"El Despertar de Rosita (II)"
Manuel ya hab�a terminado el trabajo asignado para ese d�a,
por lo que se dispuso a descansar un rato fum�ndose un cigarro en su lugar
favorito mientras llegaba su hora de salida. El era uno de los varios mec�nicos
que trabajaban en el taller vecino a la casa de Rosita y el lugar que eligi�
para descansar estaba oculto entre viejas gavetas de herramientas, llantas y
otros deshechos de los que suelen haber en esos lugares por lo que estaba fuera
de la vista de sus compa�eros de trabajo y del due�o. Su improvisado escondite
se encontraba justo en la barda contigua a la casa de la ni�a y quiz� por las
m�ltiples llantas que ah� arrumbaban se amortiguaba el sonido que produc�a la
faena en el taller, pero no as� de los sonidos provenientes de la casa que se
encontraba al otro lado.
El mec�nico iba a la mitad de su cigarro cuando comenz� a
escuchar unos sonidos peculiares provenientes del otro lado, por lo que aguz� el
o�do para escuchar mejor pues casi estaba seguro de que eran gemidos, por lo que
intrigado y algo alarmado se trep� sobre un bote para asomarse por encima de la
barda hacia la casa. El patio pod�a apreciarse perfectamente pues el sol de la
tarde no le llegaba impedido por los tres pisos de la casa por lo que pudo ver
claramente la distribuci�n del mismo. El piso estaba limpio, algunas cajas de
refresco vac�as se apilaban en un costado del lavadero, de los dos cordones que
cruzaban de un lado a otro del patio haciendo las veces de tendederos colgaban
solo algunas prendas femeninas que parec�an estar secas mecidas suavemente por
el viento. Fuera de ello no se apreciaba otra cosa.
Entonces el mec�nico fij� su atenci�n en la �nica ventana que
se encontraba abierta en la planta inferior y justo dando hacia el patio, ahora
era evidente que los sonidos proven�an desde ah�. Al escuchar con mayor
intensidad los sonidos su primera idea fue que algo malo pod�a estarle pasando a
la vecinita a la cual diariamente ve�a pasar frente al taller de regreso de la
escuela, y para estar seguro pens� que era mejor averiguar por s� mismo lo que
suced�a antes que dar aviso a los dem�s por lo que sin pensarlo m�s decidi�
brincar la barda procurando hacer el menor ruido posible.
El amarillo overall manchado de aceite por los m�ltiples
meses de faena en el taller era un buen aliado, pues el material del que estaba
hecho no hac�a ruido alguno y le protegi� el algo abultado abdomen de lastimarse
con la parte superior de la barda, mientras que la suela de goma de sus
desgastados zapatos de obrero amortiguaron la ca�da. Una vez en el patio de la
casa se desliz� lentamente agachado hacia la ventana de donde proven�an los
ruidos. Cuidadosamente se fue asomando por la ventana y lo que vio entonces lo
dej� con la boca abierta! Ah� frente a �l a s�lo unos escasos 2 metros la
peque�a vecinita se encontraba masturb�ndose sobre su cama!!! Instintivamente,
asustado, Manuel se agach� r�pidamente, primero porque pensaba que lo que hab�a
visto no pod�a ser posible y en segundo lugar porque supon�a que lo hab�an
sorprendido fisgoneando.
Su coraz�n de 32 a�os parec�a querer salirse de la prisi�n de
su pecho, bombeando sangre a 1,000 por hora. Trat� de tranquilizarse, mir� hacia
todos lados para cerciorarse de que nadie lo hab�a visto y despu�s de respirar
en tres ocasiones para tomar aliento, reuni� el valor suficiente para volver a
asomarse. No, no era mentira lo que sus ojos le revelaban, ah� estaba la peque�a
ni�a masturb�ndose sobre su rosada prendita color rosa. Era obvio que ya ten�a
alg�n rato en esos placeres pues la prenda luc�a mojada a m�s no poder. La
erecci�n en el pene de Manuel fue inmediata y poderosa mientras su mente se
debat�a en una guerra sin cuartel entre la conciencia que le rogaba alejarse de
ah� y no perturbar la intimidad de esa peque�a menor de edad y su instinto
animal que le rug�a sacarse la verga ah� mismo y no dejar pasar la oportunidad!
En esa lucha interna se encontraba cuando observ� que la nena
se despojaba de su bikini arroj�ndolo a un lado sobre la cama, tomando un
instrumento de color azul del cercano mueble para de inmediato llevarlo a su
boquita hambrienta. En ese punto las im�genes se sucedieron unja tras otra
vertiginosamente en la afiebrada cabeza del sujeto� Rosita lamiendo y despu�s
mamando el marcador, luego la forma como desaparec�a entre los virginales labios
vaginales, subiendo y bajando sin penetrar, luciendo como una deliciosa
salchicha dentro del un hotdog! La visi�n era desquiciante... enloquecedora!!!
CONTINUARA. ;-)