T�tulo original: " POW I the mother of all rapes".1 of 5.

T�tulo traducido: Prisionera de guerra I: la madre de todas
las violaciones.

Era el segundo d�a de la guerra a�rea y la Mayor Diana Baker
se sent�a muy infeliz. Esto quiz�s fuera debido al hecho de que se hallaba
sentada en la parte trasera de un cami�n iraqu� con las manos atadas a la
espalda y su cabeza cubierta con una bolsa de tela. Estaba sedienta, con el
cuerpo dolorido por la sacudida cuando sali� eyectada de su F-16, y estaba
asustada. Pero sobre todo estaba irritada por haber sido derribada.

Despu�s de todo era la primera mujer piloto que hab�a dejado
que la derribaran es su primera misi�n de combate. Todo lo que pod�a pensar era
como iba a joder todo esto sus planes para conseguir una estrella. Hab�a pasado
los �ltimos 10 a�os de su vida trabajando para lograr esta meta. Hab�a usado
cada recurso a su alcance para ascender en la fuerza a�rea, descubriendo en su
primer a�o en la academia que no importaba tanto lo buena que fuera como piloto
como lo bien que pudiera manipular el sistema. Pronto se dio cuenta de que el
programa de igualdad de oportunidades de la fuerza a�rea era el perfecto billete
de ida para alguien como ella, con una gran ambici�n y pocos escr�pulos. A
aquellos superiores con los que no pudo o no quiso follar los chantaje�. Como
mujer la presi�n sobre sus superiores para asegurar su �xito ya era fuerte,
combinada con el riesgo de una denuncia por acoso sexual la hacia totalmente
irresistible. Esta actitud la hizo ganarse el apodo de "Rompepelotas". En vez de
disgustarla se sinti� orgullosa del apodo, tan orgullosa que lo usaba como
nombre en clave. Hacia un a�o cuando la fuerza a�rea abri� sus cazas a las
mujeres, ella era una oscura aunque talentosa Capit�n de vuelo de un transporte
a�reo C-141. Ahora, a los 32, Diana Barker hab�a sido ascendida a Mayor a toda
velocidad y era la favorita de los medios de comunicaci�n.

Desafortunadamente los requerimientos de los medios de
comunicaci�n en su status de superestrella no le hab�an dejado tiempo o
disposici�n para preocuparse por problemas mundanos como los silos de
contramedidas a�reas SAM.

Mientras viajaba, Diana comenz� a pensar que pod�a salir bien
de todo esto. Aparte de algunos manoseos de los soldados que la custodiaban
nadie la hab�a maltratado. Ella no era del tipo de las que se asustan por que
les toqueteen el trasero. Diana media casi 1,80 con la complexi�n f�sica de una
culturista, combinada con 92 cm de pecho. Estaba orgullosa de su cuerpo como de
todo lo suyo, desde su corte de pelo a la elecci�n de su coche, era parte de la
imagen de "Top Gun" que se hab�a creado. Diana not� el cambio cuando el cami�n
lleg� a una carretera, y horas despu�s detect� el incremento de ruidos cuando
entraron en una ciudad, supuso que se trataba de Bagdag. El cami�n se detuvo y
ella fue bajada e introducida en un edificio. Escuch� algunas conversaciones en
�rabe que no pudo entender y atravesaron numerosas puertas que se cerraban con
ruidos met�licos tras ella. Cuando los guardias soltaron sus brazos y hablaron
Diana pudo ver luz a trav�s de la parte inferior de la bolsa que cubr�a su
cabeza not� la presencia de varios hombres en la habitaci�n adem�s de sus
escoltas. Ella estaba orgullosa de lo duro que hab�a sido el curso de
supervivencia, escape y evasi�n de las fuerzas a�reas. Pens� que podr�a manejar
a un vulgar camellero.

Observando desde su asiento se hallaba el Capit�n Vahid
Yazeed del servicio especial de seguridad de Sadam, uno de sus m�s prometedores
torturadores. Hab�a sido personalmente seleccionado por el gran l�der para
"romper" al primer piloto americano capturado y convertirlo en un arma de
propaganda. Yazeed comprend�a que la informaci�n que consiguiera era de menor
importancia. Su trabajo era "romper" a los pilotos ya que eso le dar�a
herramientas contra la opini�n p�blica americana lo que intentar�a usando sus
propios medios de comunicaci�n.

