Relato: Marcia, la uruguaya





Relato: Marcia, la uruguaya

MARCIA, LA URUGUAYA



Hoy os quiero contar una historia que viv� con una amiga que
conoc� a trav�s de la red. Iba a ser mi amante, pero me hizo su cornudo.




Hola amigos, ya me conoc�is por otros relatos, y hoy quiero
contaros una historia que me pas� no hace mucho tiempo. Por mi primer relato
sab�is que estoy casado y que mi mujer se foll� a tres t�os delante de m� y con
mi consentimiento y que desde entonces me volv� en un cornudo, pero que ella
tambi�n tiene unos cuernos de aqu� a Roma ya que yo (sin que ella tenga
conocimiento) se los he puesto en varias ocasiones. Ya os he contado mi historia
con Charo, la transexual de Santiago de Compostela y hoy quiero que sep�is c�mo
fue mi relaci�n con Marcia.


A Marcia la conoc� por internet, ella es de Uruguay,
coincidimos un d�a y fuimos poco a poco conoci�ndonos, adivinando nuestros
gustos, nuestras pasiones y descubriendo nuestros vicios. Ella es tremendamente
bella. Me envi� varias fotos (que por respeto a ella no publico, pero que todos
quisierais tener) y al verlas qued� embobado con su atractivo. Es rubia, con un
culo bien duro y unas tetas maravillosas. El tipo es perfecto, parece una modelo
y en nuestras conversaciones pude comprobar que es la mujer que todos querr�amos
tener: una se�ora en la calle y una puta en la cama.


Pues bien, ella pudo disfrutar de unos d�as de vacaciones en
Espa�a y aprovechamos para conocernos y disfrutar de nuestros cuerpos, lo cual
dese�bamos los dos.


La recog� en el aeropuerto (como hab�amos quedado). Su avi�n
se retras� un poco, pero las ansias de encontrarnos eran enormes. Estaba tan
nervioso que parec�a un colegial a la puerta de la escuela esperando a su chica.
Pensaba que pudiera pasarme desapercibida y eso me espantaba. Dudaba que ella al
verme me dijera que mi imagen no era la que esperaba de m�. Dudaba �, dudaba �.
tantas cosas que los nervios estaban acabando conmigo. Hab�a comprado un ramo de
rosas rojas, de esas aterciopeladas, que desprenden un profundo aroma, para que
nuestro encuentro no fuera muy forzado.


Conmigo en el aeropuerto hab�a m�s personas, pero para m� era
como si no existieran. Por fin, comenz� a salir el pasaje lentamente y, de
pronto, una figura de una mujer hermos�sima apareci� al fondo. Era ella, no
pod�a ser otra. Bendije la suerte que Dios me hab�a dado por haber podido
contactar con aquella musa de mis sue�os y me coloqu� lo suficientemente bien
entre la gente para que pudiera verme. Me arregl� la ropa y avanc� entre las
personas. Ella, r�pidamente, se dio cuenta de las se�ales que le hac�a con mi
mano y corriendo se abraz� a m�. No nos dijimos nada, s�lo sent�amos el cuerpo
del uno pegado al otro. Eso que durante tantos meses hab�amos deseado, ahora
(por fin) se hac�a realidad. Estuvimos un rato as� y nos separamos un poco para
mirarnos a los ojos. No pude evitar que mis ojos se humedecieran ligeramente de
la alegr�a que experimentaba y s�lo acert� a balbucear unas palabras: te deseo.
Ella se ri� de m� de forma de ser tan cari�osa y rom�ntica y me dio un beso en
la boca. Un beso corto pero maravilloso.


Le di el ramo de rosas y la tom� de la mano para conducirla
hasta el parking donde hab�a dejado el coche. Mientas �bamos caminando hablamos
del viaje, de los planes que ten�a con ella en esos d�as, de un sin fin de
cuestiones que hac�a que no par�ramos de hablar y hablar �


Llegamos al hotel, era muy c�ntrico y ten�a que cumplir una
sola condici�n: que tuviera yacuzzi en la habitaci�n. Subimos, dej� las cosas y
s�lo me dijo: quiero que me lleves a la playa de la que me has hablado.


