Un Trabajo Apasionante
Generalmente guardo en el mas absoluto secreto todo lo
referente a mis pacientes, no solo debido al juramento hipocr�tico, que te
obligan a firmar al acabar los estudios, tambi�n lo hago por respeto a mis
pacientes, que depositan en mi sus mas intimas fobias y no ser�a �tico
pregonarlas por ah�.
Pero el caso que les publicare a continuaci�n no puedo
guardarlo ni un segundo m�s en mi interior, pues me esta volviendo loco, cada
vez que repaso mis notas y mis cintas quedo m�s estupefacto, es tan
incomprensible, y necesito contarlo ha alguien. Teniendo en cuenta que no puedo
compartirlo con mis colegas de profesi�n lo har� con ustedes.
No paro de darle vueltas a la cabeza, pues se me ha
presentado la oportunidad de hacer realidad mis mas depravados sue�os er�ticos
con la mujer mas bella que ha pisado este suelo que compartimos todos, y
realmente, todos mis a�os de estudio no me esta sirviendo demasiado para
aclararme, pero mejor les cuento el caso desde el principio para que me
comprendan mejor.
Durante mis nueve a�os de ejercicio profesional me he
encontrado con numerosos casos sobre complejos de Edipo y Electra no superados,
j�venes, y no tan j�venes enamorados de sus padre o madres respectivamente.
Muchos los he resuelto sin demasiadas complicaciones y otros tantos me han
costados horas y horas de tratamiento. Pero jam�s en la vida me hab�a topado con
un caso al contrario, y mucho menos con ciertas particularidades.
Mis dolores de cabeza, y de otras cosas, comenzaron hace unos
tres meses, cuando di paso a Heidi, una chica que venia recomendada por una
colega de profesi�n debido a una fuerte depresi�n que le persegu�a desde hac�a
unos meses y que estaba a punto de acabar con su matrimonio.
Tras la llamada de mi secretar�a una esbelta figura cruzo con
elegancia la puerta de mi despacho, mi atenci�n se fijo instintivamente en sus
hermosas y destapadas piernas, largas como columnas sosteniendo aquella obra
maestra que ten�a por cuerpo. Vest�a un traje de Armani gris�ceo, con chaqueta y
minifalda, un picard�a hac�as las veces de camiseta, de color verde claro
dibujaba con sus encajes la hermosa silueta de dos senos peque�os y deliciosos,
que cabr�an sin esfuerzo en mis temblorosas manos.
Al fin atend� a invitarla a sentarse, desconcertado por su
belleza tarde m�s de lo normal, desgraciadamente no todos los d�as entra una
quimera en mi despacho, deseando desesperadamente que ponga fin a sus problemas.
Heidi acaricio dulcemente su rubio pelo, cortito, poco mas
debajo de sus �nfimas orejas, lacio y fino como la arena del tr�pico, que
acaricia tu piel, con su calor y tranquilidad, end�micas del para�so. Sonri�
nerviosa, y se sent�, cruzando sus largas piernas y colocando sus delicadas
manos sobre sus rodillas. Su dedo anular estaba adornado por una lujosa y
brillante alianza, que me recordaba la raz�n por la cual se encontraba en mi
despacho.
Ansioso por ayudarla, le pregunte cual cre�a era la raz�n por
la cual hab�a acudido a mi consulta, por supuesto actuar�a como si no conociese
su verdadera raz�n, as� ella dar�a rienda suelta para hacerse entender,
facilit�ndome la localizaci�n de su patolog�a.
Vera doctor, no acudo a usted por una depresi�n,
comprenda que quisiese tratar con intimidad mi problema, es tan avergonzante,
que incluso contarselo a mi mejor amiga me da realmente miedo-
Hab�a ido directamente al grano, eso es buena se�al, su tono
seguro y convencido nos ahorrar�a muchas horas de trabajo. Evidentemente no me
sorprend�a que hubiese mentido a su amiga, es completamente normal que los
pacientes se averg�encen de sus problemas. Le invite pues, a decirme cual era la
verdadera raz�n por la cual necesitaba de mis conocimientos.