Estaba sorprendido de el primer POW fuera una mujer, aunque
esto no establec�a diferencias en sus �rdenes ni en como realizar su tarea
preferida. Un verdadero s�dico, Yazeed hab�a previsto observar como sus hombres
violaban a un piloto americano. Ahora que ten�a una piloto para trabajar en
ella, comenz� a pensar en participar tambi�n en la violaci�n. La violaci�n era
una herramienta fundamental en su trabajo, usada para romper al sujeto, hombre o
mujer, psicol�gicamente. Aunque hab�a torturado mujeres iraqu�es y Kurdas, Diana
seria su primera occidental. Yazeed encontr� la idea de tener a una mujer como
esta bajo su control de lo m�s estimulante.

"Desnudadla" orden� mientras de inclinaba hacia atr�s en su
silla y observaba.

Los guardias desataron sus manos y descorrieron la cremallera
de su traje de vuelo, se lo quitaron y lo pusieron a un lado cuidadosamente.
Entonces rompieron su camiseta, sujetador y bragas dej�ndola desnuda salvo por
sus botas de combate, las placas de identificaci�n y la bolsa que le cubr�a la
cabeza.

Diana no intent� resistirse; en vez de ello se concentr� en
respirar lentamente y con calma. Le hab�an dicho que pod�a esperar esto en el
curso de supervivencia. Desnudar a una persona es como despojarla de su
confianza, sus instructores se lo hab�an dicho. El hecho de saber esto no hizo
que se sintiera mejor.

Yazeed examin� su cuerpo a distancia. Encontraba sus grandes
pechos con pezones del tama�o de peque�os dedos fascinantes. Los pechos y
particularmente los pezones eran una zona muy sensible en una mujer. Le
encantar�a trabajar en una mujer tan bien dotada.

Su cuerpo musculoso resultaba extra�o para un �rabe, pero no
por ello menos apetecible. Esto no lo estimul� de manera especial, pero servir�a
a sus prop�sitos el que pudiera sufrir m�s antes de alcanzar sus l�mites
f�sicos. Solo su bien aseado y recortado vello p�bico le repel�a. Se disgust�
con la perra occidental, las respetables mujeres �rabes se afeitaban el vello.
Aunque sab�a que deb�a esperar que la humillante experiencia de estar desnuda
entre hombres invisibles jugara con ella, Yazeed no pod�a esperar a ver su cara.
Temeroso de que pudiera ser desagradable, orden� que le quitaran la bolsa de la
cabeza. Qued� complacido cuando vio una bonita cara madura enmarcada por un pelo
casta�o rojizo.

Diana qued� cegada cuando le quitaron la bolsa de la cabeza,
no acostumbrada a las brillantes luces, no pudo ver hasta que sus ojos se
habituaron, entonces vio a dos hombres enfrente de ella. Uno estaba sentado, era
un hombre bien afeitado m�s o menos de su edad que llevaba un uniforme de
oficial hecho a medida, cuyo rango no reconoci�. Detr�s de �l, en la cl�sica
posici�n del criado hab�a un hombre muy joven y atractivo con un uniforme
zarrapastroso. Diana lo ignor� y se concentr� en el oficial. Pod�a notar la
presencia de los guardas detr�s de ella, pero los ignor� tambi�n.

Yazeed habl� dando instrucciones. El hombre detr�s de el
tradujo "Est�s bajo custodia de los servicios de seguridad. No eres una
prisionera de guerra sino una criminal culpable de cr�menes contra el estado de
Irak y como tal ser�s tratada. Tu �nica esperanza de clemencia es cooperar
completamente."

" Soy la Mayor Diana Barker, n� 309-48-8221, de las fuerzas
�reas de los Estados Unidos. Exijo ser tratada como prisionera de guerra. Lo que
est�is haciendo es contrario a la convenci�n de Ginebra. Ser�is declarados
criminales de guerra por maltratar a un prisionero."