Era una playa tranquila, nudista, que se encuentra a unos
diez kil�metros de donde vivo. Me gusta ir all� porque nunca tienes que pegarte
con la gente para coger sitio y, aunque hay m�s de un mir�n y alg�n que otro
viejo salido, de vez en cuando puedes alegrar la vista con una hembra de las de
primera clase.


Se desnud� ante m� para ponerse su bikini e intent� acercarme
a besarle aquellos pezones que se encontraban algo tiesos, pero me apart� de un
golpe seco y me dijo: no seas bruto, ya habr� tiempo para todo, v�monos a la
playa a descansar de mi viaje y despu�s ya veremos lo que pasa.


Aquello me dej� un poco sorprendido pero acept� sus
intenciones. Nos fuimos al coche y tomamos direcci�n a la costa. Ella iba con
una blusa suelta que me permit�a ver perfectamente la parte de arriba de su
bikini que era de color rojo. Y una minifalda amplia que cuando ven�a el viento
se la sub�a dejando ver sus largas y hermosas piernas. M�s de uno se llev� un
susto de tanto que se fijaba en ella al pasar, sin darse cuenta que en la acera
hab�a otras personas caminando o las farolas. Yo me divert�a much�simo y a ella
eso le gustaba. Creo que tambi�n era un poco exhibicionista o que al encontrarse
en un pa�s distinto al suyo no le importaba ser provocativa.


Aparcamos el coche y nos desnudamos all� directamente. Por
primera vez pude comprobar el cuerpo de Marcia en todo su esplendor con
detenimiento. Mi polla estaba ya tiesa y ella se ri� por ello. Nos adentramos en
las dunas y todo el mundo nos miraba al pasar. Mejor dicho, la miraban a ella.


Escogimos un lugar en medio de la playa, donde todos pudieran
contemplarnos perfectamente y donde el espect�culo fuera perfecto. Evidentemente
era una exhibicionista. Quer�a que todos supieran que hab�a llegado ella y que
era la mejor hembra que hab�a pasado por aquella playa en mucho tiempo.


Mientras yo estiraba las toallas y colocaba todos los
artilugios ella sac� un bote de crema y como si yo no le hubiera hecho caso se
pudo a mirar alrededor como dici�ndoles a toda aquella panda de mirones: �es que
nadie va a echar crema en este cuerpazo? Varios hombres se acercaron, pero
h�bilmente le cog� el tubo y le dije al o�do: dile que ya est�s servida por
ahora, que cuando los necesites ya los llamaras.


As� fue, a medida que se acercaban, se fue presentando uno
por uno. En vez de darles un beso o la mano, les agarraba la polla tiesa y les
daba un peque�o masaje, a la vez que muy sensualmente les susurraba al o�do que
ya les llamar�a m�s tarde, que un cuerpo como el suyo necesita mucha protecci�n
solar para estar en plena forma.


Se ech� boca abajo mirando hacia el mar y yo me sent� sobre
ella y comenc� a echarle la crema. Me gusta comenzar por la nuca e ir bajando
d�ndole un suave masaje para que la crema penetre mejor. Yo notaba que eso a
ella le excitaba y entre mi masaje y las palabras y besos que le daba pod�a
sentir como su calentura iba en aumento. De seguir as� acabar�a foll�ndomela
all� delante de todos. Ser�a la envidia de aquellos desconocidos. Cuando pas� a
los hombros not� a mi lado la voz gruesa de un hombre que me dec�a si pod�a
ayudar. Tanto Marcia como yo nos volvimos y vimos a un hombre de entre 50 y 55
a�os, sin afeitar desde hac�a varios d�as, con una ropa totalmente asquerosa,
con un olor nauseabundo y una panza tremenda, ten�a el pelo completamente
despeinado y muchas canas que resaltaban sobre su negra piel. De repente ella y
yo nos miramos y Marcia de un golpe se levant�, lo que hizo que me cayera a un
lado y le dijo:




�No sabes que esto es una playa nudista?, aqu� no se
puede estar vestido.


