Rosa estaba realmente guapa con aqu�l conjunto, se ve�a
mayor, por fin...
Incluso daba la impresi�n de que ten�a pecho.
Mam� le hab�a permitido comprarse aquellos zapatos, no eran
zapatos en realidad, eran unas sandalias con algo de tac�n y abiertas por
detr�s, demasiado sexys para su edad, ahora que estaba frente al espejo,
arreglada ya para salir, se daba cuenta de ello.
Pero era demasiado tarde, el cumplea�os de Azu era dentro de
una hora y no pod�a empezar a revolver en los armarios buscando un modelito
alternativo.
As� que sali� de su cuarto t�midamente, como consciente de
que esa noche quiz� su imagen fuese excesiva para una chica de 14 a�os.
Pap� conversaba en el sal�n con el primo Alfredo...
En realidad, Rosa se sent�a algo m�s preocupada de lo
habitual porque pap� y ella, esa misma tarde, hab�an tenido una discusi�n
fuerte.
El primo Alfredo, con su esposa e hija, una chica de apenas
un a�o menos que ella, hab�an venido de visita, a pasar s�lo un fin de semana.
Cuando el padre se enter� de que Rosa ten�a una fiesta justo
en la noche del s�bado, se molest�, e insisti� con su madre en que deber�an
hacer desistir a la ni�a de acudir al cumplea�os para que, como corresponde
�dec�a el padre- hiciese compa��a a su prima venida desde lejos.
Pero Rosa era cabezona y no cedi�...
Ni siquiera ante las promesas de alg�n regalo o ropa extra,
hac�a d�as que preparaban la fiesta de Azu y por nada del mundo iba a aceptar
perd�rsela.
�Llevar a su prima?...
La propuesta, como era de esperar, surgi� de uno de los
mayores, y Rosa, con gran esfuerzo, esgrimi� mil argumentos absurdos para
hacerles desestimar la idea.
Una larga sarta de tonter�as que evitaban decir la raz�n
real...
La primita era tal vez demasiado ni�a todav�a, un poco feita
y m�s bien gorda.
No en vano, aquella salida, era para Rosa y sus amigas una
especie de puesta de largo, una fiesta en casa de Azu, sin sus padres, que ir�an
al cine para dejarlas m�s a su aire...
Poder fumar, beber y, a poder ser, tener los primeros
escarceos amorosos con aquellos chicos que, no sin grandes pol�micas, hab�an
sido invitados despu�s de una rigurosisima selecci�n.
Dany, el de los ojos verdes...
El que ten�a moto, el que, una y otra vez le sonre�a al
cruzarse por los pasillos de la escuela...
Por todo ello pap� le puso mala cara cuando la vio salir de
su habitaci�n dispuesta para salir...
- Marta... �Se dirigi� a su esposa- �Esta ni�a no va
demasiado lanzada para la edad que tiene?...
La madre, por toda respuesta, sonri� a su hija y evit�
comentarios.
Al fin y al cabo, como todas las madres, estaba orgullosa de
la belleza que empezaba a despuntar en el cuerpo adolescente de su hija.
Mil recomendaciones...
La hora de llegada, las amistades, lo que "no" bebas y lo que
"no" hagas...
Un beso a cada uno de los presentes, incluida la primita poco
agraciada, despu�s la calle, la libertad...
Aquel autob�s en el que, por primera vez en su vida, se
sinti� observada con deseo, aunque todav�a ella no sab�a definir bien esas
sensaciones ni calibrarlas.
Era una mujer...
Ya son cerca de la una...
Antes, treinta minutos antes y, despu�s, cada cuarto de hora,
la madre preocupada, observada de cerca por un padre inquieto, hac�a varias
llamadas de tel�fono.
- �A que hora ha salido mi hija de su casa?... �S�?... Bueno;
Gracias, se�ora; Y encantada de saludarle...
-�Ha llegado ya Alejandra?... Vaya... No; Es que mi hija
todav�a no...
-�Rosa no ha venido con vosotras?... �No la iba a traer el
padre de M�riam?...
Dany ha bebido demasiado, se siente feliz, pero rotundamente
mareado, no deber�a haber repetido tantas veces, quer�a impresionar a Rosa...
Y lo ha conseguido, pero lo hubiese logrado exactamente igual
con tres cubalibres menos...
