Clarisa y Maribel Torres son las supervisoras del dep�sito de
mercader�as en el que trabajo. Debo reconocer que no est�n muy buenas, pero con
tanto hombre dando vuelta, cualquier cosa media jugada que se pusieran me pon�a
dura la polla. Desde el a�o pasado me asignaron el turno noche y s�lo las veo de
7 a 9, cuando ellas se van. Pero hace tres semanas ocurri� algo que cambi�
definitivamente mi actitud hacia el trabajo y a estas dos muchachas calentonas.
La m�s grande de las Torres, se llama Clarisa. Morocha de
ojos grises y un cuerpo rellenito pero sensual. Era la m�s linda de las dos,
med�a 1.60, ten�a unas tetas enormes y un culo grande, pero con buena forma y
bien paradito. Ten�a los labios gruesos y una cara de putona que reventaba.
Siempre me la imaginaba chup�ndomela con esa boca deliciosa. Ten�a 34 a�os, era
divorciada y siempre se ped�a licencia porque deb�a encargarse de sus dos hijos,
de cuatro y seis a�os. Era prolija con la ropa y generalmente sorprend�a con
alguna ropa sexy, pantalones ajustados, polleras cortas y toda clase de
musculosa o remera que hicieran resaltar sus pechos enormes.
Maribel ten�a 28, era media bizca y usaba unos anteojos con
lentes grues�simos. Nunca se le hab�a conocido novio ni festejante y se notaba a
una legua de distancia que deber�a ser media fr�gida. Algunos del dep�sito
apostaban a que le gustaban las chicas. No era muy querida por los compa�eros,
siempre estaba de mal humor. Usa el pelo corto, lo que le da un toque varonil
insoportable y el guardapolvo gris es parte de su indumentaria en general. No la
llamaban por el nombre, al principio le dec�an "malco", por mal cogida, pero
finalmente le pusieron "10 de septiembre", porque a esta Torres nunca la hab�an
volteado. Era fea la guacha.
Pero vamos al grano. El 10 de diciembre, despu�s de una
jornada complicada porque hab�amos recibido varios contenedores, tuve la mala
fortuna de quedarme dormido y llegar dos horas tarde. Cuando fich�, Maribel
Torres estaba parada junto al reloj donde ponemos la tarjeta, con un l�piz y un
anotador. "Voy a tener que contarle a Guti�rrez", me amenaz� antes de que
pudiera darle ninguna explicaci�n. "Hac� lo que quieras". Y me fui.
--O�me Gonz�lez, vos te cre�s p�caro. Mir� que si te hac�s el
boludo conmigo que pongo de patitas en la calle � me advirti� para que detuviera
mi marcha.
-- Bueno, qu� quer�s � le pregunt�.
-- Si te port�s bien conmigo, me hago la distra�da y ac� no
pas� nada.
-- Te aprovech�s de m� porque sab�s que tengo que alimentar a
mis hijos. Sos una reventada.
-- A las nueve menos cuarto, te espero en mi oficina. Y trat�
de que no te vea nadie.
A mis compa�eros les dije que hab�a llegado tarde porque mi
mujer estaba enferma y que me iba a tener que retirar para cuidar a mis hijos.
Les expliqu� que ya hab�a hablado con Maribel y que me hab�a autorizado. Quince
minutos antes de las nueve, dej� mis cosas en mi armario y part� hacia la
oficina de esa hija de puta. Cuando abr� la puerta me encontr� con un ambiente
totalmente diferente al que hab�a imaginado. La iluminaci�n era tenue, se
escuchaba una m�sica suave de fondo y Clarisa estaba sentada junto a su hermana
en una punta del escritorio.
-- Ven�, Gonz�lez, acercate. -- me dijo Maribel con voz de
mando - ahora vas a hacer todo lo que yo te diga porque si no ma�ana a la ma�ana
recib�s el telegrama de despido.
Maribel se acerc� a la posici�n de su hermana Clarisa y
lentamente le fue desabrochando todos los botones de su camisa. Tambi�n le
levant� la pollera y la dej� arrugada cerca de los pliegues de su entrepierna.
Clarisa no llevaba ropa interior y su conchita estaba h�meda. Se hab�a afeitado
y sus labios eran gruesos, con pliegues suaves.
--Ahora le vas a chupar la concha. Y hazlo bien porque le
digo a Guti�rrez que adem�s de llegar tarde, trataste de abusar de Clarisa.
Obedec� y comenc� a chup�rsela como si fuera mi �ltima vez.
