Relato: El Atraco Marcial era un hombre cincuent�n, bastante obeso y
completamente calvo por la parte superior de la cabeza. Casado y con varios
hijos, era due�o de una representaci�n de art�culos de ferreter�a. Tenia una
oficina que era da Delegaci�n para la zona y trabajaban a sus ordenes en las
vetustas oficinas a las afueras de la ciudad, varios empleados de oficina y
comerciales.
De entre sus empleados, estaba Puri. Puri era su favorita. Una chiquita de 18
a�os, de clase mas bien baja y escasa formaci�n. De hecho, como empleada era
bastante poco trabajadora y al no tener estudios en administraci�n, estaba
bastante limitada en sus tareas, pero Marcial lo toleraba mas de lo normal por
la obsesi�n que tenia con su cuerpo. Puri era bastante mona de cara, pero
adem�s, tenia un cuerpo realmente vicioso. Era muy delgadita, morena, alta, con
poco pecho, pero marcaba con su ropa moderna y super-ajustada, las perfectas
curvas de su culito y de su monte de Venus.
Marcial, miraba a Puri y se derret�a. Cuando pasaba delante, no pod�a dejar de
excitarse e inconscientemente se tocaba el pene hasta que los frotamientos le
provocaban una erecci�n. Era evidente que incluso m�s all� de lo buena que
estaba, hab�a algo en el cuerpo y en la mirada de Puri, que excitaba sin remedio
a los hombres. Tenia una extra�a y oculta carga er�tica.
Marcial disimulaba completamente su pasi�n, no quer�a parece a los ojos de
todos, un viejo verde. Marcial resultaba un hombre bastante desagradable, gordo
y fofo a los ojos de una chica de 18 a�os como Puri. Puri estaba muy atenta al
efecto que su cuerpo causaba a los hombres y siempre contaba peque�as aventuras
en el autob�s o en la calle. "Era un viejo de 50 a�os, y me dijo que estaba muy
buena. Pero si a aquel viejo ya no se le deb�a de levantar" comentaba en
ocasiones.
A Marcial le molestaban esos comentarios de hombres de su edad, pero tambi�n le
excitaban. En una ocasi�n, durante un fin de semana, coloco debajo de la vieja
mesa de madera de Puri, un interfono, de manera que activ�ndolo, pod�a o�r la
conversaci�n que tenia con las otras dos chicas de la oficina.
En una oficina-almacen como la suya, abarrotada de cajas, trastos, cables,
aparatos el�ctricos como tel�fonos y calculadoras, el aparatito,
convenientemente envejecido como si fuera un cacharro antiguo fuera de uso,
paraba desapercibido.
Marcial, escuchaba desde su oficina, en la misma sala que la de Puri, a la que
ve�a desde los ventanales, pero separada por una especia de cabina de madera y
cristal.
Por el interfono, Marcial escuchaba en una erecci�n constante, las aventuras de
Puri con su novio. El Carlos. Un cretino semi-analfabeto sin oficio ni
beneficio, que hasta a veces la pegaba. Muchas veces la venia a buscar en la
moto despu�s de varios idas de enfado, sencillamente porque tenia ganas de
follar. Echaba dos polvos, la Puri se sent�a la mujer m�s feliz del mundo por
recuperarlo, hasta el siguiente enfado y hasta mas ganas de follar del Carlos.
�Que manera de desperdiciar aquellas piernas tan perfectas, aquellos brazos tan
bien formados, y aquel morrito que ped�a que le metieran la lengua.
Marcial fantaseaba con Puri. Cuando venia con minifalda, la pon�a a
desempaquetar en una mesa en que ella quedaba de espaldas a el, y pasaba la
tarde contemplando sus dos largas piernas y cuando se agachaba, el inicio de sus
bragas.
Marcial, sal�a discretamente de la oficina, y se masturbaba en el retrete.
En una ocasi�n, Puri trajo unas fotos de la playa para ense�ar a las amigas.
Marcial se las arreglo para que le quedaran olvidadas en el caj�n y para la
ma�ana siguiente, ya estaban escaneadas y puestas bajo una clave en su disco
duro. Con esto, Marcial empez� la costumbre -sal�a el �ltimo-, de masturbarse
antes de ir a casa. De recorrer con la vista los muslos, los brazos y el monde
de Venus de Puri. De eyacular mir�ndola directamente a los ojos.
Todas las ma�anas, entraba en su oficina y se dec�a al cerrar la puerta: Hoy
faldita verde y medias negras.. Hoy pantaloncito negro ajustado y top-rojo. .