Sonaba un poco pomposo pero Diana estaba orgullosa de haberlo
dicho todo sin que le temblase la voz. Quer�a que este hombre comprendiera que
ella era alguien a quien no se pod�a empujar.

A un gesto de la cabeza de Yazeed el guardia que hab�a a su
derecha la golpe� con dureza en los ri�ones, con una porra de madera, envi�ndola
al suelo doblada de dolor. Mientras estaba all� tumbada escuch� d�bilmente como
el traductor dec�a que el Capit�n no tolerar�a semejante actitud. A otra orden
de Yazeed el guardia la puso en pie tirando de sus cabellos.

El capit�n hablo largo rato antes de que el traductor se
volviera hacia ella y dijera: " el capit�n dice que tu pa�s est� loco por
utilizar mujeres en su fuerza a�rea y en la guerra. Que pagar�s el precio de las
locas ideas de tu pa�s, ser una mujer no te proteger�, ni tampoco la convenci�n
de Ginebra.

� Cual es tu unidad? La localizaci�n de tu base y tu misi�n.

Diana mir� con ferocidad al oficial sentado y contest�:

Diana Barker, Mayor de la fuerza a�rea de los Estados Unidos,
n�309-48-822. Pido hablar con un oficial superior. Cuando termin� un nuevo gesto
de Yazeed provoc� otro doloroso golpe del guardia, se mantuvo en pie pero vio
las estrellas. Cuando volvi� a la posici�n de atenci�n, el oficial iraqu� dej�
su silla y se puso en pie frente a ella, para sus disgusto comenz� a mover sus
manos sobre sus pechos, sopesando los pesados globos en sus manos. Cuando ella
apret� sus pu�os en un gesto de ira, el sonri� y habl� al traductor mientras
daba �nfasis a sus palabras retorciendo sus pezones.

" El Capit�n dice que eres una loca que cree que ha ido a
tomar el t�, no a la guerra... dice que t� no continuar�s sin cooperar cuando
los guardias hayan acabado contigo. Dice que los guardias disfrutar�n
viol�ndote. Ellos nunca han tenido a una mujer occidental y tienen curiosidad
sobre si lo que han o�do acerca del insaciable apetito sexual de las mujeres
occidentales es cierto." Mientras continuaba la expresi�n ansiosa del traductor
se convirti� en una de aut�ntico miedo. Recuerda que est�s en sus manos para
hacerte lo que desee. Si no le obedeces y respondes a sus preguntas el har�
cosas terribles contigo. Por favor � Cual es tu unidad, tu base y tu misi�n?

Diana titubeo, no estaba preparada para una aproximaci�n
directa del capit�n iraqu�. Hab�a esperado que hubiera m�s juegos mentales, como
en el curso de entrenamiento. Pero el entrenamiento no era el mundo real de
Oriente Medio. Ahora las cosas estaban yendo demasiado deprisa para ella. Sent�a
que tenia que hacer que las cosas se calmaran para ganar algo de tiempo. Esta
informaci�n tenia poco valor en cualquier caso, ciertamente no val�a un
violaci�n brutal.

Contest� " Soy del escuadro 417, del ala t�ctica 250 cuya
base est� en Dharan. Estaba volando cuando el misil me alcanz�." La cara de
Diana ard�a mientras hablaba. Tem�a haber hablado demasiado pronto, pero como la
informaci�n era falsa sabia que no har�a da�o.

Yazeed escuch� la traducci�n, consulto un cuaderno de notas
negro y entonces se volvi� a Diana con una fr�a sonrisa. El traductor le escuch�
y dijo " el capit�n dice que eres una p�sima mentirosa. No somos est�pidos,
tambi�n tenemos CNN. Vimos el reportaje sobre tu derribo.

Algunos de nuestros pilotos pasaron mucho tiempo en Arabia
Saud� cuando luch�bamos contra Ir�n. Nos dijeron que la base desde la que emiten
era Al Mindhat, no Dharan. Los edificios son muy diferentes. All� no hay ning�n
escuadr�n 417 de cazas ni ala t�ctica 250 en la lista de vuestras fuerzas a�reas
en activo. El capit�n va a ense�arte en una lecci�n lo que ocurrir� cuando le
mientas.