Ahora se siente mal, aunque ella se r�e, mucho.
Y es que a la chica �que seguramente no habr�a probado nunca
antes el alcohol- tambi�n se le ha ido la mano con las copas...
Lo malo es que, ahora, no pueden sujetarse bien encima de la
moto.
Hab�a prometido llevarla, as� abrazada a �l, con la misma
tibieza que sent�a un rato antes, todav�a en la fiesta, mientras, por primera
vez, se besaban e intercambiaban sondeos por debajo de la ropa.
Pero no pod�a ser, si se montaban en la moto se iban al suelo
seguro, qu� pena...
No hay autobuses, tampoco pasan taxis...
Rosa ha desobedecido y, por volver con Dany, se ha excusado
para no subir al coche del padre de Miriam, que, efectivamente, ha ido a
buscarlas.
Ahora hay que regresar caminando, no hay otra alternativa...
Igualmente todo va bien, porque Dany la acompa�a.
Y se siguen riendo y, la media borrachera, hace que no pase
por su pensamiento el gesto avinagrado de su padre d�ndole las recomendaciones y
las ordenes...
De eso hace ya miles de horas, o tal vez s�lo cuatro o cinco.
Da igual, se siente adulta.
El chico que le gusta la he besado, muchas veces, adem�s ha
tanteado sus todav�a peque�os pechos por debajo de la blusa...
Hace un vientecillo suave, ella va con su vestido cortito y
sus zuecos de tac�n, incluso mam� le ha prestado una pulsera de oro y le ha dado
alg�n consejo a la hora de pintarse los labios.
�Qui�n dice que 14 a�os son pocos?...
La mujercita por fin mete la llave en la cerradura del portal
de abajo...
-No es tan tarde... -piensa- ... �Pap� mira la tele hasta
algo despu�s de estas horas...
Hay luz en el sal�n, la ve desde la calle, y tambi�n en la
habitaci�n de las visitas...
Mejor, ojal� est�n ya en la cama y, al llegar, no sea
necesario saludar a la est�pida de su primita ni a la t�a...
El t�o Alfredo, sin embargo, no est� tan mal para sus
cuarenta y muchos, es elegante y atento y, las veces en las que ha intercambiado
frases con �l, la ha tratado como a una mujer, no como pap�, que todav�a, cuando
se enfada, la llama "mocosa"...
Y ahora se va a enfadar, seguro, tal vez no mucho � la
ginebra con coca-cola todav�a la mantiene en otro mundo �
De cualquier forma, no importa porque, antes de subir a casa,
Dany la va a volver a besar, ahora un poco menos porque, en realidad, los dos ya
se sienten un poco regular y, la alegr�a et�lica, se va convirtiendo en cierta
sensaci�n desagradable en el est�mago.
Por fin est� arriba...
No llega a abrir la puerta, su madre, que estaba pendiente
del ascensor, se le adelanta.
Una mano de hierro la ha cogido con el brazo y, volando casi,
la ha metido dentro de casa...
Despu�s un torbellino de frases la aturde, a d�o, pap� y mam�
le hacen preguntas, pap� incluso, una vez, la zarandea furioso, ella pierde el
habla, no sabe porqu�.
Est� mareada y tiene mala cara, eso lo deduce porque mam� la
mira muy de frente y, despu�s, la coge por la cara y clava las pupilas en las
suyas...
-�Y esa mancha?...
Rosa se percata, en la calle ( y en la fiesta tambi�n )
estaba oscuro.
Su maravilloso vestido de mujer joven pero adulta, est�
mancillado por una mancha asquerosa de pastel que ella no recuerda �son
demasiadas cosas para recordar en una noche- c�mo se la pudo hacer.
- Esta ni�a est� borracha�... Ha sido el padre, menos
diplom�tico, el que resuelve la duda, algo simplona, de su esposa...
Rosa se siente agredida, como humillada por el espantoso
lampar�n en su ropa...
Recuerda a Dany y a su moto, al conductor del autob�s que la
mir� como no mirar�a jam�s a una ni�a de catorce a�os, y se siente ofendida.
Se zafa del cerco paterno y se encierra en su habitaci�n.
Pap� se queda furioso en el centro del sal�n, bloqueado, sin
saber muy bien qu� hacer.
