Relato: Mis Vecinas





Relato: Mis Vecinas

MIS VECINAS



Hace unos a�os, por razones de seguridad, vend� la casa donde
viv�a y compr� un departamento cerca del centro en un 7� piso a la calle. Muy
amplio. Tres habitaciones con grandes ventanales. Dos al frente y una hacia el
contrafrente. Esta la transform� en escritorio, biblioteca y dep�sito de cuanta
cosa llegaba y no ten�a todav�a destino. El living es espacioso y tiene un gran
ventanal con balc�n que da a la Avenida, como las habitaciones. Y finalmente una
cocina muy amplia que me agrada porque all� puedo cocinar, cosa que hago a
menudo para agasajar a mis amigos o bien para disfrutar con alguna eventual
visita femenina. Perd� muchas cosas de las que se pueden disfrutar en una casa,
pero gan�ndolo en seguridad y en la disminuci�n del trabajo de mantenimiento.
Mis ocupaciones me exigen mucho tiempo fuera de mi casa y eso �ltimamente me
preocupaba bastante, temiendo llegar alg�n d�a y encontrar que hab�an entrado
ladrones.



Al principio me cost� acostumbrarme, especialmente los fines
de semana. Acostumbraba pasar mucho tiempo en casa pero ahora me ve�a obligado a
salir, porque sent�a la sensaci�n de encierro. Con el correr del tiempo fui
cambiando un poco mis h�bitos y recuper� la costumbre de permanecer en casa. A
lo que no terminaba de acostumbrarme era a los ruidos. La noche ya no era
silenciosa como en mi casa de barrio. Muchas veces me desvelaba y me pon�a a
leer, me conectaba a Internet, o escuchaba m�sica.



Una noche de esas en las que me despertaba por alg�n ruido
con el que todav�a no estaba familiarizado, cerca de las cuatro de la ma�ana me
levant� y me sent� a fumar un cigarrillo en el living. Como segu�a sin sue�o
decid� ir a buscar algo para leer e intentar de ese modo relajarme para volver a
dormir. Antes de prender la luz al entrar, me llam� la atenci�n un ventanal,
edificio por medio, completamente abierto e iluminado. Mir� atentamente y me
pareci� percibir una figura. Fui a buscar los prism�ticos heredados de mi viejo
a quien le gustaban las carreras de caballos, abr� la ventana y me puse a
observar.



Dej� la luz apagada tom� una silla y observ�. Era una
habitaci�n, muy amplia por cierto, con una cama de dos plazas en el medio, al
fondo, desde mi ubicaci�n, un placard, una mesa de luz a cada lado de la cama y
permanec�a totalmente iluminada. Estaba en la tarea de reconocimiento cuando
aparece una figura femenina envuelta en una toalla alrededor del cuerpo y una
m�s peque�a en la cabeza, se�al inequ�voca de un ba�o reciente. Desde mi lugar
de observaci�n pod�a ver la figura entera pues calculo que el departamento
estar�a uno o dos pisos m�s abajo que el m�o.



Es muy curioso ver a la gente sin que esta imagine que la
est�n observando. Act�an libremente y se expresan como tal vez no lo har�an en
p�blico. Estaba en esas cavilaciones y a punto de abandonar la tarea de esp�a
cuando para mi asombro ella se sac� ambas toallas, quedando totalmente desnuda.
Se pod�a ver una cuerpo fant�stico. No muy voluptuosa, mas bien delgada pero con
todo en su lugar. Se par� frente a lo que supongo era un espejo y comenz� a
hacer movimientos que parec�an de gimnasia o pasos de baile cl�sico. En uno de
ellos se par� sobre una pierna levantando a su vez la otra hacia atr�s, y pude
ver claramente su cara. Desde esa distancia parec�a joven, 20-22 a�os y muy
bonita. Seguramente, pens�, aunque no soy muy fisonomista, retendr�a esas
facciones en mi memoria.