Yazeed retrocedi� y dio ordenes a los guardias. La agarraron
por los brazos y la arrastraron hasta una larga barra que colgaba del techo, un
violento golpe en su est�mago previno una posible resistencia mientras
aseguraban con esposas sus manos a los extremos de la barra. Entonces los dos
hombres cogieron sus musculosas piernas tirando de ellas hacia atr�s y
separ�ndolas, hasta que estuvieron a unos 30 cm del suelo y paralelas a este.
Una orden al traductor le envi� a ayudar a los guardias atando una cuerda
alrededor de sus botas y de nuevo a los extremos de la barra. En un momento
Diana colgaba del techo con sus musculosos brazos soportando todo su peso, con
sus piernas atadas en un �ngulo recto con respecto al cuerpo, como el palo corto
de la L tras ella. Cuando ella maldijo a los guardias iraqu�es uno de ellos puso
una botella de liquido transparente en su boca mientras el otro usaba sus dedos
para tapar su nariz. Cuando Diana se removi� e intent� respirar dejaron caer el
asqueroso fluido en su garganta y ella no tuvo m�s remedio que tragar. Incluso
el traductor parec�a divertido cuando le dijo :" la botella contiene un potente
laxante, el capit�n dice que as� no estar�s tan llena de mierda.

Los guardias la amordazaron, acariciaron su culo y se fueron.

El capit�n Yazeed y el traductor se quedaron. El oficial se
puso enfrente de Diana acariciando sus prominentes pezones, comenz� a pellizcar
la sensible carne con sus fuertes dedos mientras miraba fijamente sus cara.

Trabaj� sobre ellos, uno cada vez, pellizcando y retorciendo
sus pezones hasta que se pusieron involuntariamente duros.

Los pellizcos no eran muy dolorosos, pero era humillante para
Diana que este hombre usara as� su cuerpo.

Cuando estuvo satisfecho con la erecci�n de sus pezones
Yazeed sac� de su bolsillo un par de peque�as pinzas de metal como las de un
volt�metro. Las pinzas ten�an los dientes serrados y un potente muelle.

Puso una cuidadosamente en cada uno de sus pezones y entonces
las solt� al mismo tiempo. Los afilados dientes se hundieron en la suave piel de
los pezones haciendo brotar peque�as gotas de sangre casi al instante. Diana
grit� dentro de su mordaza cuando las pinzas se clavaron en sus pezones, el
dolor la super�, por un momento pens� que sus pezones hab�an sido cortados.
Entonces Yazeed cogi� un rollo de gruesa cinta adhesiva verde y cort� una tira
de unos 15 cm. Sin una palabra la peg� sobre su vello p�bico y mir�ndola a la
cara la arranc�. La cabeza de Diana se ech� hacia atr�s cuando un agudo dolor
recorri� su cuerpo. Ella not� como le arrancaba el vello p�bico. Yazeed confirm�
esto cuando examin� la cinta llena de cortos pelos pegados y sonr��.

El oficial cambiaba la forma en que arrancaba cada trozo de
cinta, a veces tirando tan lentamente que ella pod�a notar como le arrancaba
cada pelo y a veces, tan r�pido que no sent�a el dolor hasta que el examinaba la
cinta. Eventualmente, el quedo satisfecho por la ahora depilada zona entre sus
abiertas piernas. Cort� un ultimo trozo, �ste lo puso sobre su ano por lo que no
podr�a cagar hasta que lo quitaran. Entonces el oficial y el traductor se fueron
dejando a Diana sola con su dolor. Ella sabia que iban a violarla. El uso del
laxante hacia evidente que iban a sodomizarla. Ella nunca hab�a dejado que nadie
se la metiera por el culo. El pensamiento de uno o m�s de ellos us�ndola de esta
forma la aterrorizaba. Ella pod�a tolerar una violaci�n normal, pero no anal.
Visiones de su violaci�n anal comenzaron a recorrer su mente, acentuadas por el
dolor de las pinzas clav�ndose en sus sensibles pezones y la fuerza de su peso
tirando de los m�sculos de sus brazos.

Continuar�....