Su mujer, sin embargo, s� reacciona y va tras la ni�a, golpea
en la puerta de su cuarto y le pregunta con dulzura si se siente bien...
Y ah�, nunca sabr� porqu�, Rosa estalla.
Se le dobla la edad durante unos segundos y, armada de un
valor todav�a fruto de la bebida, grita...
D�jame en paz est�pida... Vete a la mierda�...
Y, con rabia, se quita el vestido que, hecho un ovillo, va a
parar a un rinc�n del cuarto, se siente deprimida de verdad al verse en aquel
cuarto que, ahora que lo piensa, todav�a es el de una ni�a.
El torbellino vuelve a aparecer...
La puerta se abre, hac�a mucho que esto no suced�a antes de
que ella diese antes su permiso.
Es pap�...
Ella lleva puestos todav�a los zuecos de tac�n, pero, por
encima, tan solo va con una camiseta y las braguitas y, tambi�n hac�a mucho, que
su padre no la ve�a con tan poco ropa, pero no le da tiempo a cubrirse, pap�, de
nuevo, la sujeta por un brazo y, con la zapatilla que acaba de sacarse, le da
dos azotes en el trasero...
Ella no se acobarda, todav�a estalla m�s, a gritos a�ade
alguna barbaridad peor a su lista de cr�menes y, cometiendo el error m�s grande
de su adolescencia, sale del cuarto en busca de su madre, que la imagina en la
cocina.
Pero no es as�, mam� se ha ido a llorar al dormitorio...
As� que ahora, en la cocina, pap� la alcanza.
Los maravillosos y sexys zapatos se quedan en el camino, su
padre la ha levantado en volandas y, ante su asombro, le baja las bragas sin
ceder ante sus s�plicas...
Porque ya es as�...
La mujer se ha volatilizado y ahora, vuelve a ser la ni�a la
que, asustada, pide perd�n, patalea y llora.
M�s que llorar; berrea.
No alcanza el suelo, pap� es un hombre fuerte y, con un solo
brazo, la sujeta en el aire, la otra mano, todav�a con la zapatilla, es la que
usa para azotarla.
Realmente no son muchos los golpes...
Entre uno y otro, el hombre le dice frases, la llama "mocosa"
y "atrevida", despu�s otro zapatillazo, despu�s otra pausa para recordarle de
nuevo su edad y su inconsciencia.
El esc�ndalo ha sido enorme...
El portazo, el grito a su madre y ahora su llanto hist�rico.
Por eso es que, ahora, aparece en la puerta su t�o,
tremendamente atractivo con su pijama de pantal�n corto, ha venido para intentar
calmar al padre.
A la vez, la madre corre a la cocina consciente de que s�lo
ella podr� tranquilizar a su marido.
Mientras, Rosa esta desnuda de cintura para abajo, descalza y
despeinada, le cuelgan los mocos por el berrinche, la sombra de ojos se
desparrama...
El padre deja entonces de azotarla pero, ignorando la
humillaci�n de la ni�a, la obliga a estar de pie...
-P�dele perd�n a tu madre... �Dice-
No llega a hacerlo porque antes la suelta de su terrible
abrazo y la chica puede entonces correr hacia su cuarto a esconderse de tanta
verg�enza sufrida en s�lo unos minutos.
Lo malo es que est� en el centro de la cocina...
Algo as� como un desierto...
Son s�lo unos metros, pero ha de recorrerlos, as�, en su
humillante estado, para alcanzar la bendita puerta de su habitaci�n.
Entre �sta y ella esta su t�o, todav�a all�, algo torpe, no
ha sabido retirarse a tiempo...
Pero eso no es lo peor, lo peor estaba detr�s de �l...
Un poco escondida, pero presente...
Su primita, gordita, fea, demasiado ni�a para ir a fiestas,
lo ha visto todo.
Ahora, aunque se apenas durante unos segundos, va a ver su
culito desnudo, un poco colorado porque, en el fondo, pap� no le ha dado tan
fuerte.
Sin embargo ella hubiese preferido cien azotes m�s a aquella
verg�enza inigualable.
Podr�a hablar del desayuno del d�a siguiente, con la primita
all�, cara a cara, llevando �sta un muy infantil camiseta del pato D�nald...
Pero me parece excesivo.
Pobre Rosa, pobre mujercita de catorce a�os...