- Mire Doctor Hern�ndez, por experiencia se que si soy
directa nos ira mejor, no crea que no es dif�cil para mi plantearle mi problema,
pero necesito una soluci�n urgente, as� que har� un esfuerzo.- Dijo algo mas
insegura que antes, se le notaba nerviosa, pensaba realmente que su problema era
grave, e incluso me estaba asustando a mi.
- Tranquila Se�ora Inswer, se sorprender�a de los casos que
oiga tras esta mesa, no me asustar� lo que me cuente, se lo garantizo- Unas
palabras tranquilizadoras siempre ayudan a serenar al paciente y a trasmitirle
confianza en mi.
Estoy enamorada de mi hijo de diez a�os-
- Oh, tranquila Se�ora, es mas normal de lo que parece, en
numerosas
ocasiones confundimos los sentimientos y lo que pensamos que
es satisfacci�n por nuestra labor educativa, con el amor o atracci�n por
nuetsros hijos, muchas mujeres y hombres han resuelto ese problema en ese sill�n
en el que usted esta sentada-
Es curioso, pero las personas siempre quieren ser especiales
y diferentes, pero cuando se trata de crisis y s�ntomas patol�gicos les gusta
escuchar que muchos han sufrido ese mismo problema.
- No me entiende doctor, se que puede resultar repugnante,
pero yo y Dani, hemos consumado nuestra mutua atracci�n, por eso estoy aqu�-
antes de que le form�lase otra pregunta la hermosa mujer se anticipo a despejar
las dudas, sentada en mi sof� me confesaba su relaci�n con un ni�o de diez a�os,
que encima era su hijo.
Ser profesional me estaba costando un triunfo, y gracias a
dios la mesa caoba donde tomaba notas me servia de escudo para ocultar mi
erecci�n, no pod�a parar de imaginarla en tales tareas con su reto�o. Tome agua
para serenarme, y le aconseje que se explicara y me contase como hab�a sucedido
todo, desde el principio.
De acuerdo doctor, ser� algo largo, espero que pueda
ayudarme, es usted mi ultima esperanza.
Y as� comenz� a relatarme lo que hab�a sucedido en su vida
desde hac�a unos meses.
Acababa de recibir las notas del primer trimestre de Dani,
hab�a suspendido cinco asignaturas, era algo inusual en �l, era muy estudioso y
aplicado, pronto, cegada por mi instinto de madre, de echar la culpa a los
dem�s, encontr� en su nuevo grupo de amistades la raz�n de tales calificaciones.
Desde unos meses atr�s Dani andaba de un lado para otro con
unos ni�os de su edad, macarrillas de la escuela, los t�picos abusones,
malcriados e irrespetuosos, realmente pense que pronto se dar�a cuenta de la
clase de chicos que eran y no tendr�a necesidad de prohibirle que se relacionara
con ellos, entonces me equivoque, esta vez no lo har�a, era hora de tomar cartas
en el asunto.
As� que un d�a que los cr�os acudieron a buscar a mi hijo,
aproveche para charlar con ellos, pues casualmente Dani hab�a salido con su
padre y yo les invite a esperarles en el sal�n.
Eran cinco peque�os, mal vestidos y lo que es peor aun, mal
hablados, tocaban todas mis figuras y fotos, curioseaban todo aquellos que
pod�an, no estaban acostumbrados a entran en mansiones como la m�a, eso desde
luego. En esos momentos odiaba haberle hecho caso a mi marido y apuntar a mi
hijo a un colegio publico para que se relacionase con las dem�s clases sociales,
y despertar en el instinto de supervivencia tan a fin a las clases baja.
Les Invite a sentarse y yo me quede de pie, estaba
acostumbrada a tratar con peque�os, es mi trabajo, soy pediatra. As� que les fui
del todo sincera y les ped�a que no viesen m�s a mi hijo. Los chicos en
principio no hicieron caso a mi declaraci�n, y me asaltaban a preguntas sobre la
casa, mi marido, y Dani. Pero gracias a mi insistencia obtuve una respuesta.