Esto me hab�a provocado m�s sue�o que el libro,
afortunadamente, as� que ya casi siendo las cinco, me fui a dormir. Por suerte
descans� pl�cidamente hasta la hora de levantarme para ir a trabajar. Pero
recordaba con mucha claridad ese rostro que pude ver desde la distancia.



Hab�an pasado unos diez d�as de aquel episodio, y cada vez
que mi insomnio me hac�a levantar de madrugada, miraba hacia ese ventanal en
busca de un nuevo espect�culo, pero sin resultados. Es por eso que ya casi lo
hab�a olvidado. Pero esa cara segu�a vigente en mi memoria. Y me preguntaba por
qu�, pues si algo no soy, es fisonomista. En casos as� de conocimientos
circunstanciales de una persona, sea hombre o mujer, olvido su cara casi de
inmediato.



Era s�bado por la ma�ana y me dispuse a hacer las compras
para cocinar porque a la noche vendr�an a cenar una pareja de amigos y la chica
con la que sal�a actualmente. Hab�a salido con mi changuito como hago
habitualmente cuando tengo muchas cosas que comprar. Siempre que puedo evito
usarlo porque realmente me siento un papanata con �l, me parece que todo el
mundo me observa y se mofa de mi. Pero ese d�a iba a tener un rol fundamental en
esta historia, motivo por el cual a partir de all�, me importar�a muy poco lo
que pudieran pensar los dem�s.



Iba caminando por la calle, casi en la esquina, a dos cuadras
de mi casa, cuando noto que al lado m�o, por la vereda, cargada de bolsas del
s�per, caminaba una chica. La mir� y cual no ser�a mi sorpresa: Era mi vecina la
gimnasta !!! Los prism�ticos del viejo, mantienen plena vigencia...Era tal como
la hab�a observado desde lejos...Y adem�s, para mi regocijo, iba calzada con
hojotas, mostrando unos muy bonitos pies.



Estaba en plena observaci�n con todo el disimulo que pod�a,
cuando de repente, tres de sus bolsas cargadas, se desfondan y cae al suelo lo
que conten�an, que por fortuna para ella, no era nada que pudiera romperse y por
fortuna para mi, eran cosas cuyo tama�o y forma hac�a dif�cil llevarlas sin las
bolsas. Inmediatamente me acerqu� con el objeto de ayudarla, pensando que esto
me lo hab�a mandado la providencia para satisfacer mi curiosidad y poder
conocerla. Pensaba en eso mientras la ayudaba cuando ambos coincidimos en que le
ser�a imposible llevar sus cosas en las manos. Sin dudarlo y atento a que mi
changuito ten�a espacio, me ofrec� a acompa�arla hasta su casa. As� lo hicimos y
llegamos hasta su departamento, que como hab�a imaginado la noche en que la vi
por la ventana, quedaba en el quinto piso de un muy elegante edificio ubicado en
la calle paralela a la de mi casa. En el camino conversamos de cosas triviales y
me pareci� encantadora, especialmente porque no ten�a esa postura de "a la
defensiva" que suelen adoptar ciertas mujeres cuando conocen un hombre.
Patricia, as� se llama, se comportaba de lo m�s natural. Llegamos a su casa, le
ayud� a descargar sus cosas y me estaba por ir cuando me lo impidi� diciendo que
lo menos que pod�a hacer por quien la hab�a sacado de un apuro era invitarlo con
un caf�. Acept� y pasamos cerca de una hora conversando. Supe que era profesora
de danza, hac�a dos a�os que viv�a all� buscando la independencia de unos padres
un tanto castradores, pero de mucho dinero que le hab�an comprado ese
confortable departamento para satisfacer su necesidad de independencia y que
hab�a ocurrido un terrible desencuentro cuando al mudarse les neg� una llave
para poder entrar a gusto cuando quisieran alegando que eso no ser�a mas que
tomar distancias y ella lo que quer�a era independizarse. Al cabo de una linda
charla y dos caf�s, intercambiamos tel�fonos y me fui a cocinar para la cena.



