiempo de sentarme.




Por favor Javier, no me humilles mas, d�jame sola.


�Sola? mina llorona Deja de decir tonter�as y �caga!


�Javier porque me humillas as�?




A pesar de mi verg�enza y humillaci�n el enema era mas fuerte
que yo. Con gran ruido de l�quidos y gases empec� a vaciar mis intestinos.
Javier mientras tanto hab�a cogido la gruesa verga en su mano y apunt�ndola
contra mi dijo:




Crees que te humillo, mira esto es humillaci�n, te meo.




Un chorro de liquido caliente empez� a caer por mi cara y
cuerpo. Inmediatamente cerr� mi ojos. Yo no pod�a entender como me pod�a estar
pasando esto a mi. Yo soy una mujer universitaria, educada, psic�loga y... all�
estaba yo, ultrajada, usada y humillada como la mas vieja, ajada y degradada
puta de arrabal; golpeada, humillada, dando de vientre delante de un hombre y el
muy cerdo �se re�a y se orinaba encima de mi!




Abre la boca, so puta abre que te quiero mear en la boca.




Yo sin atreverme a hablar, cerr� los labios y los ojos y mov�
la cabeza diciendo no. Note dos fuertes bofetadas.




Abre so puta �abre!




Yo aterrorizada abr�. Afortunadamente Javier ya casi hab�a
acabado y pude escupir la poca orina que cay� en mi boca. Nunca en mi vida me
hab�a imaginado que me encontrar�a en una situaci�n as. Por fin, entre orines y
bofetadas, hab�a terminado de evacuar mis intestinos.




Javier... necesito limpiarme.


Pues claro que necesitas limpiarte o crees que te voy a
tocar as�, con tu culo y tus muslos llenos de tu diarrea y tu cuerpo cubierto
con mi or�n. Qu�tate las medias y los zapatos y d�chate.




Entre lloros, lamentos, lagrimas e hipos, consegu� quitar mis
medias y entrar en la ducha. No pens� que jam�s podr�a agradecer tanto una
ducha. Quiz�s el limpiarme su orina y mi ensuciado trasero me restauraba algo de
mi perdida dignidad, el agua sobre mis doloridos cachetes calmaba algo de mi
dolor. Por primera vez desde que Javier me cogi� por el pelo deje de llorar. Me
enjabone, varias veces y me dispuse a salir de la ducha algo recobrada. Empec� a
secarme pero la imperiosa voz de Javier pronto destroz� mi mejor�a.




�Ponte los tacos �puta consentida!




Si su voz sonaba furiosa, su verga estaba aun m�s furiosa.
Tiesa, vertical, r�gida gorda, completamente empalmada con el capullo de un
color rojo oscuro casi morado. Yo completamente rendida a aquel macho feroz y no
queriendo recibir sus crueles chirlazos me puse los zapatos de altos tacones.




Vamos al dormitorio mina tetuda.




Temblando de miedo y aprensi�n camine al dormitorio notando
como mis pechos y mis cachetes se bamboleaban con cada paso que daba.




Apoya las manos sobre la cama y abre bien tus patas de
yegua viciosa.


Javier �por el amor de Dios! no me trates as� �no me hagas
mas da�o!




�Zas! �Zas!


Como latigazos sonaron sus crueles azotes; como latigazos los
sintieron mis pobres y castigados cachetes. Con mi esp�ritu y mi dignidad
doblegados, mi cuerpo tambi�n se doblego. Puse las manos sobre la cama y separe
mis piernas.




Presta atenci�n mina de mierda, presta atenci�n y aprende
como encula un macho de verdad. �Aprende a ser una mina completa!




Sin mas pre�mbulos, separ� mis cachetes, apoy� su enorme e
encolerizada verga en mi ano y de una fuerte nalgada me empalo. Yo sent� como si
un hierro candente atravesara mis entra�as, chill� como un animal al que
deg�ellan y, sin poderme controlar, hu� de su cruel verg�n ech�ndome sobre la
cama.


�Zas! �Zas! �Zas! �Zas! �Zas!


Recib� una serie de azotes que sonaron como ametralladora y
dolieron como latigazos. Not� fuertes tirones de pelo que sacud�an mi cabeza y
tirando de mis cabellos me obligo a erguirme otra vez.




�Mina est�pida! No trates de escapar que te mato a palos.