-� pero Porque? Dani nos cae muy bien- Creo que se llamaba
Toni el que respondi�.
- � No comprenden que el no es uno de los vuestro?- Intentaba
negociar con ellos, deb�an alejarse de mi angelito.
Pero ellos seguir�an negociando, se divert�an mucho con �l,
apuesto a que s�, siempre invit�ndoles al cine y a las meriendas, gastando todos
sus ahorros en amistad, hab�a descuidado la educaci�n de mi hijo, no me lo
perdonar�a, de ahora en adelante me volcar�a en �l, y dar�a de lado a mi
trabajo.
Buscando ser mas imperativa y transmitirles respeto me sent�
entre dos de ellos, Toni, y Ra�l, creo que esos eran sus nombres. Note que al
sentarme los cinco se fijaron en mi, no en mi movimiento, no en mi actitud, si
no en mi como mujer, pude observar como se deleitaban con mi trasero, y sobre
todo, se fijaban en mis `piernas, apuesto a que se volv�an locos imaginando lo
que hab�a bajo mi faldita. Evidentemente no le di importancia, era normal para
la edad, esta escrito en el ciclo de la vida, debo confesar que incluso me sent�
algo halagada.
Pero si me note algo violenta cuando los chicos que me
franqueaban se rodaron para pegarse un poco m�s a mi, rozando mis piernas. Ser�a
dura y acabar�a con aquello en un instante, demonios, era la adulta y por tanto
la due�a de la situaci�n.
Tajantemente les prohib� ver mas a Dani, eran unos
pordioseros y unos groseros, no pod�an descarriar mas a mi peque�o.
-� por que se empe�a en que no veamos m�s a Dani? Nos cae muy
bien , y tiene una mama muy guapa-
El tono de aquel peque�o me intimido, y m�s a�n cuando coloco
una de sus sucias manos en mi desnuda rodilla, de pronto me di cuenta de que
estaba en el sal�n de mi casa sola, con cinco ni�os en plena hormonaci�n,
conociendo el lugar del que ven�an, me echaba a temblar de solo imaginar que
eran capaces de hacer, pero el miedo no fue lo suficientemente grave como para
hacerme levantar, quiz�s si me manten�a impasible no lo tomar�an como un
enfrentamiento, y no pasar�a de una mano en una rodilla, sin duda me equivoque.
-Es cierto se�ora, es usted muy guapa- El otro peque�o que
estaba a mi lado tambi�n se hab�a animado a tocarme, esta vez en la parte
interior de mi muslo, casi perd�a su mano en mi falda.
No solo el miedo se apodero de mi cuerpo, algo mas inundo mi
ser, y quiz�s ellos lo notaron. No entend�a por que, los odiaba, los aborrec�a,
a ellos y a los de su condici�n, adem�s eran cr�os, de nueve o diez a�os, tan
solo pensarlo era una perversi�n � que me pasaba, jamas otro hombre que no fuese
mi marido se atrevi� a tocarme?. Solo se doctor, que comenze a notar, que me
humedec�a.
Definitivamente R�ul se anim� a humillarme todav�a m�s, e
introdujo su rabiosa mano dentro de mi falda, encontr�ndose con mi braguita
h�meda de placer, respond� cerrando los ojos e intentando impedirle que no lo
hiciese, pero mis palabras sonaron vac�as incluso para mi, y su curiosidad
continuo sin barrera hasta perderse en la intima prenda y acariciar mi sexo.
- � Le estas tocando el co�o? Joder tio....- Dijo uno de
ellos, realmente no se cual fue, estaba algo desconcertada en aquel momento,
adem�s, ni siquiera sab�a sus nombres.
Toni, acaricio mi cara, y la dirigi� hac�a el, pude ver su
rostro triunfador y violento, note su respiraci�n, y en un momento de silencio,
nos miramos, y me beso, su lengua se perdi� en mi boca, sus labios se pegaron a
los m�os obscenamente, me sent� sucia, y a la vez caliente. Me deje llevar por
las caricias de uno y los besos del otro, hasta que cuando casi toda mi voluntad
estaba p�rdida, rendida al extra�o placer en el que estaba envuelta, son� la voz
de mi marido que llegaba saludando feliz y ajeno a lo que su mujercita estaba
apunto de hacer en el sal�n.
