Relato: Encuentro realmente inesperado (3)





Relato: Encuentro realmente inesperado (3)

Pese a que todav�a era de ma�ana, no pude evitar sorprenderme
cuando me percat� que eran las 11:03. Es totalmente contra mi costumbre
levantarme tan tarde, y se lo hice saber a Fernando, que acababa de llegar a la
mesa luego de terminar lo que ten�a que hacer all�.


Lo dej� servirse tranquilamente, mientras yo daba por
conclu�do el desayuno. La televisi�n mostraba las im�genes de una emisi�n por la
cual yo no ten�a realmente inter�s, pero al menos me permit�a desviar la mirada
a otra parte que su bajo vientre.


-- Oye, �ya te fijaste que son las 11?-- le cuestion�
s�bitamente.


-- �S�, y qu�?-- responde, haciendo una pausa en el proceso
de servirse una tostada con mermelada.


El desayuno tard�o tambi�n es contra mis costumbre m�s
elementales, pero en esas circunstancias especiales, intent� separarme un poco
de mis rituales, como concesi�n a su compa��a.


-- �Qu� haces normalmente, los s�bados por la ma�ada?


-- Duermo, hasta que me duela la piel de tanto estar
acostado.


-- Seg�n recuerdo, me presumiste ser un chico m�s bien
deportivo.


-- Lo soy, pero no el s�bado por la ma�ana, �y t�?


-- A esta hora yo deber�a estar en el gym, a mi edad es
necesario hacer atenci�n.


--�A tu edad? �no inventes! si solamente me llevas por 4
a�os.


-- Diferencia importante, ya lo ver�s cuando tengas 33.


-- Hablas como si deveras estuvieras al borde de la tumba--
me dice, y se sirve otra tostada. Yo hab�a conclu�do desde hac�a mucho, y fumaba
un cigarrillo mientras esperaba a que �l terminara a su vez.


-- La vida no es tan larga, �sabes?-- le digo.


-- Sobre todo si contin�as fumando-- responde.


-- Eh, cuidado, que tengo en muy alta estima mis defectos.


-- De eso ya me hab�a enterado.


Yo continu� en mis cavilaciones, pensando detenidamente en
qu� es lo que har�a con ese tiempo que yo robaba al asignado a mis viejas
costumbres. Fernando parec�a dispuesto a continuar sin hacer nada. Me percat�
que hab�a olvidado -por incre�ble que parezca- que esa era precisamente la idea
que hab�amos tenido al principio: un fin de semana nada m�s para nosotros. Pero
por alguna raz�n, yo estaba con un humor levemente irritable. No queriendo
perjudicar la naciente relaci�n con Fernado, se lo hice saber:


-- Estoy un poco aburrido.


-- Se te nota, desde que saliste del ba�o esta ma�ana est�s
pensativo y hablas como si quisieras forzar una buena conversaci�n.


Yo re� de su observaci�n, pero no dije nada, �l continu�.


-- No tienes necesidad de impresionarme: ya lo has hecho, o
de lo contrario no habr�amos repetido.


-- �Repetir qu�?


-- La cogida, como la otra vez.


-- A decir verdad, es s�lo la mitad de la otra vez.


�l pareci� haber sido atrapado ligeramente con la guardia
baja, pues estuvo reflexionando mis palabras durante unos segundos, pero
r�pidamente hizo un gesto de reconocimiento, mezclado de una sonrisa peculiar.


-- Solo te basta decirlo. Estamos en confianza, �no?


-- Me da no se qu�.


-- Dilo, me gustar�a escucharte pedirme lo que quieras. Con
tus palabras.


-- Bien... estar contigo anoche fue maravilloso.


-- Mucho mejor.


-- Pero... creo que me falt�...


-- Tomar el turno de ser el pasivo. Lo s� bien.


-- �No que me ibas a dejar terminar?


-- Me siento especialmente caliente, as� que no quiero
esperar m�s para que vengas a chuparmela-- diciendo eso, empuja la silla donde
estaba con sus pies y me muestra su verga, en una er�tica semi-erecci�n. Sus
pectorales y torso formaba una especie de rombo sumamente atrayente, de no ser
por la pieza de carne que pend�a entre sus piernas, la cual definitivamente
atra�a m�s mi mirada.