Mientras tiraba de mi pelo con una mano, volvi� a ensartarme
con aquel instrumento de tortura que era su enfurecido verg�n. Yo volv� a sentir
el hierro candente penetrando mis entra�as. Cuando se orino en mi, pens� que
nunca podr�a sentirme mas humillada. Me equivoqu�, sus golpes, sus azotes, los
tirones de pelo y yo aguantando su empalamiento de pie, con altos tacones y las
piernas bien separadas me degradaban al m�ximo. Me sentia como un trozo de carne
usado y abusado para su placer. Lo �nico que pod�a hacer era gritar de dolor y
llorar de desconsuelo, lo hice, grit�, grit�, llor� y llor�. Aquella fiera en
que se hab�a transformado Javier era insensible a mi dolor y mi llanto, o quiz�s
se enardec�a con ellos. Como una maquina bombeaba y bombeaba, entraba y sal�a,
me maceraba el culo metiendo su verga hasta el tope destroz�ndome, arpone�ndome,
horad�ndome, desgarr�ndome. Mientras su verga me romp�a en dos, el me azotaba el
culo, daba golpes en mi espalda y a mis gritos y mi llanto mezclaba y superpon�a
sus gritos de animal triunfador. Sus alaridos de bestia dominante perforaban mis
o�dos y sofocaban mis gritos. Nunca en mi vida hab�a sentido tal dolor, ya no
sabia que me dol�a mas, si el ano que aserraba su enfurecida verga, los cachetes
que azotaba, los cabellos de los que tiraba o la espalda que golpeaba aquel
animal de presa. Perd� la noci�n del tiempo, de lugar, de mi cuerpo... hasta que
o� un ultimo y prolongado alarido con el que Javier anunci� su llegada. Su falo
brutal dej� de destrozar mis entra�as, sus manos dejaron de tirar de mis
cabellos, su cuerpo exhausto se desplomo sobre el m�o, mi destrozado, humillado
y postrado cuerpo se derrumb� sobre la cama y... deb� de perder el conocimiento.


No recuerdo muy bien lo que paso despu�s. Javier debi� abrir
la cama y tenderme sobre las limpias sabanas; como en sue�os recuerdo beber algo
que me ofreci�, fri� y con alcohol. Como en sue�os recuerdo su cabeza hundida
entre mis piernas lamiendo mi sexo, besando mi cl�toris, la lengua entrando en
mi vagina. Como en sue�os recuerdo mi confusi�n y verg�enza al notar que, a
pesar de mi dolor, de mi miedo y de mi humillaci�n, mi cuerpo respond�a a sus
artima�as y un intenso orgasmo me sacudi� envolvi�ndome en una onda de profunda
relajaci�n y por fin sucumb� a un sue�o profundo y reparador.


Con nueva verg�enza, me doy cuenta de que recordando aquel
intenso y profundo orgasmo, a pesar de lo terrible de los recuerdos asociados,
inconscientemente, mi mano esta acariciando mi sexo y la c�lida agua del ba�o
entra en mi vagina. A pesar de todo, a pesar de todas las humillaciones y
degradaciones, recordar aquel orgasmo tan intenso me ha excitado sobremanera.
Tengo que coger a mi amiga la ducha de mano y la aplico a mi sexo. �Que gusto!
�C�mo me relaja! Froto un poco mi cl�toris y termino. �Ahhhh! Me encuentro
mejor. Salgo del ba�o y seco mi cuerpo. Vuelvo frente al espejo y preparo mis
"pinturas de guerra" Siempre que salgo con un var�n, presto atenci�n a mi
peinado y a mi maquillaje, pero esta tarde voy a poner especial cuidado para
lucir todos mis encantos, primero el peinado. Envuelta en la rutina de rulos,
horquillas, secador, etc., los recuerdos vuelven a mi mente...


A la ma�ana siguiente la voz de Javier, dulce, suave en mi
o�do me despierta. La luz del d�a invade la habitaci�n. Javier mansamente besa
mi frente, me incorporo un poco y �l solicito pone dos almohadas para mantenerme
sentada. Una bandeja con humeante caf�, medias lunas, frutillas, nata, una copa
de champagne y una roja rosa aparece como por ensalmo. El aroma del caf� me hace
darme cuenta del hambre que tengo. Que dulce y gentil de Javier de traerme el
desayuno a la cama. De repente recuerdo lo que sucedi� anoche. No puede ser
verdad, debe haber sido una pesadilla, Javier no se portar�a as� conmigo. La
bestia enfurecida de anoche no me traer�a el desayuno a la cama. Todo fue una
pesadilla, trato de incorp�rame un poco en la cama y noto mis doloridos gl�teos
mientras una intensa punzada en mi ano me hace enmudecer de dolor. �Era verdad!
El dolor que me atravesaba las entra�as era buena prueba de ello; �mi pobre y
torturado cuerpo no ment�a! Trate de acomodarme otra vez y una nueva punzada me
hizo lanzar un grito de dolor.