Pronto me deshice del c�lido abrazo y me puse en p�e en el
sal�n, coloque sin disimulo mi braguita y me prepare a saludar a mi esposo.
Disimule al verle, bes�ndole con la misma boca con la que acababa de satisfacer
a uno de los peque�os, le presente a los amigos de su hijo y les invite a que
saliesen a jugar con mi hijo, solo quer�a deshacerme de ellos, en otro ocasi�n
luchar�a por el futuro de Dani, aquel era el momento de mantener lo que me
quedaba de dignidad.
Refunfu�ando se fueron, se les acabo la oportunidad, no fui
capaz de mirarle a los ojos a ninguno de ellos mientras se marchaban de mi
hogar,
Aquella noche se me hizo larga, a diferencia de mi marido,
que estaba sumido en �l mas profundo de los sue�os, yo no pegaba ojo, la cama se
me hac�a peque�a de todas las vueltas que me daba, buscando mi posici�n, aquella
que me liberase de los pensamientos imp�dicos que me asolaban aquella luna.
No pod�a despejar de mi cabeza la sensaci�n que recorr�a
hasta el ultimo rinc�n de mi cuerpo cuando aquel renacuajo me tomaba como suya,
acariciando sin tapujos mi sexo, el cual agradecido no hac�a otra cosa que
emanar flujo como nunca antes lo hab�a hecho, � pero porque? � Soy una enferma
mental o algo as�? El caso es que me tuve que levantar para no despertar a mi
marido, el cual estaba cansado de su agotador empleo. Trabajaba en el buffet de
su padre, y aportaba gran parte del sueldo a casa, gracias a sus esfuerzos, ya
los m�os, pod�amos mantener nuestro alto nivel de vida.
Me sent� en el sal�n a ver algo de la tele, solo teletiendas
y tel�fonos er�ticos acompa�aban mi soledad. Ech� una mirada a mi alrededor, el
sal�n estaba solo y oscuro, y una sensaci�n extra�a se apodero de mi cuerpo,
desatando en mi una pasi�n si limites.
Acaricie el sof� donde horas antes estuve a punto de ser
tomada por cinco hombres de la edad de mi hijo, porque ahora me daba cuenta,
solo un hombre pod�a haberme hecho sentir como una gata en celo, eran hombres de
medio metro, pero tan solo eso explicaba que me encontrase acarici�ndome el sexo
en el sal�n de mi casa, algo que no recuerdo haber hecho ni siquiera en mi
adolescencia.
Lam� mi dedo �ndice para lubricarlo, lo acerque a mi sexo,
depilado para que el tanguita que llevaba en la piscina de casa resultase tan
atractivo como un modelo de versace, me gustaba estar guapa incluso para dormir,
me enorgullec�a de mi figura y cuerpo. Gracias a pasar horas ante el espejo,
disfrutando de mi anatom�a, aun joven y tersa a pesar de mis 31 a�os, conoc�a
cada palmo de mi cuerpo, y por eso, era capaz de alcanzar el mas profundo placer
sexual en la soledad de la masturbaci�n.
Mi braguita cay� inocente en el suelo del sal�n, y mis manos
se perd�an con ferocidad en mi vagina, h�meda y sedienta, hab�a olvidado esa
capacidad de paciencia y sensibilidad femenina respecto al sexo, tan solo quer�a
apretarme, estrujar mi sexo como el cr�o hab�a hecho en la tarde, sin tacto ni
dulzura, y lo estaba consiguiendo, la mitad de mi, se retorc�a en el sof� y la
otra mitad se deshac�a en el fr�o suelo buscando aplacar mi temperatura
corporal.