�Entonces por que no me desnudas tu?




Ella ni corta ni perezosa, se puso en pie y comenz� a
desabrocharle lo que quedaba de su camisa. Aquello me dej� perplejo. Yo
pretend�a serle infiel a mi mujer y resulta que la mujer con la que le iba a
poner los cuernos, ahora me hac�a su cornudo. Era incre�ble. �Vaya degradaci�n!
Pero como pod�is suponer aquello me estaba excitando y decid� saber c�mo iba a
acabar aquello.




Mi amo, �me dejas que contin�e desnudando a este
asqueroso vagabundo?, o� decirme a Marcia.


Si eso es lo que deseas � , acert� a decir.


Sabes que me encantar�a y ser�a un doble placer saber que
cuento con tu ayuda y aprobaci�n.


Pues an�mate y no desaproveches la ocasi�n.




No esper� a que me volviera atr�s y con gran rapidez comenz�
a desabrocharle r�pido aquel pantal�n que llevaba puesto. Debajo de �l no
llevaba slip, ni b�xer, ni nada de nada, as� que apareci� una verga que sin
estar tiesa ya me pareci� inmensa. Marcia se acerc� a oler todo el cuerpo de
aquel hombre. El olor para m� resultaba tremendamente desagradable, pero daba la
impresi�n que para ella era como si se tratara del perfume m�s caro de la
perfumer�a m�s lujosa.




Debes orinar antes de nada. Quiero oler tu orina pegada a
tu cuerpo, quiero que est�s lo m�s cerdo posible.




El hombre no daba cr�dito. Era horrible, su cara llena de
cicatrices y con varias arrugas. Evidentemente marcada no s�lo por su mala vida,
sino por las distintas peleas que hab�a tenido, pero a pesar de ello era tosco,
con rasgos poco agraciados.


El se apart� un poco y forz� unas gotas. Mientras tanto
Marcia se acerc� a m� y me coment� que le encantaba aquella playa y sus
vagabundos y que si no me importaba iba a disfrutar all� mismo de aquel t�o tan
absolutamente asqueroso y feo. Le dije que no le permitir�a hacerlo si no le
ofrec�a una cantidad de dinero. En ese momento pens� que no hab�a nada m�s
denigrante que sentirse puta en una ocasi�n as� y encima pagarle a alguien que
nadie querr�a follarse. Entonces Marcia se acerc� a �l y le dijo: Si me follas
te doy 200 euros. El negro qued� pasmado. Si ya le resultaba alucinante que una
modelo como mi chica quisiera que se la follaran, que encima le pagaran por
ello, era incre�ble. Comenz� a babear, mientras su polla todav�a goteaba su
orina.


Nunca hab�a visto un ser tan repugnante como aquel vagabundo,
pero el placer de Marcia para m� era lo primero, as� que me dispuse a verla
disfrutar.




Marcia, c�gele la polla a nuestro amigo y ch�pasela hasta
pon�rsela dura


Si mi amo, fue lo �nico que o� antes de ver c�mo de un
golpe se met�a lo que pod�a de aquella enorme polla en su boca.




Poco a poco pude ver c�mo crec�a aquello y entonces le dije
al hombre: puedes pegarle, sin causarle lesiones y te la entrego toda para ti.
Desde este momento es toda tuya. Haz con su cuerpo lo que se te antoje y haz que
te d� el mayor placer, que otra ocasi�n como esta no se va a presentar en toda
tu vida. El negro entendi� perfectamente mis palabras y con fuerza agarr� a
Marcia de los pelos y le introdujo toda su polla en la boca. Parec�a que iba a
vomitar o reventarle la garganta, pero poco a poco ella fue logrando que aquella
enorme tranca se adaptara a su boca, o quiz�s al rev�s, nunca se sabe.