Me puse de rodillas frente al escritorio y ella abri� las piernas todo lo que
pudo. Maribel se hab�a parado detr�s de ella y le masajeaba los senos, se los
apretaba y le provocaba leves gemidos a su hermana, que ya se hab�a puesto como
un volc�n. Sent� las manos de Maribel en mi nuca, haciendo presi�n para que
hundiera mi nariz en su vagina. Yo jugaba con su cl�toris y aprovechaba para
meterle alg�n que otro dedo en el ano. ""Meteme los dedos, cabr�n", me ped�a
mientras se retorc�a y gem�a tratando de no hacer demasiado ruido. Lam� hasta
que le provoqu� un orgasmo. Ella empez� a temblar y con las manos arrojaba todo
lo que encontraba en el escritorio. Maribel segu�a parada detr�s, pero en una de
las veces que levant� la mirada, not� que se hab�a sacado el guardapolvo y que
jugaba con sus pechos en la espalda de su hermana. No pod�a creer que una
llegada tarde me iba a permitir esta fiesta privada y ya las dos Torres me
parec�an modelos de playboy. A caballo regalado......
--Ahora quiero que nos muestres esa polla. Seg�n dicen sos
muy bien dotado � coment� la m�s fea de las dos.
Cuando pude sacar la polla de mi pantal�n (deb� hacer un
esfuerzo porque ten�a una erecci�n tremenda) Maribel se abalanz� sobre mi
miembro y se lo meti� en la boca. Cerr� los ojos y me concentr� en Clarisa y la
puse de pie para poder seguir sob�ndole los senos. Ella se dio vuelta y me
ofreci� la colita y yo empec� a jugar con mis dedos. De pronto tambi�n se puso a
besar mi polla y entre las dos me hicieron una mamada espectacular. Maribel se
puso de pie y apoy� sus pechos en el escritorio, se abri� con sus manos las
nalgas y con sus dedos separ� los labios vaginales. Me pidi� que la penetrara y
se la met� de una sola embestida. Empez� a gritar como una loca y por momentos
tuve temor de que fu�ramos descubiertos. Sab�a que si eso ocurr�a, era hombre
muerto.
Mientras penetraba a Maribel, Clarisa se puso detr�s de mi y
empez� a jugar con su lengua en mis huevos. Cada tanto, sacaba la polla de la
vagina de su hermana y se la met�a entera en la boca. La mojaba con su saliva y
la volv�a a meter. Tambi�n me dio muchos besos en el ano y eso me calent� mucho.
Quiso meterme un dedo, pero me negu�. Pens� que me iba a reprender, pero el
orgasmo de Maribel se llev� toda la atenci�n. Cuando vi que ya estaba relajada,
saqu� la polla y se la met� a Clarisa. Esta era la Torres que me gustaba y ahora
s� estaba disfrutando de la situaci�n. "Ahhhhhhhh, qu� buena pija que ten�s,
Gonz�lez, por qu� no me la das por el culo, quiero que me la entierres hasta los
huevos hijo de puta". Saqu� la polla de su vagina y la apoy� en el botoncito
rosado de su culo. Ella hizo presi�n para atr�s y pude ver como mi miembro
desaparec�a en sus entra�as sin ninguna resistencia. Maribel ahora estaba
recostada en el escritorio y mientras yo le daba por el culo a su hermana, �sta
le lam�a la concha entre gemido y gemido.
Estuve bombeando como 20 minutos y las dos Torres estaban
como locas. Cuando le avis� que estaba por acabar, las dos se pusieron en
cuclillas y se tragaron toda mi leche, cuando me dejaron la polla bien limpita,
empezaron a besarse en la boca entre ellas, pas�ndose los restos de semen.
Maribel, que hasta ese momento ten�a reputaci�n de fr�gida, sigui� lami�ndola o
como not� que no se me bajaba la erecci�n, tambi�n me pidi� que la penetrara por
atr�s. Clarisa me daba besos en el cuello y c�mplice me dec�a. "Si atend�s bien
a mi hermana, te puede llegar a dar un ascenso". Esa palabra me excit� y trat�
de cog�rmela con maestr�a. La tipa no paraba de gritar y creo haberle
contabilizado por lo menos tres orgasmos. Le llen� el culo de leche y cuando
saqu� el pene, Clarisa me lo volvi� a dejar limpito.
Desde ese d�a, una vez por semana llego tarde y tengo que
v�rmelas en la oficina de supervisi�n con las dos Torres, que aunque no son una
belleza, son muy, pero muy putas y nunca se cansan de jugar con mi polla.