Acaricie con dulzura uno de mis senos a trav�s de la camiseta
que utilizaba para dormir, deguste con mis fr�giles manos la dureza de mi
pezoncillos, la aureola no era mas que un bot�n de camiseta masculinas, y aun
as� aportaba una sensibilidad a mi ser que me hac�a perder los estribos en el
suelo de mi casa, casi sin darme cuenta mi piel descansaba erizada en el duro y
fr�o sal�n, hasta que un placer incalculable se apodero de mi, y tras un alarido
de gusto tumb� mi cuerpo extasiado casi sin fuerzas, las m�nimas para llegar
nuevamente a mi cama y quedar dormida por fin como una princesa.
D�as y semanas despu�s, mi excitaci�n se fue apagando como
era de esperara, sin duda alguna mi relaci�n con aquellos conquistadores de
escasos cent�metros no prospero, desgraciadamente para ellos, que seg�n mi Dani,
andaban siempre preguntando por mi.
Pero mi tranquilidad se ver�a nuevamente turbada, cuando un
d�a tuve que salir antes del trabajo, la menstruaci�n me hab�a dado muy fuerte y
no pod�a atender a ning�n paciente mas, no desde luego con la paciencia que hace
falta para tratar con los clientes de una pediatra.
As� que, Al llegar a mi hogar, me quite la chaqueta y los
zapatos como acostumbraba, y me dirig� a mi habitaci�n para cambiarme, ponerme
algo m�s c�moda y pasar como pudiese el d�a que me esperaba. Pero todo tomar�a
un rumbo inesperado, cuando al acercarme a la puerta del dormitorio oigo ruido,
me asuste tremendamente, pense que eran ladrones, se supon�a que no hab�a nadie
en casa, pero mis miedos se transformaron en enojo e indignaci�n, cuando
identifique la voz de Dani en mi dormitorio, � que hac�a all�? Deb�a estar en
clase, hab�a hecho novillos.
Decidida a entrar tome aire y camine firme y enfadada, pero
otra voz respond�a a mi hijo, eran sus amigos, estaban en mi dormitorio, y la
curiosidad de saber que pasaba all� pudo con mi enfado, me coloque tras la
puerta y afine el o�do para saber que ocurr�a.
�ooos mira estas Pancho, son super guarras, rojas y
peque�as-
Oye T�os, dejen eso mi madre se va a dar cuenta-
Joder, ya me la estoy imaginando con estas azules
puestas, con ese cuerpaso, como me la follar�a, si no hubieses llegado con
tu padre........-
No te pases Toni, es mi madre-
Si fuese mi madre la espiar�a siempre, la coger�a
cuando durmiese-
Venga t�os, v�monos esto no esta bien.
Quiz�s por que estaba mala con la regla, o quiz�s por que me
sent�a humillada y ultrajada no fui capaz de entrar all� y repartir bofetones,
al fin y al cabo, hab�an tocado alguna de aquellas bragas con su due�a enfundada
en ella, y solo se me ocurri� ir al ba�o a llorar como una ni�a, como odiaba a
aquellos ni�os, y lo peor es que tambi�n empezaba a hacerlo con mi hijito, al
que seguramente ya le hab�an contado la haza�a de la otra semana, le habr�an
relatado con todo lujo de detalles como estuvieron a punto de beneficiarse a su
madre, como la tocaron y besaron, dios, le estaba dejando por los suelos, pobre
Dani, no ten�a culpa de nada.
Pero Doctor, aquello no fue lo peor que sucedi� aquella
semana, cr�ame.
Recuperada ya de mi ciclo menstrual afronte el fin de semana
con el af�n de afianzar los lazos con mi marido y mi hijo, y poner en rumbo
nuestra vida otra vez, sin la presencia de aquellos intrusos que tanto da�o me
estaban causando. Se me ocurri� que pod�amos pasar un rato divertido limpiando
los tres coches en el jard�n que ten�amos en la parte de atr�s de la casa, lo
pasar�amos en ba�ador como en la playa, sin duda ser�a divertido.
Pero a mi marido le surgi� un trabajo urgente en la misma
ma�ana, ya me encontraba en bikini cuando apareci� para dec�rmelo, le explique
lo importante que era para mi, pero era ineludible, un cliente habitual era mas
importante que su familia, claro que no pod�a reprocharle nada, pues tantas
veces hab�a hecho yo lo mismo, decidida, me prepare para afrontar en d�a yo sola
con mi peque�o.