Mientras, el negro le dec�a:




Chupa zorra, dame placer que todos los que est�n
alrededor vean como este gordo se folla a esta perra hambrienta de polla
delante del cabr�n de su hombre


Marcia, obedece lo que �l te diga, grit� yo con mi pene
totalmente tieso y viendo c�mo ella disfrutaba de aquella situaci�n.




En esas est�bamos cuando desde lejos se oy� una voz:




Juan, Juan, esp�rame, que a esa zorra nos la tenemos que
follar los dos juntos.




Era otro hombre mayor, en este caso mucho mayor que el que
estaba all� desnudo, con una pierna que se arrastraba por la arena por alg�n
par�lisis, con grasas por todas partes y algo deforme, quiz�s por la cojera tan
acusada que se le ve�a. Su olor se percib�a ya a doscientos metros y por su boca
ca�a un hilillo de saliva pegajosa que le colgaba desde la barbilla. El llamado
Juan agarr� por el pelo a mi Marcia de tal forma que pude ver en su cara que le
hab�a hecho algo de da�o y le dijo: puta arr�strate por la arena y p�dele a mi
amigo que te folle sin piedad. Dale a �l el co�o que yo ya me apropiar� de tu
culo si es que queda algo.


Ella se fue arrastrando y pidiendo a gritos que la follara:
f�llame, soy tuya; f�llame, mi amor; f�llame sin piedad que quiero que disfrutes
el d�a de hoy como si fuera el mejor de tu vida. Estoy aqu� para servirte y que
disfrutes de mi cuerpo con el permiso de mi hombre. Eso lo dijo mientas me
miraba y me lanzaba un gui�o para buscar mi aprobaci�n. Evidentemente la
encontr� por que en ese momento yo ten�a mi primera corrida. Su sonrisa picarona
significaba que iba a darme m�s placer.


El nuevo negro ol�a que tiraba para atr�s, pero ella se
agarr� a sus huevos como si nunca hubiera visto unos iguales y se los lami� de
arriba abajo. Mientras su compa�ero, Juan, se acerc� por detr�s y cogi�ndole los
pechos con fuerza y tirando de ellos hacia arriba le gritaba: quieres que te
follen sucia perra, pues hoy vas a desear que nunca salgan nuestras pollas de tu
co�o y nos lo vas a suplicar y pedir porque si no lo haces as�, ninguno de
nosotros dos te penetrar�.


Marcia parec�a que no o�a nada y estaba ya chupando las dos
pollas, su lengua sub�a y bajaba y las pollas entraban y sal�an de su boca de
forma totalmente an�rquica y fruto de su excitaci�n. Con una mano me hizo una
se�a para que me acercara y una vez a su lado me dijo: ch�pame el co�o que est�
desprendiendo tantos jugos que nos vamos todos a ahogar, adem�s quiero que me
prepares para que estos cerdos me follen. Me tumb� en la arena y me puse debajo
de ella. Acerqu� mi boca a su co�o y con mi lengua le iba chupando la enorme
cantidad de flujos. El espect�culo all� era maravilloso, pero el olor era
inaguantable, aquellos dos individuos deb�a hacer medio siglo que no pasaban por
una ducha.


Marcia, de un fuerte golpe, tir� a uno de los negros sobre la
arena y puesta en pie lanz� un tremendo grito para que todo el mundo lo oyera:
Con el permiso de este cornudo quiero que este cerdo me folle.




Dilo m�s alto, replic� el individuo.


QUIERO QUE ME FOLLES.


No te oigo.


QUIERO SER FOLLADA POR TI.


Vale, pues d�jate caer sobre mi polla, pero antes dime �.
�Cu�nto me vas a pagar? S� que a mi amigo le dar�s 200 euros. Yo quiero 500
euros.


