Lucia lo conoci� el mismo d�a en que Nicol�s, su novio, la
llev� a casa de este para presentarla formalmente, ante los padres de �l, como
su novia. El tambi�n le fue presentado como un integrante mas de la familia y en
realidad as� lo era por como era atendido y se mov�a con total libertad por toda
la casa.
Desde ese primer momento se sinti� cohibida y con un poco de
temor ante la mirada fija, que tambi�n reflejaba una inteligencia poco com�n en
este gran y joven manto negro que se erig�a como el m�ximo guardi�n de aquel
hogar.
As� fueron pasando los meses y esos ojos siempre mir�ndola
fijamente cuando visitaba la casa, y ella cada vez m�s respetuosa ante la
presencia de Ringo, tal era el nombre del can. Tal es as� que nunca lo trato
como se trata a una mascota, con esas caricias en el lomo o en la cabeza y
habl�ndole en forma tonta.
As� llego el d�a de la boda y tras una ceremonia y luego en
sencillo e intimo festejo Luc�a y Nicol�s comenzaron la convivencia. Como
Nicol�s trabajaba en una empresa que regularmente lo mandaba al interior del
pa�s y su sueldo no era muy grande decidieron aceptar la propuesta del padre del
flamante esposo, de vivir en el peque�o apartamento que se levantaba en los
fondos de la casa paterna.
Los primeros meses fueron normales y tranquilos a pesar de
las l�gicas tareas para acondicionar el nuevo hogar, as� Luc�a pasaba la mayor
parte de las horas del d�a colocando nuevos cortinados o acomodando los nuevos
muebles. Desde un primer momento ella not� la constante vigilancia que ejerc�a
Ringo sobre todos sus movimientos, tanto en su apartamento como en la casa de
sus suegros y siempre con esa fija mirada de grandes ojos negros, ella crey�
l�gico aquel proceder de Ringo. puesto que seguramente el can tenia delimitado
como su territorio toda la extensi�n de aquella propiedad.
Todo comenz� el d�a que, estando en la sala de la casa de su
suegra sentada en un sill�n leyendo una revista y su suegra viendo la tv,
levant� la vista y se encontr� con la fija mirada de Ringo. Esto no le fue
extra�o ya que el siempre lo hacia, la diferencia era que ahora ella sent�a que
su mente comenzaba a interpretar los deseos del can ... o a obedecer sus
ordenes. At�nita y de pronto como un rayo que ilumin� su cerebro, entendi� el
firme deseo de Ringo o mejor dicho lo que le ordenaba, esto era que abriera
lenta y disimuladamente sus piernas aprovechando que ambos estaban frente a
frente y a una distancia de 2 o 3 metros y que su suegra estaba de espaldas a
ellos enfrascada en la telenovela.
Sin entender nada y sorprendida pero subyugada, levanto
apenas su falda y obedeci� dejando que el perro ahora fijara su vista entre sus
piernas dej�ndole ver su breve y blanca tanga y la totalidad del interior de sus
muslos. Ringo estuvo est�tico por unos 2 o 3 minutos mirando, luego levanto la
vista miro a sus ojos unos breves segundos y tranquilamente dio la media vuelta
y sali� hacia el patio. Lucia totalmente anonadada y sintiendo un leve
cosquilleo en su bajo vientre se preguntaba como pod�a ser posible esto y si
antes respetaba al can ahora este respeto era mas aun como as� tambi�n su temor
hacia el.
En los d�as subsiguientes el asunto se repiti� varias veces
pero en estas oportunidades las ordenes que recib�a del perro no eran tan osadas
como aquella primera vez, se trataba de cosas sencillas como hacer que ella se
pare si estaba sentada o dirigirse a ciertos lugares de la casa o que le diera
de beber, etc.
Cierta noche Nicol�s le comunic� a Luc�a en 2 d�as deber�a
viajar a una sucursal de la empresa en donde trabajaba, que se encontraba en una
provincia del interior del pa�s, para realizar cierto trabajo que le llevar�a a
estar 4 o 5 idas fuera del hogar. Esa misma noche hicieron el amor pero Luc�a,
sin saber muy bien por que, estaba inquieta y nerviosa y no goz� plenamente de
ese acto....... Continuara