And�bamos por el primer coche a�n, con la m�sica alta y el
sol pegando fuerte, me estaba costando comunicarme con Dani, estaba algo callado
y aburrido, echaba de menos a su padre, lavar coches era tarea de hombres,
intente bromear con �l, poniendo voz ronca y diciendo frases masculinas, pero no
resulto, nuestro d�a especial estaba siendo un autentico fracaso.
As�, que decid� darle mas ritmo a la cosa, para acabar antes
y que Dani pudiese irse con sus amigos. Moje la esponja con abundante agua y la
estruje contra el capo del Porsche, inclin�ndome un poco sobre el carro para
poder limpiarlo bien, pero sucedi� algo no previsto, sent� que una t�mida mano
acariciaba mi trasero, la redondez de mis nalgas eran acariciadas sin reparo por
Dani, sin mas prenda, pues me hab�a puesto un �nfimo tanga amarillo para
impresionar a mi atareado marido.
Dos mil alternativas pasaron por mi cabeza en cuesti�n de
minutos, y sus caricias no cesaban, finalmente decid� alejarme con la misma
inercia del frotamiento del capo, as�, evitar�a que Dani se sintiese culpable o
violento por lo que hab�a hecho, adem�s, � no hab�a dejado que sus amigos me
tocasen la vagina? � Pues que menos?
Ciertamente estaba funcionando, mi peque�o hab�a dejado de
tocarme, la alarma hab�a pasado, cre� que me estaba volviendo paranoica o algo
as�, mi hijo nunca me desear�a, era mi hijo.
El caso es que Dani empez� a comportarse como un ni�o de
nueve a�os que era, y empez� a chingarme con el agua, estaba enralado, me tiraba
con la manguera y me lanzaba los baldes, ambos estabamos empapados por el agua y
el jab�n, desde la cabeza a los p�es. Su risa jovial y despreocupada me record�
lo hermoso de la inocencia de un ni�o, desinhibida yo tambi�n le lance un cubo
cogi�ndolo por sorpresa, hasta casi hacele caer, desafiante empez� a perseguirme
amenaz�ndome con ingenuidad hasta que me alcanz� y me tumbo en el suelo para
hacerme cosquillas, haciendo me deshiciera en risas y gritos, lamentablemente el
ya no se re�a, no, miraba fijamente al seno que se me hab�a salido mientras
retozaba con �l.
La tormenta se hab�a desatado, reconoc� aquella mirada a
primera vista, era la misma que la de su amigo antes de besarme, me deseaba, me
miraba como una mujer, no como a su madre. Hubiese sido f�cil echarle la culpa a
las conversaciones de sus amigos, pero si yo no les hubiese alimentado los
rumores, si no fuese vestida con aquel �nfimo bikini, que dejaba muy poco a la
imaginaci�n de un ni�o en plena pubertad, si no estuviese mojada de arriba
abajo, mostr�ndome reluciente como un coche encerado antes de ser vendido, era
una inconsciente, y ahora tendr�a mi castigo, o mi recompensa.
El silencio se hizo, estabamos solos, no hab�a nadie en los
alrededores, Y Dani me volvi� a mirar fijamente a los ojos, notaba mi
nerviosismo, reconoc� las intenciones de mi hijo., el cual estaba erecto, y su
fino ba�ador no pod�a disimular la enorme excitaci�n del peque�o.
Esta vez mi marido no llegar�a para evitar que le fuese
infiel con un ni�o, con su hijo, y en si casa, sin duda, estaba a punto de
cometer la mayor locura de mi vida, y era completamente consciente de ello.
. Dani me beso en los labios, y le respond� gustosa, mi
peque�o sin mediar palabra desplazo la tira de sost�n que cubr�a el otro pecho,
y descubri� mis deliciosos senos, mirando al cielo, erizados por la morbosa
situaci�n, le dije que no deb�amos, era su madre, estaba mal, pero el no me hizo
caso y chupo con fuerza mis mont�culos, hasta casi parecer que los mord�a, gem�
como un gatita, , me hab�a gustado.