Hoy.........Obviamente era la ropa que hab�a tra�do Puri, y que l�gicamente iba
a condicionar su excitaci�n y su humor a lo largo del d�a.
Cada vez necesitaba mas contemplar a Puri, y de hecho, contemplo la posibilidad
de instalar una c�mara en el cuarto de ba�o de mujeres, o de instalar duchas o
un peque�o vestuario para el personal.
Una tarde de invierno, sucedi� el desenlace de nuestra historia.
Eran ya las nueve de la noche en invierno. Ya solo quedaban en la oficina
Marcial, y Puri, que como hab�a faltado por la ma�ana, recuperaba horas perdidas
para que no le descontaran. Marcial estaba muy enfrascado en la contabilidad,
para disfrutar de tal circunstancia.
Se abri� la puerta que no estaba cerrada con llave y aparecieron dos individuos.
Estaban encapuchados. Portaban sendas escopetas de ca�ones recortados.
Es un atraco. Lev�ntese, lev�ntese. Gritaron fuertemente para aturdirlos e
intimidarlos.
Los pusieron cara a la pared. Luego se llevaron a Marcial a su despacho para que
abriera la caja fuerte. Era una buena caja. Les hubiera dado muchos problemas de
haber entrado por la noche. A Marcial le costo soltar la pasta y realizo varios
gestos de resistencia. In�til y peligrosa ante las armas de sus oponentes.
Cuando les entrego el dinero, los atracadores estaban euf�ricos pero cabreados.
�Qu� hacemos con la nena y el viejo de mierda? �Los matamos?
No quer�an matar a Marcial ni era necesario, pero pretend�an aterrorizarlos. Uno
de los atracadores se fijo en Puri. Incluso asustada, desprend�a era tremenda
carga er�tica que a Marcial tenia enganchado.
Mira que buena esta la ni�a. Nos la vamos a llevar. Empez� a tocarle los pechos.
Puri grito y se revolvi�. Marcial salto para defenderla.
Mira el viejo. Quiere tir�rsela el solo. A ver si te cortamos las pelotas y ya
no te la tiras m�s.
Marcial, sin poder concentrarse, estuvo a punto de ponerse a dar explicaciones
tontas de que no se la tiraba.
El segundo atracador, mas sereno, quer�a dar el asunto por acabado. ��talos y
nos vamos! Deja a la t�a. Desn�dalos. As� tardaran mas en soltarse.
Los hicieron desvestirse. Marcial quedo en calzoncillos y Puri en bragas y
sujetador. De frente de pie el uno al otro y sin mirarse.
El primer atracador, ri� ante el cuerpo desbordado de grasa de Marcial y se ri�.
Pero t�o �Tu tienes polla? Dicho esto, arranco el calzoncillo de Marcial y lo
dejo en pelotas.
T�a, que te parecen las pelotas de tu jefe. Que polla m�s peque�a.
Marcial aguanto la humillaci�n. Su pene derrotado, ca�a como un trozo de carne
muerto, en su cuerpo fl�cido y tembl�n, mientras el atracador obligaba a Puri a
mirarlo desde un metro de distancia.
C�jele la polla!
Puri tomo el trozo de carne de Marcial, como quien coge un insecto grande en la
mano, mientras parec�a que empezaba a llorar..
El atracador, cogi� a Marcial y lo ato sentado encima de la taza del retrete. Su
enorme mole se desplomo inerte mientras lo inmovilizaban de pies y manos.
�Qu� hacemos con la putita?
Se la ponemos ah�, encima de el, para que se entretenga. Cogieron a Puri, y la
sentaron encima de sus piernas, con las de ella abiertas y mirando hacia �l.
Puri, tambi�n qued� inmovilizada.
Hasta que os rescaten, te puedes entretener foll�ndola, eh gordo.
Marcial, no dijo nada, pero el criminal, arranco el sujetador de Puri.
Mira que tetas.
Marcial, tuvo que mirar las tetas de Puri. Llevaba mas de una a�o deseando
verlas, as� que a pesar de la violencia y los nervios de la escena, no pudo
evitar sobresaltarse y fijarse en los pezones grandes y sonrosados. Unas tetas
peque�as, pero ca�das hacia arriba.
- Puedes aprovechar para foll�rtela mientras esper�is a que os rescaten. Yo te
ayudo.