Debo decir que Patricia me deslumbr�. No tanto por su f�sico,
que era muy agraciado, por cierto, pero para nada exuberante, sino por la
naturalidad con que se llev� a cabo nuestro primer encuentro. No ten�a ese
estigma que tienen las mujeres con las que estoy acostumbrado a tratar que
inmediatamente se ponen a la defensiva. Por el contrario, ella se condujo, pese
a sus 22 a�os, con mucha soltura, sin tapujos. Se ve�a muy liberal, cosa que
pude descubrir m�s adelante.



Hab�an transcurrido varios d�as desde nuestro encuentro y
francamente no lo hab�a notado, pero no puedo negar que siempre la ten�a in
mente. Patricia me gustaba y mucho. Estaba deseoso de volver a verla y tratar de
seducirla. Dem�s est� decir que cuando me tocaba desvelarme siempre pasaba por
el cuarto-escritorio para ver si daba otro espect�culo. No me pareci� un tiempo
prudencial para llamarla por tel�fono y por otra parte no se me ocurr�a ninguna
excusa.



Pero una semana despu�s surgi� la coartada perfecta. Me llam�
mi compadre, dici�ndome que mi ahijada de 6 a�os, quer�a ir a aprender Danzas.
Bingo !!! .Pens�. Lleg� mi oportunidad !!!. Yo conozco alguien que puede
complacerla, ma�ana la llamo y despu�s te contesto. Efectivamente, la llam� al
d�a siguiente. Era viernes cerca de las 7 de la tarde. Me salud� efusivamente,
hablamos de cosas sin importancia y le pregunt� si pod�a darle clases a mi
ahijada, a lo que contest� afirmativamente, me dio un tel�fono donde pod�a
llamarla para combinar un horario y me recrimin� c�mo no la hab�a llamado,
principalmente para invitarla a disfrutar alguna de esas comidas deliciosas de
las cuales me jactaba. Sin p�rdida de tiempo le dije que ahora mismo. Asinti� y
no alcanzaba a salir de mi estupor por su espontaneidad y su respuesta
afirmativa cuando estaba trocando el portero el�ctrico.



Me gust� mucho su soltura para tomar las cosas. No s�lo
acept� inmediatamente, sino que adem�s, tom�, seg�n dijo despu�s, una botella de
vino de la alacena y as� como estaba sali� para casa. Sin producci�n. La cara
lavada. Y tal cual como se encontraba en el momento en que surgi� la invitaci�n.
Short, remera y hojotas. Que concordaban perfectamente con mi indumentaria
actual, pues yo tenia puesto mi bermuda y tambi�n una remera.



Mientras cocinaba unos filetes de pescado envueltos, abri� el
vino y brindamos por la providencia que nos hizo conocer. Francamente me gustaba
mucho Patricia. No solamente su f�sico, que ante una observaci�n exhaustiva como
la actual, era muy agraciado, sino que su personalidad tan espont�nea hac�a que
me sienta muy a gusto con ella. No obstante lo cual, hab�a algo que no terminaba
de convencerme. Era como que ambos est�bamos muy a gusto uno con el otro,
parec�a que entre nosotros pod�a pasar de todo, pero hab�a "ese algo" que
deten�a las cosas. Y eso me impidi� toda la noche intentar besarla, por ejemplo.
Esto me desconcertaba un tanto, cosa que Patricia percibi� perfectamente, como
me demostrar�a m�s tarde.



Fue una velada excelente. Tomamos la botella de vino que
trajo, otra que yo ten�a y terminamos con una botella de champagne. Como es de
suponer, esto nos puso muy alegres a ambos y francamente ya pensaba en que iba a
pasar cualquier cosa cuando cerca del amanecer se levant� con dificultad del
sill�n, merced a la ingesta alcoh�lica, decidida a irse. Yo totalmente
desconcertado. Y para ella fue muy ostensible, porque se despidi� diciendo que
no me enoje, que ahora me deb�a una cena. Que en cualquier momento la
concret�bamos y que ser�a "con sorpresa".



