Me encanta trincar culos gordos.
Por Lado Oscuro 4
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Hab�a pasado una semana desde el d�a en que siguiendo por la
playa a una morenita con un espectacular culo gordo, despu�s de trinc�rselo
descubr� que era un travesti, portador de una poderosa verga que me hizo conocer
por mi culo, hasta entonces virgen. No es que no lo haya disfrutado, y mucho,
pero me doli�, y me promet� ser m�s cuidadoso en el futuro, para seleccionar
v�ctimas. Cuidadoso, pero sin exagerar, porque la sorpresa me hab�a gustado.
Sentir como su verga pulsaba dentro de mi ano con cada chorro de guasca que me
largaba, fue una experiencia que record� toda la semana, haci�ndome pajas.
Ya se me hab�a terminado el dolor de culo, y decid� que ya
era hora de volver a la playa, para saldar una cuenta pendiente. El se�or con un
hermoso culo gordo que siempre iba con su familia. Me pregunt� si hoy lo
encontrar�a, y como har�a en tal caso para trincarle el culo, ya que ten�a la
impresi�n de que el pobre no ten�a experiencias en ese sentido. Y seguramente no
sospechar�a mis intenciones cuando me le acercara.
Su carpa era la primera al lado del sendero que llegaba a la
playa. Su se�ora y los ni�os me saludaron alegremente. "�Por d�nde andaba, que
nos hab�a abandonado...!" �me pregunt� ella. Me sent� en uno de los sillones de
esterilla que ven�an con la carpa. "Es que tuve mucho trabajo..."
"�Bah, cosas de hombres, yo no me perder�a un d�a de playa
por nada del mundo!", desaprob� ella. "Dele, t�mese un mate! Y me lo entreg�
extendiendo su brazo. ��Y usted que me cuenta, don Jorge?" me dirig� al marido.
"No me digas "don"" rezong� Jorge.
Despu�s de un rato se levant�: "Me voy a dar un chapuz�n,
�ven�s?" Y all� nos fuimos los dos, rumbo al mar. �l abriendo camino, y yo
disfrutando de la vista de su soberbio culo, delante de m�. �C�mo pod�a un
hombre tener un culo tan hermoso! Me maravillaba yo.
Entr� en el agua dando grandes saltos, levantando las
rodillas hacia fuera alternativamente. Sus nalgas se marcaban que era una
delicia. Cuando se dio vuelta para esperarme, hice lo mismo, s�lo que a m� esos
alocados saltos hac�an que mi nabo se saliera por los costados del shorcito. No
me cabe la menor duda de que Jorge hab�a tomado nota del espect�culo.
Las aguas estaban calmas, tibias y transparentes. Y haciendo
pie en la arena del fondo comenzamos a charlar animadamente. El agua nos mec�a
agradablemente.
Despu�s de algunos minutos, decid� apurar un poco la cosa,
por el lado del juego. Y me zambull� pasando por entre sus piernas, y al salir
del otro lado lo hice bien pegado a su cuerpo, de modo de refregarle su culazo
con todo mi cuerpo. Como respuesta, Jorge emiti� algunas risitas nerviosas, y
luego decidi� devolverme la gentileza pasando entre mis piernas. Yo aprovech�
para hacerle sentir mi gran nabo por su mejilla y luego por toda la espalda.
Cuando sali� emiti� otra risita tonta. Yo hab�a ganado las dos veces. De modo
que decid� repetir el juego. S�lo que esta vez me sumerg� de espaldas, de modo
que al salir de entre sus piernas le refregu� mi cara contra el orto y luego,
muy apretadamente, todo mi cuerpo, nabo incluido. Jorge no sab�a muy bien como
interpretar lo que estaba ocurriendo. Me pareci� que a nivel consciente no sab�a
muy bien como registrarlo, y a nivel subconsciente estaba detectando sensaciones
y sentimientos nuevos, algo confusos y perturbadores. Retrocedi� un poco,
emitiendo risitas est�pidas. Decidido a no darle tregua, me lance nuevamente
entre sus piernas, pero apenas hab�a pasado, de un tir�n le baj� el
pantaloncito, dejando su soberbio culo al aire, o mejor dicho "al agua". Nuevas
risas hist�ricas. A todo esto mi nabo hab�a comenzado a comprender lo que yo
estaba haciendo, y se pleg� con entusiasmo al juego. Cuando Jorge me devolvi� el
chiste bajando mis pantaloncitos, dej� expuesto un nabo bastante m�s grueso y
crecido, rumbo a la total erecci�n. Y se dio cuenta, aunque debi� �pienso yo-
atribuirlo a una reacci�n casual de mi joven cuerpo lleno de energ�as. Pero al
emerger, su rostro estaba un poco m�s colorado. Sus ojos fueron hacia mi
entrepierna, para luego desviarse r�pidamente de mi nabo erecto. Yo no hab�a
vuelto a subir mi pantaloncito. Me zambull� nuevamente de espaldas y luego de
bajarle el pantaloncito pase� mi cara por su sabroso culo, y luego mi pecho, mi
abdomen y al fin mi poronga al palo que recorri� la raya entre sus nalgas
lentamente, de modo insoslayable de notar.
Ya la cosa estaba dejando de ser un juego de ni�os. Y Jorge
se estaba descubriendo en aspectos que jam�s hab�a sospechado de s� mismo. Esta
vez, cuando emerg� no se hab�a subido el pantaloncito. Entonces lo abrac� por
detr�s, poniendo mi poronga frente a la uni�n de sus cachetes, y refreg�ndosela
lentamente arriba y abajo. Jorge se dejaba hacer. Y no protest�. Eso me anim� y
con ambas manos separ� sus nalgas, para acomodar mi caliente nabo entre sus
gl�teos. �l avanz� la cola para rodear mejor mi nabo y lo apret� repetidas
veces, como si estuviera sabore�ndolo. Intent� aclarar la voz, como para hablar,
pero no lo consigui�. Yo hab�a comenzado a frotar mi nabo contra la entrada de
su ojete y Jorge se qued�, como en �xtasis, avanzando inconscientemente su ojete
contra la cabeza de mi poronga. La intensidad de la situaci�n me pudo, y mi
poronga comenz� a inyectarle chorros de semen por el agujerito del ojete. Jorge
dio unos gemidos y se afloj� en mis brazos. De su pija, algo m�s chica que la
m�a, sal�a un hilo de semen, como la voluta de humo de un cigarrillo, que se
mec�a suavemente en el agua.
Cuando nos enfrentamos me mir� a los ojos: "�... qu� pas�...?
�Nunca me hab�a ocurrido algo as�...!"
"A mi tampoco", le ment�. "Pero no podemos dejar que esto
termine aqu�", avanc�. "Cla-cla-claro..." acord�. Y su mano acarici� con afecto
mi nabo, que hab�a perdido su dureza pero permanec�a todav�a enorme.
Cuando nos recompusimos un poco �a lo cual el agua ayud�,
ciertamente- nos encaminamos hacia la carpa donde nos recibi� su mujer. "�Qu�
tal lo pasaron en el agua, muchachos?" "Bien" dijo �l "estuvimos hablando de
nuestros trabajos." "��Trabajos??" ri� ella, "�Claro, que otra cosa pueden hacer
dos hombres, a�n en el agua, que cosas de hombres!"
"Y bueno" admit� yo, "estuvimos haciendo cosas de hombres."
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