Empez� a frotar sus manos alrededor de ella, tallando sus
vellos p�bicos de color negro y delineando sus ingles. Observ� su vello p�bico
ensortijado, y not� la gradual disminuci�n de su densidad en los extremos de las
ingles. Me pas� por la mente la idea obvia que hombres y mujeres tienen en
realidad formas bien diferentes en la distribuci�n del vello pubiano, y que la
forma masculina tampoco me resultaba para nada desagradable.


-- Ven y ch�pamela, anda.


Sintiendo la llamada ardiente de su sexo al descubierto, me
levant� despacio de donde estaba y me hinqu� al lado suyo, mientras �l me miraba
con aprobaci�n c�mplice.


-- �Ves la punta?�ves esa gotita de leche que le sale?


-- S�.


-- Quiero que tu lengua la saboree ahora mismo.


Yo obedec� sin tardanza, saqu� la lengua y la pas� sobre el
orificio al extremo de su glande al descubierto. El sabor salado de sus l�quidos
seminales se extendi� sobre mi lengua, procur� tenerlo en todas partes, para que
cada papila me demostrara el mismo sabor.


-- Ahora ch�pamela, m�tetela hasta al tope-- me orden�,
mientras finalizaba con su taz�n de cereal.


Abr� la boca y empec� a ingerir su miembro, extendiendo un
poco el cuello y sintiendo como rozaba con las paredes internas de mis mejillas,
y con mi paladar. Sent� como se erectaba por completo, como cambiaba de forma de
ser una especie de golosina tierna a ser un cuerpo duro a la presi�n.


-- �A t� hay que ense�arte las cosas dos veces? abre bien la
boca, no quiero que me muerdas.


Abr� bien la boca y extend� mis labios, para tocarlo
�nicamente con las partes blandas tal y como ya me hab�a ense�ado. Su miembro no
tard� en encontrar el camino hacia mi garganta, cuando de nuevo empec� a
experimentar una fuerte sensaci�n de n�useas. Empec� a dar de arcadas, pero
intent� contenerme.


-- Por lo visto voy a tener que acostumbrarte a chup�rmela.
M�tetela hasta el fondo.


Continu� varias veces intentando introducirlala lo m�s
posible, acerc�ndo los labios cada vez m�s del ras de su vello p�bico. Lo hice
durante varios minutos, hasta que la sensaci�n de asco empez� a disminuir. Es
una maniobra en apariencia complicada, pero la sensaci�n de su glande en el
fondo de mi paladar me animaba a seguir.


En cierto momento, logr� introducirla toda dentro de mi boca,
mis labios tocaban ahora s� la base de su vello p�bico as� como el comienzo de
la suave piel del escroto. El lanz� un gemido de reconocimiento.


-- Oh, s�, puedo sentir tu garganta sobre mi verga.


Yo no pod�a decir nada, pero me content� con lanzar un gemido
de reconocible placer.


-- �Est�s ganoso de verga?�verdad?


Asent� con otro gemido.


-- Quiero que te metas el dedo mientras me la mamas.


Cambi� de posici�n para poder hace lo que �l dec�a. Me
encorv� como una puta en espera de su macho y dirig� una mano hacia mi culo, y
empec� a repasar mi ano con mi dedo medio. Comenc� a meterme y a sacarme su
verga de mi boca m�s a prisa.


Toda irritaci�n desapareci� de mi cabeza como por encanto. Yo
me entreten�a adorando su falo, succion�ndolo. Espor�dicamente me lo sacaba de
la boca, para admirarlo frente a mi cara y para luego lamerlo, dando giros
lentos con mi lengua sobre el orificio urinario, en el frenillo o detr�s del
glande. Yo estaba totalmente transportado por mi actitud licensiosa, dej�ndome
llevar como �l lo hab�a hecho el d�a anterior.


De su verga flu�a espor�dicamente una descarga de fluido
lubricante, demostr�ndome que s� le gustaba que se la chupara como lo hac�a. A
cada reflujo yo me separaba para recoger las gotas del l�quido con la punta de
mi lengua, abriendo bien la boca y volte�ndolo a ver. El juego de las miradas
licensiosas era al parecer una nueva complicidad entre �l y yo.


-- T� tambi�n adoras ser mi puta, �verdad?


Yo asent�, dejando que un hilo de fluido seminal se formara
entre su miembro y mi lengua.


-- As�, bien--me dice, de pronto agrega : --volt�ate--


-- �me vas a dar?-- le pregunt�.


-- Te la voy a meter toda, tal y como pides a gritos.