Debo admitir que qued� entre sorprendido y caliente. Si bien
es cierto que el alcohol hizo que me durmiera enseguida, no pude resistirme a
pensar qu� era lo que ocurr�a. En otras circunstancias esa reuni�n termina en la
cama. Uno presiente cuando las cosas est�n dadas as�. Pero en este caso, la
intuici�n me jug� una mala pasada.



Al d�a siguiente me di cuenta de lo notorio que fue mi estado
de �nimo al despedirnos, pues en la tarde me llam� por tel�fono para agradecerme
la cena y decirme nuevamente que no me enoje y que en cualquier momento
cumplir�a con el compromiso asumido y la sorpresa. All� mismo decid� no volver a
pensar y dejar que las cosas transcurran.



As� estaba todo entre Patricia y yo. Durante los d�as que
siguieron, deb� viajar, por lo que no permanec� en casa demasiado. Entre viaje y
viaje, la llam� o me llam�, nos preguntamos c�mo est�bamos y no se volvi� a
hablar del tema. Pero a la vuelta de mi �ltimo viaj�, inmediatamente que entro a
casa, suena el tel�fono y era ella. Hac�a varios d�as que no nos habl�bamos. Nos
pusimos al d�a con nuestros asuntos y me pregunt� si iba a estar ese fin de
semana. Al contestar afirmativamente, me dijo que no haga ning�n programa para
el s�bado por la noche, as� cumpl�a con su compromiso. Era Jueves, no hab�a
hecho ning�n programa, as� que acept�.



Era s�bado, casi el mediod�a y me despert� Patricia al
tel�fono para decirme que no me olvide la cena. A lo que respond�, mintiendo,
que no la hab�a olvidado. La noche anterior me hab�a acostado muy tarde y con
unas cuantas copas dem�s y desde el jueves que estuve muy ocupado, as� que no me
acordaba. Pregunt� si ten�a frezeer y si le gustar�a que lleve helado. Contest�
afirmativamente y finaliz� la conversaci�n diciendo que llegue temprano para
tomar un vinito previo a la comida. Me levant�, com� una fruta y a partir de
all� comenzaron a trabajar mis ratones, pensando en la invitaci�n de Patricia.
Especialmente en "la sorpresa" que me hab�a prometido.



Luego de la fruta, me acost� nuevamente con el prop�sito de
descansar, pues lo que hab�a dormido no era suficiente. Cerca de las seis de la
tarde me despert�, me di una ducha reconfortante que me despert� por completo y
me sent� en la cocina a ver un partido de b�squet que daban por TV, mientras
tomaba un caf�. Al terminar el primer tiempo la llam� a Patricia para preguntar
si ya era buena hora para ir o si terminaba de ver el partido. A lo que
respondi� que vaya, que acomodar�a el televisor para que pueda verlo en la
cocina y de paso le hac�a compa��a. Me puse un jean, una remera, zapatillas y
pas� a comprar el helado antes de ir. Motivo por el cual, al llegar a su casa,
not� que hab�a perdido el 3er cuarto del partido y estaba por comenzar el 4to,
viendo con sorpresa que mi equipo, hab�a perdido casi el total de la ventaja que
llevaba al cabo del Primer Tiempo. Me ubiqu� de manera que pod�a ver el partido
y observar los movimientos de Patricia mientras cocinaba. Pude deleitarme
totalmente viendo sus pies bell�simos, pues andaba descalza. Lo cual no s�lo
produjo en mi una sensaci�n de deleite, sino tambi�n de calentura ya que trajo a
mi memoria la cena en casa.



Se sent� a ver el final del partido conmigo, abrimos el vino,
lo hicimos descansar y luego brindamos por la cena y por mi equipo que al final
gan� ag�nicamente. Me indic� d�nde estaban las cosas y me propuso que yo ponga
la mesa en el comedor, mientras ella se daba una ducha. Confieso que estuve
tentado de entrar furtivamente al ba�o con ella, pero al cabo de unos segundos
desist� record�ndome a mi mismo que la consigna era dejar fluir las cosas y no
forzar situaciones, concentr�ndome en la tarea que me hab�a encomendado y
olvid�ndome del tema. Al cabo de unos veinte minutos sali� del ba�o y cuando la
vi me qued� poco menos que anonadado. Estaba tal y como la conoc� a trav�s de la
distancia. Dos toallas, una envolviendo su cuerpo y otra en la cabeza. Recib� su
aprobaci�n por lo bien que hab�a hecho los deberes, fue a la cocina, puso una
cacerola con agua a calentar y sali� diciendo que iba a cambiarse.



