Mis andanzas por Tabasco
Hace algunos a�os, por asuntos de trabajo tuve que ir a
trabajar al Sureste de mi pa�s y el sitio donde me ubicaron era accesible s�lo
por el r�o. Semanalmente viajaba sobre el agua a bordo de un cayuco primero y
luego en peque�as embarcaciones para "pasajeros" en las que �bamos a veces 12
personas sentados sobre "cubierta" o los m�s temerarios en el borde de la
lancha.
Una ocasi�n, Evelio el lanchero me sorprendi� dici�ndome que
no ten�a m�s pasajeros que yo; que iba a costarme un poco m�s el traslado.
Acept�, porque mi responsabilidad era presentarme a trabajar a la ma�ana
siguiente.
El viaje pareci� ser igual que siempre, con la diferencia de
que me ofreci� una cerveza, llevaba una hielera bien cargada. El calor era
asfixiante, casi 45�C y eran las cuatro de la tarde. El trayecto era de dos
horas, as� que seguimos tomando cervezas... el lanchero era un tipo moreno,
musculoso, feo de rostro, manos toscas y pies descalzos, un hombre burdo
realmente... llevaba un pantal�n negro de tela delgada, ra�do y con el cierre a
medio subir... no usaba camisa, s�lo un sombrero maltratado sobre su cabeza par
protegerse del sol. No ol�a mal, al contrario, siempre se sent� el aroma a jab�n
de tocador.
Al cabo de una media hora de viaje acerc� la lancha a la
ribera del r�o, bajo la sombra de unos �rboles, me dijo "voy mear" y acto
seguido sac� de su bragueta una tremenda tranca morena, sin circuncidar; como si
fuera un pl�tano, la pel� suavemente y apareci� una rica cabezota, antojable, se
dio dos o tres jalones, orin� abundantemente y luego le dio fuertes sacudidas...
yo casi temblaba de la sorpresa y de la emoci�n aparte de la gran calentura que
me invadi�. Jam�s hab�a pensado en "lanzar mi cebo" en aquel lugar... Mi
"numerito" permanec�a escondido y s�lo lo hac�a notar cuando estaba en la
ciudad. Resulta que ese fin de semana no hab�a yo tenido "nada de nada", as� que
fue tremenda la excitaci�n.
El hombre me pregunto si yo no quer�a mear y le dije que tal
vez m�s adelante. Seguimos avanzando y unos veinte minutos despu�s le dije que
se acercara a la orilla porque quer�a orinar. Atendi� mi petici�n, orin�, (mi
verga estaba semierecta). �l se coloc� a mi derecha, volvi� a repetir su acci�n
orinando de nuevo abundantemente. Esta vez, las sacudidas posteriores fueron m�s
en�rgicas... Su verga se erect� descomunalmente, calculo que unos 20 cm. y se
advert�a sumamente gruesa y dura... me dijo que si yo la ten�a tan grande como
�l y le mostr� mi arma... hab�a una considerable diferencia, aunque en la m�a
sobresal�a una gran cabeza.
Me pregunt� que si me gustaba la suya y yo le contest� la
pregunta con un �A t� te gusta la m�a?. Acto seguido me contest� que s� y se
abalanz� a mamarla... esto me acab� de calentar. Busqu� el modo de tocar la suya
que ya estaba h�meda de l�quido preseminal... lo estir� un poco y en un rato m�s
est�bamos en el piso de la lancha en un rico 69... duramos as� un buen tiempo.
Me pidi� que lo cogiera y �l mismo ensaliv� su culo a la vez que chupaba m�s mi
verga para dejarla bien mojada de saliva.
Se puso en cuatro y le he dado una ensartada fenomenal. Me
dej� en el embarcadero carcomido donde yo llegaba y me prometi� un viaje solos
el viernes siguiente. As� fue, apenas avanzamos una media hora, se acerc� a la
orilla, se repitieron las acciones de la vez anterior y me dijo que ahora le
tocaba a �l conocer mi culito. Me puso en cuatro, me dilat� el ano con su lengua
y creo que hasta la meti� unos cent�metros... me dej� listo para el ataque y
�ste fue delicioso... 20 cent�metros de verga en mi intestino me hicieron
gozar... apenas dos o tres movimientos y me vaci�. En M�xico llamamos "mecos" al
semen. Pues bien, de inmediato sac� su vergota de mi culo, me volte� y chup� mi
verga, recogiendo los mecos que abundantemente segu�an fluyendo.
Los sabore�, se los trag� golosamente y me dijo que le
encantaba el sabor que eran �cidos y concentrados. Le ayud� a terminar
masturb�ndolo y me ped�a urgentemente: "m�teme los dedos"... yo lo hice y fueron
�cuatro!... su culo se abri� impresionantemente, me ped�a que le metiera algo,
lo que fuera, que su culo deseaba llenarse de un fuerte palo y esta vez fue el
mango del remo, quiz� unos 25 cm. y solt� borbollones de mecos... As� termin�
este encuentro y en los dos a�os que permanec� en aquel lugar, nos hicimos
grandes amigos y NO ME COBRABA EL VIAJE
JULI�N
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