Una vez mas les envi� otro correo mas de mi estimado amigo, prometo que en
pr�ximas fechas continuo con mis aventuras
Por mi parte d�jame contarte una aventura que me
sucedi� este fin de semana. Resulta que sal� con unos
amigos a tomar una cerveza a un bar. de aqu� de mi
ciudad para distraerme un rato, porque tuve una semana
muy pesada en mi trabajo.
Estuve con mis amigos hasta como a las 3 de la ma�ana
y ya andaba medio alegre. Como era un noche hermosa,
en la que no hacia ni fri�, ni calor, a pesar de estar
en invierno, decid� llegar a un parque que esta camino
a mi casa, para caminar un rato y despejarme tambi�n,
porque te digo que ya andaba algo tomado.
Resulta que en ese parque (o Alameda, como le llamamos
nosotros) en las noches hay mucho movimiento de gente
de ambiente que va en busca de alguna caliente
experiencia.
As� que llegando a la Alameda, me encontr� con que
estaba en penumbras en su mayor parte, lo cual me
pareci� bastante propicio, para encontrar con quien
pasar un buen rato.
Estacione mi carro en una calle cercana y me interne
por los pasillos del parque, hasta llegar hasta la
explanada que se encuentra justo en el centro. Ah�
estaba un poco m�s iluminado y no se ve�a a nadie en
los alrededores.
Me sent� en una de las banca y me puse a fumar un
cigarro, mientras disfrutaba del fresco de la noche.
Pasaron uno minutos y al ver que todo estaba muy
quieto y solitario, empec� a tocarme a mi mismo por
encima de mi ropa.
Bastaron unos momentos, para que me pusiera al rojo
vivo y, quiz�s, debido a los efectos del alcohol, me
vali� madre y me saque la verga para empezar a
masturbarme en pleno parque.
Sin embargo, a medida que mi excitaci�n crec�a,
tambi�n crec�a mi descaro y, de plano me baje los
pantalones y los calzones hasta los tobillo y sentado
en aquella banca, me hice una salvaje, pero deliciosa
pu�eta.
Tan entretenido estaba en mi caliente ocupaci�n que no
me di cuenta que una sombra se acercaba sigilosa por
un oscuro pasillo cercano a donde yo estaba.
Para cuando me di cuenta, note que alguien me
observaba silenciosamente entre la oscuridad y
aquello, lejos de asustarme o incomodarme, me excito
aun mas, pues siempre he tenido tendencias
exhibicionistas.
As� que redoble mis movimientos manuales sobre mi
verga y gimiendo de placer me manoseaba por todas
partes, sin dejar de masturbarme.
Finalmente, un chavo como de mi edad, salio de entre
las sombras y lentamente se acerco hasta donde estaba
sentado, sin dejar de mirar fijamente mi duro garrote
que palpitaba de excitaci�n entre mis manos.
Sin decir palabra, se acerco hasta donde estaba y
arrodill�ndose frente a mi, introdujo mi tieso garrote
en su boca h�meda y tibia, succion�ndolo
deliciosamente y elev�ndome hasta el s�ptimo cielo.
Su lengua recorr�a �vidamente toda la gruesa longitud
de mi miembro, desde la cabeza palpitante de mi verga,
hasta la base de mis peludos huevos. Mientras tanto,
yo disfrutaba cada nueva mamada que me daba y gem�a
voluptuosamente, levantando mis cadera para introducir
mi miembro lo m�s profundamente posible en su boca
hambrienta, que parec�a querer sacarme la vida a
trav�s de mi verga.
Recost�ndome hacia atr�s en la banca, levante mis
piernas, coloc�ndolas sobre sus hombros, para permitir
que su lengua caliente hurgara entre mis nalgas,
acarici�ndome la entrada de mi caliente agujero y
provoc�ndome salvajes oleadas de placer que me
recorr�an todo el cuerpo.
Cuando ya me ten�a al borde del �xtasis total, me
levante de la banca y agarrando violentamente al tipo
aquel lo empine sobre la banca, baj�ndole los
pantalones y los calzones, y de un solo golpe se la
met� hasta los mismos huevos.
El pobre chavo se quejo lastimeramente, pero aquello
me excito aun m�s y empec� a penetrarlo salvajemente,
metiendo y sacando mi hinchado miembro por su caliente
conducto, taladr�ndolo sin piedad y con mayor
profundidad a cada nueva arremetida.
En cuanto el chavo se acostumbro al grosor de mi
miembro, empez� a responder a mis embestidas y ahora
era �l quien me ped�a que me lo cogiera con mayor
fuerza cada vez.
A mi lo que realmente me tenia s�per excitado era el
hecho de estar cogiendo como dos perros calientes en
pleno centro de la Alameda, con la excitante
posibilidad de que alguien mas pasara por ah� y nos
viera cogiendo como desesperados.
Despu�s de un rato, cambiamos de posici�n y sent�ndome
en la banca, el tipo aquel se sent� sobre mi verga y
empez� a cabalgarme deliciosamente. Su culo parec�a
querer arrancarme el miembro, por la fuerza con la que
me lo apretaba, y mientras cabalgaba sobre mi, yo no
dejaba de manosearle su miembro, tan parado como el
m�o; haci�ndole una deliciosa pu�eta, con movimientos
sincronizados con los sentones que se daba sobre mi
garrote.
Finalmente, no pudimos aguantarnos m�s y empezamos a
venirnos casi al mismo tiempo. De hecho, en cuanto
empec� a sentir su verga tensa entre mis manos, como
pre�mbulo a su inminente venida, yo tambi�n empec� a
venirme dentro de �l, ba��ndole las tripas con mis
calientes mecos, que se rebasaban por las comisuras de
su culo, ce�ido firmemente alrededor de mi miembro, y
que me escurr�an por entre mis peludas pelotas.
Fue algo salvajemente excitante que me dejo un grato
recuerdo y que espero que se vuelva a repetir en
alguna otra ocasi�n.