Yo me sent� intensamente tentado a dejarlo penetrarme tal
cual, mi culo ya adivinaba la sensaci�n de su verga entrando y saliendo de �l.
Pero la prudencia sali� avante, a duras penas.


-- Sin cond�n, no-- le dije, para enseguida abrir la boca y
meter uno y luego el otro de sus test�culos velludos. Yo sent�a desde el
principio una especial predilecci�n por sus dos suaves gl�ndulas, siempre bien
guardadas en su saco de piel con una capa velluda suave al tacto.


-- �Tu tienes una fijaci�n con los condones o qu�?-- me dice,
mientras yo continuaba sintiendo ambos test�culos desliz�ndose juntos en mi
paladar, mientras yo tiraba levemente con los labios para alejarlos de su
posici�n usual. Los liber� un instante para contestarle:


-- Y t� tienes una fijaci�n con el sexo sin cond�n.


-- �No te gustar�a tener esa verga que lames en tu culo ahora
mismo?


-- S�.


-- �Entonces?


-- Pero las enfermedades... tu sabes--


�l parec�a contrariado, o al menos, contrariado de la manera
en que puede estarlo un hombre mientras le practican una mamada atencionada. Yo
estaba caliente, cierto, m�s no ten�a la intenci�n de dejarlo hacer.


Despu�s de un par de insistencias, Fernando ces� de pedirme
que lo dejara penetrarme sin protecci�n. Yo segu� sin embargo, lamiendo,
succionando, adorando sus test�culos un buen rato. Era un juego para m�
agradable estar simplemente lami�ndole las bolas, y �l tambi�n parec�a
entretenido. Levantaba la cara, centr�ndose en mis atenciones, respirando m�s y
m�s agitadamente conforme yo aceleraba las succiones. Lo ten�a por el pito y los
huevos, literalmente, as� que era yo el que pod�a imponer mis reglas.


-- �Oh, est� bien!-- exclam� de pronto --�trae los pinches
condones!--


-- �Hablas en serio?


-- �S�! pero r�pido antes de que te viole.


-- Voy entonces.


Me puse de pie y proced� a alejarme, pero sorpresivamente, �l
me retiene de una mano y me dice:


-- Espera un poco.


Me reclin� ligeramente, para darle un beso profundo en la
boca y darle a probar un poco de lo que �l mismo fabricaba. �l abri� la boca
ansioso y recibi� con gusto lo que yo quer�a darle a probar, rodeando mi lengua
con sus labios. Sent� que sus manos bajaban por mi espalda, y sin mucho
pr�ambulo se insertaban en mis nalgas, abri�ndolas. Con un dedo se puso a buscar
mi agujero. Lo encontr� pronto y comenz� a tallarlo.


-- Este ano tiene ganas de verga.


-- S�, pero protegida.


-- �Y si te meto el dedo no hay problema?


-- No-- e inmediatamente sent� la presi�n de su dedo
empezando a abrirme. Yo no estaba lubricado, as� que sent� algo de incomodidad.


--�Aau!--


-- �te duele? �est� muy seco?-- me pregunta.


-- S�.


Sac� la mano de su lugar y la dirigi� a mi boca, me ofreci�
el dedo y me dijo:


-- Lubr�calo.


Yo abr� la boca y empec� a succionar su dedo, que era
notoriamente largo y firme, un dedo �spero de hombre. De pronto lo extraje y le
dije:


--Tengo una mejor idea.


Tom� su mano y la dirig� hacia mi verga, que estaba
notoriamente mojada por toda la excitaci�n que yo hab�a experimentado esos
�ltimos minutos. �l comprendi� lo que yo quer�a y empez� a empapar su dedo en
mis fluidos seminales, pas�ndolo sobre todas las partes mojadas sobre mi glande.


Separ� su mano y la dirigi� de nuevo hacia mi culo, el dedo
h�medo de mis secreciones seminales se sent�a fr�o. Pero r�pidamente se calent�
al empezar a presionar para entrar. El avance fue notoriamente m�s f�cil: en
unos cuantos segundos lo tuve dentro. Yo me lanc� para besarlo de nuevo, todav�a
de pie y �l en la silla, mientras sus manos me abr�an las nalgas y uno de sus
dedos me penetraba. Yo estaba en el para�so de la pasividad total. Empec� a
masturbarlo mientras tanto.


El humor licensioso extremo hab�a vuelo, como el d�a anterior
en la ba�era, pero ahora era yo el recipiente y �l el donador.


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