�Qu� pasa, Marisa?




Pregunto aquel monstruo con gran dulzura en su voz. Yo no
sabia que contestar, im�genes de mi humillaci�n, de mi dolor, de sus tormentos
de anoche se agolpaban en mi mente y tenia miedo de decir algo que le
enfureciera otra vez; pero el dolor era tan intenso...




Javier tengo una punzadas, muy agudas muy dolorosas en mi
trasero.


Vamos a ver...




Con la mayor dulzura retiro la bandeja y levanto las sabanas.
Yo me quede horrorizada al ver una mancha de sangre en la sabana donde hab�an
estado mis posaderas. La mancha era una mezcla de marr�n oscuro, sangre vieja y
seca y rojo brillante, sangre fresca.




Uy parece que te esta sangrado un poco tu culito. Ese
culito maravilloso que tanto placer me dio anoche. Vamos a curarlo.




Hablaba con una dulzura que me hacia imposible identificarlo
con la bestia que me tortur� la noche anterior. Javier se levant�, trajo unas
gasas y una pomada y dulcemente dijo:




Date la vuelta coraz�n, ens��ame ese culito que tanto me
enajena.




Yo estaba aterrorizada de exponer mi culo otra vez a aquel
monstruo, pero tampoco me atrev�a a encolerizarle de nuevo. Lentamente, notando
mil pinchazos en mi cuerpo me di la vuelta.




Pobre mina, pobre, como tiene su culito. Yo te voy a curar.




Con gran delicadeza pas� algodones, limpio la sangre, puso
una pomada y dandome un beso en un cachete, dijo:




No te preocupes, en dos d�as estar� como nuevo.




Yo estaba aterrada de estar junto a Javier, sola, en la misma
habitaci�n con el. Nunca hab�a visto a alguien que pudiera oscilar entre el
monstruo torturador de la noche y el dulce cari�o de la ma�ana. El tipo deb�a de
estar loco, adem�s de un loco peligroso. Decid� que mi objetivo era salir cuanto
antes de su casa, salir viva, claro est�. Lo mejor era seguirle la corriente a
aquel loco y como fuera irme. Tome mi desayuno, haciendo esfuerzos pude medio
devolver alguno de sus besos. Disimulando grandes dolores, fui al cuarto de
ba�o, donde lave mis dientes y arregle un poco el pelo. Busque mi ropa,
desperdigada por varias habitaciones, como pude me vest� y me desped� de Javier.
�l, muy caballeroso, insisti� en llevarme con su carro, yo me invent� la excusa
de que hab�a quedado con un compa�ero de la universidad y prefer�a llegar sola.
C�mo pude baje a la calle, cada paso era una tortura, camine media cuadra y
�Gracias a Dios! encontr� un taxi. Entrar y salir del taxi, subir las escaleras
a mi apartamento eran torturas, cada movimiento mandaba descargas de dolor por
todo mi cuerpo. Consegu� entrar en casa y de alguna forma llegue al dormitorio.
Me despoje de la ropa dej�ndola caer en el suelo y me derrumbe sobre la cama.


Con mi rostro hundido en la almohada llor�, quedamente,
amargamente, con dolor, con desesperaci�n. �C�mo pod�a haber gente que deseara
hacer da�o a otra persona? �Gente que disfrutaba haciendo da�o? Y lo peor no era
el da�o f�sico, lo peor era el da�o personal, ps�quico, intimo. Yo me sent�a
como una piltrafa, un trozo de carne sin valor, despreciado y despreciable, una
escupidera, un orinal, un objeto que la gente pod�a usar para sus necesidades
fisiol�gicas. La humillaci�n no pod�a ser mas profunda, me daba cuenta de que yo
era algo sin valor, algo que se usaba y se tiraba. Por mi mente alternaban dos
ideas: comprar una pistola y matar a Javier, o comprar una pistola y matarme a
mi misma. Jur� que nunca mas volver�a a tener sexo con nadie, huir�a de Javier y
si hacia falta, llamar�a a la polic�a para que me protegieran de el. Nunca iba a
ser capaz de salir de mi apartamento y dejar que la gente normal me viera y
hablara conmigo. �C�mo iba la gente normal, gente a la que no hab�an pegado, a
la que no hab�an meado, a la que no pon�an enemas, a la que no les dejaban el
culo sangrando, gente decente, como iba esa gente normal a hablar conmigo?