Dicho esto, arranco las braguitas de Puri, y la sent� otra vez encima de las
piernas de Marcial. Ataron los brazos de Puri y Marcial, por detr�s de la
espalda del uno y del otro, de manera que quedaran abrazados y con las manos del
uno, en el culo del otro.
Solo falta un detalle. El individuo meti� la mano entre los dos cuerpo
abrazados, todo el pene de Marcial y lo situ� a la entrada de la vagina de Puri.
Puri dio un grito cuando el atracador hijo el chiste de intentar meterle la
polla fl�cida de Marcial.
El atracador, sac� una navaja y amenazo con pinchar a Marcial. �Haz que te la
follas!
Marcial comenz� a simular que cabalgaba a Puri, hasta que los atracadores se
fueron entre risas dej�ndolos encerrados.
En el retrete. De una oficina desierta. En un pol�gono industrial abandonado..
Marcial, empez� por tranquilizar a Puri. Lo peor ya hab�a pasado. Se hab�an ido
y pronto se desatar�an. Marcial, comenz� a agitarse para tantear las ataduras,
mientras Puri sollozaba inm�vil..
Pasado un cuarto de hora, Marcial volvi� a intentarlo. Se mov�a, pero no hab�a
forma. Sus manos, obligatoriamente se ten�an que posar sobre el deseado culito
de Puri.
Mientras meditaba como soltarse, empez� a darse cuenta de la situaci�n. Ella
estaba sentada desnuda y abierta de piernas sobre �l. Pod�a sentir la humedad de
su sexo, y los pelos de su co�o sobre la punta de su polla. Intento concentrarse
en consolarla paternalmente, pero al sentir sus pezones endurecerse sobre su
pecho, comenz� una t�mida erecci�n. Se quiso distraer tanteando las ataduras,
pero al forzarlas, repet�a en movimiento de un polvo y se excito m�s. Ahora su
erecci�n era decidida y Puri la tenia que notar claramente.
_Perdona, no s� que me pasa. Dijo Marcial cuando Puri alterada por la erecci�n,
lo miro con cara col�rica.
Marcial, intento relajarse, pero no pod�a. Abrazaba completamente a Puri.
Desnuda y abierta de piernas como dispuesta hacia �l. Estaba disfrutando de lo
que solo el cretino de su novio hab�a disfrutado. Lo que tantos hombres de todas
las edades de su barrio hab�an so�ado con hacer.
Puri miro a su pene y le dijo �Cerdo!
Puri se agito intentando liberarse -qu� cerdo es usted Marcial.
Perd�name. Son los nervios. Puri, soy un hombre.
Puri se agitaba mientras Marcial la intentaba consolar paternalmente. La
agitaci�n de Puri excitaba m�s a Marcial. La punta del pene de Marcial recorr�a
de adelante a atr�s los labios de Puri.
Puri comenz� a golpear a Marcial. Aquel hombre obeso y grasiento estaba fuera de
s�. Marcial cogi� el culo de Puri y la apret� hacia �l. Con cuidado para no
desviarse en el golpe, penetro a Puri.
Primero le costo porque Puri no estaba ni dilatada ni lubricada, pero el tenia
la polla tan dura, que de un segundo golpe se la meti� hasta el fondo.
Estaba tan excitado y nervioso por haberla tomado a la fuerza, que eyaculo
enseguida.
Tras la eyaculaci�n, Marcial, pareci� salir del trance en que estaba. Puri,
logro soltarse una mano y retiro el pene, que termino de soltar el semen en un
leve goteo, fuera del cuerpo de ella. Puri logro seguir desat�ndose mientras �l
le ped�a perd�n, le ofrec�a dinero y le suplicaba por sus hijos que no dijera
nada.
Ese d�a Marcial perdi� su dinero en el atraco, su negocio y la libertad, pues
fue a la c�rcel, donde sigui� masturb�ndose cada noche por Puri.
Nota: Sali� pronto en libertad. Tras la sentencia -lo juzgo una jueza -, apel�.
El juez de apelaci�n fue un hombre. �l si vio el culo de Puri, habl� con ella
para tomarle declaraci�n y acepto las atenuantes de la defensa. Marcial, el d�a
de la declaraci�n, sentado desde su banquillo en el juzgado, vio como le
cambiaba la cara del juez cuando sali� despu�s de una larga estancia en el
cuarto de ba�o despu�s de tomarle declaraci�n. La historia del atraco y la
violaci�n contada por Puri era demasiado para un hombre de mediana edad. Y
Marcial supo que saldr�a pronto.
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Relato: El Atraco
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