�Tu est�s loco? Yo no tengo esa fortuna.


Pues entonces te quedar�s con las ganas, me voy.


Nooooooooooo, por favor. No te vayas, y me mir� con cara
suplicante. Mi amo, p�gale tu lo que pide y te prometo que no te
arrepentir�s.




Ante tan suplicante actitud me compromet� a pagarle la
cantidad pedida. Encima de cornudo, me convert�a en un gilipollas, tener que
pagar a aquel indeseable para que se follara a una persona que acababa de
conocer. Estaba empezando a creer que estaba loco y que hab�a perdido el juicio
cuando mi polla se puso a actuar por si misma y comenz� a ponerse dura de nuevo.


El negro permiti� que mi Marcia fuera bajando poco a poco
sobre su polla y ella iba disfrutando de cada palmo. Cuando le llegaba por la
mitad dijo: Juan, ac�rcate que quiero volver a lamerte tus huevos, que seg�n
huelen me excitan. Juan se acerc� y le dijo: lame zorra, eres la puta m�s cerda
que jam�s he conocido y quiero que me pases la lengua por todo el cuerpo. A
partir de hoy tu saliva ser� el �nico l�quido que me lavar�. A Marcia aquellas
palabras la excitaron y pude ver c�mo se dejaba caer sobre la barriga del negro.
Se par� un poco sobre ella y r�pidamente comenz� un mete saca con ritmos
cambiados. Primero lento, otro poco r�pido, de nuevo lento. Mientras tanto le
pasaba la lengua por sus negras y grasientas tetas.


En ese momento el otro negro, Juan, comenz� a meterle un dedo
por su culo. En un principio peg� un salto, pero al darse cuenta de los nuevos
placeres que le esperaban se relaj�. Tras ese dedo vino otro y otro. Cuando ya
los tres dedos andaban perfectamente por el culo de Marcia se los sac� de golpe
y le acerc� la punta de aquella polla sucia. Brillaba por la cantidad de jugos
que le sal�an.


Juan fue un cerdo totalmente desconsiderado con mi chica.
Cre� que la iba a romper all� mismo, ya que una vez que entr� su punta, le
ensart� el resto de su polla de golpe. Marcia solt� un grito que se debi� o�r en
quince kil�metros a la redonda, pero una vez que se produjo el acople comenz� a
pedir m�s.



Ummmmmmmmmmm, siiiiiiiiiiiiiiiiii, moveros, cerdos, que
vuestra puta quiere disfrutar de vuestras pollas. Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, no
par�is, que deseo que me romp�is el culo y el co�o a la vez delante de este
cornudo.


Zorra, te vamos a llenar de nuestra leche y no podr�s
sac�rtela en todo el d�a, la que caiga deber� ir chup�ndotela el cornudo que
te acompa�a y te pasar�s todo el d�a sin ropa interior. Mientras dec�a eso
la agarraba de los pezones como si de una pinza se tratara y tiraba de ellos
caus�ndome da�o, pero a la vez se notaba que estaba recibiendo un placer
nunca disfrutado.


Cerda, te convertiremos en nuestra puta y tus ganancias
ser�n para nosotros. Te gusta la polla y nosotros te la vamos a dar todos
los d�as y a todas las horas, le dec�a Juan desde la parte de atr�s.


No pares cabrona, ens��ales a estos salvajes c�mo se
mueve una uruguaya con dos pollas dentro. S�cales hasta la �ltima gota de
leche, que yo ya me encargar� de ir limpi�ndote tus piernas cuando salga de
tu co�o, le dec�a yo mientras me volv�a a masturbar ante tal espect�culo.


No os salg�is de m� ni locos. Os corto las pollas como lo
hag�is. Quiero sentir toda vuestra caliente leche dentro de m�.
Siiiiiiiiiiiiiiiiii, yaaaaaaaaaa, la nooooooooootooooooooooo, no
pareissssssssss, seguiddddddd, aaaaaaaaaaaaaaah, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.



