Jugarretas de hermanos (2)
Sin duda que la nueva relaci�n con mi hermana, nos ten�a
demasiado calientes. Nuestros furtivos encuentros se repitieron con cierta
periodicidad. Mi hermana nunca tuvo relaciones con mi hermano mayor, pensaba
quiz�s que era demasiada lujuria ser pose�da por los dos hermanos. Aunque
intentos hubieron, siempre terminaron inconclusos por la vehemencia de mi
hermano.
Fue al final del verano, eso s�, que se produjo mi desvirgo
anal en una visita a casa de mis abuelos; donde tambi�n viv�a Yussef, primo casi
de nuestra misma edad.
Mis abuelos viv�an en una casa colonial, grande y con muchas
habitaciones. Esto permiti� tener muchos ratos a solas, entre mis hermanos y mi
primo; con �l empezamos a compartir nuestros juegos.
Fue un momento bastante especial cuando a solas con Yussef,
comenzamos a practicar unas d�biles penetraciones anales, nos turn�bamos como
era ya mi costumbre.
Mi pene endurecido comenz� a acercarse lentamente a las
angostas caderas de mi primo, �l afirmado en la pared con las piernas abiertas
esperaba insinuante la estocada de mi verga. Siempre me ha gustado ser muy
suave, as� lejos de la violencia requerida para la ocasi�n comenc� a frotar en
c�rculos excitantes y abriendo lentamente su parte anal, mojada por la misma
saliva de mi primo, el comenzaba a excitarse sobre todo cuando se sinti�
penetrado por la erguida cabeza peneal, fue entonces cuando sus movimientos se
hicieron cada vez m�s intensos, estaba muy caliente, ninguno dec�a nada, solo se
escuchaba el respirar agitado y algunos gemidos de deseos indecibles. Sus
movimientos eran cada vez m�s r�pidos y mi pene serv�a de eje a sus ya h�medos
impulsos, mientras respiraba muy cerca de su o�do y ahora susurrando y
sugerente: ".. te gusta?"... "te agrada?".-
Fue tal su excitaci�n que de pronto, en un segundo, se
desencaj� de mi pene, gir� rapidamente y nos quedamos besando, luego me gir� y
hundi� sus manos en mi pectoral sin dejarme de versar el cuello, el cosquilleo
recorri� mi cuerpo y me sent� por primera vez como una mujer deseada, siendo yo
hombre. Apuntal� firmemente su pene y al contrario de mi comportamiento, �l fue
introduciendo firmemente su pene en mi trasero.
Sent� todo su calor, la cremosidad de su aceite hirviente, y
el rasgar de su cuero peneal que dejaba al interior de m� el trasl�cido glande
metido en mi pene. Su cabeza era peque�a y el tronco de su pene lentamente fue
ganando los espacios necesarios para introducirse casi completamente, sent� como
el forceje� me produc�a un dolor, pero a la vez una excitaci�n.
Mis piernas temblaban, y mi cuerpo desfallec�a, m�s �l segu�a
tomado de mis caderas intentando atraverme, cosa a la cual no me opon�a.
Fue tal su violencia y nuestro desvar�o que ni siquiera nos
dimos cuenta del desgarro anal que yo hab�a sufrido, mientras �l hab�a
desgarrado parte de su pene. Nuestras prendas quedaron machadas de sangre y
tuvimos que hacer lo indecible para no ser sorprendidos.
Sin embargo, lo que no esper�bamos es que mi t�a hab�a visto
todo lo sucedido en completo silencio...