En pocos minutos m�s est�bamos sentados a la mesa cenando
unos exquisitos fideos, amasados por ella, con una salsa cuya receta me neg�
aduciendo que era un secreto familiar. Pero al cabo de una plato mas, pude
detectar los ingredientes y creo que en cualquier momento la voy a sorprender
cocin�ndole el mismo manjar. Una de las cosas que me gustaban de ella, era su
cultura alcoh�lica y me acompa�aba perfectamente en tan noble tarea. Porque
cuando el compa�ero no la tiene, uno se siente un poco inhibido, cosa que no me
ocurr�a con Patricia. Casi finalizando la cena, hab�amos tomado dos botellas de
vino tinto de su bodega, que por cierto era de lo mas variada en sabores, pero
sumamente uniforme en calidad. Entonces, como dice el refr�n: "no hay dos sin
tres", nos dispusimos a abrir la tercer botella, con la alegr�a y la
desinhibici�n producto de las dos anteriores. Y terminamos de degustar su
excelente receta de familia, pasadas las 12 de la noche y habiendo casi
terminado la �ltima botella de vino.



No me permiti� que colabore en nada. Me indic� que ponga
m�sica, me siente en los sillones del living y que me prepare para tomar el
helado. Pasados unos cuantos minutos escuchando a Sabina, gusto en el cual
coincidimos tambi�n, apareci� con el helado y con una botella de whisky. Prefer�
tomarlo solo en lugar de mezclar con el helado. Me levant� inesperadamente,
saqu� el tema de Sabina que est�bamos escuchando y puse algo cl�sico. Le ped�
que bailara para mi y con total espontaneidad, tal su costumbre, Patricia
accedi� a mi solicitud. No s� que m�sica era, porque estaba francamente
extasiado viendo c�mo se mov�a. En alguna de las rutinas pude observar sus
pechos, peque�os pero firmes y perfectamente formados, cosa que me excitaba
sobremanera. Poco falt� para que la tomara en mis brazos y la besara. S�lo me
detuvo el recuerdo de mi premisa de dejar que las cosas transcurran. Estaba en
esos deleites cuando suena el timbre. Qued� asombrad�simo, pues significaba que
quien tocaba estaba arriba; muy extra�o pues a esa hora era bastante dif�cil que
alguien hubiera abierto la puerta. Inmediatamente pens� que era alg�n vecino
para quejarse por la m�sica, que en verdad no estaba muy alta. Pero en realidad
lo que m�s llam� mi atenci�n fue que Patricia ni se inmut�. Es m�s. Hasta me
pareci� notar que lo esperaba. Entonces all�, no sin alg�n temor, comenc� a
vislumbrar que hab�a llegado la hora de "mi sorpresa".



No s� si era mi sorpresa, pero si lo era cumpli� con creces
su cometido. Apareci� Laura, alumna de Patricia. Seg�n supe despu�s, ten�a 18
a�os. Morocha, de tez blanca. Ojos caf�. Cabello enrulado. Un metro sesenta y
cinco, como Patricia aproximadamente. Short, remera de algod�n con la pancita al
aire. Hojotas y en la mano un atado de cigarrillos y las llaves. Una sonrisa
franca. Y por las dos primeras palabras que cruzamos sospech� que era tan
desinhibida como Patricia. Ya hab�a cenado as� que se anot� con nosotros con el
helado y el whisky y a los quince minutos era como si nos conoci�ramos de hace
tiempo.