Pase dos d�as sin moverme de la cama, solamente al tercer d�a
con gran esfuerzo consegu� salir de la cama, y pasar horas duch�ndome y
ba��ndome tratando de limpiar no ya mi cuerpo, sino mi alma. Aun tard� otros dos
d�as en decidirme a salir del apartamento y dejar que el mundo viera la piltrafa
que yo era. Sorprendentemente la "gente normal" me hablaba y me trataba como si
me consideraran normal, al parecer no se notaba que yo era una puta degradada y
usada como quien usa una servilleta para limpiarse y despu�s la tira. Poco a
poco me reintegre en una vida normal


El monstruo de Javier aun tuvo el valor de llamar por
tel�fono un par de veces y preguntarme si quer�a salir con �l. No pod�a
remediarlo, o�r su voz, aun por tel�fono, me hacia temblar de ira, de miedo y de
verg�enza. Como pude disimulaba mi voz y dec�a que estaba muy ocupada, quiz�s
otra vez... Afortunadamente despu�s de un mes dejo de llamarme y mi vida empez�
a parecer normal.


Vale, el pelo me ha quedado bien, es siempre lo que m�s me
cuesta. Perfil� las cejas con cuidado, apliqu� mi maquillaje, ric� las pesta�as
y apliqu� la mascara, los labios, �mucho cuidado con los labios! Un rojo granate
oscuro, si, as� esta bien. Me parece que esta noche �Le he ganado la batalla a
la madre naturaleza! La cara ha quedado muy bien. Pongo desodorante, un poco de
perfume entre mis pechos, en mi ingle y en mi trasero. Abro el armario en el
dormitorio. Saco las nuevas prendas que compre hoy. Unas medias negras con
costura. La verdad es que mis piernas son un poco gorditas, pero con las medias
negras... no quedan mal. Un liguero granate para sujetar las medias. La verdad
es que desnuda, con medias negras sujetadas por un liguero granate, mi concha y
grandes pechos al aire y la cara bien maquillada, �parezco una puta cara de la
Rusia zarista! �D�jate de tonter�as Marisa! Unas m�nimas braguitas de negro
encaje. Vacilo, por un momento pienso no ponerme las bragas... pero por fin me
pongo el m�nimo triangulito de encaje. No lo puedo evitar, me tengo que frotar
mi concha un poquito, �tantos meses de abstinencia me han puesto a mil por hora!
Un sujetador granate haciendo juego con el liguero pero con agujeros en el
centro de las copas, por donde se asoman los pezones. Otra mirada en el
espejo... si que tengo un poco de aire de puta... pero �muy tentadora! Collar y
pulseras de azabache que contrastan con mi alba tez. Me pongo el vestido de
terciopelo granate, largo hasta los pies, con larga apertura aun lado y generoso
escote que pone a mis pechos como en un escaparate. Vuelvo a mirarme en el
espejo... aprobado alto, mejor aun: �Notable!


Cojo mi bolso, miro el reloj, las nueve menos cinco.
�Magnifico! Voy a ser puntual como a �l le gusta. Paso por el sal�n donde est�n
las dos docenas de rosas rojas que llegaron esta ma�ana con la invitaci�n. Las
rosas est�n en un florero de precioso cristal de bohemia tallado. La talla en el
cristal formando complejos patrones dice Marisa, Marisa, Marisa.
Obviamente, debe costar una peque�a fortuna lo tiene que haber encargado hace
tiempo. Pero aun me gust� mas la invitaci�n que venia con las rosas, dec�a:






Marisa:


Estamos invitados esta noche a la recepci�n en casa del
Gobernador. Los presidentes de tres naciones estar�n presentes. Te recojo a
las nueve. No digas que no, estar� en tu apartamento a las nueve.


No me castigues con tu indiferencia. Mi alma te a�ora, mi
coraz�n te llora, mi cuerpo te necesita. Nadie me ha dado tanto placer como
tu. Ven conmigo otra vez.


Javier





�Estoy loca por ir con Javier otra vez? Quiz�s; pero la
mezcla de exaltaci�n cuando el me presenta a gente importante, como me hace
sentir con su adulaci�n con su conversaci�n y su trato exquisito seguido por la
m�s extrema humillaci�n y degradaci�n, sin olvidar los orgasmos. Como psic�loga
deber�a entender lo que me pasa �Me gusta sentirme humillada? �Me gusta tratar
de recuperarme de la degradaci�n, incorpor�ndome otra vez al grupo de gente
normal? �Me gusta el dolor? �Me atrae su enorme falo?


Riiiiing. Riiiiing Riiiiing


Demasiadas preguntas, demasiado an�lisis, aqu� esta Javier
y... aqu� esta la noche, aqu� esta el placer.


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Relato: Marisa
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