Y as� fue como los dos negros se corrieron a la vez dentro de
mi Marcia. Se quedaron un rato dentro de ella asegur�ndose que no sal�a ni una
gota de la leche que le hab�an dejado dentro y el primero en levantarse fue
Juan. Dirigi�ndose a m� me dijo: Qu� buena hembra tienes, pero mejor me sentir�
si me dais el dinero que me prometisteis. Marcia ni se mov�a mientras yo iba a
la cartera y sacaba un billete de doscientos euros y se lo daba y preparaba otro
de quinientos euros para el otro ser deforme y apestoso.


En ese momento, Juan tom� a Marcia por el pelo y tirando de
ella para arriba, oblig�ndole a ponerse de pie, le dec�a: ya sabes lo prometido,
no puedes limpiarte nuestra leche y la que caiga como esa que ahora sale debe
limpi�rtela tu hombre. Juan me mir� y Marcia se mir� su co�o, y vio como desde
este y su culo sal�a un chorro blanco. Yo pegu� un salto y me acerqu� a ella y
desde abajo fui con la lengua recogiendo aquel semen que me ten�a un sabor
asqueroso, pero que me hab�a comprometido a limpiar.


Mientras el negro deforme se hab�a levantado y con un r�pido
gesto me arranc� el billete de quinientos euros de las manos. Sin decir m�s se
fueron ri�ndose y comentando entre ellos lo bien que se lo hab�an pasado
humillando a aquella uruguaya tan buena que encima iba con un hombre que tuvo
que pagarles para que se la follaran.


Yo continu� limpiando a Marcia y acarici�ndola por las
piernas. Sab�a que ella hab�a disfrutado de verdad y con eso me sent�a bien, el
resto me daba igual. Me dijo que le chupara primero el culo y as� lo hice
procur� sorberle toda la leche que Juan le hab�a dejado dentro. La verdad es que
parec�a una botella de leche lo que le hab�an dejado dentro porque por m�s que
chupaba aquello no paraba. Cuando acab� quise limpiarle su co�o, pero Marcia me
lo impidi� y se tumb� boca arriba y con las piernas en alto. Quiero sentir el
calor de ese hombre tan cerdo en mi un poco m�s. As� que nos tumbamos los dos el
uno al lado del otro para descansar un poco de aquella sesi�n de sexo.


Pasada aproximadamente una hora, se puso de pie y me dijo:
ahora es todo tuyo, refiri�ndose a su co�o y se abri� las piernas y comenz� a
correrle semen por ambas piernas. Me dijo: date prisa que se van a escapar
algunas gotas. As� que no me qued� m�s remedio que poner todo mi esfuerzo en la
tarea. Yo volv�a a notar que mi pene estaba nuevamente duro por lo que comenc� a
comerle el cl�toris y a excitarla. Ella al darse cuenta de mis intenciones me
dijo: de momento ya he tenido bastante, no creo que tu me dejes mejor recuerdo,
as� que ya tendremos nuestro rato m�s tarde.


Recogi� las cosas y nos fuimos, acerc�ndose a todos los
sitios que nos quedaban de camino donde hubiera hombres para despedirse de ellos
con un beso en cada una de sus pollas prometi�ndoles volver otro d�a.


Yo iba tremendamente excitado y casi no me cre�a lo que ve�a,
pero sab�a que la tarde y los d�as que me quedaban a su lado ser�an de pasi�n
total.


S� que Marcia leer� esto desde alg�n lugar de Uruguay y lo
recordar� con su mano en la entrepierna y que ahora estar� chorreando de placer,
porque me consta que aquella experiencia no la olvidar� mientras viva. Yo
tampoco la he olvidado y estoy deseando que vuelva de vacaciones a Espa�a. En el
fondo envidio a los uruguayos que pueden disfrutar de ella, siempre y cuando
ella lo desee.


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Relato: Marcia, la uruguaya
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