Conversamos animadamente los tres, enter�ndome que era
estudiante a punto de recibirse, de Dise�o Gr�fico adem�s de alumna avanzada de
Patricia. Que se hab�an hecho muy amigas por ser vecinas, ya que viv�a en el 3er
piso y hace dos a�os comenz� a estudiar Danzas con ella. Entretanto comenzaba a
vislumbrarse en Patricia una actitud entre complacida y socarrona que llamaba
poderosamente mi atenci�n. En un momento Laura se levant� para ir al ba�o y
justo antes que vuelva, de modo tal de dejarme sin respuesta, Patricia me dice:
No te equivoques !!!. Laura se sent� nuevamente con nosotros, seguimos
conversando, pero yo ten�a una inc�gnita que me carcom�a totalmente.



Mis ratones me dec�an que esta reuni�n se hab�a gestado en
forma absolutamente deliberada y que en realidad la intenci�n de Patricia era
tener una Menaje a Trois. Pero ahora estaba totalmente desconcertado por lo que
me dijo. Francamente no sab�a qu� pensar. Tambi�n se me ocurri� que podr�a haber
invitado a su amiga para entreg�rmela. En fin una serie de disquisiciones que no
llevaban a ninguna conclusi�n. Lo �nico de lo que ten�a certeza era de que
Laura, de un modo u otro, formaba parte de la sorpresa que me fuera prometida.
Por lo tanto, la primer inc�gnita se hab�a develado.


S�lo faltaba saber espec�ficamente cual iba a ser el rol de
Laura en "mi sorpresa".



Debo decir que en todas las oportunidades que convers� con
Patricia, el tema sexo jam�s fue abordado en forma directa. Siempre que se toc�
alg�n tema relacionado fue en forma tangencial y con rapidez, creo que
deliberadamente, fue sutilmente eludido por Patricia. Ni siquiera han existido
conversaciones con doble sentido. Y ahora, en presencia de Laura tampoco. A
decir verdad, esto formaba parte de mi estrategia de dejar que las cosas
transcurran y dejarme llevar por la situaci�n. Y en este momento, en el cual se
hab�an desvanecido mis temores por el cariz que pudiera tomar mi sorpresa,
conociendo mas o menos en qu� consistir�a, estaba mucho m�s relajado y atento a
ver c�mo se daban las cosas.



Mientras convers�bamos, Patricia se levant� para hacer caf� y
Laura se ofreci� a ayudarle. Aprovech� y fui al ba�o, sin saber que a la vuelta
de mi fisiol�gica expedici�n, me encontrar�a con la "verdadera sorpresa" que mi
amiga me ten�a preparada. Me refresqu� un poco pues entre charla y alcohol eran
cerca de las cuatro de la madrugada, y al rato volv�.



No hab�a nadie en el living, por lo que segu� hasta la
cocina. Y aqu� si encontr� "mi sorpresa". Laura y Patricia estaban fundi�ndose
en un apasionado beso. Me qued� at�nito. Y ellas ni se percataron de mi
presencia. Era una escena de lo mas excitante para mi, por lo que aprovech� para
observarlas con detenimiento. Fueron unos segundos nada m�s que me parecieron
una eternidad y me provocaron una buena erecci�n casi de inmediato. Al verme,
contrariamente a lo que yo supon�a, se soltaron una de la otra de forma
absolutamente natural. Me miraron ambas y sonrieron.



-Te gust� la sorpresa- pregunt� con una sonrisa de lo m�s
p�cara, Patricia.



-Me encant�, pero imagino que este no ser� el final, verdad
?-



-Claro que no!!!- contestaron casi al un�sono.



-Entonces me voy a dejar llevar a ver con qu� m�s hacen mis
delicias-



Y diciendo esto me acerqu� a ambas, que ya mostraban su
excitaci�n a trav�s de sus pezones que se ve�an perfectamente bajo las
respectivas remeras, con el firme prop�sito de unirme a los besos y las
caricias. Guiado nuevamente por mi intuici�n, que me defraudar�a otra vez, pues
para mi sorpresa delicada pero firmemente me lo imped�an y retomaban la tarea
que hab�an abandonado cuando llegu�. Para este momento yo ten�a una erecci�n que
era mas que notoria a trav�s de mi pantal�n. Y m�s a�n estando a cent�metros de
ellas pudiendo percibir las m�s m�nimas muestras de sus calenturas que se
acrecentaban a cada instante.



Sin mediar palabra, se despegaron una de la otra, me tomaron
una de cada mano y me condujeron a la habitaci�n en la cual, desde la distancia
conoc� a Patricia. Como ya dije, era muy amplia, tal como la describiera en su
momento. Me sacaron toda mi ropa, dej�ndome solamente con slip. Me condujeron al
sill�n que estaba en el �ngulo formado por la pared del espejo y la del ventanal
por donde yo pod�a ver desde mi casa. Esta rutina, tan bien preparada daba toda
la sensaci�n de haber sido ejecutada en mas de una oportunidad. Lo cual me hac�a
suponer que no era la primera vez que ten�an un espectador.



-No somos bisexuales, somos lesbianas. Y la sorpresa que te
ten�a preparada era esta. Vas a poder vernos mientras hacemos el amor, pero si
intervenir para nada. Est�s de acuerdo ?- dijo Patricia una vez que me
instalaron.



-Acepto- dije ansioso por que el espect�culo continuara.



-Muchas veces en nuestra fantas�as, hablamos acerca de tener
un espectador masculino, pero nunca encontramos a nadie adecuado, hasta que
Patricia te conoci� y consider� que pod�amos confiar en vos- aclar� Laura, dando
por tierra con mi suposici�n de que no era la primera vez y halag�ndome por la
confianza que hab�a inspirado en ellas como para concederme el honor de
observarlas.



A continuaci�n baj� la persiana y Patricia prendi� un velador
de la mesa de luz que daba una sensaci�n de intimidad y a la vez permit�a que
todos nos podamos ver perfectamente pese a la penumbra. Luego se desvistieron
una a la otra lentamente, acarici�ndose y bes�ndose en la boca, en los pechos y
en el cuello. Cosa que hac�a mis delicias y me calentaba hasta un nivel que
pocas veces hab�a experimentado. Inconscientemente llev� mi mano a mi bulto, que
para ese entonces amenazaba con destruir mi slip, y comenc� a acariciarme.



Mientras, ellas segu�an d�ndome un espect�culo que jam�s
hab�a tenido oportunidad de presenciar. Patricia se recost� boca arriba y Laura
la bes� en la boca, fue bajando por el cuello y se detuvo un buen rato
saboreando sus pechos y a la vez con manos h�biles la acariciaba, provocando
suspiros de placer. Sigui� bajando y pude ver como la lengua de Laura arrancaba
quejidos de Patricia, pasando lentamente por su almejita y deteni�ndose
largamente en el cl�toris, lo cual la excitaba aun m�s hasta que se deshizo en
un orgasmo en el que pude ver c�mo sal�an sus fluidos.



Volvieron a besarse acaloradamente y con suma plasticidad y
desenvoltura invirtieron las posiciones, quedando Patricia frente a mi y Laura
recostada con la cabeza hacia los pies de la cama, dispuesta a sentir el goce de
la lengua de Patricia recorriendo su cuerpo entero con una destreza sin igual.
Ahora observ� a Laura que alcanzaba su orgasmo manifestado con un profundo
quejido y tomando con fuerza la cabeza de Patricia, como queriendo mantenerla
all� para siempre. Yo no pod�a m�s de placer y calentura, como tampoco pod�a
salir de mi asombro por haber tenido la suerte de que me inviten a presenciar
semejante espect�culo. No s� en qu� momento lo hice, pero me encontraba sin slip
y con mi garrote en mi mano. Semejante calentura no me permiti� contenerme y les
ped� que me dejen besarlas a ambas, casi en un ruego desesperado por tener
contacto con esos dos maravillosos cuerpos j�venes que yac�an extasiados despu�s
de sendos orgasmos. Para mi asombro, accedieron. Me acerqu� a la cama y bes�
largamente a cada una de ellas. Inmediatamente hice el adem�n de retirarme, pero
Laura, quien parec�a dominar la situaci�n, me retuvo tom�ndome de un brazo.
Qued� sentado al borde de la cama con mi garrote latiendo y a punto de estallar.



-No queremos que nos penetres, pero te vamos a hacer acabar-
dijo Patricia



Seguidamente tom� mi instrumento en su mano con suavidad y
cre� que iba a estallar. Comenz� a manipularlo de arriba hacia abajo mientras
Laura acariciaba mis bolas. Me colocaron boca arriba en la cama, se sentaron una
a cada lado y mientras se besaban y se acariciaban con una mano, con la restante
ambas se ocupaban de mi arma, como dos expertas. Abr� los ojos para decirles que
no pod�a m�s, que estaba a punto de acabar pero me detuve pues not� que dejan de
besarse, se separan, se miran una a la otra con complicidad y sin decir palabra
se agachan hasta tener mi aparato a la altura de sus bocas. Comenzaron con la
lengua en la puntita acariciando alternativamente primero una y despu�s la otra.
Mientras una jugaba con su lengua alrededor de la punta de mi ca��n, la otra se
encargaba de hacerla gozar con los dedos.



Despu�s se arrodillaron una a cada lado y Laura, muy
lentamente se la fue introduciendo en la boca hasta que casi se ahoga. As�
comenz� a subir y bajar, haci�ndome disfrutar como nunca hubiese imaginado. Se
la sac� adivinando, creo, que estaba a punto de acabar. Teni�ndola en la mano se
la ofreci� a Patricia que gustosamente comenz� jugando con la lengua alrededor y
termin� meti�ndosela en la boca y comenz� con un movimiento ascendente y
descendente que hac�a mis delicias. Ya no daba m�s y grit� que iba a acabar.
Entonces se la sac� de la boca, mientras Laura la tomaba con su mano y se mov�a
muy despacio, prolongando el �xtasis, mientras Patricia jugaba con su lengua
alrededor del glande. Cuando esta percibi� que explotaba sin remedio, sac� la
lengua y comparti� con Laura las tareas manuales que terminaron con mi
resistencia y acab� en casi un grito y una catarata de crema que compartieron,
roci�ndosela en los pechos, orientando hacia una y hacia la otra cada
contracci�n espasm�dica producto de mi calentura y riendo a la vez.



Nos abrazamos y nos besamos mutuamente en una comuni�n que
nunca llegu� a tener con una mujer. Y creo no equivocarme al decir que esta
experiencia que tal vez por curiosidad o snobismo quisieron probar, a ellas les
result� tambi�n de lo m�s agradable. No s�lo por la confianza que depositaron en
mi en el sentido de que no deseaban ser penetradas y yo en ning�n momento ni
siquiera lo pens�. Sino porque supe disfrutar del placer que se proporcionaban y
creo que lo supieron valorar, pues naci� de ellas acercarme a la cama para
hacerme acabar de la forma que lo hicieron.



Y esta vez (era hora) mi intuici�n no me fall�. Hab�an pasado
tres semanas en las cuales nos hablamos por tel�fono pero no nos vimos, cuando
Patricia me llama para decirme que Laura iba a cocinar para nosotros. El s�bado
a las 8 era la cita.



-Esta vez no va a ser una sorpresa- dijo ri�ndose y se
despidi� hasta el s�bado.



A partir de all�, tuvimos muchos encuentros similares, en
casa de Patricia o en la m�a porque Laura viv�a con sus padres. Incluso alguna
vez fuimos a lo de Laura, present�ndonos Patricia y yo como pareja. Pero no pas�
nada salvo por alg�n beso furtivo entre ellas o entre los tres. Pero a pesar que
esta triple relaci�n dur� bastante, nunca intent� penetrarlas ni ellas tampoco
me lo pidieron. Lo que si puedo decir es que fue magn�fico como experiencia y
como amistad. A�n hoy, que han pasado varios a�os de aquello, nos seguimos
frecuentando, como amigos, aunque ellas ya no son mas pareja y cada una tiene la
suya pero nunca se dio la posibilidad que tengamos encuentros similares.


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Relato: Mis Vecinas
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